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25 Y al terminar Jehú de ofrecer el holocausto, ordenó a los guardias y oficiales:

—¡Entren y mátenlos! ¡Que no escape ninguno!

Los hombres de Jehú los mataron a filo de espada, y luego los arrojaron de allí. Después entraron en el santuario del templo de Baal,

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