Génesis 1-8
La Palabra (España)
I.— ORIGEN DEL MUNDO Y DE LOS SERES HUMANOS (1—11)
Primer relato de la creación (1,1—2,4a)
1 Cuando Dios, en el principio,
creó los cielos y la tierra,
2 la tierra era una masa caótica
y las tinieblas cubrían el abismo,
mientras un viento impetuoso
sacudía la superficie de las aguas.
3 Entonces dijo Dios:
— ¡Que exista la luz!
Y la luz existió.
4 Al ver Dios que la luz era buena,
la separó de las tinieblas,
5 llamando a la luz “día”
y a las tinieblas, “noche”.
Vino la noche, llegó la mañana:
ese fue el primer día.
6 Y dijo Dios:
— ¡Que exista el firmamento
y separe unas aguas de otras!
7 Y así sucedió.
Hizo Dios el firmamento
y separó las aguas que están abajo,
de las aguas que están arriba.
8 Y Dios llamó “cielo” al firmamento.
Vino la noche, llegó la mañana:
ese fue el segundo día.
9 Y dijo Dios:
— ¡Que las aguas debajo del cielo
se reúnan en un solo lugar,
para que aparezca lo seco!
Y así sucedió.
10 Dios llamó “tierra” a lo seco
y al conjunto de aguas lo llamó “mar”.
Y vio Dios que esto era bueno.
11 Y dijo Dios:
— ¡Que la tierra se cubra de vegetación;
que esta produzca plantas con semilla,
y árboles que den fruto con semilla,
cada uno según su especie!
Y así sucedió.
12 Brotó de la tierra vegetación:
plantas con semilla
y árboles con su fruto y su semilla,
todos según su especie.
Y vio Dios que esto era bueno.
13 Vino la noche, llegó la mañana:
ese fue el tercer día.
14 Y dijo Dios:
— ¡Que haya lumbreras en el firmamento
para separar el día de la noche,
para distinguir las estaciones,
y señalar los días y los años;
15 para que luzcan en el firmamento
y así alumbrar la tierra!
Y sucedió así.
16 Hizo Dios los dos grandes astros:
el astro mayor para regir el día,
y el menor para regir la noche.
También hizo las estrellas.
17 Dios puso en el firmamento
astros que alumbraran la tierra:
18 los hizo para regir el día y la noche,
para separar la luz de las tinieblas.
Y vio Dios que esto era bueno.
19 Vino la noche, llegó la mañana:
ese fue el cuarto día.
20 Y dijo Dios:
— ¡Rebosen las aguas de seres vivos,
y que las aves vuelen sobre la tierra
a lo ancho de todo el firmamento!
21 Y creó Dios los grandes animales marinos,
y todos los seres vivientes
que se mueven y pululan en las aguas;
y creó también todas las aves,
todas según su especie.
Vio Dios que esto era bueno,
22 y los bendijo con estas palabras:
“Sed fecundos y multiplicaos;
llenad las aguas de los mares
y que igualmente las aves
se multipliquen sobre la tierra”.
23 Vino la noche, llegó la mañana:
ese fue el quinto día.
24 Y dijo Dios:
— Que produzca la tierra seres vivientes:
animales domésticos, reptiles
y animales salvajes, todos por especies.
Y sucedió así.
25 Dios hizo los animales salvajes,
los animales domésticos
y todos los reptiles del campo,
cada uno según su especie.
Vio Dios que esto era bueno.
26 Dijo entonces Dios:
— Hagamos al ser humano
a nuestra imagen y semejanza
para que domine sobre los peces del mar
y sobre las aves del cielo;
sobre los animales domésticos,
sobre los animales salvajes
y sobre todos los reptiles
que se arrastran por el suelo.
27 Y creó Dios al ser humano a su imagen;
a imagen de Dios lo creó;
hombre y mujer los creó.
28 Y los bendijo Dios diciéndoles:
“Sed fecundos y multiplicaos;
llenad la tierra y sometedla;
dominad sobre los peces del mar,
sobre las aves del cielo
y sobre todos los reptiles
que se arrastran por el suelo”.
29 Les dijo también:
“Os confío todas las plantas
que en la tierra engendran semilla,
y todos los árboles con su fruto y su semilla;
ellos os servirán de alimento”.
30 A todos los animales de la tierra,
y a todas las aves del cielo,
y a todos los seres vivientes
que se arrastran por la tierra,
la hierba verde les servirá de alimento.
Y así sucedió.
31 Y vio Dios todo lo que había hecho,
y todo era muy bueno.
