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37 Los israelitas viajaron desde Ramsés hasta Sucot. Había aproximadamente 600 000 hombres de a pie, sin contar las mujeres y los niños. 38 Con ellos fue un gran número de gente de otras razas, además de un gran rebaño de ovejas y vacas. 39 Como no habían tenido tiempo para preparar comida porque los egipcios los habían echado, prepararon tortas sin levadura con la masa que se habían llevado de Egipto.

40 El pueblo de Israel había vivido en Egipto[a] durante 430 años. 41 Entonces, el mismo día en que se cumplieron los 430 años, las tropas del SEÑOR[b] salieron de Egipto. 42 Esa noche el SEÑOR estuvo vigilante para sacar de Egipto a Israel. Los israelitas dedican esa noche al SEÑOR de generación en generación. 43 Entonces el SEÑOR les dijo a Moisés y Aarón:

—Estas son las normas que se cumplirán en la Pascua: Ningún extranjero podrá comer del animal sacrificado. 44 El esclavo que haya sido comprado podrá participar si tiene hecha la circuncisión. 45 No comerá de él ninguno que trabaje para ustedes para pagar una deuda o como asalariado. 46 Cada familia se lo debe comer en una sola casa. No se puede sacar ni un pedazo de carne fuera de la casa ni romperle ningún hueso. 47 Toda la comunidad israelita realizará esta ceremonia. 48 Si con ustedes vive un inmigrante y quiere compartir la Pascua del SEÑOR, debe ser circuncidado él y hacer circuncidar a todos los hombres de su familia. Si así lo hace, entonces se le considerará como israelita, pues no podrá comer del animal alguien que no esté circuncidado. 49 Esta misma ley se aplica tanto a los nacidos aquí como a los inmigrantes que vivan entre ustedes.

50 Entonces todos los israelitas obedecieron las órdenes que el SEÑOR les dio a Moisés y Aarón. 51 En ese mismo día el SEÑOR sacó de Egipto a los israelitas, por tropas.

13 El SEÑOR le dijo a Moisés: «Dedícame a todos los hijos mayores del pueblo y de los animales de Israel, pues me pertenecen».

Moisés le dijo al pueblo: «Hoy es el día que con gran poder el SEÑOR los sacó de Egipto y los libró de la esclavitud. Recuerden este día y no coman pan con levadura. Hoy van a salir en el mes de aviv. Cuando el SEÑOR te lleve a la tierra de los cananeos, los heteos, los amorreos, los heveos y los jebuseos, tal como les prometió a tus antepasados que les daría una tierra que rebosa de leche y de miel, seguirás celebrando esta fiesta el primer mes de cada año. Comerás pan sin levadura durante siete días y en el séptimo día harán una fiesta en honor al SEÑOR. Durante los siete días se comerá pan sin levadura y en ninguna parte de tu territorio habrá comida que tenga levadura. Le dirás a tu hijo en ese día: “Hacemos esto debido a lo que el SEÑOR hizo por mí cuando salí de Egipto”. Y esto te hará recordar, como si tuvieras una marca en la mano o en la frente,[c] que debes hablar de la ley del SEÑOR, pues para sacarte de Egipto el SEÑOR usó su poder. 10 Por lo tanto vas a mantener esta costumbre todos los años y en la misma fecha.

11 »Después, cuando el SEÑOR te lleve a la tierra de los cananeos y te los entregue como se los prometió a ti y a tus antepasados, 12 tendrás que dedicarle todo hijo mayor al SEÑOR y todos los primeros machos que les nazcan a tus animales, porque le pertenecen al SEÑOR. 13 Cada burro recién nacido puede ser rescatado si a cambio se ofrece un cordero en sacrificio. Pero si no se rescata, se sacrificará al burro quebrándole el cuello. Ustedes rescatarán también a todo varón que sea hijo mayor.

14 »Cuando en el futuro tu hijo te pregunte: “¿Qué es esto?”, le responderás: “Con su gran poder, el SEÑOR nos sacó de Egipto y nos liberó de la esclavitud. 15 Cuando el faraón tercamente se rehusó a liberarnos, el SEÑOR mató a todos los hijos mayores que había en Egipto, tanto de la gente como de los animales. Esta es la razón por la cual sacrificamos al SEÑOR las primeras crías de nuestros animales y rescatamos a nuestros hijos”. 16 Por lo tanto, como si tuvieras una marca en la mano o en la frente, esta ceremonia te hará recordar que el SEÑOR con su gran poder nos sacó de Egipto».

