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15 SEÑOR, tú sabes lo que está pasando.
    Acuérdate de mí, protégeme
    y toma venganza de los que me persiguen.
No tengas tanta paciencia con ellos y acéptame.
    Comprende que por ti tengo que soportar insultos.
16 Cuando yo recibía tus palabras, las devoraba;
    eran mi felicidad y la alegría de mi corazón
porque tú me elegiste,
    SEÑOR Dios Todopoderoso.
17 No me he sentado a celebrar
    con los que andan en fiestas.
Me he sentado solitario porque te pertenezco.
    Es que tú me llenaste de indignación contra ellos.
18 ¿Por qué no acaba mi dolor?
    ¿Por qué es tan grave e incurable mi herida que se niega a sanar?
¿Serás como un espejismo para mí,
    como una fuente en la que no se encuentra agua?

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