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José el soñador

37 Jacob se quedó a vivir en la tierra de Canaán, la tierra en la que había vivido su papá. Esta es la historia de la familia de Jacob.

José tenía 17 años y cuidaba los rebaños con sus hermanos. Les ayudaba a los hijos de Bilhá y de Zilpá, las esposas de su papá. José le contaba a su papá los males que hacían sus hermanos. Israel quería a José más que a sus otros hijos porque había nacido cuando él estaba muy viejo. Israel le hizo una túnica muy distinguida.[a] Sus hermanos se dieron cuenta de que su papá amaba a José más que a ellos. Por esa razón lo odiaban y no podían decirle ni una palabra amable.

José tuvo un sueño, se lo contó a sus hermanos y ellos lo odiaron todavía más. José les dijo:

—Oigan este sueño que tuve. Estábamos juntos amarrando manojos de trigo en la mitad del campo. De repente mi manojo se levantó y quedó derecho. Después sus manojos rodearon el mío y le hicieron reverencias.

Entonces sus hermanos le dijeron:

—¿Será que vas a ser nuestro rey? ¿Será que nos vas a gobernar?

Ahora sus hermanos lo odiaban aun más debido a sus sueños y lo que les decía. Después José tuvo otro sueño y también se lo contó a sus hermanos. Les dijo:

—Miren, volví a tener otro sueño: el sol, la luna y once estrellas me hacían reverencias.

10 Cuando les contó esto a su papá y a sus hermanos, su papá lo regañó y le dijo:

—¿Qué clase de sueño es ese que tuviste? ¿Acaso es cierto que yo, tu mamá y tus hermanos vamos a postrarnos ante ti?

11 Sus hermanos estaban celosos de él, pero su papá pensaba mucho en este asunto.

12 Un día los hermanos salieron a apacentar los rebaños del papá, en Siquén. 13 Entonces Israel le dijo a José:

—Tus hermanos están cuidando los rebaños en Siquén, ven que te voy a mandar a donde están ellos.

José le respondió:

—Ya estoy listo para ir.

14 Entonces Israel le dijo a José:

—Ve ahora y date cuenta si todo está bien allá con tus hermanos y los rebaños. Después vuelve y me cuentas.

Así lo mandó desde el valle de Hebrón hasta Siquén. 15 Un hombre encontró a José caminando por el campo sin encontrar a sus hermanos. Le preguntó:

—¿Qué estás buscando?

16 José le respondió:

—Estoy buscando a mis hermanos, hazme el favor de decirme dónde están ellos apacentando los rebaños.

17 El hombre dijo:

—Ellos ya se fueron de aquí. Yo los oí decir: “Vámonos a Dotán”.

Entonces José se fue a buscar a sus hermanos y los encontró en Dotán.

José es vendido como esclavo

18 Los hermanos lo vieron venir desde muy lejos. Antes de que él llegara, hicieron un plan para matarlo. 19 Se dijeron unos a otros:

—Miren, ¡aquí viene el de los sueños! 20 Vamos matémoslo y arrojemos su cuerpo en uno de los pozos secos, luego diremos que lo devoró un animal salvaje. Así veremos si se le cumplen los sueños.

21 Cuando Rubén escuchó esto, trató de librarlo de sus hermanos y dijo:

—No lo matemos. 22 ¡No derramemos sangre! Tírenlo en este pozo del desierto, pero no le hagan daño.

Rubén dijo esto para poderlo salvar y enviarlo de regreso a su papá.

23 Cuando José llegó a donde estaban sus hermanos, ellos le quitaron la túnica larga con mangas que tenía puesta. 24 Después lo agarraron y lo lanzaron al pozo. El pozo estaba vacío, no tenía ni una gota de agua.

25 Luego los hermanos se sentaron a comer y vieron un grupo de ismaelitas que venían de Galaad. Sus camellos cargaban aromas, bálsamo y mirra. Iban camino a Egipto. 26 Judá les dijo a sus hermanos:

—¿Qué ganamos con matar y esconder la muerte de nuestro hermano? 27 Mejor, vayamos y vendámoslo a los ismaelitas. No le hagamos daño, él es nuestro hermano y tiene nuestra misma sangre.

Todos los hermanos estuvieron de acuerdo. 28 Cuando los comerciantes madianitas pasaron por ahí, ellos sacaron a José del pozo y lo vendieron por 20 monedas de plata a los ismaelitas, quienes luego llevaron a José a Egipto.

29 Cuando Rubén regresó al pozo, se dio cuenta de que José ya no estaba adentro, entonces rasgó su ropa para mostrar su tristeza. 30 Después regresó donde estaban sus hermanos y dijo:

—¡El muchacho ya no está! ¿Qué vamos a hacer?

31 Los hermanos mataron una cabra, agarraron la túnica de José y la mancharon con sangre. 32 Después los hermanos le llevaron la túnica larga con mangas al papá y le dijeron: «Encontramos esto, mira a ver si es la túnica de tu hijo».

33 Jacob la reconoció y dijo: «Sí, esta es la túnica de mi hijo, lo devoró un animal salvaje; con seguridad José quedó despedazado». 34 Luego Jacob rasgó su vestido, se puso ropa áspera y por mucho tiempo estuvo de luto por su hijo. 35 Todos sus hijos e hijas fueron a consolarlo, pero él rehusaba ser consolado y decía: «Voy a estar de luto por mi hijo hasta el día en que me muera».[b] Así hizo duelo por su hijo.

36 Mientras tanto, los madianitas vendieron a José en Egipto, a Potifar, el capitán de la guardia del faraón.

Judá y Tamar

38 Por ese tiempo, Judá se apartó de sus hermanos y se fue a vivir a casa de un hombre adulamita llamado Hirá. Allá Judá conoció a la hija de un cananeo llamado Súa. Judá se casó y tuvo relaciones sexuales con ella. Ella quedó embarazada y dio a luz a un hijo al que llamó Er. Después volvió a quedar embarazada y dio a luz a otro hijo al que llamó Onán. Luego dio a luz a otro hijo al que llamó Selá, cuando Judá estaba viviendo en Quezib.

Judá le consiguió una esposa a su hijo mayor Er. Su nombre era Tamar. Pero el SEÑOR no estaba muy contento con Er, el hijo mayor de Judá, y entonces el SEÑOR hizo que se muriera. Entonces Judá le dijo a Onán:

—Ten relaciones sexuales con la esposa de tu hermano muerto, cumple tu deber de cuñado[c] y dale un hijo a tu hermano.

Onán sabía que el hijo no iba a ser considerado suyo y entonces, cada vez que tenía relaciones sexuales con la esposa de su hermano, desperdiciaba su semen derramándolo en el suelo, para así no darle hijos a su hermano. 10 Eso que él hizo no le agradó al SEÑOR, y por esa razón también hizo que se muriera. 11 Entonces Judá le dijo a su nuera Tamar:

—Vuelve a la casa de tu papá y no te cases hasta que crezca mi hijo Selá.

Judá temía que Selá también muriera como sus hermanos. Tamar se fue a vivir a la casa del papá de ella.

12 Después de un largo tiempo, la esposa de Judá, la hija de Súa, murió. Después de que Judá terminó el luto, él y su amigo Hirá el adulamita fueron a Timnat donde vivían los hombres que trasquilaban a sus ovejas. 13 Alguien le dijo a Tamar: «Mira, tu suegro va a ir a Timnat a trasquilar a sus ovejas». 14 Entonces ella se quitó sus vestidos de viuda, se cubrió con un velo y se sentó en la entrada de Enayin, que quedaba en el camino a Timnat. Tamar sabía que Selá ya había crecido y que a ella aun no le habían permitido casarse con él.

15 Cuando Judá la vio, pensó que era una prostituta porque tenía la cara cubierta. 16 Judá se le acercó al lado del camino y, sin saber que ella era su nuera, le pidió que tuvieran relaciones sexuales. Entonces ella le preguntó:

—¿Qué me vas a dar por tener relaciones sexuales contigo?

17 Judá le respondió:

—Voy a mandarte un cabrito de mi rebaño.

Y ella dijo:

—Acepto sólo si me das algo en garantía mientras me mandas el cabrito.

18 Él le preguntó:

—¿Qué quieres que te dé en garantía?

Ella respondió:

—Dame tu sello con el cordón[d] y el bastón que tienes en la mano.

Entonces él le dio esas cosas, tuvo relaciones sexuales con ella y ella quedó embarazada. 19 Después ella se levantó, se fue para su casa, se quitó el velo, y se puso la ropa de viuda.

20 Después Judá mandó el cabrito con su amigo Hirá el adulamita para recuperar de la mujer su sello, su cordón y su bastón, pero él no pudo encontrarla. 21 Hirá le preguntó a la gente de ese lugar:

—¿Dónde puedo encontrar a la mujer consagrada que estaba en Enayin sentada al lado del camino?