17 Cuando el faraón liberó a los israelitas, Dios no los llevó por el camino que va a la tierra de los filisteos, aunque era el camino más corto, porque pensó: «Si van por ahí, tendrán que enfrentarse en batalla y eso puede hacerles cambiar de idea y regresar a Egipto». 18 Dios llevó al pueblo hacia el mar Rojo. Los israelitas salieron de Egipto en formación militar. 19 Moisés se llevó con él los huesos de José porque José les había hecho prometer eso a los israelitas, diciéndoles: «Seguro que Dios va a venir a ayudarlos: cuando eso suceda, llévense mis huesos de aquí».

20 Viajaron desde Sucot y acamparon en Etam, donde comienza el desierto. 21 El SEÑOR los guiaba de día en una columna de nube, y de noche les daba luz en forma de una columna de fuego. Así podían viajar de día y de noche. 22 Con ellos siempre iba, de día la columna de nube, y de noche la columna de fuego y nunca les faltó ni la una ni la otra.

14 El SEÑOR le dijo a Moisés: «Diles a los israelitas que se devuelvan a Pi Ajirot y que acampen entre Migdol y el mar Rojo, frente a Baal Zefón. El faraón va a pensar: “Los israelitas están confundidos, perdidos en el desierto”. Voy a hacer que el faraón se atreva a perseguirlos a ustedes. Entonces apareceré con gloria y gran poder. Los derrotaré a él y a su ejército. Así van a saber ellos que yo soy el SEÑOR». Entonces los israelitas hicieron tal como él les dijo.

El faraón persigue a los israelitas

Cuando el rey de Egipto se enteró de que el pueblo de Israel se había escapado, él y sus servidores cambiaron de parecer en cuanto a los israelitas, y dijeron: «¿Cómo pudimos permitir que se fueran los israelitas y dejaran de trabajar para nosotros?» Entonces el faraón dio la orden y prepararon su carro de combate y se llevó con él a su ejército. Se llevó 600 de sus mejores carros de combate y también todos los demás carros de combate de Egipto, cada uno al mando de un oficial. El SEÑOR hizo que el faraón, rey de Egipto, se atreviera a perseguir a los israelitas, que se habían ido con aire de triunfo.

Los egipcios los persiguieron y los alcanzaron mientras acampaban al lado del mar Rojo. Todos los caballos de los carros de combate, los jinetes y el ejército del faraón, alcanzaron a los israelitas en Pi Ajirot, frente a Baal Zefón.

10 A medida que el faraón se iba acercando, los israelitas se fueron dando cuenta de que los egipcios venían por ellos. Se asustaron mucho y oraron para que el SEÑOR los ayudara. 11 Le dijeron a Moisés:

—¿Acaso nos trajiste aquí al desierto a morir porque no había tumbas en Egipto? ¿Por qué nos hiciste esto? ¿Por qué nos sacaste de Egipto? 12 ¿Acaso no te dijimos en Egipto: “Déjanos trabajar en paz para los egipcios”? Es preferible ser esclavo en Egipto que morir en el desierto.

13 Moisés le dijo al pueblo:

—No se atemoricen. Sólo deténganse a ver cómo el SEÑOR los va a salvar hoy. ¡Nunca más volverán a ver a estos egipcios! 14 El SEÑOR peleará a favor de ustedes; así que manténganse en silencio.

15 El SEÑOR le preguntó a Moisés:

—¿Por qué me pides ayuda? Diles a los israelitas que continúen su marcha. 16 Ahora tú, levanta tu bastón, extiende el brazo sobre el mar y pártelo en dos para que los israelitas puedan cruzarlo sobre suelo seco. 17 Voy a hacer que los egipcios se atrevan a perseguirlos y entonces apareceré con gloria contra el faraón, sus carros de combate y su caballería. 18 Y así todos los egipcios van a saber que yo soy el SEÑOR cuando actúe gloriosamente contra el faraón, sus carros de batalla y su caballería.

19 Entonces el ángel de Dios y la columna de nube que estaban frente a los israelitas se pusieron tras ellos. 20 Así quedaron entre el campamento israelita. Había luz para los israelitas y oscuridad para los egipcios. Esa noche ningún campamento se acercó al otro.

