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15-16 El faraón, rey de Egipto, ordenó a las parteras que atendían a las mujeres hebreas (dos de las cuales se llamaban Sifrá y Fuvá) que se fijaran en el sexo del bebé a la hora de nacer, y que mataran a todos los niños hebreos en cuanto nacieran, y que dejaran con vida sólo a las niñas. 17 Pero las parteras tenían temor de Dios y desobedecieron al faraón, pues permitían que los niños vivieran.

18 El faraón las citó para que se presentaran delante de él, y les preguntó:

―¿Por qué me han desobedecido y han dejado vivir a los niños?

19 ―Señor —dijeron ellas—, las mujeres hebreas no son como las egipcias, son tan vigorosas que dan a luz antes de que nosotras lleguemos.

20 Dios bendijo a las parteras por haber favorecido a su pueblo. Así que los israelitas siguieron multiplicándose, hasta llegar a ser una nación poderosa. 21 Y como las parteras tuvieron temor de Dios, él les permitió tener muchos hijos.

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