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Ay de Efraín

28 ¡Ay de la altiva corona de los borrachos de Efraín,
    de la flor marchita de su gloriosa hermosura,
que está sobre la cumbre de un valle fértil!
    ¡Ay de los abatidos por el vino!
Mirad, el Señor cuenta con alguien
    que es fuerte y poderoso:
Este echará todo por tierra con violencia,
    como tormenta de granizo,
    como tempestad destructora,
    como tormenta de aguas torrenciales,
    como torrente desbordado.
La altiva corona de los borrachos de Efraín
    será pisoteada.
Esa flor marchita de su gloriosa hermosura,
    sobre la cumbre de un valle fértil,
será como higo maduro antes de la cosecha:
    apenas alguien lo ve y lo tiene en la mano,
    se lo traga.

En aquel día el Señor Todopoderoso
    será una hermosa corona,
una diadema gloriosa
    para el remanente de su pueblo.
Él infundirá espíritu de justicia
    al que se sienta en el tribunal,
y valor a los que rechazan
    los asaltos a la puerta.

También sacerdotes y profetas
    se tambalean por el vino,
    trastabillan a causa del licor;
quedan aturdidos con el vino,
    tropiezan a causa del licor.
Cuando tienen visiones, titubean;
    cuando toman decisiones, vacilan.
¡Sí, regadas de vómito están todas las mesas,
    y no queda limpio ni un solo lugar!

«¿A quién creen que están enseñando?
    ¿A quién le están explicando su mensaje?
¿Creen que somos niños recién destetados,
    que acaban de dejar el pecho?
10 ¿Niños que repiten:
    “a-b-c-d-e, a-e-i-o-u,
    un poquito aquí, un poquito allá”?»[a]

11 Pues bien, Dios hablará a este pueblo
    con labios burlones y lenguas extrañas,
12 pueblo al que dijo:
    «Este es el lugar de descanso;
    que descanse el fatigado»;
y también:
    «Este es el lugar de reposo».
    ¡Pero no quisieron escuchar!
13 Pues la palabra del Señor
    para ellos será también:
    «a-b-c-d-e, a-e-i-o-u,
    un poquito aquí, un poquito allá».
Para que se vayan de espaldas cuando caminen,
    y queden heridos, enredados y atrapados.

14 Por tanto, gobernantes insolentes
    de este pueblo de Jerusalén,
    escuchad la palabra del Señor:

15 Vosotros decís: «Hemos hecho un pacto con la muerte,
    hemos hecho una alianza con el sepulcro.
Cuando venga una calamidad abrumadora,
    no nos podrá alcanzar,
porque hemos hecho de la mentira nuestro refugio
    y del engaño nuestro escondite».

16 Por eso dice el Señor omnipotente:

«¡Yo pongo en Sión una piedra probada!,
    piedra angular y preciosa para un cimiento firme;
    el que confíe no andará desorientado.
17 Pondré como nivel la justicia,
    y la rectitud como plomada.
El granizo arrasará el refugio de la mentira,
    y las aguas inundarán el escondite.
18 Se anulará el pacto que hicisteis con la muerte,
    quedará sin efecto vuestra alianza con el sepulcro.
Cuando venga la calamidad abrumadora,
    a vosotros os aplastará.
19 Cada vez que pase, os arrebatará;
    pasará mañana tras mañana, de día y de noche».

La comprensión de este mensaje
    causará terror absoluto.
20 La cama es demasiado estrecha para estirarse en ella,
    la manta es demasiado corta para envolverse en ella.
21 Sí, el Señor se levantará como en el monte Perasín,
    se moverá como en el valle de Gabaón;
para llevar a cabo su extraña obra,
    para realizar su insólita tarea.
22 Ahora bien, dejad de burlaros,
    no sea que se aprieten más vuestras cadenas;
porque me ha hecho saber el Señor,
    el Señor Todopoderoso,
acerca de la destrucción decretada
    contra todo el país.