21 Moisés extendió su brazo sobre el mar y el SEÑOR provocó un fuerte viento del oriente que sopló toda la noche e hizo que el mar retrocediera. Las aguas retrocedieron a cada lado, dejando en el medio la tierra seca. 22 Entonces los israelitas caminaron en medio del mar, sobre suelo firme. Se formaron dos murallas de agua, una a cada lado.

23 Pero los egipcios se fueron a perseguirlos. Todos los caballos del faraón, sus carros de combate y su caballería, fueron tras ellos en medio del mar. 24 Temprano, a la mañana siguiente, el SEÑOR miró hacia el campamento egipcio desde su columna de nube y de fuego e hizo que cundiera el pánico. 25 También les dañó las ruedas de sus carros de combate para que les costara trabajo avanzar. Entonces los egipcios dijeron:

—¡Vámonos de aquí! El SEÑOR está del lado de los israelitas y está peleando contra nosotros.

26 El SEÑOR le dijo a Moisés:

—Extiende tu brazo sobre el mar para que el agua caiga sobre los egipcios, sus carros de combate y su caballería.

27 Entonces, en la mañana, Moisés extendió su brazo sobre el mar y el agua regresó a su lugar cubriendo a todos los egipcios. El SEÑOR ahogó a todos los egipcios con el agua del mar. 28 El agua regresó cubriendo todos los carros de combate y a los jinetes del ejército del faraón, que habían entrado al mar para perseguirlos. Ninguno de ellos quedó vivo. 29 Sin embargo, los israelitas cruzaron el mar sobre suelo firme, entre dos murallas de agua, una a cada lado.

30 Ese día el SEÑOR salvó a Israel del poder de los egipcios. Los israelitas vieron a los egipcios muertos en la orilla del mar. 31 Al darse cuenta los israelitas del gran poder que el SEÑOR había usado contra los egipcios, sintieron temor del SEÑOR y confiaron en el SEÑOR y en su siervo Moisés.

La canción de Moisés

15 Luego Moisés y los israelitas le cantaron esta canción al SEÑOR:

«Cantaré al SEÑOR, pues ganó la victoria sobre sus enemigos.
    Lanzó al mar al caballo y al jinete.
El SEÑOR es mi fuerza y mi canción;[d]
    se ha convertido en mi salvación.
Él es mi Dios, lo alabaré.
    Es el Dios de mi padre, lo adoraré.
El SEÑOR es un guerrero.
    ¡Su nombre es YAVÉ!
Lanzó al mar los carros de combate
    del faraón y a todo su ejército.
Sus mejores oficiales
    se ahogaron en el mar Rojo.
Las olas los cubrieron,
    se hundieron como piedras en lo más profundo.

»¡Oh SEÑOR! Tu mano derecha
    es gloriosa y fuerte.
¡Oh SEÑOR! Tu mano derecha
    despedazó al enemigo.
Con tu gran poder aplastaste
    a los que se enfrentaron contigo.
Tú siempre le ganas a tus enemigos y los despedazas;
    tu furia los quema como el fuego a la paja.
Con el soplo de tu nariz,
    amontonaste el agua;
Las olas se levantaron como un muro;
    el centro del mar profundo se quedó inmóvil.

»El enemigo dijo:
“Los voy a perseguir,
    los voy a alcanzar.
Dividiré las riquezas, sacaré mi espada
    y usando mi poder haré que sufran”.
10 Pero tú soplaste, y el mar los cubrió.
    Se hundieron como plomo en las aguas turbulentas.

11 »Oh SEÑOR, ¿qué otro dios es como tú?
    ¿Quién es tan grande y santo como tú?
Eres muy poderoso,
    haces grandes milagros.
12 Extendiste tu brazo derecho
    y la tierra se los tragó.
13 Con tu bondad guiaste
    a este pueblo que salvaste.
Con tu poder los llevaste
    a tu santa casa.

14 »Los otros pueblos temblarán al oír esta historia.
    El pueblo filisteo temblará de angustia.
15 Los líderes de Edom se aterrorizarán.
    Los líderes de Moab temblarán de miedo.
El pueblo de Canaán ya no será tan valiente.
16     Esos pueblos se llenarán de terror
    cuando oigan acerca de tu poder.
Se quedarán quietos como piedras
    hasta que pase tu pueblo, oh SEÑOR,
    hasta que pase el pueblo que hiciste tuyo.
17 Guiarás a tu pueblo hacia la montaña.
    SEÑOR, los dejarás vivir cerca del lugar
que elegiste para hacer tu trono, Señor;
    el santuario que armaste con tus manos.

