Zacarías 7-10
La Palabra (Hispanoamérica)
Libro de los oráculos (7—8)
El ayuno conmemorativo
7 El año cuarto del reinado de Darío, en el día cuarto del noveno mes —el mes de Casleu—, el Señor dirigió su palabra a Zacarías. 2 Betel-Sareser había enviado a Réguem-Mélec, junto con sus colaboradores, para implorar el perdón del Señor 3 y preguntar a los sacerdotes del Templo del Señor del universo y a los profetas lo siguiente:
— ¿Debemos hacer duelo el quinto mes y ayunar tal como lo hemos hecho durante muchos años?
4 Entonces el Señor del universo me dirigió su palabra en estos términos:
5 — Di a los sacerdotes y a todo el pueblo de la tierra:
— Cuando ayunaban y hacían duelo en el quinto y séptimo mes desde hace ya setenta años, ¿acaso lo hacían para honrarme a mí? 6 Y cuando comían y bebían, ¿no lo hacían acaso para su provecho? 7 Además, ¿no eran ésas las palabras que el Señor pronunció por medio de los más antiguos profetas, cuando Jerusalén y las ciudades de su entorno estaban habitadas y vivían en paz, y cuando el Négueb y la Sefela estaban también habitados?
8 De nuevo el Señor dirigió su palabra a Zacarías:
9 — Así dice el Señor del universo: Juzguen con justicia y equidad, y practiquen con sus hermanos el amor y la fidelidad. 10 No opriman a la viuda, al huérfano, al extranjero o al pobre, y no maquinen en su interior nada malo contra el prójimo. 11 Pero no me hicieron caso, sino que me volvieron la espalda y, rebeldes, rehusaron escucharme. 12 Endurecieron como un diamante su corazón para no prestar oído a la ley ni a las palabras que el Señor del universo les dirigía inspirando a los antiguos profetas. A causa de ello el Señor del universo se enojó sobremanera. 13 Y así como el Señor llamó y ellos no escucharon, así yo —dice el Señor del universo— tampoco los escuché cuando me invocaron, 14 sino que los dispersé entre naciones que no conocían. La tierra quedó asolada cuando ellos la abandonaron y nadie pasaba por allí. Así es como convirtieron en desierto un país tan espléndido.
Oráculos mesiánicos
8 El Señor del universo me dirigió esta palabra:
2 Así dice el Señor del universo:
estoy profundamente enamorado de Sión
y siento por ella una ardiente pasión.
3 Así dice el Señor:
Volveré de nuevo a Sión
y habitaré en medio de Jerusalén.
Jerusalén será llamada “ciudad fiel”,
y se llamará “monte santo”
al monte del Señor del universo.
4 Así dice el Señor del universo:
Ancianos y ancianas se sentarán
en las plazas de Jerusalén,
cada uno con un bastón en la mano,
debido a su avanzada edad.
5 Muchachos y muchachas
abarrotarán jugando
las plazas de la ciudad.
6 Así dice el Señor del universo:
Aunque al resto del pueblo
esto le parezca prodigioso en aquellos días,
no será prodigioso para mí
—oráculo del Señor del universo—.
7 Pues así dice el Señor del universo:
Voy a liberar a mi pueblo
del país donde sale el sol
y del país donde se pone:
8 los traeré y habitarán Jerusalén;
ellos serán mi pueblo
y yo seré su Dios, fiel y salvador.
9 Así dice el Señor del universo:
— Cobren ánimo los que oyen las palabras que los profetas pronuncian estos días en que se echan los cimientos del Templo del Señor del universo. 10 Porque antes de estos días, ni personas ni animales percibían jornal; nadie podía moverse con seguridad, pues yo había enfrentado a unos contra otros. 11 Pero ahora no me portaré como antes con el resto de este pueblo —oráculo del Señor del universo—. 12 Ahora sembraré todo de paz: la vid dará su fruto, los cielos dejarán caer su rocío y la tierra producirá su cosecha; todo esto daré en posesión al resto de este pueblo. 13 Y así como antes fueron objeto de maldición entre las naciones, pueblo de Judá y de Israel, así ahora los salvaré y los convertiré en bendición. ¡Cobren, pues, ánimo y no teman!
14 Así dice el Señor del universo:
— Lo mismo que castigué y no tuve compasión de los antepasados de ustedes cuando provocaron mi cólera —dice el Señor del universo—, 15 así ahora, cambiando de parecer, he decidido favorecer a Jerusalén y a Judá. Así que no teman. 16 Basta con que hagan lo siguiente: sean sinceros los unos con los otros, juzguen con equidad en su tribunales y construyan la paz; 17 no maquinen la maldad unos contra otros en su interior, ni se acostumbren a jurar en falso. Todas estas cosas me son aborrecibles —oráculo del Señor—.
18 El Señor del universo me dirigió su palabra en estos términos:
19 — Así dice el Señor del universo: Los ayunos del cuarto, quinto, séptimo y décimo mes se convertirán para Judá en días de alegría y regocijo y en festivas solemnidades, siempre que amen la verdad y la paz. 20 Porque así dice el Señor del universo: Afluirán todavía pueblos y gentes de ciudades populosas. 21 Y los habitantes de una ciudad irán a decir a los de la otra: “Vamos a implorar el perdón y la protección del Señor del universo. ¡Yo también voy!”. 22 Y serán innumerables los pueblos y naciones poderosas que vendrán a Jerusalén para buscar la protección del Señor del universo e implorar su perdón.