Pero ellos respondieron:

—Aquí nunca ha habido una mujer consagrada.

22 Entonces él regresó a donde estaba Judá y le dijo:

—No la pude encontrar. La gente de ese lugar me dijo: “Aquí nunca ha estado una mujer consagrada”.

23 Después Judá dijo:

—Dejemos que se quede con mis cosas, no quiero que la gente se burle de mí. Tratamos de llevarle su cabrito pero tú no la encontraste.

24 A los tres meses, alguien le contó a Judá:

—Tu nuera Tamar ha actuado como una prostituta, y como resultado de eso, quedó embarazada.

Entonces Judá dijo:

—Tráiganla y quémenla.

25 Cuando la estaban sacando, ella le mandó un mensaje a su suegro:

—El dueño de estas cosas fue el que me embarazó. ¡Mírenlas! ¿De quién son este sello, este cordón y este bastón?

26 Judá las reconoció y dijo:

—Yo tengo la culpa, no ella; no le entregué a mi hijo Selá como se lo había prometido.

Judá nunca más volvió a tener relaciones sexuales con Tamar.

27 Cuando llegó el momento en que ella diera a luz, tuvo mellizos. 28 Al momento de nacer, uno de ellos sacó la mano y ahí, la partera le ató un cordón rojo. Ella dijo: «Este fue el que nació primero», 29 pero él volvió a meter la mano y salió su hermano, entonces la partera dijo: «¡Qué abertura que has hecho tú mismo!» por lo cual lo llamaron Fares[e]. 30 Después salió su hermano, el que tenía el cordón rojo y por eso lo llamaron Zera[f].

José en Egipto

39 Los ismaelitas se llevaron a José a Egipto. Un egipcio llamado Potifar, capitán de la guardia del faraón, lo compró. El SEÑOR estaba con José e hizo que fuera un hombre muy exitoso. José vivió en la casa de su amo egipcio, quien se dio cuenta de que el SEÑOR estaba con José y que el SEÑOR hacía que le fuera muy bien en todo. José complacía a su amo y este nombró a José su asistente personal. Lo puso a cargo de la casa y todas sus otras posesiones. El SEÑOR bendijo la casa de ese egipcio desde el momento en que él puso a cargo de José todas sus posesiones. El SEÑOR bendijo a Potifar en todo lo que tenía, tanto en la casa como en el campo. Entonces entregó todo a cargo de José y no prestaba atención a nada que no fuera la comida que él mismo consumía.

José era un hombre muy apuesto y de buena figura. Un tiempo después, la esposa de su amo comenzó a fijarse en José y le dijo:

—Acuéstate conmigo.

Pero José se rehusó y le dijo a la esposa de su amo:

—Mire, conmigo mi señor no tiene nada de qué preocuparse en la casa. Me dio todas sus posesiones para que yo las cuidara. No hay nadie en esta casa que se iguale a mí. Lo único que él me ha negado es a usted, porque es su esposa. ¿Cómo puedo yo hacerle a él algo tan malo y cometer un pecado ante Dios?

10 A pesar de que ella hablaba con él día tras día, no lo convenció de que se acostara con ella. 11 Un día, cuando José regresó de trabajar a la casa, no había ningún otro esclavo adentro. 12 Entonces ella lo agarró de su ropa y le dijo:

—¡Acuéstate conmigo!

Pero él dejó su ropa en las manos de ella y salió huyendo.

13 Cuando ella vio que él había dejado la ropa en sus manos y salido huyendo, 14 llamó a los siervos de su casa y les dijo:

—Miren, mi esposo trajo a este hebreo para que nos insultara. Él vino a donde yo estaba para tratar de tener relaciones sexuales conmigo, pero yo grité fuerte. 15 Cuando oyó que yo había gritado, dejó su ropa al lado mío y salió corriendo.

16 Después ella se quedó con la ropa de José hasta que llegó su esposo. 17 Luego le contó la misma historia:

—El siervo hebreo que trajiste vino a aprovecharse de mí. 18 Pero cuando grité, dejó su ropa al lado mío y huyó hacia afuera.

19 El amo de José escuchó lo que le dijo su esposa y se enfureció. 20 Entonces lo agarró y lo puso en la prisión donde metían a los prisioneros del rey, y José quedó encarcelado.

21 Pero el SEÑOR estaba con José y lo ayudó haciendo que se ganara la confianza del carcelero. 22 Entonces el carcelero puso a todos los prisioneros bajo el mando de José, quien dirigía todo lo que ahí se hacía. 23 El carcelero no supervisaba lo que hacía José porque el SEÑOR estaba con José y por eso el SEÑOR hizo que le saliera bien todo lo que hacía.

José interpreta dos sueños

40 Después de esto, el jefe de los coperos del rey y el jefe de los panaderos ofendieron a su amo, el rey de Egipto. El faraón se enojó mucho con sus dos siervos: el jefe de los coperos y el jefe de los panaderos. Entonces los puso bajo custodia en la prisión del capitán de la guardia, el mismo lugar donde José estaba encerrado. El capitán puso a los dos prisioneros bajo el cuidado de José. Ambos permanecieron muchos días en prisión. Una noche los dos prisioneros, el jefe de los coperos y el jefe de los panaderos, a quienes el rey de Egipto había puesto en prisión, tuvieron un sueño. Cada prisionero tuvo su propio sueño y cada sueño tenía su propio significado. A la mañana siguiente José fue a buscarlos y vio que estaban preocupados. Entonces les preguntó a los siervos del faraón que estaban con él en prisión:

—¿Por qué están tan tristes hoy?

Ellos le respondieron:

—Tuvimos unos sueños y no hay nadie que nos los pueda explicar.

Y José les dijo:

—Sólo Dios puede interpretar los sueños. Cuéntenmelos.

Entonces el jefe de los coperos le contó su sueño. Le dijo:

—En mi sueño vi una vid. 10 La vid tenía tres ramas. Vi como a las ramas les crecían flores y después se convertían en uvas. 11 Yo tenía la copa del faraón en mis manos, tomé las uvas y exprimí su jugo en la copa. Después le entregué la copa al faraón.

12 Luego José le dijo:

—Esta es la interpretación del sueño: Las tres ramas son tres días. 13 En tres días el faraón te va a perdonar[g]. Te va a devolver tu empleo y tú le servirás el vino al rey tal como hacías antes, cuando eras su jefe de coperos. 14 Oye, cuando estés libre, acuérdate de mí, hazme ese favor. Cuéntale al faraón sobre mí para que así yo pueda salir de esta prisión. 15 A mí me sacaron a la fuerza de la tierra de los hebreos, y no hice nada para merecer estar en este hueco[h].

16 Cuando el jefe de los panaderos vio que la interpretación resultó buena, le dijo a José:

—Yo también tuve un sueño: Tenía tres canastos de pan blanco sobre mi cabeza. 17 En el canasto superior había comida horneada de todo tipo para el faraón, pero los pájaros se la estaban comiendo.

18 José le respondió:

—Esta es la interpretación de tu sueño: Los tres canastos son tres días. 19 En tres días el faraón te va a cortar la cabeza.[i] Va a colgar tu cuerpo de un árbol y los pájaros se van a comer tu carne.

20 A los tres días era el cumpleaños del faraón. Este ofreció una fiesta para todos sus siervos y en presencia de ellos sacó de la cárcel al jefe de los coperos y al jefe de los panaderos. 21 Le devolvió su antiguo empleo al jefe de los coperos quien le volvió a servir el vino al faraón, 22 y colgó al jefe de los panaderos, tal como José había dicho. 23 Pero el jefe de los coperos no se acordó de José, sino que se olvidó de él.

Los sueños del faraón

41 Dos años más tarde, el faraón soñó que estaba de pie al lado del río Nilo. Del río salieron siete vacas hermosas y gordas que se pararon a comer pasto. Después salieron del río otras siete vacas, feas y flacas, que se pararon al lado de las otras vacas en la orilla del Nilo. Entonces las vacas feas y flacas se comieron a las vacas hermosas y sanas. Luego el faraón se despertó.

Después el faraón se volvió a quedar dormido y tuvo un segundo sueño: había siete espigas de trigo, gordas y buenas, creciendo en un mismo tallo. Después crecieron siete espigas más, flacas y quemadas por los vientos del oriente. Luego las espigas flacas se tragaron a las espigas gordas y llenas. Entonces, el rey se volvió a despertar y se dio cuenta de que todo había sido un sueño. A la mañana siguiente estaba preocupado, así que mandó llamar a los magos y a los sabios de Egipto, y les contó su sueño, pero ninguno de ellos se lo pudo interpretar.

