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Cuarto Canto

La amada

Yo dormía, pero mi corazón velaba.
    ¡Y oí una voz!
    ¡Mi amado estaba a la puerta!

«Hermana, amada mía;
    preciosa paloma mía,
    ¡déjame entrar!
Mi cabeza está empapada de rocío;
    la humedad de la noche corre por mi pelo».

Ya me he quitado la ropa;
    ¡cómo volver a vestirme!
Ya me he lavado los pies;
    ¡cómo ensuciarlos de nuevo!

Mi amado pasó la mano
    por la abertura del cerrojo;
    ¡se estremecieron mis entrañas al sentirlo!

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