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Aunque tú fueras y te esforzaras en la batalla, Dios te haría fracasar delante del enemigo. Porque en Dios hay poder para ayudar o para hacer fracasar.

Amasías preguntó al hombre de Dios:

—¿Qué será, pues, de los tres mil trescientos kilos de plata que he dado al ejército de Israel?

El hombre de Dios respondió:

—El SEÑOR puede darte mucho más que eso.

10 Entonces Amasías apartó las tropas que habían venido a él de Efraín, para que se fueran a sus casas. Ellos se enojaron muchísimo contra Judá y se volvieron a sus casas enfurecidos.

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