Entonces el jefe de los coperos le dijo al faraón:

—Hoy me acuerdo de lo mal que me he portado. 10 Una vez el faraón estaba enojado conmigo, su siervo, y me mandó a prisión junto con el jefe de los panaderos. 11 Él y yo, tuvimos cada uno un sueño la misma noche, cada uno con su propio significado. 12 Había un joven hebreo ahí con nosotros, siervo del capitán de la guardia. Le contamos nuestros sueños y él nos explicó el significado del sueño de cada uno. 13 Todo resultó tal como él nos lo había dicho. Yo recuperé mi antiguo empleo, pero al otro lo colgaron.

14 Entonces el faraón mandó a llamar a José y rápidamente lo sacaron del hueco. José se afeitó, se cambió la ropa y se presentó ante el rey. 15 El faraón le dijo:

—Tuve un sueño y no hay quién me lo pueda interpretar, pero he oído que cuando tú escuchas un sueño, lo puedes explicar.

16 José le respondió al faraón:

—¡Yo no puedo! Pero tal vez Dios se lo pueda explicar.

17 Entonces el faraón le contó:

—En mi sueño estaba yo parado al lado del río Nilo. 18 De repente, del río salieron siete vacas gordas y hermosas que se pararon a pastar. 19 Después salieron del río otras vacas que se veían muy mal, feas y flacas. Nunca he visto vacas tan feas en todo Egipto. 20 Luego las vacas flacas y feas se comieron a las primeras siete vacas, las gordas. 21 Pero no se les notaba que se habían comido a las otras vacas ya que seguían estando igual de flacas y feas. En ese momento me desperté.

22 »Después vi en mi sueño que había siete espigas de trigo, llenas y hermosas, que crecían en un mismo tallo. 23 Después crecieron siete espigas secas y quemadas por los vientos del este. 24 Luego las espigas secas se tragaron a las espigas llenas y hermosas. Les conté esto a mis magos y nadie me pudo decir su significado.

25 Entonces José le dijo al rey:

—Estos dos sueños son sobre lo mismo. Dios está tratando de decirle lo que él va a hacer pronto. 26 Las siete vacas hermosas y las siete espigas hermosas son siete años. Es el mismo sueño. 27 Las siete vacas flacas y feas que salieron después son siete años, igual que las siete espigas quemadas y secas. Esos son siete años de escasez. 28 Dios le está mostrando lo que él va a hacer pronto. 29 Durante siete años habrá abundancia de comida en toda la tierra de Egipto. 30 Después de esos siete años vendrán otros siete años de escasez. La gente de Egipto se olvidará de toda la gran cantidad de comida que había antes. La escasez destruirá al país. 31 La abundancia quedará en el olvido porque la escasez que vendrá después va a ser muy fuerte.

32 »Y el significado de haber tenido dos sueños repetidos es este: Dios ya decidió que va a hacer esto y todo va a comenzar a suceder muy pronto. 33 Entonces el faraón debe buscar un hombre sabio e inteligente para ponerlo a cargo de Egipto. 34 Después el faraón debe asignar gente que recoja una quinta parte de lo que produzca Egipto en los siete años de abundancia. 35 Deben recolectar toda la comida de estos años buenos que vienen, almacenar el grano bajo el control del faraón en ciudades determinadas y cuidarlo. 36 Esta comida va a ser una reserva para el país para los siete años de escasez que caerán sobre Egipto. De esta manera no se destruirá el país.

37 El faraón y todos sus ministros aprobaron la propuesta. 38 Luego el faraón les dijo a sus ministros:

—¿Podríamos encontrar a otro hombre como este, que tenga el espíritu de Dios en él?

39 Entonces el faraón le dijo a José:

—Como Dios te ha mostrado todo esto a ti, no existe nadie más sabio e inteligente que tú. 40 Tú estarás a cargo de mi palacio y toda mi gente obedecerá tus órdenes. El faraón será el único con más poder que tú.

41 Después el faraón le dijo a José:

—Mira, te he puesto a cargo de toda la tierra de Egipto.

42 Luego el faraón se quitó el anillo real de su mano y se lo colocó en la mano a José. Lo vistió con ropa muy fina y le colgó una cadena de oro en el cuello. 43 Lo hizo montar en la segunda carroza real y la gente gritaba frente a él: «¡Abran paso!»

Entonces así, el rey lo puso a cargo de toda la tierra de Egipto. 44 El faraón le dijo a José:

—Yo soy el faraón, pero sin tu autorización nadie levantará una mano ni un pie en toda la tierra de Egipto.

45 Después el faraón le puso el nombre de Zafenat Panea[j] a José. También le dio como esposa a Asenat, la hija de Potifera, sacerdote de la ciudad de On. Entonces José quedó al frente de Egipto. 46 José tenía 30 años cuando empezó a servir al faraón, el rey de Egipto. Se fue de la presencia del faraón y viajó por toda la tierra de Egipto. 47 Durante los siete años de abundancia, la tierra produjo bastante. 48 Él juntó todo el alimento de los siete años en que hubo abundancia en la tierra de Egipto, y lo almacenó en las ciudades. En cada ciudad almacenó el alimento de los campos que la rodeaban. 49 Entonces José almacenó mucho trigo, tanto como la arena del mar. Había tanto que dejó de medirlo, porque no se podía medir.

50 Antes de los años de escasez, José tuvo dos hijos con Asenat, hija de Potifera el sacerdote de la ciudad de On. 51 José llamó a su primer hijo Manasés[k] porque dijo: «Dios me hizo olvidar todos mis sufrimientos y a la familia de mi papá». 52 A su segundo hijo lo llamó Efraín[l] pues dijo: «Dios me ha dado hijos en la tierra en que he sufrido».

53 Los siete años de abundancia en la tierra de Egipto terminaron. 54 Y los siete años de escasez comenzaron a llegar tal como José lo había dicho. En todos los países había escasez, pero en toda la tierra de Egipto había pan. 55 Cuando la comida empezó a escasear en toda la tierra de Egipto, la gente comenzó a implorar pan al faraón. El faraón les dijo: «Vayan a ver a José, hagan lo que él les diga».

56 Cuando la escasez se esparció por todo el país, José abrió sus bodegas y comenzó a venderles trigo a los egipcios. La escasez era muy grande en todo Egipto. 57 Gente de todo el mundo fue a Egipto a comprarle trigo a José, ya que era muy grande la escasez en todo el mundo.

Los hermanos de José van a Egipto

42 Cuando Jacob se enteró de que había trigo en Egipto, les dijo a sus hijos: «¿Qué hacen mirándose los unos a los otros sin hacer nada? Miren, me enteré de que hay trigo en Egipto. Vayan allá y compren trigo para nosotros. De esa manera podremos sobrevivir y no nos dejaremos morir». Entonces diez de los hermanos de José se fueron a Egipto a comprar trigo. Pero Jacob no mandó con sus otros hermanos a Benjamín, el hermano de José, porque temía que le pasara algo. Así los hijos de Israel se fueron a comprar trigo, en compañía de muchos otros, porque la escasez había alcanzado la tierra de Canaán.

José era el gobernador del país. Él era el que vendía el trigo a toda la gente de la tierra. Los hermanos de José llegaron y se postraron rostro en tierra ante él. Cuando José vio a sus hermanos, los reconoció pero actuó como si no los conociera. Les habló de una manera muy dura y les preguntó:

—¿De dónde vienen?

Ellos respondieron:

—Venimos de la tierra de Canaán, a comprar comida.

José reconoció a sus hermanos, pero ellos no lo reconocieron a él. José también se acordó de los sueños que había tenido sobre ellos.

Les dijo:

—Ustedes son espías, han venido a ver cuáles son nuestros puntos débiles.

10 Pero sus hermanos le dijeron:

—No, señor. Nosotros, sus siervos, vinimos a comprar comida. 11 Todos somos hijos de un mismo hombre. Somos personas honestas. Nosotros, sus siervos, no somos espías.

12 Entonces José les dijo:

—¡No! Ustedes han venido a ver cuáles son nuestros puntos débiles.

13 Ellos dijeron:

—¡No! Nosotros, sus siervos, somos doce hermanos, hijos de un hombre en la tierra de Canaán. Nuestro hermano menor está con nuestro papá, y nuestro otro hermano ya murió.

14 Luego José les dijo:

—Es como yo les digo: ¡Ustedes son espías! 15 Pero voy a dejar que me demuestren que están diciendo la verdad. Les juro por la vida del faraón que no se podrán ir de aquí hasta que no venga su hermano menor. 16 Manden a uno de ustedes a buscar a su hermano mientras el resto permanece en prisión. De esta manera pondré a prueba sus palabras para saber si me están diciendo la verdad. Si no, ¡juro por la vida del faraón que ustedes son espías!

