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(8) Tu porte es como el porte de una palmera;
tus pechos son como racimos.
(9) Yo pienso subir a la palmera
y adueñarme de sus racimos.
Tus pechos serán entonces
como racimos de uvas;
tu aliento, perfume de manzanas;
(10) tu paladar, como el buen vino
que resbala suavemente
por los labios y los dientes.

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