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»Nosotros servimos a Nabucodonosor, y destruiremos a los israelitas como si fueran un solo hombre. Ellos no podrán hacerles frente a nuestros poderosos soldados de caballería. ¡Acabaremos con todos ellos! ¡La sangre de su gente correrá por las montañas, y los valles quedarán cubiertos de cadáveres! No podrán vencernos. ¡Ninguno de ellos quedará con vida! ¡Así lo ha dicho el rey Nabucodonosor, y sus órdenes se cumplirán! Él es el dueño de toda la tierra.

»Y tú, Aquior, no me volverás a ver hasta que haya castigado a ese pueblo que escapó de Egipto. Tus propias palabras te condenan. ¡No eres más que un soldado amonita que se vende al que mejor le paga!

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