17 Entonces los encerró en prisión durante tres días. 18 Al tercer día José les dijo:

—¡Yo temo a Dios! Hagan esto y les perdonaré la vida. 19 Si ustedes son hombres honestos, entonces uno de sus hermanos se puede quedar aquí en prisión, mientras que el resto le lleva trigo a sus familias. 20 Pero entonces deben traerme a su hermano menor, sólo así sabré que me están diciendo la verdad, y no morirán.

Ellos aceptaron. 21 Se dijeron unos a otros:

—Estamos pagando lo que le hicimos a nuestro hermano. Vimos que estaba en problemas, nos rogó que le tuviéramos compasión, pero nosotros no lo escuchamos. Es por eso que ahora nosotros estamos en problemas.

22 Entonces Rubén les dijo:

—¿Acaso no les dije que no le hiciéramos daño al muchacho? Pero ustedes no me quisieron escuchar y ahora hay que pagar por su sangre.

23 José estaba utilizando un intérprete para hablarles a sus hermanos. Entonces ellos no sabían que José entendía su idioma, pero José escuchó y entendió todo lo que ellos dijeron. 24 Después José se alejó de ellos y lloró de tristeza. Luego regresó, les habló, se llevó a Simeón e hizo que lo ataran frente a ellos. 25 Entonces ordenó que llenaran sus costales de trigo. Los hermanos le pagaron con dinero, pero José le puso el dinero a cada uno en su costal. Finalmente, les dio las provisiones necesarias para el viaje.

26 Ellos cargaron los burros con el trigo y se fueron. 27 Por la noche en el campamento, uno de ellos abrió uno de los costales para sacar trigo para los burros y encontró el dinero. Estaba ahí en la boca del costal. 28 Entonces les dijo a sus otros hermanos:

—Mi dinero regresó. ¡Está aquí, en mi costal!

Todos ellos se asustaron mucho y temblaron de miedo. Se miraron unos a otros y se dijeron:

—¿Qué nos ha hecho Dios?

29 Cuando llegaron a la casa de su papá Jacob, en la tierra de Canaán, le contaron lo que les había pasado:

30 —El hombre que es el gobernador de esa tierra nos habló bruscamente. Nos encerró en prisión como si fuéramos espías. 31 Entonces nosotros le dijimos: “Somos hombres honestos. No somos espías. 32 Somos doce hermanos, hijos del mismo papá. Uno ya murió y el menor está con papá en la tierra de Canaán”. 33 Luego el gobernador del país nos dijo: “Yo sabré que ustedes son gente honesta si uno de ustedes se queda en prisión, mientras que el resto les lleva trigo a sus familias. 34 Pero entonces tienen que traerme a su hermano menor, sólo así sabré que no son espías sino hombres honestos. Entonces les devolveré a su hermano y podrán andar libremente por este país”.

35 Cuando desocuparon sus costales, cada hermano encontró su bolsa de dinero en su costal de trigo. Cuando ellos y su papá vieron las bolsas de dinero, se asustaron mucho. 36 Jacob, el papá, les dijo:

—Me están dejando sin hijos. José ya no está y tampoco Simeón. Ahora se quieren llevar a Benjamín. Todo está en mi contra.

37 Entonces Rubén le dijo a su papá:

—Te doy permiso de matar a mis dos hijos si no te vuelvo a traer de regreso a Benjamín. Confíalo a mi cuidado y yo te lo traeré de regreso.

38 Pero Jacob dijo:

—Mi hijo Benjamín no va a ir con ustedes porque su hermano está muerto y él es lo único que me queda de mi esposa Raquel. Si algo malo le llegara a pasar en el viaje que deben hacer, harán que este pobre viejo se muera de tristeza.

Los hijos de Jacob regresan a Egipto

43 La hambruna era muy grave en la tierra. Cuando se terminaron de comer todo el trigo que habían traído de Egipto, Jacob les dijo a sus hijos:

—Vuelvan allá y cómprenos más comida para todos.

Pero Judá le dijo:

—Pero el gobernador de ese país nos advirtió: “No volverán a ver mi cara a menos que su hermano esté con ustedes”. Sólo iremos a comprarte más trigo si mandas a nuestro hermano con nosotros. Pero si no lo mandas, no iremos allá. Ese hombre nos advirtió que no regresáramos sin él.

Entonces Israel dijo:

—¿Por qué le dijeron a ese hombre que ustedes tenían otro hermano? ¿Por qué me hicieron ese mal?

Ellos respondieron:

—Ese hombre nos interrogó sobre nuestra vida y nuestra familia. Nos preguntó: “¿Su papá todavía vive? ¿Tienen otro hermano?” Nosotros sólo le respondimos sus preguntas. ¿Cómo íbamos a saber que nos iba a pedir que trajéramos a nuestro hermano?

Después Judá le dijo a su papá, Israel:

—Manda al muchacho conmigo, déjanos ir de una vez para que así tú, nosotros y nuestros hijos, sobrevivamos. Yo mismo te garantizo que estará a salvo. Puedes hacerme responsable de él. Si no te lo traigo de regreso, me puedes culpar toda la vida. 10 Si no nos hubieras retrasado ya habríamos hecho dos viajes.

11 Luego Israel, el papá, les dijo:

—Si así es como debe ser, entonces hagan esto: tomen de los mejores productos de nuestra tierra, empáquenlos en sus costales y llévenselos de regalo a ese hombre. Empaquen un bálsamo, miel, perfume, mirra, pistachos y almendras. 12 Lleven el doble de dinero, vuelvan a llevar el dinero que encontraron en sus costales. Probablemente fue un error. 13 Lleven a su hermano y váyanse inmediatamente a ver a ese hombre. 14 Que el Dios Todopoderoso permita que ese hombre sea bueno con ustedes y los deje regresar con Simeón y Benjamín. De lo contrario me invadirá la tristeza por haber perdido a mi hijo.

15 Los hombres tomaron sus regalos, el doble del dinero y a Benjamín. Se fueron para Egipto y se presentaron ante José. 16 Cuando José vio que Benjamín estaba con ellos, le dijo al siervo que estaba encargado de su casa:

—Lleva a esos hombres a mi casa, mata un animal y prepara una comida porque ellos van a comer conmigo al mediodía.

17 Entonces el hombre hizo todo lo que se le dijo y llevó a los hombres a la casa de José.

18 Los hombres se asustaron porque los llevaron a la casa de José, y dijeron:

—Nos trajeron aquí por culpa del dinero que nos volvieron a meter en nuestros costales la primera vez. Él quiere atacarnos y atraparnos, nos va a convertir en sus esclavos y se va a quedar con nuestros burros.

19 Entonces ellos se acercaron al esclavo encargado de la casa de José y le hablaron en la entrada de la casa. 20 Le dijeron:

—Señor, nosotros vinimos la primera vez a comprar comida. 21 Pero, cuando llegamos al sitio donde íbamos a dormir, abrimos nuestros costales y nos dimos cuenta de que todos teníamos todo nuestro dinero en el tope del costal. Ahora lo trajimos para devolverlo. 22 El otro dinero que trajimos es para comprar comida. No sabemos quién nos volvió a meter el dinero en nuestros costales.

23 Entonces el siervo les dijo:

—Cálmense. No se asusten. Su Dios, el Dios de su papá, les debe haber metido el dinero en sus costales. Yo mismo recibí su dinero la vez pasada.

Luego el siervo trajo a Simeón ante ellos. 24 Después los hizo seguir a la casa de José, les dio agua y les lavó los pies. También les dio comida a los burros. 25 Los hermanos se enteraron de que iban a comer con José, y alistaron los regalos.

26 Cuando José llegó a la casa, sus hermanos le llevaron los regalos que le habían traído y se postraron rostro en tierra ante él. 27 José les preguntó cómo estaban y también preguntó:

—¿Cómo está su papá, el anciano del cual me hablaron? ¿Todavía vive?

28 Los hermanos respondieron:

—Nuestro papá, su siervo, está bien, aun vive.

Luego le hicieron reverencia.

29 Cuando levantó sus ojos, vio a su hermano Benjamín, el hijo de su propia mamá, y dijo:

—¿Es este el hermano menor del que me hablaron?

Después le dijo a Benjamín:

—Dios te bendiga, hijo mío.

30 Al ver a su hermano, José sintió ganas de llorar. Entonces se fue rápidamente, se metió en su cuarto y allí se puso a llorar. 31 Luego se lavó la cara y salió. Se controló y dijo: «Sirvan la comida».

