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Entonces el rey le dijo al profeta:

—Quiero que vengas a mi casa a comer. Voy a darte un regalo.

Pero el profeta le contestó:

—Aunque me des la mitad de tu palacio, no iré. Tampoco comeré o beberé en este lugar, porque Dios me ordenó: “No comas pan, no bebas agua, ni vuelvas por el mismo camino”.

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