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Llamaron a sus sacerdotes y magos, y les dijeron:

—¿Qué debemos hacer con el cofre del SEÑOR? Dígannos cómo devolver el cofre a su lugar.

Los sacerdotes y los magos contestaron:

—Si devuelven el cofre del Dios de Israel, no lo envíen vacío, sino con ofrendas para que el Dios de Israel les quite sus pecados. Entonces serán sanados y se les perdonará su falta. Si así lo hacen, Dios dejará de castigarlos.[a]

Los filisteos preguntaron:

—¿Qué tipo de ofrendas debemos enviar para que el Dios de Israel nos perdone?

Los sacerdotes y los magos contestaron:

—Como hay cinco líderes filisteos y todo el pueblo y sus líderes tuvieron los mismos problemas, hagan cinco figuras de oro que asemejen cinco tumores y cinco figuras de oro que asemejen cinco ratones. Así que hagan figuras de los tumores y de los ratones que están arruinando el país y preséntenselas al Dios de Israel como pago. Tal vez entonces el Dios de Israel dejará de castigarlos a ustedes, a sus dioses y a su tierra. No sean tercos como el faraón y los egipcios, a quienes Dios castigó. Por eso los egipcios dejaron escapar al pueblo israelita.

»Tienen que hacer una carreta nueva y conseguir dos vacas con cría que nunca hayan arado el campo. Átenlas a la carreta para que la tiren, lleven a los becerros al establo y no dejen que sigan a las vacas.[b] Pongan el cofre del SEÑOR en la carreta y las figuras de oro en la bolsa dentro del cofre. Las figuras de oro son sus ofrendas para que Dios les perdone sus pecados. Envíen la carreta y obsérvenla. Si se va hacia Bet Semes, en su propio territorio, entonces quiere decir que Dios nos ha mandado esta tremenda calamidad. Pero si las vacas no se van directo a Bet Semes, entonces sabremos que el Dios de Israel no nos ha castigado, sino que nuestra calamidad fue sólo una coincidencia.

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Footnotes

  1. 6:3 Si así […] de castigarlos Según LXX y Qumrán. TM: Entonces sabrán por qué Dios no dejó de castigarlos.
  2. 6:7 no dejen […] las vacas Los filisteos creían que si las vacas no trataban de encontrar a sus crías, sería prueba de que Dios los estaba guiando y de que había aceptado sus ofrendas.