32 Los siervos le sirvieron a José en una mesa solo, a los hermanos aparte en otra mesa y a los otros egipcios que estaban comiendo con ellos, les sirvieron en otra mesa. Los sentaron separados porque los egipcios detestan comer con hebreos.[m] 33 Los siervos de José los sentaron a la mesa en orden, desde el mayor hasta el menor ante él. Por eso los hermanos se miraban asombrados. 34 Luego José les ordenó a sus siervos que les llevaran comida a sus hermanos, pero la porción de Benjamín era cinco veces más grande que la de los otros. Entonces ellos festejaron y bebieron con él.

La copa de José

44 Después José le ordenó al siervo encargado de su casa:

—Llénale los costales a los hombres con toda la comida que puedan cargar. Después dejen el dinero de cada uno en el tope de su costal. Pon mi copa, mi copa de plata, en el tope del costal del menor, al lado de su dinero. El siervo hizo lo que José le había dicho que hiciera.

Al amanecer, los hermanos de José se fueron con sus burros. Cuando ya habían salido de la ciudad, pero todavía estaban cerca, José le dijo al siervo encargado de su casa:

—Ve tras ellos. Cuando los alcances, diles: “¿Por qué nos devolvieron con maldad el bien que les hicimos? ¿No es esta la copa de la que bebe mi señor y que usa para adivinar? Han hecho muy mal”.

Entonces cuando el siervo los alcanzó, les repitió lo que José le había dicho. Los hermanos le dijeron:

—¿Por qué dice eso mi señor? Nosotros, sus siervos, nunca haríamos algo así. Mire, les devolvimos el dinero que habíamos traído de la tierra de Canaán y que encontramos en el tope de nuestras costales. ¿Entonces, por qué habríamos de robarnos oro o plata de la casa de su amo? Si alguno de nosotros, sus siervos, tiene la copa, morirá, y el resto de nosotros nos convertiremos esclavos de usted, nuestro señor.

10 Entonces el siervo dijo:

—Será tal como ustedes dijeron. Si la copa la tiene alguno de ustedes, se convertirá en mi esclavo, pero el resto de ustedes quedará libre.

11 Rápidamente, todos bajaron su costal al suelo y lo abrieron. 12 El siervo los revisó comenzado con el del hermano mayor y terminando con el del menor. Y encontraron la copa en el costal de Benjamín. 13 Ellos rasgaron su ropa demostrando su tristeza, cada uno volvió a montar las cosas sobre su burro y todos regresaron a la ciudad.

14 Cuando Judá y sus hermanos llegaron a la casa de José, él todavía estaba ahí. Entonces ellos se postraron rostro en tierra ante él. 15 José les dijo:

—¿Por qué hicieron eso? ¿Acaso no saben que un hombre como yo puede adivinar las cosas?

16 Judá dijo:

—Señor, ¡no hay nada que le podamos decir! No tenemos manera de explicar. No hay forma de mostrarle que somos inocentes. Dios nos juzgó culpables por otra cosa que hicimos. Entonces, todos nosotros seremos sus esclavos, incluso el que fue encontrado con la copa.

17 Entonces José dijo:

—¡No haré que todos sean mis esclavos! Sólo el hombre que robó mi copa será mi esclavo, los demás se pueden ir en paz a donde está su papá.

18 Pero Judá se acercó a José y le dijo:

—Señor, le ruego que me deje decirle algo sin que se moleste. Yo sé que usted es como si fuera el faraón. 19 Cuando estuvimos aquí antes, usted nos preguntó: “¿Tienen papá u otro hermano?” 20 Y nosotros respondimos: “Tenemos un papá muy viejo y un hermano menor que nació cuando nuestro papá era ya un anciano. El hermano de nuestro hermano menor ya murió y él es el único hijo de su mamá que queda vivo, por eso nuestro papá lo quiere mucho”. 21 Luego usted nos dijo a nosotros, sus siervos: “Tráiganmelo y déjenme verlo”. 22 Pero nosotros le dijimos: “El muchacho no puede alejarse del lado de su papá porque si lo hace su papá morirá”. 23 Luego usted nos dijo a nosotros, sus siervos: “Si su hermano menor no viene con ustedes, nunca me volverán a ver”. 24 Entonces volvimos a donde vive nuestro papá y le contamos lo que usted nos había dicho.

25 »Después papá nos dijo: “Vuelvan allá y compren más comida para todos”. 26 Pero nosotros le dijimos: “No podemos ir allá. Sólo iremos si nuestro hermano menor va con nosotros. No podemos verle la cara a ese hombre a menos que nuestro hermano vaya con nosotros”. 27 Luego nuestro papá dijo: “Ustedes saben que mi esposa dio a luz a dos de mis hijos. 28 Uno de ellos me dejó y lo despedazó un animal salvaje, nunca más lo volví a ver. 29 Si también se llevan a este hijo y algo le llegara a pasar, este viejo moriría de tristeza”. 30 Por lo tanto, si llego a regresar sin mi hermano a donde está mi papá, y puesto que él es tan importante para mi papá, 31 cuando vea que el muchacho no viene conmigo, morirá. Y nosotros tendremos que enterrar a papá hecho un pobre viejo lleno de tristeza.

32 »Yo le garanticé a papá que le llevaría de regreso al muchacho. Le dije: “Si no te lo traigo de regreso, puedes culparme toda la vida”. 33 Por lo tanto, le ruego que me deje ser su esclavo a cambio del muchacho, y deje que él se vaya con sus otros hermanos. 34 No puedo regresar a donde está mi papá si el muchacho no está conmigo. Me daría miedo ver el sufrimiento que se apoderaría de mi papá.

José se da a conocer a sus hermanos

45 José ya no se podía contener delante de todos los que estaban a su servicio, entonces dijo: «¡Salgan todos de aquí!» Así que ninguno de sus siervos estaba allí cuando les reveló su identidad a sus hermanos. Lloró tan fuerte que todos los egipcios y la casa del faraón lo escucharon. José les dijo a sus hermanos:

—Yo soy José, ¿todavía está vivo mi papá?

Pero sus hermanos no le contestaron porque quedaron aterrados al estar frente a él. Entonces José les dijo a sus hermanos:

—Por favor, acérquense a mí.

Ellos se acercaron y José les dijo:

—Yo soy su hermano José, el que ustedes vendieron como esclavo a Egipto. No se preocupen ni se enojen con ustedes mismos por haberme vendido, pues Dios me mandó antes que ustedes para salvar vidas. Ya llevamos dos años de hambre en la tierra, y todavía quedan otros cinco años sin que se pueda cosechar. Pero Dios me envió antes que ustedes para asegurarse de que algunos de ustedes sobrevivan en la tierra, y permitirles que vivan de una manera extraordinaria.[n] Por lo tanto, no fueron ustedes los que me enviaron aquí, fue Dios. Me convirtió como en un padre para el faraón, señor de toda su casa y gobernador de toda la tierra de Egipto.

»Vayan rápido a donde está mi papá y cuéntenle que su hijo José le manda este mensaje: “Dios me hizo gobernador de todo Egipto. Ven sin demora a donde yo estoy. 10 Vas a vivir en la tierra de Gosén, y van a estar junto a mí, tú, tus hijos, tus nietos, tu ganado, tus rebaños y todas tus posesiones. 11 Allá, yo te voy a cuidar para que ni tú, ni tu familia, ni los que estén contigo, pierdan todo lo que tienen, ya que todavía quedan cinco años de escasez”. 12 Ahora ustedes y mi hermano Benjamín saben que sí soy yo el que les está hablando. 13 Entonces cuéntenle a mi papá sobre el honor que recibí aquí en Egipto y de todo lo que han visto aquí. Apúrense y tráiganme a mi papá.

14 Luego José abrazó a su hermano Benjamín y lloró. Benjamín también lloró mientras abrazaba a José. 15 Después José besó a todos sus hermanos y lloró a medida que los abrazaba. Después de esto, sus hermanos comenzaron a hablarle.

16 Al faraón le llegó la noticia de que los hermanos de José habían venido, lo cual les agradó tanto al faraón como a sus ministros. 17 Entonces el faraón le dijo a José:

—Diles a tus hermanos que hagan esto: “Carguen sus burros con comida y vayan a la tierra de Canaán. 18 Después traigan a su papá y a sus familias. Yo les daré las mejores tierras de Egipto, y comerán la mejor comida de la tierra”. 19 Y ordénales esto: “Lleven carretas de Egipto para que traigan a sus mujeres e hijos. También traigan a su papá. 20 No se preocupen si dejan allá sus posesiones. Les daremos lo mejor de Egipto”.

