Jueces 7-9
Reina-Valera 1995
Gedeón derrota a los madianitas
7 Jerobaal, que es otro nombre de Gedeón, y todos los que estaban con él, se levantaron de mañana y acamparon junto a la fuente Harod. El campamento de los madianitas les quedaba entonces al norte, en el valle, más allá del collado de More.
2 Jehová dijo a Gedeón:
«Hay mucha gente contigo para que yo entregue a los madianitas en tus manos, pues Israel puede jactarse contra mí, diciendo: “Mi mano me ha salvado.” 3 Ahora, pues, haz pregonar esto a oídos del pueblo: “Quien tema y se estremezca, que madrugue y regrese a su casa desde el monte de Galaad.”»
Regresaron de los del pueblo veintidós mil, y quedaron diez mil.
4 Jehová dijo de nuevo a Gedeón:
«Aún son demasiados; llévalos a beber agua y allí los pondré a prueba. Del que yo te diga: “Vaya este contigo”, irá contigo; pero de cualquiera que yo te diga: “Que éste no vaya contigo”, el tal no irá.»
5 Entonces Gedeón llevó el pueblo a las aguas, y Jehová le dijo:
«A cualquiera que lama las aguas con la lengua como lo hace el perro, lo pondrás aparte; y lo mismo harás con cualquiera que doble sus rodillas para beber.»
6 El número de los que lamieron llevándose el agua a la boca con la mano fue de trescientos hombres; el resto del pueblo dobló sus rodillas para beber las aguas.
7 Entonces Jehová dijo a Gedeón:
«Con estos trescientos hombres que lamieron el agua os salvaré y entregaré a los madianitas en tus manos; váyase toda la demás gente cada uno a su lugar.»
8 Habiendo tomado provisiones para el pueblo, y sus trompetas, envió a todos los israelitas cada uno a su tienda, y retuvo a aquellos trescientos hombres. El campamento de Madián le quedaba abajo, en el valle.
9 Aconteció que aquella noche Jehová le dijo:
«Levántate y desciende al campamento, porque yo lo he entregado en tus manos. 10 Si tienes temor de descender, baja al campamento con tu criado Fura, 11 y oirás lo que hablan. Entonces te animarás y descenderás a atacarlos.»
Gedeón descendió con su criado Fura hasta los puestos avanzados de la gente armada que estaba en el campamento. 12 Los madianitas, los amalecitas y los hijos del oriente se habían esparcido por el valle como una plaga de langostas, y sus camellos eran innumerables como la arena que se acumula a la orilla del mar.
13 En el momento en que llegó Gedeón, un hombre contaba un sueño a su compañero, diciendo:
—He tenido un sueño: Veía un pan de cebada que rodaba hasta el campamento de Madián. Llegó a la tienda y la golpeó de tal manera que cayó; la trastornó de arriba abajo y la tienda cayó.
14 Su compañero respondió:
—Esto no representa otra cosa sino la espada de Gedeón hijo de Joás, varón de Israel. Dios ha entregado en sus manos a los madianitas con todo el campamento.
15 Cuando Gedeón oyó el relato del sueño y su interpretación, adoró. Después volvió al campamento de Israel y dijo:
«Levantaos, porque Jehová ha entregado el campamento de Madián en vuestras manos.»
16 Y repartiendo los trescientos hombres en tres escuadrones, puso trompetas en manos de todos ellos, y cántaros vacíos con antorchas ardiendo dentro de los cántaros, 17 y entonces les dijo:
«Miradme a mí y haced como hago yo; cuando yo llegue al extremo del campamento, haréis vosotros como hago yo. 18 Tocaré la trompeta, y también todos los que estarán conmigo; entonces vosotros tocaréis las trompetas alrededor de todo el campamento, gritando: “¡Por Jehová y por Gedeón!”»
19 Llegaron, pues, Gedeón y los cien hombres que éste llevaba consigo, al extremo del campamento, cuando acababan de renovar los centinelas de la guardia de la medianoche. Tocaron entonces las trompetas y quebraron los cántaros que llevaban en sus manos. 20 Los tres escuadrones tocaron las trompetas y, quebrando los cántaros, tomaron con la mano izquierda las antorchas y con la derecha las trompetas que tocaban, y gritaron:
—¡Por la espada de Jehová y de Gedeón!