18 »¡El SEÑOR reinará por toda la eternidad!»

Canto de Miriam

19 Cuando los caballos, los carros de combate y la caballería del faraón entraron al mar, el SEÑOR hizo que el agua se desplomara sobre ellos, mientras que los israelitas habían caminado sobre tierra firme en medio del mar. 20 Luego la hermana de Aarón, la profetisa Miriam, tomó una pandereta. Todas las otras mujeres la siguieron, bailando y tocando panderetas, 21 mientras ella repetía las siguientes palabras:

«Canten al SEÑOR,
    ha hecho maravillas.
Lanzó al mar al caballo y al jinete».

De agua amarga a agua dulce

22 Moisés guió a los israelitas lejos del mar Rojo, por el desierto de Sur. Viajaron durante tres días por el desierto sin poder encontrar agua. 23 Cuando llegaron a Mara[e], no pudieron tomar del agua que había allí porque era amarga. Por eso ese sitio se llama Mara. 24 El pueblo se quejó con Moisés y le preguntaron: «¿Qué vamos a beber?»

25 Moisés le pidió ayuda al SEÑOR y el SEÑOR le mostró un árbol. Moisés echó el árbol al agua y el agua se volvió dulce. En ese lugar Dios puso a prueba al pueblo y estableció una ley y una norma de conducta. 26 Les dijo: «Si ustedes en verdad obedecen al SEÑOR su Dios, hacen lo que a él le parece bien, escuchan sus órdenes y cumplen sus leyes, no les enviaré ninguna de las plagas que le envié a Egipto, porque yo soy el SEÑOR, el que los sana».

27 Luego se fueron a Elim, donde había doce manantiales y 70 palmeras. El pueblo acampó cerca del agua.

El maná

16 Toda la comunidad de Israel salió de Elim viajando hacia el desierto de Sin entre Elim y Sinaí. Llegaron al desierto de Sin el día 15 del segundo mes[f], apenas un mes después de salir de Egipto. Luego, en el desierto, la comunidad israelita comenzó otra vez a reclamarles a Moisés y a Aarón. Les dijeron:

—Hubiéramos preferido que el SEÑOR nos matara en Egipto. Al menos allá teníamos suficiente comida, toda la que necesitábamos. Ahora nos trajeron a este desierto a matarnos de hambre.

El SEÑOR le dijo a Moisés:

—Voy a hacer que les llueva comida del cielo. Cada día, el pueblo irá y recogerá sólo lo necesario para ese día. De esta manera los pondré a prueba para saber si realmente obedecen mis leyes. En el sexto día cuando preparen su comida, se darán cuenta de que tienen la cantidad suficiente para dos días.[g]

Moisés y Aarón les dijeron a los israelitas:

—Por la tarde se van a dar cuenta de que el SEÑOR fue el que los sacó de Egipto, y por la mañana verán la gloria del SEÑOR, que escuchó sus quejas en contra del SEÑOR. Pero, ¿quiénes somos nosotros para que se estén quejando en contra nuestra?

Moisés dijo:

—Por la tarde el SEÑOR les va a dar carne para comer y por la mañana les va a dar pan de sobra, porque el SEÑOR oyó que ustedes se estaban quejando de él. Pero nosotros ¿quiénes somos? Sus quejas no son contra nosotros, sino contra el SEÑOR.

Luego Moisés le dijo a Aarón:

—Habla con toda la comunidad israelita y dile: “Acérquense al SEÑOR porque él escuchó sus reclamos”.

10 Cuando Aarón habló con la comunidad israelita, ellos voltearon hacia el desierto y vieron aparecer la gloria del SEÑOR en una nube. 11 El SEÑOR le dijo a Moisés:

12 —Escuché los reclamos de los israelitas, así que diles que al atardecer comerán carne y por la mañana comerán pan hasta quedar bien llenos. Así sabrán que yo soy el SEÑOR su Dios.