Vino la noche, llegó la mañana:
ese fue el sexto día.
2 Así quedaron concluidos el cielo y la tierra y todo lo que hay en ellos. 2 Para el séptimo día Dios había concluido su obra y descansó el día séptimo de todo lo que había hecho. 3 Y bendijo Dios el día séptimo y lo declaró día sagrado, porque en ese día descansó Dios de toda su obra creadora. 4 Esta es la historia de la creación del cielo y de la tierra.
Segundo relato de la creación (2,4b—3,24)
Cuando Dios, el Señor, hizo la tierra y el cielo 5 no había aún arbustos en la tierra ni la hierba había brotado, porque Dios, el Señor, todavía no había hecho llover sobre la tierra ni existía nadie que cultivase el suelo; 6 sin embargo, de la propia tierra brotaba un manantial que regaba toda la superficie del suelo. 7 Entonces Dios, el Señor, modeló al hombre de arcilla del suelo, sopló en su nariz aliento de vida y el hombre se convirtió en un ser viviente.
8 Dios, el Señor, plantó un jardín en Edén, al oriente, y puso allí al hombre que había modelado. 9 Dios, el Señor, hizo brotar del suelo toda clase de árboles hermosos de ver y de frutos apetitosos. Además, hizo crecer el árbol de la vida en medio del jardín, y el árbol del conocimiento del bien y del mal.
10 En Edén nacía un río que regaba el jardín y desde allí se dividía en cuatro brazos: 11 el primero se llama Pisón y rodea toda la región de Javilá, donde hay oro. 12 (El oro de esa región es excelente, y también se dan allí bedelio y ónice). 13 El segundo se llama Guijón, y rodea la región de Cus. 14 El tercero se llama Tigris y pasa al este de Asur. El cuarto es el Éufrates.
15 Dios, el Señor, tomó al hombre y lo puso en el jardín de Edén para que lo cultivara y lo cuidara. 16 Y le dio esta orden:
— Puedes comer del fruto de todos los árboles que hay en el jardín, 17 excepto del árbol del bien y del mal. No comas del fruto de ese árbol, porque el día en que comas de él, tendrás que morir.
18 Luego Dios, el Señor, se dijo:
— No es conveniente que el hombre esté solo; voy, pues, a hacerle una ayuda adecuada. 19 Entonces Dios, el Señor, modeló con arcilla del suelo todos los animales terrestres y todas las aves del cielo, y se los llevó al hombre para que les pusiera nombre, porque todos los seres vivos llevarían el nombre que él les pusiera. 20 El hombre puso nombre a todos los animales domésticos, a todas las aves y a todos los animales salvajes. Sin embargo, no encontró entre ellos la ayuda adecuada para sí. 21 Entonces Dios, el Señor, hizo caer al hombre en un profundo sueño y, mientras dormía, le sacó una de sus costillas y rellenó con carne el hueco dejado. 22 De la costilla que le había sacado al hombre, Dios, el Señor, formó una mujer, y se la presentó al hombre 23 que, al verla, exclamó:
— ¡Esta sí que es hueso de mis huesos
y carne de mi carne!
Se llamará varona,
porque del varón fue sacada.
24 Por eso el hombre deja a su padre y a su madre, se une a su mujer y los dos se hacen uno solo.
25 Los dos, el hombre y su mujer, estaban desnudos, pero no sentían vergüenza de verse así.
El pecado y sus consecuencias
3 La serpiente, el más astuto de todos los animales del campo que Dios, el Señor, había hecho, entabló conversación con la mujer diciendo:
— ¿Conque Dios os ha dicho que no comáis de ningún árbol del jardín?
2 La mujer le contestó:
— Podemos comer del fruto de todos los árboles del jardín; 3 únicamente nos ha prohibido comer o tocar el fruto del árbol que está en medio del jardín, porque moriríamos.
4 Pero la serpiente replicó a la mujer:
— De ninguna manera moriréis. 5 Dios sabe que, si un día coméis, se os abrirán los ojos y seréis iguales a él: conoceréis el bien y el mal.
6 Entonces la mujer se dio cuenta de lo hermoso que era el árbol, de lo deliciosos que eran sus frutos y lo tentador que era tener aquel conocimiento; así que tomó del fruto y comió, dándoselo seguidamente a su marido que estaba junto a ella y que también comió. 7 En aquel momento se les abrieron los ojos y descubrieron que estaban desnudos, por lo que entrelazaron unas hojas de higuera y se taparon con ellas.
