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Daniel es llevado a Babilonia

Joacim llevaba tres años como rey de Judá cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, llegó a Jerusalén y puso sitio a la ciudad. El Señor dejó que Nabucodonosor capturara a Joacim, rey de Judá y que se apoderara de algunos objetos del templo de Dios, los cuales se llevó a Babilonia y los puso en el tesoro del templo de su dios. Luego llamó a Aspenaz, el jefe de los funcionarios al servicio de su corte[a], para que eligiera algunos jóvenes de la nobleza y de la familia del rey de Israel. Estos jóvenes debían ser bien parecidos, y tenían que ser inteligentes. Ya debían ser entendidos en toda clase de sabiduría y ser capaces de manejar el conocimiento. Debían ser fuertes y tener facilidad para servir en la corte del rey. Nabucodonosor quería que recibieran educación en la lengua y literatura de los caldeos.

El rey les asignó una ración diaria de su propia comida. Serían educados durante tres años y luego quedarían al servicio del rey. Entre esos jóvenes estaban Daniel, Ananías, Misael y Azarías quienes eran de la tribu de Judá. Pero Aspenaz les dio nuevos nombres: a Daniel lo llamó Beltsasar, a Ananías lo llamó Sadrac, a Misael lo llamó Mesac y a Azarías lo llamó Abednego.

Daniel estaba decidido a no contaminarse[b] con la comida y el vino del rey. Así que le pidió permiso a Aspenaz para evitar esos alimentos y permanecer sin mancha. Dios hizo que Aspenaz tuviera compasión y simpatía por Daniel. 10 Aspenaz le dijo:

—Tengo miedo de mi señor, el rey. Él me ha ordenado que les dé de los mismos alimentos y vino que se sirven al rey. Si él se da cuenta de que ustedes están más flacos y débiles que los otros jóvenes de su edad, puede enojarse y mandarme matar por culpa de ustedes.

11 Así que Daniel habló con el guardia que Aspenaz había asignado para cuidar a Daniel, Ananías, Misael y Azarías, 12 y le dijo:

—Por favor, haznos una prueba de diez días. Danos solamente legumbres para comer y agua para beber. 13 Luego compara nuestro aspecto con el de los jóvenes que han comido los alimentos y el vino del rey y decide lo que harás con nosotros que somos tus siervos.

14 El guardia estuvo de acuerdo y los puso a prueba durante diez días. 15 Al cabo de los diez días, ellos tenían mejor aspecto y estaban más saludables que los jóvenes alimentados con la comida del rey. 16 El guardia decidió no darles la comida y el vino del rey, y en su lugar les continuó dando legumbres.

17 Dios les dio a esos cuatro jóvenes la habilidad y la sabiduría para aprender toda clase de literatura y filosofía. Daniel también podía interpretar toda clase de visiones y sueños. 18 Cuando se completaron los tres años de entrenamiento, Aspenaz llevó a los jóvenes ante el rey Nabucodonosor. 19 El rey habló con ellos y se dio cuenta de que Daniel, Ananías, Misael y Azarías eran superiores a los demás, por eso se convirtieron en servidores del rey. 20 El rey les preguntaba sobre cualquier tema de ciencias o de sabiduría y siempre el conocimiento de esos cuatro jóvenes era diez veces mayor que el de todos los adivinos del reino. 21 Daniel siguió sirviendo al rey hasta el primer año del reinado de Ciro.[c]

El sueño de Nabucodonosor

Durante el segundo año[d] en que Nabucodonosor fue rey tuvo varios sueños que lo preocuparon y lo asustaron tanto que no podía dormir. Entonces mandó llamar a todos los adivinos, hechiceros, magos y sabios para que le interpretaran lo que había soñado. Todos se presentaron ante el rey y él les dijo:

—Tuve un sueño que me tiene preocupado y necesito urgentemente saber lo que significa.

Entonces los caldeos le respondieron al rey en idioma arameo[e]:

—¡Viva el rey por siempre! Estamos aquí para servirle, cuéntenos su sueño y le diremos lo que significa.

—Yo no les voy a contar nada. Ustedes deben decirme qué fue lo que soñé y además qué significa. Si no me lo dicen, los haré pedazos y destrozaré sus casas hasta que queden convertidas en ruinas. Pero si me cuentan el sueño y su significado, los recompensaré con regalos y honor. Así que díganme el sueño y su significado.

Los caldeos le respondieron nuevamente diciendo:

—Su majestad, somos sus servidores. Cuéntenos el sueño y le diremos qué significa.

Y el rey les dijo:

—Ustedes sólo están ganando tiempo porque saben que no les voy a decir nada. Si no me dicen el sueño serán castigados, pues se han puesto de acuerdo para mentir esperando que pase el tiempo. Tienen que contarme el sueño para que yo pueda estar seguro de que el significado que me dirán es el verdadero.