13 Esa tarde llegaron unas codornices que llenaron el campamento y por la mañana había una capa de rocío alrededor del campamento. 14 Cuando se evaporó la capa de rocío, algo muy fino y parecido a la escarcha quedó sobre la superficie del desierto. 15 Como no sabían qué era, cuando los israelitas lo vieron se preguntaron unos a otros: «¿Qué es esto?»[h] Entonces Moisés les respondió:

—Este es el pan que el SEÑOR les da para comer. 16 El SEÑOR ordenó que cada uno de ustedes recoja la cantidad que pueda comer. Recogerán aproximadamente 2 kilos[i] por persona, dependiendo del número de personas que haya en su casa.

17 Los israelitas hicieron exactamente eso. Algunos de ellos recogieron mucho y otros poco. 18 Cuando midieron la comida, tanto los que recogieron mucho como los que recogieron poco, recogieron lo suficiente para que cada persona de su familia comiera lo suficiente y no sobrara nada. Recogieron exactamente la cantidad que podían comer.

19 Moisés les dijo:

—Ninguno de ustedes debe guardar comida para mañana.

20 Pero algunos no lo obedecieron y guardaron comida para el día siguiente. Esta comida se llenó de gusanos y empezó a oler muy mal. Moisés se enojó mucho con ellos.

21 Cada día por la mañana, el pueblo recogía toda la comida que podían comer. Sin embargo, cuando empezaba a hacer mucho calor, la comida se derretía. 22 El viernes recogieron el doble: como 4 kilos por persona, pero todos los líderes de la comunidad fueron a contárselo a Moisés. 23 Entonces Moisés les dijo:

—Esto fue lo que ordenó el SEÑOR: Mañana es sábado, día de descanso dedicado al SEÑOR. Cocinen hoy lo que tengan que cocinar y hiervan lo que tengan que hervir y guarden para mañana todo lo que les sobre.

24 Ellos guardaron lo que les sobró, tal como Moisés les había ordenado. A la mañana siguiente, la comida guardada no olía mal ni tenía gusanos.

25 Luego Moisés dijo:

—Cómanse esa comida hoy, que es sábado, el día de descanso dedicado al SEÑOR. Si van a buscar comida al campo, no la van a encontrar. 26 Podrán recoger comida durante seis días, pero el día de descanso no van a encontrar nada.

27 El día de descanso algunos fueron a recoger maná, pero no encontraron nada. 28 Entonces el SEÑOR le dijo a Moisés:

—¿Hasta cuándo van a seguir desobedeciendo mis órdenes y mis leyes? 29 Tengan presente que el SEÑOR les dio el día de descanso y esa es la razón por la cual les da la comida necesaria para dos días. Todos ustedes deben quedarse en su carpa; ninguno debe venir aquí el día de descanso.

30 Entonces el pueblo se dedicó a descansar el día de descanso.

31 Los israelitas llamaron a esa comida «maná». Era blanco como semilla de cilantro y sabía a hojuelas con miel. 32 Moisés dijo:

—Esto fue lo que ordenó el SEÑOR: “Guarden como 2 kilos de maná para que sus descendientes vean la comida que yo les di en el desierto, cuando los saqué de Egipto”.

33 Luego Moisés le dijo a Aarón:

—Toma una vasija y pon en ella unos 2 kilos de maná. Ponla en la presencia del SEÑOR y guárdala para tus futuras generaciones.

34 Aarón hizo lo que el SEÑOR le había ordenado a Moisés y puso la vasija ante el cofre del pacto. 35 Los israelitas comieron maná durante 40 años, hasta que llegaron a tierras habitadas. Lo comieron hasta que llegaron a la frontera de la tierra de Canaán. 36 Usaban en ese tiempo una medida llamada gómer. Diez gómer equivalían a un efa.

Sale agua de la roca

(Nm 20:1-13)

17 Toda la comunidad israelita atravesó el desierto de Sin por etapas, tal como el SEÑOR les dijo que hicieran. Montaron el campamento en Refidín, pero allí no había agua para beber. El pueblo le reclamó a Moisés. Dijeron:

—Danos agua para beber.

Moisés les dijo:

—¿Por qué se están quejando conmigo? ¿Por qué ponen a prueba al SEÑOR?

Pero el pueblo tenía mucha sed y quería tomar agua, por eso siguieron quejándose en contra de Moisés. Le preguntaron:

—¿Por qué nos sacaste de Egipto para matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y al ganado?