21 Así lo hicieron los hijos de Israel. José les dio carretas tal como lo ordenó el faraón, y también les dio comida para el viaje. 22 A cada uno le dio una muda nueva de ropa, pero a Benjamín le dio 300 monedas de plata y cinco mudas de ropa. 23 A su papá le mandó diez burros cargados con lo mejor que había en Egipto y diez burras cargadas con trigo, pan y comida para el viaje de su papá. 24 José envió a sus hermanos, y ellos se fueron. José les dijo:

—No se vayan peleando por el camino.

25 Se fueron de Egipto y llegaron a donde estaba su papá Jacob, en la tierra de Canaán. 26 Le dijeron: «José está vivo y está gobernando toda la tierra de Egipto». Jacob no supo qué hacer, no les creyó lo que le decían. 27 Ellos le contaron todo lo que José les había dicho. Y él vio todas las carretas que José había mandado para llevarlo de regreso a Egipto. Entonces Jacob se puso contento y emocionado. 28 Luego Israel dijo: «Es suficiente, mi hijo José está vivo, iré a verlo antes de morir».

Jacob se va a Egipto

46 Entonces Israel comenzó su viaje llevando todo lo que tenía. Cuando llegó a Berseba, ofreció sacrificios al Dios de su papá Isaac. Mientras dormía, Dios le habló a Israel en un sueño. Lo llamó:

—¡Jacob, Jacob!

—Aquí estoy—respondió Jacob.

Luego Dios dijo:

—Yo soy Dios, el Dios de tu papá. No tengas miedo de ir a Egipto, porque allí haré de ti una gran nación. Yo iré contigo a Egipto y luego te volveré a traer de regreso. Cuando mueras, José cerrará tus ojos con sus propias manos.

Jacob salió de Berseba. Los hijos de Israel cargaron a su papá Jacob, a sus mujeres y a sus hijos, en las carretas que el faraón había mandado para traerlos. Jacob y todos sus descendientes llevaron su ganado y todas las cosas que habían adquirido en la tierra de Canaán y se fueron a Egipto. Jacob se llevó a Egipto a sus hijos, nietos, hijas, nietas y al resto de sus descendientes.

Estos son los nombres de los hijos y descendientes de Israel que fueron a Egipto:

Jacob y sus hijos. Rubén, el primer hijo de Jacob.

Los hijos de Rubén eran Janoc, Falú, Jezrón y Carmí.

10 Los hijos de Simeón eran Jemuel, Jamín, Oad, Jaquín, Zojar y Saúl, hijo de una mujer cananea.

11 Los hijos de Leví eran Guersón, Coat y Merari.

12 Los hijos de Judá eran Er, Onán, Selá, Fares y Zera (Er y Onán habían muerto en la tierra de Canaán).

Los hijos de Fares eran Jezrón y Jamul.

13 Los hijos de Isacar eran Tola, Fuvá, Job y Simrón.

14 Los hijos de Zabulón eran Séred, Elón y Yalel.

15 Esos[o] fueron los hijos que Lea tuvo en Padán Aram, además de su hija Dina. Había en total 33 personas en su familia.

16 Los hijos de Gad eran Zefón, Jaguí, Suni, Esbón, Erí, Arodí y Arelí.

17 Los hijos de Aser eran Imná, Isvá, Isví, Beriá y su hermana Sera. Los hijos de Beriá eran Héber y Malquiel.

18 Esos fueron los hijos de Zilpá y Jacob. Zilpá era la criada que Labán le había dado a su hija Lea. En total había 16 personas en esta parte de la familia.

19 Los hijos de Raquel, la esposa de Jacob, eran José y Benjamín.

20 José tuvo dos hijos en la tierra de Egipto llamados Manasés y Efraín. Su madre era Asenat, la hija de Potifera, sacerdote de On.

21 Los hijos de Benjamín eran Bela, Béquer, Asbel, Guerá, Naamán, Ehí, Ros, Mupín, Jupín y Ard.

22 Esos fueron los hijos de Raquel y Jacob. Había 14 personas en esa parte de la familia.

23 El hijo de Dan era Jusín.

24 Los hijos de Neftalí eran Yazel, Guní, Jéser y Silén.

25 Esos eran los hijos de Bilhá y Jacob. Bilhá era la criada que Labán le había dado a su hija Raquel. Eran siete personas en esa parte de la familia.

26 El número total de descendientes que fueron con Jacob a Egipto era 66. Esta cantidad no incluye a las esposas de sus hijos. 27 Además, había dos hijos de José que nacieron en Egipto. Entonces en total había 70 familiares de Jacob en Egipto.

28 Israel envió a Judá antes de él a encontrarse con José en la tierra de Gosén. Israel y su gente llegaron después. 29 José mandó preparar su carroza y se fue a Gosén a encontrarse con su papá, Israel. Cuando lo vio, lo abrazó y lloró largo rato abrazándose con él.

30 Luego Israel le dijo a José:

—Ahora puedo morir en paz porque ya vi tu rostro y sé que estás vivo.

31 Después José les dijo a sus hermanos y a todos los familiares de su papá:

—Voy a ir a contarle al faraón que ya llegaron mis hermanos y los familiares de mi papá que estaban en la tierra de Canaán. 32 Son una familia de pastores, siempre han tenido ovejas y ganado. Trajeron con ellos todos sus animales y todas sus pertenencias. 33 Cuando el faraón los llame y les pregunte: “¿En qué trabajan ustedes?”, 34 le van a responder: “Nosotros, sus siervos, siempre hemos criado animales desde que éramos jóvenes, tal como nuestros antepasados”. Digan esto para que puedan quedarse a vivir en Gosén, ya que en Egipto detestan a los pastores.

Israel se queda a vivir en Gosén

47 Entonces José fue y le contó al rey. Le dijo:

—Mi papá, mis hermanos, sus rebaños, su ganado y todo lo que tienen, llegaron de la tierra de Canaán y están en la tierra de Gosén.

José llevó a cinco de sus hermanos y se los presentó al faraón. El faraón les dijo a los hermanos:

—¿En qué trabajan ustedes?

Ellos le respondieron:

—Nosotros, sus siervos, somos pastores tal como nuestros antepasados.

Luego le dijeron al faraón:

—Hay mucha hambre en la tierra de Canaán. No quedan campos que tengan pasto para nuestros animales. Por eso nos vinimos a vivir aquí, le rogamos que nos deje quedarnos a vivir en Gosén.

Luego el faraón le dijo a José:

—Tu papá y tus hermanos vinieron a buscarte. La tierra de Egipto está a tu disposición. Acomoda a tu papá y a tus hermanos en la mejor parte de la tierra. Deja que vivan en la tierra de Gosén. Si tú sabes que hay entre ellos hombres diestros, ponlos a cargo de mi ganado.

Después José llevó a su papá, Jacob, y se lo presentó al faraón. Jacob bendijo al rey. El faraón le preguntó:

—¿Cuántos años tienes?

Jacob le respondió:

—Sólo he vivido 130 años, una vida muy corta y con muchas dificultades. Mis antepasados vivieron muchos más años que yo.

10 Luego Jacob bendijo[p] al faraón y se fue.

11 José instaló a su papá y a sus hermanos. Les dio la mejor tierra de Egipto, en la tierra de Ramsés, tal como el faraón se lo había ordenado. 12 José les dio alimento a su papá y a sus hermanos, incluso a los más pequeños.[q]

José compra tierras para el faraón

13 Había mucha hambre. No había comida en ninguna parte. Por lo tanto, debido al hambre, las tierras de Egipto y Canaán se sumieron en la pobreza. 14 Entonces José recolectó todo el dinero que había en la tierra de Canaán y en la tierra de Egipto que le pagaron a cambio del trigo que compraron. José llevó el dinero a la casa del faraón. 15 Cuando se acabó todo el dinero en Canaán y Egipto, los egipcios fueron a ver a José y le dijeron:

—Denos comida. Ya se nos acabó todo el dinero, si no nos da comida moriremos frente a sus ojos.

16 Entonces José dijo:

—Denme sus rebaños. Si se les acabó el dinero, les daré comida a cambio de sus rebaños.

17 La gente le llevó sus rebaños a José, y él les dio comida a cambio de sus caballos, sus rebaños de ovejas, su ganado y sus burros. Ese año les dio comida a cambio de todos sus animales.

18 Cuando se acabó el año, la gente volvió y le dijo:

—Usted sabe, señor, que se nos acabó el dinero y que ya le dimos todos nuestros animales. Sólo nos quedan nuestros cuerpos y nuestras tierras. 19 Con seguridad moriremos frente a sus ojos. Cómprenos a nosotros y nuestras tierras a cambio de comida. Nosotros nos convertiremos en esclavos del faraón y nuestras tierras también le pertenecerán a él. Suminístrenos semillas para sembrar, así podremos sobrevivir y la tierra no se convertirá en un desierto.