23 Escuchad, oíd mi voz;
    prestad atención, oíd mi palabra:
24 Cuando un agricultor ara para sembrar,
    ¿lo hace sin descanso?
¿Se pasa todos los días rompiendo y rastrillando su terreno?
25 Después de que ha emparejado la superficie,
    ¿no siembra eneldo y esparce comino?
¿No siembra trigo en hileras,[b]
    cebada en el lugar debido,
    y centeno en las orillas?
26 Es Dios quien lo instruye
    y le enseña cómo hacerlo.

27 Porque no se trilla el eneldo con rastrillo,
    ni sobre el comino se pasa una rueda de carreta,
sino que el eneldo se golpea con una vara,
    y el comino con un palo.
28 El grano se tritura, pero no demasiado,
    ni tampoco se trilla sin descanso.
Se le pasan las ruedas de la carreta,
    pero los caballos no lo trituran.
29 También esto viene del Señor Todopoderoso,
    admirable por su consejo
    y magnífico por su sabiduría.

Ay de la Ciudad de David

29 ¡Ay, Ariel, Ariel,
    ciudad donde acampó David!
Añadid a un año otro año más,
    y que prosiga el ciclo de las fiestas.
Pero a Ariel la sitiaré;
    habrá llanto y lamento,
    y será para mí como un brasero del altar.[c]
Acamparé contra ti, y te rodearé;
    te cercaré con empalizadas,
    y levantaré contra ti torres de asalto.
Humillada, desde el suelo elevarás tu voz;
    tu palabra apenas se levantará del polvo.
Saldrá tu voz de la tierra
    como si fuera la de un fantasma;
tu palabra, desde el polvo,
    apenas será un susurro.

Pero la multitud de tus enemigos
    quedará hecha polvo fino,
y la multitud de despiadados
    será como la paja que se lleva el viento.
De repente, en un instante,
    vendrá contra ti el Señor Todopoderoso;
vendrá con truenos, terremotos
    y gran estruendo,
vendrá con una violenta tormenta
    y con devoradoras llamas de fuego.
La multitud de todas las naciones
    que batallan contra Ariel,
todos los que luchan contra ella
    y contra su fortaleza,
aquellos que la asedian,
    serán como un sueño,
    como una visión nocturna.
Como el hambriento que sueña que está comiendo,
    pero despierta y aún tiene hambre;
como el sediento que sueña que está bebiendo,
    pero despierta y la sed le reseca la garganta.
Así sucederá con la multitud de todas las naciones
    que luchan contra el monte Sión.

Perded el juicio, quedaos pasmados,
    perded la vista, quedaos ciegos;
embriagaos, pero no con vino;
    tambaleaos, pero no por el licor.
10 El Señor ha derramado sobre vosotros
    un espíritu de profundo sueño;
a los profetas les cubrió los ojos,
    a los videntes les tapó la cara.

11 Para vosotros, toda esta visión no es otra cosa que palabras en un rollo de pergamino sellado. Si le dan el rollo a alguien que sepa leer, y le dicen: «Lee esto, por favor», este responderá: «No puedo hacerlo; está sellado». 12 Y, si le dan el rollo a alguien que no sepa leer, y le dicen: «Lee esto, por favor», este responderá: «No sé leer».

13 El Señor dice:

«Este pueblo me alaba con la boca
    y me honra con los labios,
    pero su corazón está lejos de mí.
Su adoración no es más que un mandato
    enseñado por hombres.
14 Por eso, una vez más asombraré a este pueblo
    con prodigios maravillosos;
perecerá la sabiduría de sus sabios,
    y se esfumará la inteligencia de sus inteligentes».
15 ¡Ay de los que, para esconder sus planes,
    se ocultan del Señor en las profundidades;
cometen sus fechorías en la oscuridad, y piensan:
    «¿Quién nos ve? ¿Quién nos conoce?»!
16 ¡Qué manera de falsear las cosas!
    ¿Acaso el alfarero es igual al barro?
¿Puede un objeto decir del que lo modeló:
    «Él no me hizo»?
¿Puede una vasija decir de su alfarero:
    «Él no entiende nada»?

