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Uno de ellos le pidió:

— Acompáñanos, por favor.

Él respondió:

— Está bien, iré con vosotros.

Se fue con ellos y cuando llegaron al Jordán, se pusieron a cortar árboles. Pero a uno de los que talaban troncos se le cayó al río el hierro del hacha y se puso a gritar:

— ¡Ay, maestro, que el hacha era prestada!

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