21 Los israelitas se mantuvieron firmes cada uno en su puesto alrededor del campamento, y todo el ejército madianita echó a correr dando gritos y huyendo. 22 Mientras los trescientos tocaban las trompetas, Jehová puso la espada de cada uno contra su compañero en todo el campamento. Y el ejército huyó hasta Bet-sita, en dirección de Zerera, hasta la frontera de Abel-mehola, en Tabat.
23 Se reunieron entonces los de Israel, de Neftalí, de Aser y de todo Manasés, y persiguieron a los madianitas.
24 Gedeón también envió mensajeros por todo el monte de Efraín, que decían:
«Descended al encuentro de los madianitas; tomad los vados de Bet-bara y del Jordán antes que ellos lleguen.»
Unidos, todos los hombres de Efraín tomaron los vados de Bet-bara y del Jordán. 25 Capturaron a dos príncipes de los madianitas, Oreb y Zeeb; mataron a Oreb en la peña de Oreb, y a Zeeb lo mataron en el lagar de Zeeb. Después que persiguieron a los madianitas, trajeron las cabezas de Oreb y de Zeeb a Gedeón, que estaba al otro lado del Jordán.
Gedeón captura a los reyes de Madián
8 Pero los hombres de Efraín le dijeron:
—¿Qué es esto que has hecho con nosotros? ¿Acaso nos llamaste cuando ibas a la guerra contra Madián?
Y le reconvinieron fuertemente.
2 Gedeón les respondió:
—¿Qué he hecho yo ahora comparado con vosotros? ¿No es lo que queda en los campos de Efraín mejor que la vendimia completa de Abiezer? 3 Dios ha entregado en vuestras manos a Oreb y a Zeeb, príncipes de Madián; ¿qué he podido yo hacer comparado con vosotros?
El enojo de ellos contra Gedeón se aplacó después que les habló así.
4 Llegó Gedeón al Jordán y lo pasaron él y los trescientos hombres que traía consigo, cansados, pero todavía persiguiendo a los de Madián.
5 Luego dijo a los de Sucot:
—Os ruego que deis a la gente que me sigue algunos bocados de pan, porque están cansados y yo persigo a Zeba y a Zalmuna, reyes de Madián.
6 Los principales de Sucot respondieron:
—¿Están ya Zeba y Zalmuna en tus manos, para que demos pan a tu ejército?
7 Gedeón dijo:
—Cuando Jehová haya entregado en mis manos a Zeba y a Zalmuna, desgarraré vuestra carne con espinos y abrojos del desierto.
8 De allí subió a Peniel y les dijo las mismas palabras. Los de Peniel le respondieron como habían respondido los de Sucot. 9 Gedeón habló también a los de Peniel, diciendo:
«Cuando yo vuelva en paz, derribaré esta torre.»
10 Zeba y Zalmuna estaban en Carcor con un ejército como de quince mil hombres, los que quedaban de todo el ejército de los hijos del oriente, pues habían caído ciento veinte mil hombres que sacaban espada. 11 Subiendo, pues, Gedeón por el camino de los que vivían en tiendas al oriente de Noba y de Jogbeha, atacó el campamento, porque el ejército no estaba en guardia. 12 Zeba y Zalmuna huyeron, pero Gedeón los persiguió, capturó a los dos reyes de Madián, Zeba y Zalmuna, y llenó de espanto a todo el ejército.
13 Cuando Gedeón hijo de Joás regresaba de la batalla, antes que el sol subiera, 14 capturó a un joven de los hombres de Sucot y lo interrogó. Él le dio por escrito los nombres de los principales y de los ancianos de Sucot: setenta y siete hombres.
15 Entonces entró en Sucot y dijo a los del pueblo:
«Aquí están Zeba y Zalmuna, por causa de los cuales os burlasteis de mí, diciendo: “¿Están ya en tus manos Zeba y Zalmuna, para que demos nosotros pan a tus hombres cansados?”»