17 Muy pronto el Líbano
    se convertirá en campo fértil,
    y el campo fértil se convertirá en bosque.
18 En aquel día podrán los sordos
    oír la lectura del rollo,
y los ojos de los ciegos podrán ver
    desde la oscuridad y la penumbra.
19 Los pobres volverán a alegrarse en el Señor,
    los más necesitados se regocijarán en el Santo de Israel.
20 Se desvanecerán los despiadados,
    desaparecerán los insolentes,
y todos los que no duermen para hacer el mal
    serán exterminados;
21 los que con una palabra hacen culpable a una persona,
    los que en el tribunal ponen trampas al defensor
    y con engaños perjudican al indefenso.

22 Por eso, el Señor, el redentor de Abraham, dice así a los descendientes de Jacob:

«Jacob ya no será avergonzado,
    ni palidecerá su rostro.
23 Cuando él vea a sus hijos,
    y la obra de mis manos en medio de él,
todos ellos santificarán mi nombre;
    santificarán al Santo de Jacob,
    y temerán al Dios de Israel.
24 Los de espíritu extraviado recibirán entendimiento;
    y los murmuradores aceptarán ser instruidos».

Ay de la nación obstinada

30 El Señor ha dictado esta sentencia:

«Ay de los hijos rebeldes
    que ejecutan planes que no son míos,
que hacen alianzas contrarias a mi Espíritu,
    que amontonan pecado sobre pecado,
que bajan a Egipto sin consultarme,
    que se acogen a la protección de Faraón,
    y se refugian bajo la sombra de Egipto.
¡La protección de Faraón será su vergüenza!
    ¡El refugiarse bajo la sombra de Egipto, su humillación!
Aunque en Zoán tengan funcionarios,
    y a Janés hayan llegado sus mensajeros,
todos quedarán avergonzados
    por culpa de un pueblo que les resulta inútil,
que no les brinda ninguna ayuda ni provecho,
    sino solo vergüenza y frustración».

Esta es la sentencia que se ha dictado contra los animales del Néguev:

Por tierra de dificultades y angustias,
    de leones y leonas,
    de víboras y serpientes voladoras,
llevan ellos a lomos de burro
    las riquezas de esa nación inútil,
    y sus tesoros, sobre jorobas de camellos.
La ayuda de Egipto no sirve para nada;
    por eso la llamo: «Rahab, la inmóvil».

Ve, pues, delante de ellos,
    y grábalo en una tablilla.
Escríbelo en un rollo de cuero,
    para que en los días venideros
    quede como un testimonio eterno.
Porque este es un pueblo rebelde;
    son hijos engañosos,
hijos que no quieren escuchar
    la ley del Señor.
10 A los videntes les dicen:
    «¡No tengáis más visiones!»,
y a los profetas:
    «¡No nos sigáis profetizando la verdad!
Decidnos cosas agradables,
    profetizad ilusiones.
11 ¡Apartaos del camino,
    retiraos de esta senda,
y dejad de enfrentarnos
    con el Santo de Israel!»

12 Así dice el Santo de Israel:

«Vosotros habéis rechazado esta palabra;
    habéis confiado en la opresión y en la perversidad,
    y os habéis apoyado en ellas.
13 Por eso vuestra iniquidad se alzará frente a vosotros
    como un muro alto y agrietado,
    a punto de derrumbarse:
    ¡de repente, en un instante, se desplomará!
14 Vuestra iniquidad quedará hecha pedazos,
    hecha añicos sin piedad, como vasija de barro:
    ni uno solo de sus pedazos servirá
    para sacar brasas del fuego
    ni agua de una cisterna».

15 Porque así dice el Señor omnipotente, el Santo de Israel:

«En el arrepentimiento y la calma está vuestra salvación,
    en la serenidad y la confianza está vuestra fuerza,
    ¡pero vosotros no lo queréis reconocer!
16 Os resistís y decís: “Huiremos a caballo”.
    ¡Por eso, así tendréis que huir!
Decís: “Cabalgaremos sobre caballos veloces”.
    ¡Por eso, veloces serán vuestros perseguidores!
17 Ante la amenaza de uno solo,
    mil de vosotros saldrán huyendo;
ante la amenaza de cinco,
    huiréis todos vosotros.
Quedaréis abandonados
    como un mástil en la cima de una montaña,
    como una señal sobre una colina».

