Rut 3:7-4:11
La Palabra (España)
7 Boaz comió, bebió y se sintió a gusto. Después fue a acostarse junto al montón de grano. Entonces Rut llegó con sigilo, le destapó los pies y se acostó allí. 8 A medianoche el hombre sintió un escalofrío y, al darse la vuelta, encontró una mujer acostada a sus pies, 9 y le preguntó:
— ¿Quién eres tú?
Ella respondió:
— Soy Rut, tu servidora. Cúbreme con tu manto, pues eres mi rescatador legal.
10 Boaz le dijo:
— ¡El Señor te bendiga, hija! Esta muestra de fidelidad supera aún a la anterior, pues no has pretendido a ningún joven, sea rico o pobre. 11 Bien, hija, no te preocupes, que haré por ti lo que me pides, pues en el pueblo todos saben que eres una gran mujer. 12 Ahora bien, aunque es cierto que yo soy tu rescatador legal, hay otro con más derecho que yo. 13 Quédate aquí esta noche y mañana, si el otro quiere responder por ti, que lo haga; y si no quiere, te juro que yo responderé por ti. Acuéstate hasta mañana.
14 Ella durmió a sus pies hasta la mañana y se levantó antes de que pudiese ser reconocida, pues él había dicho:
— Que nadie sepa que esta mujer ha venido a la era.
15 Luego le dijo:
— Trae el manto que llevas y sujétalo.
Mientras ella lo sujetó, él echó unos ciento treinta kilos de cebada y le ayudó a cargarlos. Luego Rut se fue a la ciudad. 16 Cuando llegó a casa de su suegra, esta le preguntó:
— ¿Qué tal, hija mía?
Rut le contó todo lo que Boaz había hecho por ella, 17 y añadió:
— También me ha dado toda esta cebada y me ha dicho: “No quiero que vuelvas a casa de tu suegra con las manos vacías”.
18 Noemí le dijo:
— Hija mía, aguarda hasta que sepas qué sucede, pues este hombre no descansará hasta dejar solucionado hoy mismo el asunto.
La boda y el hijo
4 Boaz fue a sentarse a la puerta de la ciudad y cuando pasó el rescatador del que antes había hablado, lo llamó:
— Oye, paisano, acércate y siéntate aquí.
Él se acercó y se sentó. 2 Luego convocó a diez ancianos de la ciudad y les dijo:
— Sentaos aquí.
Y ellos se sentaron.
3 Entonces Boaz dijo al rescatador:
— Noemí, que ha vuelto de las tierras de Moab, vende la parcela de tierra que pertenecía a nuestro pariente Elimélec. 4 He pensado hacértelo saber y decirte que la compres delante de los presentes y de los ancianos del pueblo. Si quieres rescatarla, rescátala. Y si no quieres, dímelo, para que yo lo sepa; pues a ti te corresponde el derecho de rescate antes que a mí.
El otro contestó:
— Sí, la compro.
5 Pero Boaz le dijo:
— Si te haces cargo del campo de Noemí, también debes hacerte cargo de Rut, la moabita, la esposa del difunto, a fin de conservar su apellido junto a su heredad.
6 Entonces dijo el rescatador:
— En ese caso yo no puedo hacerlo, porque perjudicaría a mis herederos. Te cedo mi derecho de rescate, pues yo no puedo ejercerlo.
7 Antiguamente existía en Israel esta costumbre: cuando se trataba del derecho de rescate o de intercambios, uno se quitaba su sandalia y se la daba al otro para cerrar el trato. Y así se daba fe.
8 Así, pues, el rescatador dijo a Boaz:
— Compra tú la parcela.
Luego se quitó la sandalia y se la dio. 9 Entonces Boaz dijo a los ancianos y a todos los presentes:
— Vosotros sois hoy testigos de que adquiero todas las posesiones de Elimélec y las de Majlón y Quilión de manos de Noemí; 10 y de que también tomo como esposa a Rut, la moabita, mujer de Majlón, para conservar el apellido del difunto junto a su heredad y para que no desaparezca su nombre entre sus parientes y en su ciudad. Vosotros sois testigos.
11 Todos los que estaban en la puerta de la ciudad y los ancianos dijeron:
— Sí, somos testigos. Que el Señor haga a la mujer que va a entrar hoy en tu casa como a Raquel y Lía, las dos que edificaron la casa de Israel. Que hagas fortuna en Efrata y adquieras fama en Belén.
La Palabra, (versión española) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España