10 Los caldeos le respondieron:

—Nadie en este mundo tiene el poder de hacer lo que el rey está pidiendo. Además, ningún rey por más poder o grandeza que tenga, ha pedido algo así a ningún hechicero, adivino o caldeo. 11 Lo que el rey está pidiendo es muy complicado y difícil, sólo los dioses podrían revelar un sueño de otra persona y decir su significado. Pero los dioses no viven con los humanos.

12 El rey se enojó mucho con esa respuesta y condenó a muerte a todos los sabios de Babilonia. 13 La orden del rey fue anunciada públicamente y los guardias del rey salieron a buscar a Daniel y a sus compañeros para matarlos a ellos también.

14 Arioc era el jefe de los guardias y era el encargado de matar a los sabios de Babilonia, pero Daniel le envió un mensaje 15 en el que le preguntaba:

—Arioc, tú que eres el representante del rey, explícame por qué esta orden del rey es tan urgente y severa.

Arioc le respondió explicando la orden. 16 Entonces, Daniel fue y le pidió al rey algún tiempo para poder explicarle el significado del sueño. 17 Luego Daniel volvió a casa y les contó a sus compañeros Ananías, Misael y Azarías todo lo que estaba pasando. 18 Entonces pidieron que el Dios del cielo tuviera compasión de ellos y les revelara el secreto para que no tuvieran que morir con los demás sabios de Babilonia. 19 Esa noche Daniel tuvo una visión y Dios le reveló el significado del secreto. Entonces Daniel alabó al Dios del cielo 20 diciendo:

«¡Alabado sea el nombre de Dios por siempre!
    ¡A él pertenecen el poder y la sabiduría!
21 Él cambia los tiempos y las estaciones,
    pone y quita reyes.
Da sabiduría a los sabios
    e inteligencia a los expertos.
22 Él revela los secretos más profundos;
    conoce todo lo que hay en la oscuridad
    porque la luz vive junto a él.
23 Dios de mis antepasados te doy gracias y te alabo
    porque tú me has dado sabiduría y poder;
me revelaste lo que te pedía.
    ¡Me diste a conocer el sueño del rey!»

Daniel cuenta el sueño y su significado

24 Después, Daniel fue a ver a Arioc, quien tenía la orden de matar a los adivinos de Babilonia, y le dijo:

—No mates a los adivinos de Babilonia.[f] Llévame a ver al rey y le explicaré el sentido del sueño.

25 Así que Arioc y Daniel fueron rápidamente a ver al rey. Cuando llegaron, Arioc le dijo al rey:

—He encontrado entre los judíos deportados a un hombre que puede interpretar el sueño del rey.

26 Entonces el rey le dijo a Daniel, al que llamaban Baltasar:

—¿De verdad eres capaz de contarme el sueño que tuve y lo que significa?

27 Daniel respondió:

—Ninguno de los sabios, hechiceros, adivinos o magos puede revelar este secreto al rey, 28 pero hay un Dios en el cielo que sí revela secretos. Él le ha revelado a usted, rey Nabucodonosor, lo que sucederá al final de los tiempos. Esto es lo que vio usted cuando estaba acostado: 29 cuando usted descansaba en su cama pensó en lo que podría ocurrir en el futuro. Dios puede revelar secretos, y él le ha mostrado a usted lo que va a suceder. 30 En cuanto a mí, no es que yo sea más sabio que otros. Si se me ha revelado el secreto es para que le explique su sentido al rey y así pueda usted entender lo que pasó por su mente.

31 »Majestad, en su sueño usted vio una estatua muy grande frente a usted. Era una estatua enorme y muy brillante pero su aspecto causaba terror. 32 La cabeza de la estatua era de oro. Los hombros y los brazos eran de plata. El vientre y los muslos eran de bronce. 33 Las piernas eran de hierro y los pies eran en parte de hierro y en parte de barro. 34 Mientras la miraba, una roca se desprendió sin que nadie la moviera y golpeó a la estatua en sus pies de hierro y barro y los pulverizó. 35 En seguida, todo el barro, el hierro, el bronce, la plata y el oro se despedazaron y se volvieron polvo. Parecía como el polvo que sobra cuando se trilla el trigo en verano, pero el viento se lo llevó todo sin dejar rastro. Luego la roca se convirtió en una gran montaña[g] que ocupó toda la tierra.

36 »Ese fue el sueño, y ahora le voy a decir al rey lo que significa. 37 Usted es el más importante de los reyes. El Dios de los cielos lo ha elegido y le ha dado poder y riquezas. 38 Dios lo ha puesto al mando de los hombres, de los animales salvajes y de las aves del cielo. Usted es esa cabeza de oro de la estatua. 39 Después de usted vendrá otro reino, pero ese reino no será tan importante como el suyo. Luego vendrá un tercer reino de bronce que gobernará sobre toda la tierra. 40 Después habrá un cuarto reino que será tan fuerte como el hierro. Y así como el hierro es más fuerte y destroza todo, de igual manera ese cuarto reino destrozará a todos los demás.