Entonces Moisés rogó al SEÑOR y le dijo:

—¿Qué voy a hacer con este pueblo? Un poco más y me matan a pedradas.

El SEÑOR le dijo a Moisés:

—Pasa delante del pueblo y hazte acompañar de algunos ancianos líderes de Israel. Lleva en tu mano el bastón que usaste para golpear el Nilo y ve. Yo me voy a colocar frente a ti, sobre la roca que está en Horeb. Cuando golpees la roca, saldrá agua de ella para que beba el pueblo.

Entonces Moisés hizo exactamente eso, frente a los ancianos. Llamó a ese sitio Masá[j] y Meribá[k] porque los israelitas se quejaron y pusieron a prueba al SEÑOR preguntando: «¿Está o no está el SEÑOR con nosotros?»

Victoria sobre los amalecitas

Los amalecitas vinieron y lucharon contra Israel en Refidín. Entonces Moisés le dijo a Josué:

—Elige algunos de nuestros hombres y vayan a pelear contra Amalec. Yo me voy a parar mañana en la cima de la colina sosteniendo el bastón de Dios en mi mano.

10 Josué obedeció a Moisés y se fue a pelear contra Amalec. Mientras tanto, Moisés, Aarón y Jur subieron a la cima de la colina. 11 Cuando Moisés levantaba sus brazos, Israel ganaba la batalla; pero cuando bajaba sus brazos, Amalec comenzaba a ganar.

12 Cuando se le cansaron los brazos a Moisés, le colocaron una roca debajo. Él se sentó en la roca mientras Aarón y Jur, uno a cada lado, le sostenían los brazos. De esta manera sus brazos se mantuvieron arriba hasta que anocheció. 13 Así, a filo de espada, Josué derrotó a Amalec y a su ejército.

14 El SEÑOR le dijo a Moisés:

—Escribe este mensaje en un documento para que se le grabe en la mente a Josué: “Quedará sólo vaga memoria de los amalecitas. Los voy a destruir por completo”. Así el pueblo nunca olvidará lo que he dicho.

15 Luego Moisés construyó un altar y lo llamó «El SEÑOR es mi estandarte». 16 Y dijo: «Tomemos el estandarte del SEÑOR, él siempre va a estar en guerra contra el pueblo de Amalec».

Consejo del suegro de Moisés

18 Jetro, sacerdote de Madián y suegro de Moisés, se enteró de todo lo que Dios había hecho por Moisés y por su pueblo Israel y de cómo el SEÑOR los había sacado de Egipto. Entonces Jetro fue a donde estaba Moisés y llevó con él a Séfora, la esposa de Moisés. Séfora no estaba con Moisés porque Jetro la había recibido después de que ella había sido enviada a casa. Jetro también llevó con él a los dos hijos de Séfora. El nombre de uno de ellos era Guersón[l] porque Moisés dijo: «Yo era un inmigrante en tierra extranjera». El otro hijo se llamaba Eliezer[m] porque Moisés dijo: «El Dios de mi papá me ayuda y me salvó de la espada del faraón». Jetro, la esposa y los hijos de Moisés fueron al monte de Dios[n], en el desierto, donde estaba acampando Moisés.

Jetro le dijo a Moisés:

—Yo, Jetro, tu suegro, vengo a verte, junto con tu esposa y tus dos hijos.

Moisés salió a recibir a su suegro, se inclinó ante él y lo saludó de beso. Cuando los dos se habían saludado, entraron en la carpa. Moisés le contó a su suegro todo lo que el SEÑOR les había hecho al faraón y a los egipcios con el fin de ayudar a Israel. También le contó sobre todas las dificultades que habían tenido en el camino y cómo el SEÑOR los había salvado. Jetro se alegró mucho por todo el bien que el SEÑOR le había hecho a Israel al salvarlo del poder de Egipto 10 y dijo:

—Bendito sea el SEÑOR que los salvó del poder de Egipto y del faraón.

11 Ahora sé que el SEÑOR es más grande que todos los dioses, porque salvó al pueblo del poder de Egipto cuando los egipcios los estaban tratando muy mal.

12 Jetro, el suegro de Moisés, hizo ofrendas y sacrificios para honrar a Dios, y Aarón y todos los ancianos de Israel fueron a comer frente a Dios con el suegro de Moisés.

