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Al director musical. Salmo de David.

11 En el Señor hallo refugio.
    ¿Cómo, pues, os atrevéis a decirme:
    «Huye al monte, como las aves»?
Ved cómo tensan sus arcos los malvados:
    preparan las flechas sobre la cuerda
    para disparar desde las sombras
    contra los rectos de corazón.
Cuando los fundamentos son destruidos,
    ¿qué le queda al justo?

El Señor está en su santo templo,
    en los cielos tiene el Señor su trono,
y atentamente observa al ser humano;
    con sus propios ojos lo examina.
El Señor examina a justos y a malvados,
    y aborrece a los que aman la violencia.
Hará llover sobre los malvados
    ardientes brasas y candente azufre;
    ¡un viento abrasador será su suerte!

Justo es el Señor, y ama la justicia;
    por eso los íntegros contemplarán su rostro.

Al director musical. Sobre la octava.[a] Salmo de David.

12 Sálvanos, Señor, que ya no hay gente fiel;
    ya no queda gente sincera en este mundo.
No hacen sino mentirse unos a otros;
    sus labios lisonjeros hablan con doblez.

El Señor cortará todo labio lisonjero
    y toda lengua jactanciosa
que dice: «Venceremos con la lengua;
    en nuestros labios confiamos.
    ¿Quién puede dominarnos?»

Dice el Señor: «Voy ahora a levantarme,
    y pondré a salvo a los oprimidos,
pues al pobre se le oprime,
    y el necesitado se queja».

Las palabras del Señor son puras,
    son como la plata refinada,
    siete veces purificada en el crisol.

Tú, Señor, nos protegerás;
    tú siempre nos defenderás de esta gente,
aun cuando los malvados sigan merodeando,
    y la maldad sea exaltada en este mundo.

Al director musical. Salmo de David.

13 ¿Hasta cuándo, Señor, me seguirás olvidando?
    ¿Hasta cuándo me esconderás tu rostro?
¿Hasta cuándo he de estar angustiado
    y he de sufrir cada día en mi corazón?
¿Hasta cuándo el enemigo me seguirá dominando?

Señor y Dios mío,
    mírame y respóndeme;
    ilumina mis ojos.
Así no caeré en el sueño de la muerte;
    así no dirá mi enemigo: «Lo he vencido»;
    así mi adversario no se alegrará de mi caída.

Pero yo confío en tu gran amor;
    mi corazón se alegra en tu salvación.
Canto salmos al Señor.
    ¡El Señor ha sido bueno conmigo!

(A)Al director musical. Salmo de David.

14 Dice el necio en su corazón:
    «No hay Dios».
Están corrompidos, sus obras son detestables;
    ¡no hay uno solo que haga lo bueno!

Desde el cielo, el Señor contempla a los mortales,
    para ver si hay alguien
    que sea sensato y busque a Dios.
Pero todos se han descarriado,
    a una se han corrompido.
No hay nadie que haga lo bueno;
    ¡no hay uno solo!

¿Acaso no tienen entendimiento todos los que hacen lo malo,
    los que devoran a mi pueblo como si fuera pan?
    ¡Jamás invocan al Señor!
Allí los tenéis, sobrecogidos de miedo,
    pero Dios está con los que son justos.

Vosotros frustráis los planes de los pobres,
    pero el Señor los protege.

¡Quiera Dios que de Sión
    venga la salvación de Israel!
Cuando el Señor restaure a su pueblo,[b]
    ¡Jacob se regocijará, Israel se alegrará!

Salmo de David.

15 ¿Quién, Señor, puede habitar en tu santuario?
    ¿Quién puede vivir en tu santo monte?
Solo el de conducta intachable,
    que practica la justicia
    y de corazón dice la verdad;
que no calumnia con la lengua,
    que no le hace mal a su prójimo
    ni le acarrea desgracias a su vecino;
que desprecia al que Dios reprueba,
    pero honra al que teme al Señor;
que cumple lo prometido
    aunque salga perjudicado;
que presta dinero sin ánimo de lucro,
    y no acepta sobornos que afecten al inocente.

El que así actúa no caerá jamás.

Footnotes

  1. 12 Tít. Sobre la octava. Lit. Sobre sheminit.
  2. 14:7 restaure a su pueblo. Alt. haga que su pueblo vuelva del cautiverio.