20 Entonces José compró toda la tierra de Egipto para el faraón. Todos los egipcios vendieron sus campos porque tenían mucha hambre. Y la tierra pasó a ser del faraón. 21 Hizo que toda la gente, de un extremo a otro de Egipto, volviera esclava del faraón. 22 La única tierra que no compró era la de los sacerdotes. Los sacerdotes no necesitaban vender su tierra porque el faraón les pagaba por su trabajo, y ellos usaban ese dinero para comprar comida.

23 José le dijo a la gente:

—Hoy los compré a ustedes y a sus tierras para el faraón. Aquí tienen las semillas, vayan y siémbrenlas. 24 Pero en tiempo de cosecha deben darle al faraón una quinta parte de lo que recojan. Las otras cuatro partes serán de ustedes. Tendrán semillas para sembrar y comida para ustedes, para sus familiares y para sus hijos.

25 La gente dijo:

—¡Nos salvó la vida! Si usted quiere, señor, seremos esclavos del faraón.

26 Entonces José estableció una ley que aun rige en Egipto: una quinta parte de las cosechas le pertenece al faraón. La única tierra que no es de él es la de los sacerdotes.

27 Israel se quedó a vivir en Egipto, en la tierra de Gosén. Allí compraron tierras, tuvieron muchos hijos y la familia se volvió muy numerosa.

28 Jacob vivió 17 años en la tierra de Egipto. Vivió hasta los 147 años de edad. 29 Cuando se acercó la hora en que Israel debía morir, llamó a su hijo José y le dijo:

—Si en verdad me amas, pon tu mano bajo mi muslo y prométeme[r] que vas a hacer lo que te digo: por favor no me entierres en Egipto. 30 Cuando vaya a descansar junto con mis antepasados, sácame de Egipto y entiérrame en el sepulcro de ellos.

Entonces José le dijo:

—Haré lo que me pides.

31 Luego Israel dijo:

—Prométemelo.

José lo prometió e Israel se recostó sobre la cabecera de la cama.

Bendiciones para Manasés y Efraín

48 Un tiempo después, alguien le dijo a José: “Mira, tu papá está enfermo”. Entonces José y sus dos hijos, Manasés y Efraín, fueron a ver a Jacob. Cuando alguien le dijo a Jacob que su hijo José había venido a verlo, hizo un esfuerzo y se sentó en la cama.

Luego Jacob le dijo a José:

—El Dios Todopoderoso se me apareció en Luz, en la tierra de Canaán, y me bendijo. Me dijo: “Mira, te daré muchos hijos, haré que tu familia se multiplique y tus descendientes conformarán una comunidad de tribus. Les daré estas tierras a tus descendientes y serán de ellos para siempre”. Tus dos hijos que nacieron en la tierra de Egipto antes de que yo viniera, serán como mis hijos. Efraín y Manasés serán para mí como lo son Rubén y Simeón. Pero los hijos que hayas tenido después de ellos serán tuyos. Ellos recibirán una parte de la tierra que se les dé a Efraín y Manasés. Cuando venía de Padán Aram, Raquel murió, lo que me llenó de tristeza. Ella murió en la tierra de Canaán, cuando íbamos a Efrata. Yo la enterré ahí en el camino hacia Efrata. Efrata es la misma Belén.

Cuando Israel vio a los hijos de José, preguntó:

—¿Quiénes son ellos?

José le contestó a su papá:

—Estos son los hijos que Dios me dio aquí.

Luego Jacob dijo:

—Te ruego que me los traigas acá y yo les daré mi bendición.

10 A Israel le fallaba la vista porque ya estaba muy viejo. Cuando José le acercó a sus hijos, él los abrazó y los besó. 11 Luego Israel le dijo a José:

—Nunca pensé que volvería a ver tu rostro. ¡Pero mira! Dios me permitió verte a ti y a tus descendientes.

12 Luego José bajó a los niños de las piernas de Israel y se postró rostro en tierra. 13 José acercó a los niños y puso a Efraín a su derecha y a Manasés a su izquierda. Por lo tanto, Efraín estaba a la izquierda de Israel y Manasés a su derecha. 14 Israel estiró su brazo derecho y puso su mano en la cabeza de Efraín, el menor. Luego estiró su brazo izquierdo y puso su mano sobre la cabeza de Manasés, el mayor, cruzando los brazos. 15 Israel bendijo a José y le dijo:

«Que el Dios que mis padres
    Abraham e Isaac adoraron,
el Dios que ha sido mi pastor
    toda mi vida hasta hoy,
16 el ángel que me salvó de todo peligro,
    bendiga a estos muchachos.
Es para que así mi nombre
    y el nombre de mis padres Abraham e Isaac
sigan viviendo en ellos,
    y para que se multipliquen sobre la tierra».

17 Cuando José vio que Israel tenía su mano derecha sobre la cabeza de Efraín, se molestó. Así que tomó la mano de su papá y trató de moverla de la cabeza de Efraín a la de Manasés. 18 José le dijo a su papá:

—¡Así no, papá! Este es el mayor, pon tu mano derecha sobre su cabeza.

19 Pero su papá se rehusó y dijo:

—Lo sé, hijo, lo sé. Él también va a ser importante y de él también nacerá mucha gente, pero su hermano menor va a ser todavía más importante y sus descendientes formarán muchas naciones.

20 Entonces los bendijo ese día diciendo: «La gente de Israel usará sus nombres para bendecir: “Que Dios te haga como Efraín y Manasés”».

De esta manera Israel hizo a Efraín más importante que Manasés. 21 Luego Israel le dijo a José:

—Mira, me estoy muriendo, pero Dios va a estar contigo y te va a llevar de regreso a la tierra de tus antepasados. 22 Te voy a dar algo que no les di a tus hermanos. Te voy a dar la montaña que les gané a los amorreos peleando con mi espada y con mi arco.

Jacob bendice a sus hijos

49 Luego Jacob llamó a todos sus hijos y les dijo: «Acérquense y les diré lo que les va a pasar en el futuro.

»Acérquense y escuchen, hijos de Jacob.
    Escuchen a Israel, su papá.

»Rubén, tú eres mi hijo mayor, mi fuerza
    y la primera muestra de mi hombría.
    Tú fuiste el más honorable y poderoso de mis hijos.
Pero eres incontrolable como el agua.
    No seguirás siendo el más honorable,
por haberte metido en la cama de tu papá.
    Llevaste vergüenza a mi cama,
    la cama en la que te metiste.

»Simeón y Leví son unos chacales,
    sus espadas son armas de violencia.
Mi alma no quiere ser parte de sus planes,
    ni quiere tomar parte en sus reuniones.
Porque en su furia, ellos mataron hombres
    e hirieron animales por diversión.
Que su ira sea una maldición;
    es demasiado violenta.
Que su furia sea maldita
    porque es despiadada.
Yo los repartiré entre las tribus de Jacob;
    los repartiré en Israel.

»Judá, tus hermanos te alabarán[s],
    derrotarás a tus enemigos.
    Los hijos de tu papá te alabarán.
Judá es como un cachorro de león.
    Hijo mío, tú te has parado sobre animales que has matado.
Se agacha y se acuesta como un león.
    Y como a un león, ¿quién lo va a molestar?
10 Nadie le va a quitar el poder a Judá,
    ni el cetro que tiene entre los pies,
hasta que llegue el verdadero rey[t]
    y todas las naciones lo obedezcan.
11 Él amarra su burro a la viña.
    Amarra al hijo de su burra a la mejor viña.
Él lava su ropa en vino
    y su manto en la sangre de las uvas.
12 Sus ojos son más oscuros que el vino
    y sus dientes son más blancos que la leche.[u]

13 »Zabulón vivirá cerca del mar.
    Sus costas serán un lugar seguro para los barcos
    y su tierra se extenderá hasta Sidón.

14 »Isacar es como un burro fuerte,
    acostado entre los establos.
15 Cuando vea que el sitio era bueno para descansar
    y que la tierra era agradable,
pondrá su hombro para soportar una carga
    y se convertirá en un esclavo de trabajos forzados.

16 »Dan[v] proporcionará justicia a su gente,
    como una de las tribus de Israel.
17 Dan será como una serpiente al lado del camino.
    Como una serpiente venenosa al lado del sendero,
que muerde los pies de los caballos
    y hace que quienes los montan se caigan de espaldas.

18 »SEÑOR, estoy esperando tu salvación.

19 »A Gad lo van a atacar unos ladrones,[w]
    pero él los ahuyentará.

20 »En las tierras de Aser crecerá alimento bueno y abundante.
    Va a tener comida digna de un rey.