41 »Pero usted vio que los pies y los dedos de la estatua eran en parte de hierro y en parte de barro. Pues eso quiere decir que este reino estará dividido y tendrá sólo un poco de la estabilidad del hierro porque usted vio que el hierro estaba mezclado con el barro. 42 Es decir que así como parte de los pies y de los dedos eran de barro y la otra parte era de hierro, de igual forma el reino será en parte fuerte y en parte débil. 43 Y así como usted vio que se mezclaban el hierro y el barro, también los pueblos se mezclarán entre sí. Pero por más que se mezclen no serán un solo pueblo, como tampoco el hierro y el barro se mezclan totalmente. 44 Y durante ese tiempo, el Dios del cielo creará un reino eterno que no podrá ser destruido. Ese reino no quedará en manos de extraños. Al contrario, ese reino destruirá y superará a todos los demás reinos. ¡Es un reino que durará para siempre! 45 Majestad, usted vio una roca que se desprendió de la montaña sin que ninguna mano la empujara. Esa roca destrozó el hierro, el bronce, la plata y el oro. Eso significa que el gran Dios le estaba mostrando lo que pasará en el futuro. Ese es el sueño y la interpretación que es completamente cierta».

46 Enseguida, el rey Nabucodonosor se arrodilló ante Daniel y lo alabó. Además ordenó que se preparara una ofrenda de incienso y fragancias en honor de Daniel. 47 El rey dijo:

—En realidad tu Dios es el más importante y poderoso. Es el Señor de todos los reyes y el que revela los secretos. Él fue quien hizo posible que tú me revelaras a mí este secreto.

48 El rey le dio a Daniel muchos regalos y lo nombró jefe de la provincia de Babilonia y de todos los demás adivinos y sabios de Babilonia. 49 Daniel le pidió al rey que nombrara también a Sadrac, Mesac y Abednego para ocupar cargos importantes en la provincia de Babilonia. El rey hizo lo que Daniel le pidió y Daniel se convirtió en uno de los funcionarios más importantes del rey.

La estatua de oro y el horno

El rey Nabucodonosor mandó construir una estatua de oro de 30 metros de alto y 3 metros de ancho. Ordenó que la pusieran en el valle de Dura, en la provincia de Babilonia. Después mandó reunir a todos los alcaldes, prefectos, gobernadores, consejeros, tesoreros, jueces, jefes militares y demás autoridades de la provincia para la inauguración de la estatua. Todos ellos se reunieron frente a la estatua que mandó construir el rey para participar en la ceremonia de dedicación e inauguración. El encargado anunció en voz alta: «Escuchen bien, gente de todos los pueblos, naciones y lenguas, cada vez que oigan el sonido de trompetas, flautas, cítaras, arpas, liras, gaitas, y otros instrumentos musicales, deben arrodillarse y adorar a la estatua de oro que hizo construir el rey Nabucodonosor. El que no se arrodille y la adore, será arrojado inmediatamente a un horno de fuego».

Entonces cuando el pueblo escuchó el sonido de trompetas, flautas, cítaras, arpas, liras, gaitas, y otros instrumentos musicales, se arrodilló y adoró la estatua de oro que el rey Nabucodonosor había mandado construir.

Unos caldeos aprovecharon esta oportunidad para hablar mal de los judíos ante el rey. Ellos dijeron al rey:

—¡Viva por siempre el rey! 10 Su majestad ha ordenado que todos se arrodillen para adorar la estatua de oro cada vez que se oiga el sonido de trompetas, flautas, cítaras, arpas, liras, gaitas, y otros instrumentos musicales; 11 y que quien no se arrodille a adorar la estatua será lanzado al horno de fuego. 12 Pues sucede que hay unos judíos que usted mismo ha nombrado como funcionarios importantes de la provincia de Babilonia. Ellos desobedecen sus órdenes, no adoran a los dioses y no se arrodillan a adorar la estatua que usted hizo construir. Son Sadrac, Mesac y Abednego.

13 Después de escuchar eso, el rey Nabucodonosor dijo enfurecido: «Tráiganme de inmediato a Sadrac, Mesac y Abednego». Enseguida los caldeos los llevaron ante el rey. 14 Nabucodonosor les dijo:

—Sadrac, Mesac y Abednego, ¿es verdad que ustedes no han adorado a los dioses ni se han arrodillado a adorar la estatua de oro que hice construir? 15 Entiendan esto muy bien: cuando escuchen el sonido de trompetas, flautas, cítaras, arpas, liras, gaitas, y otros instrumentos musicales, deben arrodillarse a adorar la estatua de oro. ¡Si no se arrodillan a adorar en ese momento, serán lanzados al horno y no habrá ningún dios que pueda salvarlos de mi castigo!