16 Tomó Gedeón espinos y abrojos del desierto y con ellos castigó a los ancianos de Sucot. 17 Asimismo derribó la torre de Peniel y mató a los de la ciudad.
18 Luego dijo a Zeba y a Zalmuna:
—¿Qué aspecto tenían aquellos hombres que matasteis en Tabor?
Ellos respondieron:
—Como tú, así eran ellos; cada uno parecía hijo de rey.
19 Entonces Gedeón gritó:
—Mis hermanos eran, hijos de mi madre. ¡Vive Jehová, que si les hubierais conservado la vida, yo no os mataría!
20 Y dijo a Jeter, su primogénito:
«Levántate y mátalos.»
Pero el joven no desenvainó su espada, porque tenía temor, pues aún era muchacho.
21 Entonces dijeron Zeba y Zalmuna:
«Levántate y mátanos tú, porque según es el hombre, así es su valentía.»
Gedeón se levantó, mató a Zeba y a Zalmuna y tomó los adornos de lunetas que sus camellos traían al cuello.
22 Los israelitas dijeron a Gedeón:
—Sé tú nuestro señor, y también tu hijo y tu nieto, pues que nos has librado de manos de Madián.
23 Pero Gedeón respondió:
—No seré señor sobre vosotros, ni lo será mi hijo. Jehová será vuestro Señor.
24 Y añadió:
—Quiero haceros una petición: que cada uno me dé los zarcillos de su botín (pues traían zarcillos de oro, porque eran ismaelitas).
25 Ellos respondieron:
—De buena gana te los daremos.
Y tendiendo un manto, echó allí cada uno los zarcillos de su botín.
26 El peso de los zarcillos de oro que él pidió fue de mil setecientos siclos de oro, sin contar las lunetas, las joyas ni los vestidos de púrpura que traían los reyes de Madián, ni tampoco los collares que traían al cuello sus camellos. 27 Gedeón hizo con todo eso un efod, que mandó guardar en su ciudad de Ofra. Y todo Israel se prostituyó tras ese efod en aquel lugar, el cual se volvió tropezadero para Gedeón y su casa.
28 Así fue sometido Madián delante de los hijos de Israel, y nunca más volvió a levantar cabeza. Y hubo paz en la tierra durante cuarenta años en los días de Gedeón.
29 Luego Jerobaal hijo de Joás se fue a vivir a su casa, 30 y tuvo Gedeón setenta hijos que constituyeron su descendencia, porque tenía muchas mujeres. 31 También su concubina, que estaba en Siquem le dio un hijo, al cual llamó Abimelec.
32 Murió Gedeón hijo de Joás en buena vejez y fue sepultado en el sepulcro de su padre Joás, en Ofra de los abiezeritas.
33 Pero aconteció que cuando murió Gedeón, los hijos de Israel volvieron a prostituirse yendo tras los baales, y escogieron por dios a Baal-berit. 34 No se acordaron los hijos de Israel de Jehová, su Dios, que los había librado de todos los enemigos de su alrededor, 35 ni se mostraron agradecidos con la casa de Jerobaal, o sea, de Gedeón, conforme a todo el bien que él había hecho a Israel.
Reinado de Abimelec
9 Abimelec hijo de Jerobaal fue a Siquem, a los hermanos de su madre, y dijo a ellos y a toda la familia de la casa del padre de su madre:
2 «Yo os ruego que digáis a todos los de Siquem: “¿Qué os parece mejor, que os gobiernen setenta hombres, todos los hijos de Jerobaal, o que os gobierne un solo hombre?” Acordaos que yo soy hueso vuestro y carne vuestra.»
3 Hablaron por él los hermanos de su madre a todos los de Siquem todas estas palabras, y el corazón de ellos se inclinó a favor de Abimelec, porque decían: «Nuestro hermano es.»
4 Además le dieron setenta siclos de plata del templo de Baal-berit, con los cuales Abimelec alquiló hombres ociosos y vagabundos que lo siguieran. 5 Y yendo a la casa de su padre en Ofra, mató a sus hermanos, los setenta hijos de Jerobaal, sobre una misma piedra; pero quedó Jotam, el hijo menor de Jerobaal, que se escondió. 6 Entonces se juntaron todos los de Siquem con toda la casa de Milo, y fueron y proclamaron rey a Abimelec cerca de la llanura del pilar que estaba en Siquem.