8 Cuando el hombre y su mujer sintieron los pasos de Dios, el Señor, que estaba paseando por el jardín al fresco de la tarde, corrieron a esconderse entre los árboles del jardín para que Dios no los viera. 9 Pero Dios, el Señor, llamó al hombre diciendo:
— ¿Dónde estás?
10 El hombre contestó:
— Te oí en el jardín, tuve miedo porque estaba desnudo, y me escondí.
11 Entonces Dios, el Señor, le preguntó:
— ¿Y quién te dijo que estabas desnudo? ¿Acaso has comido del árbol del que te prohibí comer?
12 El hombre respondió:
— La mujer que me diste por compañera me ofreció de ese fruto y yo lo probé.
13 Entonces Dios, el Señor, preguntó a la mujer:
— ¿Por qué hiciste eso?
Ella respondió:
— La serpiente me engañó y comí.
14 Entonces Dios, el Señor, dijo a la serpiente:
— Por haber hecho esto,
maldita serás entre todos los animales,
tanto domésticos como salvajes.
De ahora en adelante te arrastrarás sobre tu vientre
y comerás polvo toda tu vida.
15 Pondré enemistad entre tú y la mujer,
entre tu descendencia y la suya.
Su descendencia te aplastará la cabeza,
y tú le morderás el talón.
16 A la mujer le dijo:
— Multiplicaré sobremanera
las molestias en tus embarazos,
y con dolor parirás a tus hijos.
Tendrás ansia de tu marido
y él te dominará.
17 Al hombre le dijo:
— Como hiciste caso a tu mujer
y comiste del árbol del que te prohibí comer,
la tierra va a ser maldita por tu culpa;
con fatiga sacarás de ella tu alimento
durante todo el tiempo de tu vida;
18 te producirá espinos y cardos,
y comerás hierba del campo.
19 Te ganarás el pan
con el sudor de tu frente,
hasta que vuelvas a la tierra
de la cual fuiste formado,
pues eres polvo,
y al polvo volverás.
20 El hombre puso a su mujer el nombre de Eva porque ella sería la madre de todo ser viviente. 21 Dios, el Señor, hizo para el hombre y su mujer ropas de piel, y los vistió. 22 Después, Dios, el Señor, se dijo: “El ser humano es ya como uno de nosotros, conocedor del bien y del mal; para ser inmortal sólo le falta extender la mano y comer del fruto del árbol de la vida”.
23 Así que Dios, el Señor, lo expulsó del jardín de Edén, para que labrase la tierra de la que había sido formado. 24 Y después de expulsarlo, puso al oriente del jardín de Edén a los querubines y a la espada llameante que se revolvía hacia todas partes para custodiar el acceso al árbol de la vida.
Caín y Abel
4 Adán se unió a Eva, su mujer, y ella concibió y dio a luz a Caín. Y dijo:
— He tenido un hombre gracias al Señor. 2 Después dio a luz a Abel, hermano de Caín. Abel se dedicó a criar ovejas, y Caín a labrar la tierra.
3 Al cabo de un tiempo, Caín presentó de los frutos del campo una ofrenda al Señor. 4 También Abel le ofreció las primeras y mejores crías de su rebaño.
El Señor miró con agrado a Abel y a su ofrenda, 5 pero no miró del mismo modo a Caín y a la suya. Entonces Caín se irritó sobremanera y puso mala cara. 6 El Señor le dijo:
— ¿Por qué te irritas? ¿Por qué has puesto esa cara? 7 Si obraras rectamente llevarías la cabeza bien alta; pero como actúas mal el pecado está agazapado a tu puerta, acechándote. Sin embargo, tú puedes dominarlo.
8 Caín propuso a su hermano Abel que fueran al campo y, una vez allí, Caín atacó a su hermano y lo mató. 9 El Señor le preguntó a Caín:
— ¿Dónde está tu hermano Abel?
Él respondió:
— No lo sé, ¿acaso soy yo el guardián de mi hermano?
10 Entonces el Señor replicó:
— ¡Qué has hecho! La sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra. 11 Por eso, ahora quedarás bajo la maldición de la tierra que ha abierto sus fauces para recibir la sangre de tu hermano que tú has derramado. 12 Aunque labres la tierra, no te volverá a dar sus frutos. Andarás por el mundo errante y vagabundo.
13 Caín respondió al Señor:
— Mi crimen es demasiado terrible para soportarlo. 14 Si hoy me condenas al destierro y a ocultarme de tu presencia, tendré que andar errante y vagabundo por el mundo, expuesto a que me mate cualquiera que me encuentre.
