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Acuérdate de tu creador
antes que se hagan pedazos
el cordón de plata
y la vasija de oro;
antes que el cántaro
se estrelle contra la fuente
y la polea del pozo
se parta en mil pedazos.

Cuando llegue ese día,
volverás a ser polvo,
porque polvo fuiste,
y el espíritu volverá a Dios,
pues él fue quien lo dio.

Yo, el Predicador, declaro:
¡En esta vida nada tiene sentido!
¡Todo es una ilusión!

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