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24 Fue a ver al rey, y le dijo:

«Tengo hombres trasquilando mis ovejas. Ruego a Su Majestad me honre con su compañía. También pueden acompañarlo sus siervos.»

25 Pero el rey le dijo:

«No, hijo mío. Si vamos todos, ¡te haremos gastar demasiado!»

Y el rey no quiso ir, aunque le dio su bendición. Sin embargo, Absalón insistió:

26 «Si no puedes venir, te ruego que dejes ir a mi hermano Amnón.»

Y el rey le preguntó:

«¿Y por qué quieres que vaya?»

27 Y tanto insistió Absalón que el rey dejó ir a Amnón y a todos sus hijos. 28 Pero Absalón ya había instruido a sus sirvientes:

«Manténganse atentos para cuando vean que el vino ya ha puesto muy alegre a Amnón, y a una orden mía ustedes lo matarán. No tengan miedo, que ustedes sólo estarán cumpliendo mis órdenes. ¡Ánimo, y mucho valor!»

29 Y así, los siervos de Absalón, siguiendo sus órdenes, mataron a Amnón. Entonces los otros hijos del rey montaron en sus mulas y huyeron.

30 Todavía estaban ellos en camino cuando llegó a oídos de David que Absalón había matado a todos los hijos del rey, y que ninguno había quedado con vida.

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