15 El Señor le dijo:
— ¡No será así! Si alguien mata a Caín deberá pagarlo multiplicado por siete.
Y el Señor marcó con una señal a Caín, para que no lo matase quien lo encontrara. 16 Caín se alejó de la presencia del Señor y fue a vivir al país de Nod, al este de Edén.
Descendientes de Caín
17 Caín se unió a su mujer, la cual concibió y dio a luz a Enoc. Luego Caín fundó una ciudad, a la que le puso el nombre de su hijo Enoc.
18 Enoc engendró a Irad, y este engendró a Mejuyael. Mejuyael engendró a Metusael, y este a Lámec. 19 Lámec tuvo dos mujeres: una de ellas se llamaba Adá y la otra Selá. 20 Adá dio a luz a Jabal, el antepasado de los pastores nómadas. 21 Jabal tuvo un hermano llamado Jubal, el antepasado de los que tocan la cítara y la flauta. 22 Selá, a su vez, dio a luz a Tubalcáin, forjador de herramientas de bronce y de hierro. Tubalcáin tuvo una hermana que se llamaba Naamá.
23 Un día, Lámec dijo a Adá y Selá, sus mujeres:
— Escuchadme mujeres de Lámec,
prestad atención a mis palabras:
He matado a un hombre por herirme
y a un muchacho por golpearme;
24 Si Caín ha de ser vengado siete veces,
Lámec lo será setenta y siete.
Set y su descendencia
25 Adán volvió a unirse a su mujer, y ella tuvo un hijo al que llamó Set, pues se dijo:
— Dios me ha concedido otro hijo en lugar de Abel, a quien mató Caín.
26 Set tuvo también un hijo al que llamó Enós. Desde entonces se comenzó a invocar el nombre del Señor.
Descendientes de Adán (1 Cr 1,1-4)
5 Esta es la lista de los descendientes de Adán.
Cuando Dios creó a los seres humanos, los hizo a su propia imagen, 2 varón y hembra los creó, los bendijo y les dio el nombre de “seres humanos” el día en que fueron creados.
3 Cuando Adán tenía ciento treinta años tuvo un hijo a su imagen y semejanza, a quien puso el nombre de Set. 4 Después del nacimiento de Set, Adán vivió ochocientos años más, tuvo otros hijos e hijas, 5 y a la edad de novecientos treinta años murió.
6 Set tenía ciento cinco años cuando engendró a Enós. 7 Después del nacimiento de Enós, Set vivió ochocientos siete años más, tuvo otros hijos e hijas, 8 y a la edad de novecientos doce años murió.
9 Enós tenía noventa años cuando engendró a Cainán. 10 Después del nacimiento de Cainán, Enós vivió ochocientos quince años más, tuvo otros hijos e hijas, 11 y a la edad de novecientos cinco años murió.
12 Cainán tenía setenta años cuando engendró a Malalel. 13 Después del nacimiento de Malalel, Cainán vivió ochocientos cuarenta años más, tuvo otros hijos e hijas, 14 y a la edad de novecientos diez años murió.
15 Malalel tenía sesenta y cinco años cuando engendró a Járed. 16 Después del nacimiento de Járed, Malalel vivió ochocientos treinta años más, tuvo otros hijos e hijas, 17 y a la edad de ochocientos noventa y cinco años murió.
18 Járed tenía ciento sesenta y dos años cuando engendró a Enoc. 19 Después del nacimiento de Enoc, Járed vivió ochocientos años más, tuvo otros hijos e hijas, 20 y a la edad de novecientos sesenta y dos años murió.
21 Enoc tenía sesenta y cinco años cuando engendró a Matusalén. 22 Enoc vivió de acuerdo con la voluntad de Dios. Después del nacimiento de Matusalén, Enoc vivió trescientos años y tuvo otros hijos e hijas. 23 En total Enoc vivió trescientos sesenta y cinco años. 24 Vivió, pues, Enoc de acuerdo con la voluntad de Dios y desapareció, porque Dios se lo llevó.
25 Matusalén tenía ciento ochenta y siete años cuando engendró a Lámec. 26 Después del nacimiento de Lámec, Matusalén vivió setecientos ochenta y dos años más, tuvo otros hijos e hijas, 27 y a la edad de novecientos sesenta y nueve años murió.
28 Lámec tenía ciento ochenta y dos años cuando engendró un hijo 29 al que llamó Noé, porque dijo: “Él será quien nos alivie de los trabajos y fatigas en el suelo que el Señor ha maldecido”.