7 Cuando se lo dijeron a Jotam, éste subió a la cumbre del monte Gerizim, y alzando su voz clamó:
«Oídme, hombres de Siquem,
y así también os oiga Dios:
8 Fueron una vez los árboles a elegirse un rey
y dijeron al olivo: “Reina sobre nosotros.”
9 Pero el olivo respondió:
“¿He de dejar mi aceite, con el cual se honra a Dios y a los hombres,
para reinar sobre los árboles?”
10 »Dijeron, pues, los árboles a la higuera:
“Anda tú, reina sobre nosotros.”
11 La higuera respondió:
“¿He de dejar mi dulzura y mi buen fruto
para reinar sobre los árboles?”
12 »Dijeron luego los árboles a la vid:
“Pues ven tú, reina sobre nosotros.”
13 La vid les respondió:
“¿He de dejar mi vino, que alegra a Dios y a los hombres,
para reinar sobre los árboles?”
14 »Todos los árboles rogaron entonces a la zarza:
“Anda tú, reina sobre nosotros.”
15 Pero la zarza respondió a los árboles:
“Si en verdad me proclamáis rey sobre vosotros,
venid, abrigaos bajo mi sombra;
y si no, salga fuego de la zarza
y devore a los cedros del Líbano.”
16 »Ahora, bien: ¿Habéis procedido con verdad y con integridad al hacer rey a Abimelec? ¿Habéis actuado bien con Jerobaal y con su casa, le habéis pagado conforme a la obra de sus manos? 17 Mi padre peleó por vosotros y expuso su vida al peligro para libraros de manos de Madián, 18 y vosotros os habéis levantado hoy contra la casa de mi padre y habéis matado a sus setenta hijos sobre una misma piedra, y habéis puesto por rey sobre los de Siquem a Abimelec, hijo de su criada, debido a que es vuestro hermano. 19 Si con verdad y con integridad habéis procedido hoy con Jerobaal y con su casa, que gocéis de Abimelec y él goce de vosotros. 20 Y si no, fuego salga de Abimelec y consuma a los de Siquem y a la casa de Milo, y fuego salga de los de Siquem y de la casa de Milo y consuma a Abimelec.»
21 Jotam escapó y huyó, se fue a Beer y allí se quedó por miedo de su hermano Abimelec.
22 Después que Abimelec hubo dominado sobre Israel tres años, 23 envió Dios un espíritu de discordia entre Abimelec y los hombres de Siquem, y los de Siquem se rebelaron contra Abimelec, 24 para que la violencia hecha a los setenta hijos de Jerobaal, y su sangre, recayera sobre su hermano Abimelec, que los mató, y sobre los hombres de Siquem que lo ayudaron a matar a sus hermanos. 25 Los de Siquem pusieron en las cumbres de los montes asechadores que robaban a todos los que pasaban junto a ellos por el camino. De esto se dio aviso a Abimelec.
26 Un día, Gaal hijo de Ebed pasó con sus hermanos por Siquem, y los de Siquem pusieron en él su confianza. 27 Salieron al campo, recogieron y pisaron la uva, e hicieron fiesta: entraron en el templo de sus dioses y, comiendo y bebiendo, maldijeron a Abimelec.
28 Entonces Gaal hijo de Ebed dijo:
«¿Quién es Abimelec, y qué es Siquem, para que nosotros le sirvamos? ¿No es hijo de Jerobaal? ¿No es Zebul su ayudante? Servid a los hombres de Hamor, padre de Siquem; pero ¿por qué hemos de servir a Abimelec? 29 Ojalá estuviera este pueblo bajo mi mano; enseguida arrojaría yo a Abimelec, y le diría: “Refuerza tus ejércitos, y sal a pelear.”»
30 Cuando Zebul, gobernador de la ciudad, oyó las palabras de Gaal hijo de Ebed, se encendió en ira 31 y envió secretamente mensajeros a decir a Abimelec: «Gaal hijo de Ebed y sus hermanos han venido a Siquem y están sublevando la ciudad contra ti. 32 Levántate, pues, ahora de noche, tú y el pueblo que está contigo, y pon emboscadas en el campo. 33 Por la mañana, al salir el sol, madruga y cae sobre la ciudad. Cuando Gaal y el pueblo que está con él salgan contra ti, tú harás con él según se presente la ocasión.»