18 Por eso el Señor os espera, para tener piedad de vosotros;
    por eso se levanta para mostraros compasión.
Porque el Señor es un Dios de justicia.
    ¡Dichosos todos los que en él esperan!

19 Pueblo de Sión, que habitas en Jerusalén, ya no llorarás más. ¡El Dios de piedad se apiadará de ti cuando clames pidiendo ayuda! Tan pronto como te oiga, te responderá. 20 Aunque el Señor te dé pan de adversidad y agua de aflicción, tu maestro no se esconderá más; con tus propios ojos lo verás. 21 Ya sea que te desvíes a la derecha o a la izquierda, tus oídos percibirán a tus espaldas una voz que te dirá: «Este es el camino; síguelo». 22 Entonces profanarás tus ídolos enchapados en plata y tus imágenes revestidas de oro; los arrojarás como cosa impura, y les dirás: «¡Fuera de aquí!»

23 El Señor te enviará lluvia para la semilla que siembres en la tierra, y el alimento que produzca la tierra será suculento y abundante. En aquel día tu ganado pacerá en extensas praderas. 24 Los bueyes y los burros que trabajan la tierra comerán el mejor forraje, aventado con bieldo y horquilla. 25 En el día de la gran masacre, cuando caigan las torres, habrá arroyos y corrientes de agua en toda montaña alta y en toda colina elevada. 26 Cuando el Señor ponga una venda en la fractura de su pueblo y sane las heridas que le causó, brillará la luna como el sol, y será la luz del sol siete veces más intensa, como la luz de siete días enteros.

27 ¡Mirad! El nombre del Señor viene de lejos,
    con ardiente ira y densa humareda.
Sus labios están llenos de furor;
    su lengua es como un fuego consumidor.
28 Su aliento es cual torrente desbordado
    que llega hasta el cuello,
para zarandear a las naciones
    en la zaranda destructora.
Pone en las quijadas de los pueblos
    un freno que los desvía.
29 Vosotros cantaréis como en noche de fiesta solemne;
    vuestro corazón se alegrará,
como cuando uno sube con flautas
    a la montaña del Señor,
    a la Roca de Israel.
30 El Señor hará oír su majestuosa voz,
    y descargará su brazo:
con rugiente ira y llama de fuego consumidor,
    con aguacero, tormenta y granizo.
31 La voz del Señor quebrantará a Asiria;
    la golpeará con su bastón.
32 Cada golpe que el Señor descargue sobre ella
    con su vara de castigo
será al son de panderos y de arpas;
    agitando su brazo, peleará contra ellos.
33 Porque Tofet[d] está preparada desde hace tiempo;
    está dispuesta incluso para el rey.
Se ha hecho una pira de fuego profunda y ancha,
    con abundancia de fuego y leña;
el soplo del Señor la encenderá
    como un torrente de azufre ardiente.

Ay de los que confían en Egipto

31 ¡Ay de los que descienden a Egipto en busca de ayuda,
    de los que se apoyan en la caballería,
de los que confían en la multitud de sus carros de guerra
    y en la gran fuerza de sus jinetes,
pero no tienen en cuenta al Santo de Israel,
    ni buscan al Señor!
Sin embargo, el Señor es también sabio,
    y traerá calamidad,
    y no se retractará de sus palabras.
Se levantará contra la dinastía de los malvados,
    contra los que ayudan a los malhechores.
Los egipcios, en cambio, son hombres y no dioses;
    sus caballos son carne y no espíritu.
Cuando el Señor extienda su mano,
    tropezará el que presta ayuda
y caerá el que la recibe.
    ¡Todos juntos perecerán!

Porque así me dice el Señor:

«Como león que gruñe sobre la presa
    cuando contra él se reúne
    toda una cuadrilla de pastores;
como cachorro de león
    que no se asusta por sus gritos
    ni se inquieta por su tumulto,
así también el Señor Todopoderoso
    descenderá para combatir
    sobre el monte Sión, sobre su cumbre.
Como aves que revolotean sobre el nido,
    así también el Señor Todopoderoso
    protegerá a Jerusalén;
la protegerá y la librará,
    la defenderá y la rescatará».