30 Después del nacimiento de Noé, Lámec vivió quinientos noventa y cinco años más, tuvo otros hijos e hijas, 31 y a la edad de setecientos setenta y siete años murió.
32 Noé tenía quinientos años cuando engendró a Sem, Cam y Jafet.
Historia de Noé y sus hijos (6—11)
Causas del diluvio
6 Cuando los seres humanos comenzaron a multiplicarse sobre la tierra y tuvieron hijas, 2 los hijos de Dios, viendo que las hijas de los seres humanos eran hermosas, tomaron como mujeres a todas las que quisieron. 3 Entonces el Señor dijo:
— No voy a permitir que mi aliento de vida esté en el ser humano para siempre, porque él no es más que un simple mortal. Así que la duración de su vida será de ciento veinte años.
4 En aquellos tiempos —cuando los hijos de Dios se unieron con las hijas de los seres humanos y tuvieron descendencia con ellas—, e incluso después, habitaban la tierra gigantes. Ellos fueron los famosos héroes de los tiempos antiguos.
5 Y viendo el Señor que la maldad del ser humano crecía sin medida y que todos sus pensamientos tendían constantemente al mal, 6 le pesó haber creado al ser humano sobre la tierra. Entonces, con dolor de corazón, 7 dijo:
— Voy a borrar de la superficie de la tierra al ser humano que he creado, y también a los animales, reptiles y aves del cielo. ¡Cómo me arrepiento de haberlos creado!
8 Pero el Señor se apiadó de Noé.
Noé construye el arca
9 Esta es la historia de Noé.
Noé era un hombre justo y honrado entre sus contemporáneos que vivía de acuerdo con la voluntad de Dios. 10 Tuvo tres hijos: Sem, Cam y Jafet.
11 La tierra estaba corrompida a los ojos de Dios y llena de violencia, 12 pues toda la gente se había pervertido. Al ver Dios tanta corrupción en la tierra, 13 dijo a Noé:
— He decidido acabar con todos los seres vivos, pues por su culpa la tierra se ha corrompido. Voy a poner fin a la tierra y a sus moradores. 14 Pero tú, con madera resinosa constrúyete un arca, dividida en compartimentos, y recúbrela por dentro y por fuera con brea. 15 Sus dimensiones serán: ciento cincuenta metros de largo, veinticinco de ancho y quince de alto. 16 La harás de tres pisos y pondrás una sobrecubierta medio metro por encima de la parte superior del arca. En uno de sus costados pondrás una puerta. 17 Porque voy a enviar a la tierra un diluvio de agua que destruirá todo lo que tiene vida bajo el cielo. Todo cuanto existe en la tierra perecerá. 18 Pero contigo estableceré mi alianza. Entrarás en el arca tú con tus tres hijos, tu mujer y tus nueras. 19 Haz entrar también en el arca una pareja de cada especie de seres vivos, macho y hembra, para que sobrevivan contigo. 20 De cada especie de aves, de ganados y de reptiles de la tierra, entrará contigo una pareja, para que puedan sobrevivir. 21 Aprovisiónate además de toda clase de alimentos y almacénalos, para que tanto tú como ellos dispongáis de comida.
22 Y Noé hizo exactamente todo lo que Dios le había ordenado.
El diluvio
7 El Señor dijo a Noé:
— Entra en el arca tú y toda tu familia, porque he visto que eres el único justo de esta generación. 2 De cada animal puro toma siete parejas, cada macho con su hembra; pero de los impuros solo una pareja, un macho y su hembra. 3 También de las aves del cielo toma siete parejas, macho y hembra, para preservar sus especies sobre la tierra, 4 porque dentro de siete días haré que llueva sobre la tierra durante cuarenta días y cuarenta noches, y borraré de ella a todos los seres que he creado. 5 Y Noé hizo todo lo que Dios le había ordenado.
6 Tenía Noé seiscientos años cuando las aguas del diluvio inundaron la tierra. 7 Entonces Noé entró en el arca con sus hijos, su mujer y sus nueras para escapar de las aguas del diluvio. 8 De los animales puros e impuros, de las aves y reptiles, 9 entraron con Noé por parejas, el macho y su hembra, tal como Dios se lo había ordenado.
