1 Timoteo 1-3
Dios Habla Hoy
Saludo
1 Pablo, apóstol de Cristo Jesús, enviado por mandato de Dios nuestro Salvador y de Cristo Jesús, nuestra esperanza, 2 saluda a Timoteo, verdadero hijo en la fe. Que Dios nuestro Padre y Cristo Jesús nuestro Señor derramen su gracia, su misericordia y su paz sobre ti.
Advertencia contra las falsas enseñanzas
3 Como ya te rogué al irme a la región de Macedonia, quédate en Éfeso, para ordenar a ciertas personas que no enseñen ideas falsas 4 ni presten atención a cuentos y cuestiones interminables acerca de los antepasados. Estas cosas llevan solamente a la discusión y no ayudan a conocer el designio de Dios, que se vive en la fe.
5 El propósito de esa orden es que nos amemos unos a otros con el amor que proviene de un corazón limpio, de una buena conciencia y de una fe sincera. 6 Algunos se han desviado de esto y se han perdido en inútiles discusiones. 7 Quieren ser maestros de la ley de Dios, cuando no entienden lo que ellos mismos dicen ni lo que enseñan con tanta seguridad.
8 Sabemos que la ley es buena, si se usa de ella conforme al propósito que tiene. 9 Hay que recordar que ninguna ley se da para quienes hacen lo bueno. La ley tiene en cuenta a los rebeldes y desobedientes, a los malvados y pecadores, a los que no respetan a Dios ni a la religión, a los que matan a su padre o a su madre, a todos los asesinos, 10 a los que cometen inmoralidades sexuales, a los homosexuales, a los traficantes de esclavos, a los mentirosos y a los que juran en falso; es decir, a los que hacen cosas que van en contra de la sana enseñanza. 11 Y esto es lo que enseña el glorioso evangelio que el Dios bienaventurado me ha encargado.
La misericordia de Dios con Pablo
12 Doy gracias a aquel que me ha dado fuerzas, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me ha considerado fiel y me ha puesto a su servicio, 13 a pesar de que yo antes decía cosas ofensivas contra él, lo perseguía y lo insultaba. Pero Dios tuvo misericordia de mí, porque yo todavía no era creyente y no sabía lo que hacía. 14 Y nuestro Señor derramó abundantemente su gracia sobre mí, y me dio la fe y el amor que podemos tener gracias a Cristo Jesús.
15 Esto es muy cierto, y todos deben creerlo: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. 16 Pero Dios tuvo misericordia de mí, para que Jesucristo mostrara en mí toda su paciencia. Así yo vine a ser ejemplo de los que habían de creer en él para obtener la vida eterna. 17 ¡Honor y gloria para siempre al Rey eterno, al inmortal, invisible y único Dios! Amén.
18-19 Timoteo, hijo mío, te doy este encargo para que pelees la buena batalla con fe y buena conciencia, conforme a las palabras proféticas pronunciadas anteriormente sobre ti. Algunos, por no haber hecho caso a su conciencia, han fracasado en su fe. 20 Esto les ha pasado a Himeneo y Alejandro, a quienes he entregado a Satanás para que aprendan a no decir cosas ofensivas contra Dios.
La oración por toda la humanidad
2 Ante todo recomiendo que se hagan peticiones, oraciones, súplicas y acciones de gracias a Dios por toda la humanidad. 2 Se debe orar por los que gobiernan y por todas las autoridades, para que podamos gozar de una vida tranquila y pacífica, con toda piedad y dignidad. 3 Esto es bueno y agrada a Dios nuestro Salvador, 4 pues él quiere que todos se salven y lleguen a conocer la verdad. 5 Porque no hay más que un Dios, y un solo hombre que sea el mediador entre Dios y los hombres: Cristo Jesús. 6 Porque él se entregó a la muerte como rescate por la salvación de todos y como testimonio dado por él a su debido tiempo. 7 Para anunciar esto, yo he sido nombrado mensajero y apóstol, y se me ha encargado que enseñe acerca de la fe y de la verdad a los que no son judíos. Lo que digo es cierto; no miento.
La conducta de los hombres y las mujeres
8 Así pues, quiero que los hombres oren en todas partes, y que eleven sus manos a Dios con pureza de corazón y sin enojos ni discusiones. 9 Y quiero que las mujeres se vistan decentemente, que se adornen con modestia y sencillez, no con peinados exagerados, ni con oro, perlas o vestidos costosos. 10 Que su adorno sean las buenas obras, como corresponde a las mujeres que quieren honrar a Dios. 11 La mujer debe escuchar la instrucción en silencio, con toda sumisión; 12 y no permito que la mujer enseñe en público ni domine al hombre. Quiero que permanezca callada, 13 porque Dios hizo primero a Adán y después a Eva; 14 y Adán no fue el engañado, sino la mujer; y al ser engañada, cayó en pecado. 15 Pero la mujer se salvará si cumple sus deberes como madre, y si con buen juicio se mantiene en la fe, el amor y la santidad.
