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Los gabaonitas le dijeron:

—No tenemos nosotros queja por cuestiones de plata o de oro con Saúl y con su casa, ni queremos que muera nadie en Israel.

—Lo que vosotros digáis, eso haré —respondió David.

Entonces dijeron ellos al rey:

—De aquel hombre que nos diezmó e intentó exterminarnos, para que no quedara nada de nosotros en todo el territorio de Israel, que se nos entreguen siete hombres de sus descendientes, y los ahorcaremos delante de Jehová en Gabaa de Saúl, el escogido de Jehová.

—Yo os los entregaré —respondió el rey.

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