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el cual dijo a su madre:

—Los mil cien siclos de plata que te robaron, por los cuales maldijiste y de los cuales me hablaste, están en mi poder; yo tomé ese dinero.

Entonces la madre dijo:

—¡Bendito seas de Jehová, hijo mío!

Cuando él devolvió los mil cien siclos de plata a su madre, ésta dijo:

—En verdad, por mi hijo he dedicado el dinero a Jehová, para hacer una imagen de talla y una de fundición; pero ahora te lo devuelvo.

Cuando él devolvió el dinero a su madre, ella tomó doscientos siclos de plata y los dio al fundidor, quien hizo con ellos una imagen de talla y una de fundición, la cual fue puesta en la casa de Micaía.

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