34 Levantándose, pues, de noche Abimelec y todo el pueblo que con él estaba, pusieron emboscada contra Siquem con cuatro compañías. 35 Cuando Gaal hijo de Ebed salió, se puso a la entrada de la puerta de la ciudad. Entonces Abimelec y todo el pueblo que con él estaba salieron de sus escondites.
36 Al verlos, Gaal dijo a Zebul:
—He allí gente que desciende de las cumbres de los montes.
Zebul le respondió:
—Tú ves la sombra de los montes como si fueran hombres.
37 Volvió Gaal a hablar, y dijo:
—¡He allí gente que desciende de en medio de la tierra, y una tropa que viene por el camino de la encina de los adivinos!
38 Zebul le respondió:
—¿Cómo? Si antes decías: “¿Quién es Abimelec para que lo sirvamos?” ¿No es éste el pueblo que tenías en poco? Sal pues, ahora, y pelea con él.
39 Gaal salió al frente de los de Siquem y peleó contra Abimelec. 40 Pero Abimelec lo persiguió; Gaal huyó de él y muchos cayeron heridos hasta la puerta misma de la ciudad. 41 Abimelec se quedó en Aruma, y Zebul echó fuera de Siquem a Gaal y a sus hermanos para que no habitaran en Siquem.
42 Aconteció al siguiente día, que el pueblo salió al campo. Le dieron aviso a Abimelec, 43 el cual tomó a su gente, la repartió en tres compañías y puso emboscadas en el campo. Cuando miró, vio al pueblo que salía de la ciudad. Entonces se levantó contra ellos y los atacó. 44 Abimelec y la compañía que estaba con él acometieron con ímpetu y se detuvieron a la entrada de la puerta de la ciudad; las otras dos compañías acometieron a todos los que estaban en el campo y los mataron. 45 Abimelec peleó contra la ciudad todo aquel día, la tomó y mató al pueblo que en ella estaba; destruyó la ciudad y la sembró de sal.
46 Cuando oyeron esto todos los que estaban en la torre de Siquem, se metieron en la fortaleza del templo del dios Berit. 47 Avisaron a Abimelec que estaban reunidos los hombres de la torre de Siquem, 48 y subió junto con toda la gente que estaba con él al monte Salmón, tomó un hacha en la mano, cortó una rama de los árboles y, levantándola, se la puso sobre sus hombros, diciéndole al pueblo que estaba con él:
«Lo que me habéis visto hacer, apresuraos a hacerlo como yo.»
49 Todo el pueblo cortó también cada uno su rama y siguieron a Abimelec; pusieron las ramas junto a la fortaleza del templo y le prendieron fuego con ellas, de modo que todos los de la torre de Siquem murieron, unos mil, entre hombres y mujeres.
50 Después Abimelec marchó sobre Tebes, le puso sitio y tomó la ciudad. 51 En medio de Tebes había una torre fortificada, a la cual se retiraron todos los hombres, las mujeres y todos los señores de la ciudad. Cerraron tras sí las puertas y se subieron al techo de la torre. 52 Llegó Abimelec a la torre y la atacó; pero cuando se acercó a la puerta para prenderle fuego, 53 una mujer dejó caer un pedazo de rueda de molino sobre la cabeza de Abimelec y le rompió el cráneo. 54 Abimelec llamó apresuradamente a su escudero y le dijo:
«Saca tu espada y mátame, para que no se diga de mí: “Una mujer lo mató.”»
Entonces su escudero lo atravesó con la espada, y murió. 55 Cuando los israelitas vieron muerto a Abimelec, se fueron cada uno a su casa.
56 Así pagó Dios a Abimelec el mal que había hecho contra su padre al matar a sus setenta hermanos. 57 Y todo el mal de los hombres de Siquem lo hizo Dios volver sobre sus cabezas. Y se cumplió en ellos la maldición de Jotam hijo de Jerobaal.
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