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Me gustaría que todos ustedes pudieran hablar en lenguas, pero me gustaría más que todos pudieran profetizar. Porque el que profetiza es más importante que el que habla en lenguas, a menos que alguien interprete, pues de esa manera sí puede fortalecer a la iglesia.

Entonces, hermanos ¿en qué les ayudo si les hablo en lenguas? Sólo les sirvo de ayuda si les hablo por medio del don de revelación, de conocimiento, de profecía o de enseñanza. Lo mismo sucede con los objetos que suenan, por ejemplo la flauta o el arpa. Si los sonidos no son claros, nadie puede saber cuál es la melodía que se está tocando.

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