Moisés elige a los jefes

(Dt 1:9-18)

13 El día siguiente, Moisés se sentó a juzgar al pueblo. El pueblo se colocó alrededor de Moisés todo el día. 14 El suegro de Moisés vio todo lo que Moisés estaba haciendo por el pueblo y le preguntó:

—¿Qué es lo que estás haciendo con este pueblo? ¿Por qué eres el único juez? ¿Y por qué siempre viene a ti todo el pueblo para que se haga justicia?

15 Moisés le respondió a su suegro:

—Porque el pueblo viene a buscarme para consultar a Dios. 16 Cuando tienen algún problema entre ellos, vienen y yo decido quién tiene la razón. Yo doy a conocer las leyes y normas de Dios.

17 Pero el suegro de Moisés le dijo:

—Lo que estás haciendo no está bien. 18 Tú y el pueblo que está contigo se van a cansar. Este trabajo es muy difícil para ti, no puedes hacerlo solo. 19 Ahora escúchame, te voy a dar un consejo para que Dios esté contigo. Tú serás el representante de Dios ante el pueblo y llevarás los problemas de ellos ante él. 20 Enséñales las leyes y las normas y hazles saber de qué manera deben vivir y qué deben hacer. 21 Pero elige hombres buenos, dignos de confianza, que respeten a Dios, que no se dejen sobornar y haz que ellos manden sobre el pueblo. Coloca a unos de ellos a cargo de 1000 personas, a otros a cargo de 100, a otros a cargo de 50, e incluso otros a cargo de diez. 22 Ellos estarán encargados de juzgar al pueblo en todo momento. Los casos más graves te los llevarán a ti, pero los casos menores los juzgarán ellos. Facilítate las cosas, encargándoles parte del trabajo. 23 Si haces todo esto y lo ordena Dios, vas a poder sobrellevar tu trabajo y todo el pueblo se irá en paz a sus hogares.

24 Moisés siguió el consejo de su suegro e hizo todo lo que él le dijo. 25 Nombró hombres capaces de entre todo Israel e hizo que ellos gobernaran al pueblo. Nombró quienes estuvieran a cargo de grupos de 1000, de 100, de 50 e incluso de diez personas. 26 Ellos administraban justicia permanentemente entre los israelitas. Los casos difíciles se los llevaban a Moisés, pero los sencillos los resolvían ellos mismos.

27 Después Moisés se despidió de su suegro y Jetro regresó a su tierra.

Pacto de Dios con Israel

19 Los israelitas llegaron al desierto del Sinaí el mismo día que llegó la Luna Nueva. O sea, durante el tercer mes de su viaje. Viajaron desde Refidín hasta el desierto de Sinaí y acamparon en el desierto, frente al monte.

Footnotes

  1. 12:40 Egipto LXX y el Pentateuco Samaritano dicen Egipto y Canaán lo que indicaría que se cuentan los años desde el tiempo de Abraham, no desde el tiempo de José. Ver Gn 15:12-16 y Gá 3:17.
  2. 12:41 tropas del SEÑOR Se refiere a los israelitas.
  3. 13:9 marca […] frente Textualmente una marca en sus manos y un recordatorio entre sus ojos. Esto puede hacer referencia a unos letreros que los israelitas se colocaban en los brazos y frente para ayudarse a recordar la ley de Dios.
  4. 15:2 El SEÑOR […] canción o El SEÑOR es un guerrero que nos protege.
  5. 15:23 Mara En hebreo esta palabra suena parecido a la palabra que significa amargo.
  6. 16:1 el segundo mes Este es el día 15 del mes de iyar.
  7. 16:5 En el sexto […] dos días Esto era para que el pueblo no tuviera que realizar ningún trabajo el día sábado, porque era el día de descanso.
  8. 16:15 ¿Qué es esto? En hebreo esta expresión es similar a la palabra maná. Ver Maná en el vocabulario.
  9. 16:16 2 kilos Textualmente un gómer. Ver tabla de pesas y medidas. Igual en 16:32-33.
  10. 17:7 Masá Este nombre significa juicio, tentación o prueba.
  11. 17:7 Meribá Este nombre significa rebelión.
  12. 18:3 Guersón En hebreo la palabra inmigrante se pronuncia guer.
  13. 18:4 Eliezer Este nombre significa Mi dios ayuda.
  14. 18:5 monte de Dios Se trata del monte Horeb, también llamado monte Sinaí.