21 »Neftalí es como una venada libre
    que suele dar cría hermosa.[x]

22 »Como una viña muy productiva es José;
    viña muy productiva al lado de una fuente.
    Sus ramas se trepan por toda la pared.
23 Mucha gente luchó contra él;
    sus enemigos eran arqueros.
24 Pero él ganó la batalla con su gran arco
    y la habilidad de sus brazos.
Recibe su poder de El Fuerte de Jacob,
    del Pastor, la Roca de Israel,
25     del Dios de tu padre.
Que Dios te ayude.
    Que el Dios Todopoderoso te bendiga
y te mande bendiciones desde arriba en el cielo,
    y bendiciones desde abajo en lo más profundo.
    Que te dé bendiciones desde los pechos y el vientre.
26 Muchas cosas buenas les sucedieron a mis padres,
    y yo, tu papá, recibí mayores bendiciones.
Tus hermanos te dejaron sin nada,
    pero ahora yo amontono mis bendiciones para ti
    como si fueran una gran montaña.

27 »Benjamín es como un lobo hambriento.
    Por la mañana se come lo que cazó,
    por la tarde comparte las sobras».

28 Esas eran las doce tribus de Israel, y eso fue lo que les dijo cuando los bendijo, dándole a cada uno una bendición particular. 29 Les ordenó: «Estoy a punto de morir. Entiérrenme con mis antepasados en la cueva que hay en el campo de Efrón el hitita. 30 En la cueva que queda en el campo de Macpela, cerca de Mamré, en la tierra de Canaán. Abraham le compró esas tierras a Efrón el hitita para hacer su cementerio. 31 Allí enterraron a Abraham y a su esposa Sara, a Isaac y a su esposa Rebeca, y yo enterré ahí a Lea. 32 Esas tierras y la cueva fueron compradas a los heteos». 33 Cuando Jacob terminó de darles estas instrucciones a sus hijos, metió los pies en la cama, dio su último suspiro, murió y se reunió con sus antepasados muertos.

Funeral de Jacob

50 Luego José abrazó a su papá, lloró por él y lo besó. Después José les dijo a los médicos que lo atendían, que prepararan a su papá para el entierro. Demoraron 40 días haciendo esto, que era el tiempo que normalmente duraba la preparación para el entierro. Los egipcios guardaron 70 días de luto. Cuando terminó el luto, José habló con la corte del faraón, y le dijo:

—Si yo les agrado, háganme el favor de decirle al faraón que mi papá me hizo prometerle que lo enterraría en una cueva en la tierra de Canaán. Él mismo se preparó esa cueva como su sepulcro. Por favor déjenme ir a enterrar a mi papá y después regresaré aquí a donde están ustedes.

El faraón le dijo:

—Cumple tu promesa. Ve y entierra a tu papá.

Entonces José fue a enterrar a su papá. Lo acompañaron todos los funcionarios del rey, es decir los ancianos de su casa y todos los ancianos de Egipto. También lo acompañaron todos los familiares de José y sus hermanos. Los únicos que se quedaron en la tierra de Gosén fueron los niños menores, los rebaños y el ganado. También fueron carrozas y hombres a caballo. Era un grupo muy numeroso.

10 Cuando llegaron al lugar donde se trilla el trigo de Atad, que quedaba al otro lado del río Jordán, lloraron mucho por Jacob, y José le guardó luto por siete días. 11 Los cananeos que vivían en esa tierra vieron la tristeza que reinaba en Atad, y dijeron: «¡Los egipcios están en un luto muy triste!» Por esa razón llamaron a ese sitio Luto de los egipcios.[y] Ese lugar queda cruzando el río Jordán.

12 Los hijos de Jacob hicieron todo lo que él les había dicho. 13 Lo cargaron hasta la tierra de Canaán y lo enterraron en la cueva del campo de Macpela. Ese era el campo, cerca de Mamré, que Abraham le había comprado a Efrón el hitita para hacer un cementerio. 14 Después del funeral de su papá, José, sus hermanos y todos los que lo habían acompañado, regresaron a Egipto.

Los hermanos se disculpan con José

15 Los hermanos de José estaban temerosos porque su papá había muerto. Dijeron: «Tal vez José siga enojado con nosotros y nos haga pagar por todo el mal que le hicimos». 16 Entonces le mandaron un mensaje a José que decía: «Tu papá nos dio estas instrucciones antes de morir: 17 “Díganle esto a José: Por favor, olvida la maldad y los pecados de tus hermanos. Perdona el mal que te hicieron”. Entonces te ruego que perdones la maldad que cometieron los siervos del Dios de tu papá».

Cuando José leyó ese mensaje, se puso a llorar. 18 Luego sus hermanos fueron a buscarlo, se inclinaron ante él, y le dijeron:

—Nosotros somos tus esclavos.

19 Pero José les dijo:

—No tengan miedo. ¿Acaso puedo tomar el lugar de Dios? 20 Ustedes planearon hacerme daño, pero Dios lo hizo para bien. Lo hizo para obtener los resultados que vemos ahora, para salvarle la vida a mucha gente. 21 No tengan miedo, yo los voy a mantener a ustedes y a sus hijos.

De esta manera, José les dijo cosas buenas a sus hermanos y los hizo sentir bien.

22 José y los familiares de su papá se quedaron a vivir en Egipto. José vivió 110 años. 23 La vida de José le alcanzó para conocer a los hijos y a los nietos de Efraín y estuvo presente cuando nacieron los hijos de Maquir, hijo de Manasés.

Muerte de José

24 José les dijo a sus parientes: «Me estoy muriendo, pero con seguridad Dios va a venir a cuidarlos, los va a sacar de este país y los va a guiar hacia la tierra que le prometió a Abraham, Isaac y a Jacob». 25 José hizo que los hijos de Jacob le hicieran una promesa. Les dijo: «Cuando Dios venga por ustedes, llévense mis huesos de aquí».

26 José murió a los 110 años de edad, lo embalsamaron y lo colocaron en un ataúd en Egipto.

Footnotes

  1. 37:3 túnica muy distinguida o túnica larga con mangas.
  2. 37:35 «Voy a estar […] muera» Textualmente Iré lamentándome al Seol donde está mi hijo.
  3. 38:8 cumple tu deber de cuñado Si un hombre moría sin haber tenido hijos, uno de los hermanos debía casarse con la viuda, el hijo que ella tuviera se consideraba hijo del difunto.
  4. 38:18 sello con el cordón El sello con el cordón era un distintivo que servía como documento de identidad, se usaba para marcar documentos legales u oficiales.
  5. 38:29 Fares En hebreo este nombre es similar a la palabra abertura.
  6. 38:30 Zera En hebreo este nombre es similar a la palabra brillante.
  7. 40:13 perdonar Textualmente levantar la cabeza.
  8. 40:15 hueco Era muy común en aquel tiempo convertir una cisterna en cárcel.
  9. 40:19 cortar la cabeza Textualmente levantar la cabeza.
  10. 41:45 Zafenat Panea Este nombre egipcio probablemente significa conservador de vida, pero es similar a la palabra hebrea que significa el que explica cosas secretas.
  11. 41:51 Manasés Este nombre es similar a la palabra hebrea que significa olvidar.
  12. 41:52 Efraín Este nombre es similar a la palabra hebrea que significa doblemente fructífero.
  13. 43:32 los egipcios […] hebreos Los egipcios no comían con los hebreos porque los hebreos eran pastores y comían carne de res, oveja y cabra. Esos animales representaban algunos de los dioses egipcios. Ver Gn 46:34.
  14. 45:7 permitirles […] extraordinaria o mantener con vida a muchos sobrevivientes.
  15. 46:15 Esos Rubén, Simeón, Leví, Judá, Isacar y Zabulón.
  16. 47:10 bendijo o no se arrodilló sino que bendijo. El escritor hace un juego de palabras. En hebreo se arrodilló es muy similar a bendijo.
  17. 47:12 a los más pequeños o de acuerdo a la cantidad de hijos.
  18. 47:29 pon tu mano […] y prométeme Esta era una costumbre para hacer que alguien se comprometiera a cumplir una promesa muy importante. También era muestra de que Jacob confiaba en que José cumpliría la promesa.
  19. 49:8 alabarán En hebreo el nombre Judá es similar a la palabra alabar.
  20. 49:10 hasta […] verdadero rey o hasta que venga Siló o hasta que venga el hombre al que le pertenece o hasta que venga un tributo para él.
  21. 49:12 o Sus ojos están rojos de beber vino, y sus dientes están blancos de tomar leche.
  22. 49:16 Dan En hebreo este nombre es similar a la palabra que significa juez.
  23. 49:19 van a atacar unos ladrones En hebreo el nombre Gad es similar a las expresiones unos ladrones y atacar.
  24. 49:21 que suele dar cría hermosa o sus palabras son hermosas. El hebreo es oscuro.
  25. 50:11 Luto de los egipcios Textualmente Abel Misrayin.