3 Esto es muy cierto.
Cómo deben ser los que presiden
Si alguien aspira al cargo de presidir la comunidad, a un buen trabajo aspira. 2 Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible. Debe ser esposo de una sola mujer y llevar una vida seria, juiciosa y respetable. Debe estar siempre dispuesto a hospedar gente en su casa; debe ser apto para enseñar; 3 no debe ser borracho ni amigo de peleas, sino bondadoso, pacífico y desinteresado en cuanto al dinero. 4 Debe saber gobernar bien su casa y hacer que sus hijos sean obedientes y de conducta digna; 5 porque si uno no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo podrá cuidar de la iglesia de Dios? 6 Por lo tanto, el dirigente no debe ser un recién convertido, no sea que se llene de orgullo y caiga bajo la misma condenación en que cayó el diablo. 7 También debe ser respetado entre los no creyentes, para que no caiga en deshonra y en alguna trampa del diablo.
Cómo deben ser los diáconos
8 Asimismo, los diáconos deben ser hombres respetables, que nunca falten a su palabra ni sean dados a emborracharse ni a desear ganancias mal habidas. 9 Deben apegarse a la verdad revelada en la cual creemos, y vivir con conciencia limpia. 10 Primero deben pasar un período de prueba, y después, si no hay nada en contra de ellos, podrán servir como diáconos. 11 Igualmente, las mujeres deben ser respetables, no chismosas, serias y fieles en todo. 12 Un diácono debe ser esposo de una sola mujer, y saber gobernar bien a sus hijos y su propia casa. 13 Porque los diáconos que realizan bien su trabajo, se hacen dignos de un lugar de honor, y podrán gozar de gran tranquilidad gracias a su fe en Cristo Jesús.
La verdad revelada de nuestra religión
14 Espero ir pronto a verte; pero te escribo esto 15 para que, si me retraso, sepas cómo debe portarse uno en la familia de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, la cual sostiene y defiende la verdad. 16 No hay duda de que la verdad revelada de nuestra religión es algo muy grande:
Cristo se manifestó en su condición de hombre,
triunfó en su condición de espíritu
y fue visto por los ángeles.
Fue anunciado a las naciones,
creído en el mundo
y recibido en la gloria.
Tito 2
Dios Habla Hoy
Frente a los miembros de la comunidad
2 Lo que digas debe estar siempre de acuerdo con la sana enseñanza. 2 Los ancianos deben ser serios, respetables y de buen juicio; sanos en su fe, en su amor y en su fortaleza para soportar el sufrimiento. 3 Igualmente, las ancianas deben portarse con reverencia, y no ser chismosas, ni emborracharse. Deben dar buen ejemplo 4 y enseñar a las jóvenes a amar a sus esposos y a sus hijos, 5 a ser juiciosas, puras, cuidadosas del hogar, bondadosas y sujetas a sus esposos, para que nadie pueda hablar mal del mensaje de Dios.
6 Anima igualmente a los jóvenes a ser juiciosos 7 en todo, y dales tú mismo ejemplo de cómo hacer el bien. Al enseñarles, hazlo con toda pureza y dignidad, 8 hablando de una manera sana, que nadie pueda condenar. Así sentirá vergüenza cualquiera que se ponga en contra, pues no podrá decir nada malo de nosotros.
9 Aconseja a los siervos que obedezcan en todo a sus amos; que sean amables y no respondones. 10 Que no roben, sino que sean completamente honrados, para mostrar en todo qué hermosa es la enseñanza de Dios nuestro Salvador.
11 Pues Dios ha mostrado su bondad, al ofrecer la salvación a toda la humanidad. 12 Esa bondad de Dios nos enseña a renunciar a la maldad y a los deseos mundanos, y a llevar en el tiempo presente una vida de buen juicio, rectitud y piedad, 13 mientras llega el feliz cumplimiento de nuestra esperanza: el regreso glorioso de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo. 14 Él se entregó a la muerte por nosotros, para rescatarnos de toda maldad y limpiarnos completamente, haciendo de nosotros el pueblo de su propiedad, empeñados en hacer el bien.
15 Esto es lo que tienes que enseñar, animando y reprendiendo con toda autoridad. Que nadie te desprecie.
Dios habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.