10 Al cabo de siete días, las aguas del diluvio comenzaron a caer sobre la tierra. 11 Noé tenía seiscientos años cuando reventaron las fuentes del océano y se abrieron las compuertas del cielo. Era el día diecisiete del mes segundo. 12 Cuarenta días y cuarenta noches estuvo lloviendo sobre la tierra. 13 Aquel mismo día entró Noé en el arca con sus hijos, Sem, Cam y Jafet, su mujer y sus tres nueras, 14 y también animales de todas las especies, tanto salvajes como domésticos, reptiles y aves, y toda clase de seres alados. 15 Entraron con Noé en el arca parejas de todos los seres vivos: 16 entraron macho y hembra de cada especie, como le había ordenado Dios. Y tras entrar Noé en el arca, el Señor cerró la puerta.
17 Diluvió sobre la tierra cuarenta días: las aguas subieron de nivel haciendo que el arca comenzase a flotar por encima del suelo. 18 Subían las aguas cada vez más y más, pero el arca se mantenía a flote sobre ellas. 19 El nivel de las aguas subió tanto que hasta las montañas más altas bajo el cielo quedaron cubiertas; 20 incluso el nivel del agua superaba en siete metros las montañas más altas. 21 Así que murió todo ser viviente que se movía sobre la tierra: las aves, los animales tanto salvajes como domésticos, los reptiles y también los seres humanos. 22 Pereció absolutamente todo lo que en tierra firme tenía vida y podía respirar. 23 Fueron aniquilados todos los seres vivientes que había sobre la superficie de la tierra, desde los seres humanos hasta los ganados, los reptiles y las aves del cielo.
Todos fueron borrados de la tierra. Solo quedó Noé y los que estaban con él en el arca. 24 La tierra quedó cubierta por las aguas durante ciento cincuenta días.
Fin del diluvio
8 Entonces, Dios se acordó de Noé y de todos los animales, tanto de los salvajes como de los domésticos, que estaban con él en el arca; hizo pasar un viento fuerte sobre la tierra, y el nivel de las aguas comenzó a descender. 2 Se cerraron las fuentes del océano y las compuertas del cielo, y la lluvia cesó. 3 Poco a poco las aguas se fueron retirando de la tierra y, al cabo de ciento cincuenta días, ya había descendido tanto el nivel 4 que el día diecisiete del mes séptimo el arca encalló sobre las montañas de Ararat. 5 Las aguas continuaron bajando paulatinamente hasta el mes décimo; y el primer día de ese mes asomaron los picos de las montañas.
6 Transcurridos cuarenta días, Noé abrió la ventana que había hecho en el arca 7 y soltó un cuervo que voló de acá para allá, hasta que se secaron las aguas sobre la tierra. 8 Después soltó una paloma para comprobar si las aguas ya habían bajado del todo; 9 pero la paloma no encontró dónde posarse y regresó al arca, pues la tierra aún estaba cubierta por las aguas. Así que Noé sacó la mano, tomó la paloma y la metió consigo en el arca.
10 Esperó siete días más y volvió a soltar la paloma desde el arca. 11 Al atardecer, la paloma regresó portando en su pico una rama de olivo recién arrancada. Noé comprendió que las aguas iban desapareciendo. 12 Esperó siete días más y volvió a soltar la paloma, pero esta vez ya no volvió.
13 En el año seiscientos uno de la vida de Noé, el día primero del primer mes, las aguas que cubrían la superficie de la tierra se secaron. Noé levantó la cubierta del arca, miró y descubrió que la tierra ya estaba seca. 14 Para el día veintisiete del mes segundo, la tierra estaba ya completamente seca.
Noé sale del arca
15 Entonces dijo Dios a Noé:
16 — Sal del arca, tú, tu mujer, tus hijos y tus nueras. 17 Saca también a todos los animales que están contigo: aves, ganados y reptiles. ¡Que sean fecundos! ¡Que se reproduzcan y pueblen la tierra!
18 Salió, pues, Noé con sus hijos, su mujer y sus nueras; 19 y con todos los animales: ganados, aves y reptiles. Todos los animales salieron del arca agrupados por especies.
20 Noé construyó un altar al Señor, tomó animales y aves de toda especie pura, y los ofreció en holocausto sobre el altar. 21 Cuando el Señor aspiró el grato aroma se dijo: “Aunque las intenciones del ser humano son perversas desde su juventud, nunca más volveré a maldecir la tierra por su culpa. Jamás volveré a destruir a todos los seres vivientes, como acabo de hacerlo.
22 Mientras el mundo exista
no han de faltar
siembra y cosecha,
frío y calor,
verano e invierno,
día y noche”.
La Palabra, (versión española) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España