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—Por favor, acompáñanos —dijo uno de ellos.

—Muy bien, los acompañaré —contestó él.

Y Eliseo fue con ellos hasta el Jordán, y allí se pusieron a cortar árboles. Pero ocurrió que, al cortar uno un tronco, el hacha se le cayó al agua. Entonces gritó:

—¡Ay, maestro! ¡Esa hacha era prestada!

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