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22 Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad y ruega a Dios, si quizás te sea perdonado el pensamiento de tu corazón; 23 porque veo que estás destinado a hiel de amargura y a cadenas de maldad.

24 Entonces respondiendo Simón dijo:

—Rueguen ustedes por mí ante el Señor, para que ninguna cosa de las que han dicho venga sobre mí.

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