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31 En cambio, Israel, afanándose por cumplir una ley que debería llevar al restablecimiento de la amistad divina, ni siquiera consiguió cumplir la ley. 32 ¿Por qué? Pues porque, al prescindir de la fe y apoyarse en el valor de las propias acciones, terminaron por tropezar en aquella piedra 33 de que habla la Escritura:

Mirad, yo coloco en Sión
una piedra contra la que podéis tropezar,
y una roca que os puede hacer caer.
Pero quien ponga su confianza en ella,
no quedará defraudado.

10 Hermanos, deseo con todo mi corazón y le pido a Dios que salve a los israelitas. Soy testigo de que buscan a Dios con ardor, pero sin el debido conocimiento. Desconocen, en efecto, la fuerza salvadora divina y pretenden hacer valer la suya propia sin querer someterse a la de Dios. Pero Cristo constituye el punto final de la ley y por él restablece Dios en su amistad a todo creyente.