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29 y ellos comieron y quedaron saciados,
pues Dios satisfizo su apetito.

30 Pero aun no habían calmado su hambre;
aún tenían la comida en la boca,
31 cuando el furor de Dios vino sobre ellos
y acabó con sus hombres más robustos;
¡Dios derribó a los mejores israelitas!(A)

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