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El rey cubrió su cara y clamó en alta voz:

—¡Hijo mío Absalón! ¡Absalón, hijo mío, hijo mío!

Joab reprende la actitud de David

Joab entró en la casa del rey y le dijo:

—Hoy has avergonzado la cara de todos tus servidores que hoy han librado tu vida y la vida de tus hijos y de tus hijas, la vida de tus mujeres y la vida de tus concubinas; pues amas a los que te aborrecen y aborreces a los que te aman. Porque has revelado que a ti nada te importan tus oficiales ni tus servidores. Ciertamente ahora sé que si Absalón viviera, aunque todos nosotros estuviéramos muertos, entonces estarías contento.

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