Israelitas, ¡volveos a aquel contra quien os habéis rebelado tan abiertamente! Porque en aquel día cada uno de vosotros rechazará los ídolos de plata y oro que vuestras propias manos pecadoras fabricaron.

«Asiria caerá a espada, pero no de hombre;
    una espada, pero no de hombre, la consumirá.
Huirá para escapar de la espada,
    y sus jóvenes serán sometidos a trabajos forzados.
A causa del terror caerá su fortaleza;
    ¡sus jefes dejarán abandonada su bandera!»
Lo afirma el Señor,
    cuyo fuego está en Sión,
    y cuyo horno está en Jerusalén.

El reino de justicia

32 Mirad, un rey reinará con rectitud
    y los gobernantes gobernarán con justicia.
Cada uno será como un refugio contra el viento,
    como un resguardo contra la tormenta;
como arroyos de agua en tierra seca,
    como la sombra de un peñasco en el desierto.

No se nublarán los ojos de los que ven;
    prestarán atención los oídos de los que oyen.
La mente impulsiva comprenderá y entenderá,
    la lengua tartamuda hablará con fluidez y claridad.
Ya no se llamará noble al necio
    ni será respetado el canalla.
Porque el necio profiere necedades,
    y su mente maquina iniquidad;
practica la impiedad,
    y habla falsedades contra el Señor;
deja con hambre al hambriento,
    y le niega el agua al sediento.
El canalla recurre a artimañas malignas,
    y trama designios infames;
destruye a los pobres con mentiras,
    aunque el necesitado reclama justicia.
El noble, por el contrario,
    concibe nobles planes,
    y en sus nobles acciones se afirma.

Las mujeres de Jerusalén

Mujeres despreocupadas,
    ¡levantaos y escuchadme!
Hijas que os sentís tan confiadas,
    ¡prestad atención a lo que voy a deciros!
10 Vosotras, que os sentís tan confiadas,
    en poco más de un año temblaréis;
porque fallará la vendimia,
    y no llegará la cosecha.
11 Mujeres despreocupadas, ¡estremeceos!
    Vosotras, que os sentís tan confiadas,
    ¡poneos a temblar!
Desvestíos, desnudaos;
    poneos ropa de luto.
12 Golpeaos el pecho,
    por los campos agradables,
    por los viñedos fértiles,
13 por el suelo de mi pueblo
    cubierto de espinos y de zarzas,
por todas las casas donde hay alegría
    y por esta ciudad donde hay diversión.
14 La fortaleza será abandonada,
    y desamparada la ciudad populosa;
para siempre convertidas en cuevas
    quedarán la ciudadela y la atalaya;
convertidas en deleite de asnos,
    en pastizal de rebaños,
15 hasta que desde lo alto
    el Espíritu sea derramado sobre nosotros.
Entonces el desierto se volverá un campo fértil,
    y el campo fértil se convertirá en bosque.
16 La justicia morará en el desierto,
    y en el campo fértil habitará la rectitud.
17 El producto de la justicia será la paz;
    tranquilidad y seguridad perpetuas serán su fruto.
18 Mi pueblo habitará en un lugar de paz,
    en moradas seguras,
    en serenos lugares de reposo.
19 Aunque el granizo arrase el bosque
    y la ciudad sea completamente allanada,
20 ¡dichosos vosotros,
    los que sembráis junto al agua,
    y dejáis sueltos al buey y al asno!

Angustia y auxilio

33 ¡Ay de ti, destructor, que no has sido destruido!
    ¡Ay de ti, traidor, que no has sido traicionado!
Cuando dejes de destruir, te destruirán;
    cuando dejes de traicionar, te traicionarán.

Señor, ten compasión de nosotros;
    pues en ti esperamos.
Sé nuestra fortaleza[e] cada mañana,
    nuestra salvación en tiempo de angustia.
Al estruendo de tu voz, huyen los pueblos;
    cuando te levantas, se dispersan las naciones.
Vuestros despojos se recogen
    como si fueran devorados por orugas;
sobre ellos se lanza el enemigo
    como una nube de langostas.

