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El día venidero del Señor

¡Anuncien con trompetas en Sion!
    Que suene la alarma en el santo monte de Dios.
Que todos los habitantes del país tiemblen de miedo,
    porque ya viene el día del juicio del SEÑOR.
Será un día oscuro y deprimente
    como un día con nubes de tormenta.
Como la oscuridad se extiende por las montañas,
    así vendrá un ejército grande y numeroso.
Nunca ha existido un ejército como este
    ni existirá otro igual.

El ejército destruirá la tierra
    como el fuego que todo lo consume.
Antes de que pase,
    el país se parece al jardín del Edén;
pero después de que lo destruyan,
    parecerá un desierto.
    Nada escapa a la destrucción.
Tienen aspecto de caballos,
    y corren como caballos de combate.
Se mueven haciendo ruido de carros de combate
    cabalgando sobre las cumbres de las montañas.
Suenan igual al fuego cuando quema el pasto seco,
    como un ejército numeroso en formación de batalla.

Las naciones tiemblan de miedo ante él,
    todos los rostros palidecen.
Corren hacia la batalla,
    y como soldados, escalan la muralla.
Corren para atacar, cada uno en su lugar
    sin romper la formación.
No se atropellan entre sí,
    cada uno va por su línea.
Si alguno resulta herido,
    los demás siguen su avance.
Se lanzan contra la ciudad
    y trepan por sus murallas.
Se meten en las casas por las ventanas,
    como ladrones.

10 La tierra tiembla
    y el cielo se estremece ante ellos.
El sol y la luna se oscurecen
    y las estrellas pierden su resplandor.
11 El SEÑOR dirige a su ejército
    dándole órdenes.
Su ejército es grandioso
    y los que cumplen sus órdenes son poderosos.
De verdad que el día del SEÑOR será un día grande y terrible.
    ¿Quién lo podrá soportar?

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