23 Así dice el Señor del universo:
— Sucederá en aquellos días que diez hombres procedentes de distintas naciones y lenguas asirán a un judío por la orla del manto y le dirán: “Queremos unirnos a ustedes porque hemos oído que Dios está con ustedes”
SEGUNDA PARTE (9—14)
Israel y los pueblos vecinos (9—11)
Juicio y castigo
9 Oráculo:
La palabra del Señor
llega al país de Jadrac
y en Damasco se detiene,
pues al Señor pertenecen
las ciudades de Siria,
así como las tribus de Israel.
2 Y también le pertenece
su vecina Jamat,
junto con Tiro y Sidón
prototipos de sabiduría.
3 Tiro se construyó una fortaleza;
acumuló tanta plata como polvo,
y tanto oro como barro
hay desparramado por las calles.
4 Pero el Señor la despojará de todo,
hundirá en el mar su poderío
y será consumida por el fuego.
5 Se espantará al verlo Ascalón,
se estremecerá Gaza de terror,
y Ecrón quedará sin esperanza.
Será eliminado el rey de Gaza,
quedará Ascalón sin habitantes,
6 y en Asdod vivirán razas mezcladas.
Abatiré la soberbia filistea,
7 arrancaré de su boca
la presa todavía ensangrentada,
y de entre sus dientes los manjares
que me son aborrecibles.
También de ellos quedará
un resto para nuestro Dios;
serán como clanes de Judá,
y los de Ecrón como si fueran jebuseos.
8 Montaré guardia en torno a mi Templo
contra todos los que intenten invadirlo;
ningún opresor pasará por allí
porque mis ojos están vigilantes.
El Mesías que viene
9 Salta de alegría, Sión;
grita jubilosa, Jerusalén,
porque ya llega tu rey,
justo y victorioso,
humilde y montado sobre un asno,
sobre un borrico, retoño de asna.
10 Destruirá los carros de guerra de Efraín
y aniquilará la caballería de Jerusalén;
quebrará los arcos de guerra
y anunciará la paz a las naciones.
Dominará de un mar a otro mar,
desde el río Éufrates
hasta los confines de la tierra.
Regreso de los cautivos
11 Y porque sellé contigo
una alianza mediante sangre,
yo sacaré a tus cautivos
del foso sin agua.
12 Vuelvan, cautivos,
a la ciudad fortificada,
vuelvan esperanzados;
hoy mismo les anuncio
que les daré doble recompensa.
13 He tensado como un arco a Judá,
he cargado [de flechas] a Efraín;
lanzaré, Sión, a tus hijos
contra los tuyos, país de Javán,
y te blandiré, Sión,
como blande un valiente su espada.
14 El Señor se manifestará a su lado
disparando flechas como relámpagos;
hará el Señor resonar la trompeta
y avanzará entre los torbellinos del sur.
15 El Señor del universo los protegerá
de modo que aplasten y trituren
las piedras lanzadas por la honda;
beberán su sangre como vino,
hasta rebosar como copa de ofrendas,
como los salientes del altar.
16 Aquel día los salvará el Señor, su Dios;
serán como rebaño de su pueblo
y resplandecerán en su tierra
como diamantes de diadema.
17 ¡Qué felicidad y qué hermosura!
El pan hará florecer a los muchachos
y el vino nuevo a las muchachas.
Inutilidad de los ídolos
10 Pidan al Señor que llueva en primavera,
pues él es quien envía los temporales
y hace llover en abundancia,
brotando así hierba en el campo para todos.
2 Los ídolos sólo ofrecen vanas promesas,
y los adivinos falsas visiones;
anuncian sueños engañosos
y prometen consuelos ilusorios
Por eso [el pueblo] anda errante,
abatido como rebaño sin pastor.
Liberación y retorno
3 Ardo de ira contra los pastores,
castigaré a los guías del rebaño.
El Señor del universo ha visitado al pueblo de Judá,
que es su rebaño, y hará de él
su caballo victorioso en el combate.
4 Porque de él saldrá la piedra angular,
las estacas de la tienda y el arco de guerra,
además de todos sus caudillos.
5 Juntos se lanzarán al combate
como valientes guerreros,
pisando el barro de las calles;
peleará junto a ellos el Señor
y cubrirán de vergüenza
a los jinetes enemigos.
6 Haré fuerte al pueblo de Judá
y daré la victoria a la descendencia de José.
Los repatriaré, pues me compadezco de ellos,
y será como si nunca los hubiera rechazado,
pues soy el Señor, su Dios, que los escucha.
7 Los de Efraín serán como héroes,
animosos como después de haber bebido;
sus hijos se alegrarán al verlos,
saltará de júbilo en el Señor su corazón.
8 Los reuniré con un silbido,
pues yo soy quien los ha rescatado,
y serán tan numerosos como antes.
9 Yo los dispersaré entre las naciones,
pero me recordarán estando lejos,
criarán hijos y regresarán.
10 Haré que vuelvan de Egipto,
los recogeré de Asiria
para traerlos a Galaad y al Líbano,
y ni aún así tendrán sitio suficiente.
11 Atravesarán el mar de la angustia,
mientras el Señor golpeará las olas del mar
y el cauce del río quedará seco.
Será abatido el orgullo de Asiria
y el poder de Egipto acabará.
12 Cifrarán su fuerza en el Señor
y en su nombre avanzarán,
—oráculo del Señor—.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España