Exaltado es el Señor porque mora en las alturas,
    y llena a Sión de justicia y rectitud.
Él será la seguridad de tus tiempos,
    te dará en abundancia salvación, sabiduría y conocimiento;
    el temor del Señor será tu tesoro.

¡Mirad cómo gritan sus valientes en las calles!
    ¡amargamente lloran los mensajeros de paz!
Los caminos están desolados,
    nadie transita por los senderos.
El pacto se ha quebrantado,
    se desprecia a los testigos,[f]
    ¡a nadie se respeta!
La tierra está de luto y languidece;
    el Líbano se avergüenza y se marchita;
Sarón es como un desierto;
    Basán y el Carmelo pierden su follaje.

10 «Ahora me levantaré —dice el Señor—.
    Ahora seré exaltado,
    ahora seré ensalzado.
11 Vosotros concebís cizaña
    y dais a luz paja;
¡pero el fuego de mi aliento os consumirá!
12 Los pueblos serán calcinados,
    como espinos cortados arderán en el fuego».

13 Vosotros, que estáis lejos,
    oíd lo que he hecho;
y vosotros, que estáis cerca,
    reconoced mi poder.
14 Los pecadores están aterrados en Sión;
    el temblor atrapa a los impíos:
«¿Quién de nosotros puede habitar
    en el fuego consumidor?
¿Quién de nosotros puede habitar
    en la hoguera eterna?»
15 Solo el que procede con justicia
    y habla con rectitud,
el que rechaza la ganancia de la extorsión
    y se sacude las manos para no aceptar soborno,
el que no presta oído a las conjuras de asesinato
    y cierra los ojos para no contemplar el mal.
16 Este tal morará en las alturas;
    tendrá como refugio una fortaleza de rocas,
se le proveerá de pan,
    y no le faltará el agua.

17 Tus ojos verán al rey en su esplendor
    y contemplarán una tierra que se extiende hasta muy lejos.
18 Dentro de ti meditarás acerca del terror, y dirás:
    «¿Dónde está el contable?
¿Dónde el recaudador de impuestos?
    ¿Dónde el que lleva el registro de las torres?»
19 No verás más a ese pueblo insolente,
    a ese pueblo de idioma confuso,
    de lengua extraña e incomprensible.

20 Mira a Sión, la ciudad de nuestras fiestas;
    tus ojos verán a Jerusalén,
morada apacible, campamento bien plantado;
    sus estacas jamás se arrancarán,
    ni se romperá ninguna de sus sogas.
21 Allí el Señor nos mostrará su poder.
    Será como un lugar de anchos ríos y canales.
Ningún barco de remos surcará sus aguas,
    ni barcos poderosos navegarán por ellas.
22 Porque el Señor es nuestro guía;
    el Señor es nuestro gobernante.
El Señor es nuestro rey:
    ¡Él nos salvará!

23 Tus cuerdas se han aflojado:
    No sostienen el mástil con firmeza
    ni se despliegan las velas.
Abundante botín habrá de repartirse,
    y aun los cojos se dedicarán al saqueo.
24 Ningún habitante dirá: «Estoy enfermo»;
    y se perdonará la iniquidad del pueblo que allí habita.

Juicio contra las naciones

34 Naciones, ¡acercaos a escuchar!
    Pueblos, ¡prestad atención!
¡Que lo oiga la tierra, y todo lo que hay en ella;
    el mundo, y todo lo que él produce!
El Señor está enojado con todas las naciones,
    airado con todos sus ejércitos.
Él los ha destruido por completo,
    los ha entregado a la matanza.
Serán arrojados sus muertos,
    hedor despedirán sus cadáveres,
    su sangre derretirá las montañas.
Se desintegrarán todos los astros del cielo
    y se enrollará el cielo como un pergamino;
toda la multitud de astros perderá su brillo,
    como lo pierde la hoja marchita de la vid,
    o los higos secos de la higuera.

Mi espada se ha embriagado en el cielo;
    mirad cómo desciende en juicio sobre Edom,
    pueblo que he condenado a la destrucción total.
La espada del Señor está bañada en sangre,
    en la sangre de cabras y corderos;
cubierta está de grasa,
    de la grasa de los riñones de carneros.
Porque el Señor celebra un sacrificio en Bosra
    y una gran matanza en tierra de Edom.
Y con ellos caerán los búfalos,
    los terneros y los toros.
Su tierra quedará empapada en sangre,
    y su polvo se llenará de grasa.

