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Pero muchos de los que habían escuchado el discurso de Pedro abrazaron la fe, por lo que el número de creyentes varones alcanzó la cifra de unos cinco mil. Al día siguiente, se reunieron en Jerusalén las autoridades, los ancianos y los maestros de la ley. Estaban presentes Anás, que era sumo sacerdote, Caifás, Juan, Alejandro y todos los miembros de la clase sacerdotal dirigente. Hicieron comparecer a Pedro y a Juan, y les preguntaron:

— ¿Con qué poder y en nombre de quién han hecho esto?

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