Porque el Señor celebra un día de venganza,
    un año de desagravio
    para defender la causa de Sión.
Los arroyos de Edom se volverán ríos de brea,
    su polvo se convertirá en azufre
    y ardiente brea se volverá su tierra.
10 Ni de día ni de noche se extinguirá,
    y su humo subirá por siempre.
Quedará desolada por todas las generaciones;
    nunca más transitará nadie por ella.
11 Se adueñarán de ella el pelícano y el erizo;
    anidarán allí el búho y el cuervo.
Dios extenderá sobre Edom
    el cordel del caos
    y la plomada de la desolación.
12 Sus nobles no tendrán allí
    nada que pueda llamarse reino;
    todos sus príncipes desaparecerán.
13 Los espinos invadirán sus palacios;
    las ortigas y las zarzas, sus fortalezas.
Se volverá guarida de chacales
    y nido de avestruces.
14 Las fieras del desierto se juntarán con las hienas,
    y las cabras monteses se llamarán unas a otras;
allí también reposarán las aves nocturnas
    y encontrarán un lugar de descanso.
15 Allí el búho anidará y pondrá sus huevos;
    bajo sus alas incubará y cuidará a sus crías.
También allí se reunirán los buitres,
    cada cual con su pareja.

16 Consultad el libro del Señor y leed:

Ninguno de estos animales faltará;
    cada cual tendrá su pareja.
El Señor mismo ha dado la orden,
    y su Espíritu los ha de reunir.
17 Él les ha asignado sus lugares;
    su mano les señaló su territorio.
Ellos los poseerán para siempre,
    y morarán allí por todas las generaciones.

La alegría de los redimidos

35 Se alegrarán el desierto y el sequedal;
    se regocijará el desierto
    y florecerá como el azafrán.
Florecerá y se regocijará:
    ¡gritará de alegría!
Se le dará la gloria del Líbano,
    y el esplendor del Carmelo y de Sarón.
Ellos verán la gloria del Señor,
    el esplendor de nuestro Dios.

Fortaleced las manos débiles,
    afirmad las rodillas temblorosas;
decid a los de corazón temeroso:
    «Sed fuertes, no tengáis miedo.
Vuestro Dios vendrá,
    vendrá con venganza;
con retribución divina
    vendrá a salvaros».

Se abrirán entonces los ojos de los ciegos
    y se destaparán los oídos de los sordos;
saltará el cojo como un ciervo,
    y gritará de alegría la lengua del mudo.
Porque aguas brotarán en el desierto,
    y torrentes en el sequedal.
La arena ardiente se convertirá en estanque,
    la tierra sedienta, en manantiales burbujeantes.
Las guaridas donde se tendían los chacales
    serán morada de juncos y papiros.

Habrá allí una calzada
    que será llamada Camino de santidad.
No viajarán por ella los impuros,
    ni transitarán por ella los necios;
    será solo para los que siguen el camino.
No habrá allí ningún león,
    ni bestia feroz que por él pase;
¡Allí no se los encontrará!
    ¡Por allí pasarán solamente los redimidos!
10 Y volverán los rescatados por el Señor,
    y entrarán en Sión con cantos de alegría,
    coronados de una alegría eterna.
Los alcanzarán la alegría y el regocijo,
    y se alejarán la tristeza y el gemido.

Footnotes

  1. 28:10 Versículo de difícil traducción (posiblemente remedo burlón de una lección de abecedario); también en v. 13.
  2. 28:25 hileras. Palabra de difícil traducción.
  3. 29:2 un brasero del altar. Esta frase traduce una palabra hebrea que es idéntica al nombre Ariel.
  4. 30:33 Tofet. Lugar de incineración, cercano a Jerusalén.
  5. 33:2 nuestra fortaleza (Siríaca, Targum y Vulgata); la fortaleza de ellos (TM).
  6. 33:8 los testigos (Qumrán); las ciudades (TM).