16 Sadrac, Mesac y Abednego respondieron:

—Majestad, no es necesario que le demos explicaciones sobre eso. 17 El Dios a quien servimos puede salvarnos de su castigo[h] y del horno de fuego. 18 Es más, aunque él no lo hiciera, su majestad debe saber que no adoraremos a sus dioses ni nos arrodillaremos frente a la estatua de oro que ha construido.

19 Entonces Nabucodonosor se enfureció mucho con ellos, se le desencajó el rostro por la ira y ordenó calentar el horno siete veces más de lo acostumbrado. 20 Enseguida ordenó a algunos de los soldados más fuertes de su ejército que ataran a Sadrac, Mesac y Abednego y que los lanzaran al horno de fuego. 21 Los tres jóvenes fueron atados y lanzados al horno de fuego con todo lo que llevaban puesto: camisas, pantalones, gorros y demás. 22 El rey quería que su orden se cumpliera inmediatamente y el horno estaba mucho más caliente de lo acostumbrado. Así que los soldados que se acercaron al horno para arrojar a Sadrac, Mesac y Abednego se quemaron y murieron de inmediato por las llamas. 23 Y Sadrac, Mesac y Abednego cayeron atados dentro del horno en llamas.

24 Nabucodonosor se puso de pie inmediatamente y preguntó asombrado a sus consejeros:

—¿Acaso no lanzamos al horno sólo a tres hombres atados?

—¡Claro que sí, majestad!—respondieron ellos.

25 Y el rey dijo:

—¡Pero yo estoy viendo cuatro hombres desatados y sin quemaduras caminando entre las llamas! ¡Uno de ellos parece un dios[i]!

26 Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno y gritó:

—¡Sadrac, Mesac y Abednego, siervos del Dios altísimo, salgan de allí! Y Sadrac, Mesac y Abednego salieron del horno.

27 Todos los alcaldes, prefectos, gobernadores y consejeros que estaban allí presentes se acercaron a los hombres. Todos vieron que el fuego no les había hecho nada. No se les había chamuscado ni un pelo, y sus ropas estaban intactas. Ni siquiera olían a quemado.

28 Entonces Nabucodonosor dijo: «Bendito sea el Dios de Sadrac, Mesac y Abednego. Él envió a su ángel para que salvara a sus fieles servidores. Ellos confían tanto en él que desobedecieron la orden del rey y arriesgaron sus vidas, antes que alabar o arrodillarse para adorar otro dios. 29 Ahora doy otra orden: cualquier persona, de cualquier país o de cualquier lengua, que hable mal o en contra del Dios de Sadrac, Mesac y Abednego será descuartizado. Su casa será destruida hasta que quede convertida en un montón de tierra y escombros. Pues no hay otro dios que pueda salvar como este».

30 Luego, el rey Nabucodonosor nombró a Sadrac, Mesac y Abednego en cargos mucho más importantes en la provincia de Babilonia.

La locura de Nabucodonosor

Nabucodonosor envió este mensaje a todos los pueblos de todas las naciones, de todas las lenguas y de todas partes del mundo:

Los saludo y deseo que vivan en paz y prosperidad.

Me siento muy orgulloso de poder contarles todas las señales y milagros que el Dios altísimo ha hecho en mi vida.

¡Qué grandes son sus señales,
    qué maravillosos son sus milagros!
El reino de Dios es eterno
    y su poder continuará de generación en generación.

Yo, Nabucodonosor, estaba descansando tranquilo en mi palacio, y tuve un sueño que me asustó mucho y las fantasías que pasaron por mi mente me aterraron. Así que ordené que trajeran a todos los sabios de Babilonia para que interpretaran mi sueño. Cuando llegaron los adivinos, hechiceros, magos y caldeos, les conté el sueño pero ellos no pudieron decirme lo que significaba. Finalmente llegó Daniel, quien también es llamado Baltasar en honor a mi dios. El espíritu de los santos dioses[j] vive en él. Y esto fue lo que le dije de mi sueño: «Baltasar, jefe de los magos, yo sé que el espíritu de los santos dioses está contigo y ningún secreto se te oculta. Te pido que me expliques mi visión y que me digas lo que significa. 10 Cuando estaba durmiendo en mi cama, empecé a tener unas visiones. De repente, vi un árbol que salía de la tierra y era muy alto. 11 Era tan alto y poderoso que llegaba hasta el cielo y se podía ver desde todos los rincones de la tierra. 12 Sus hojas eran hermosas y sus frutos abundantes. Tenía suficiente comida para todo el mundo. Los animales salvajes se refugiaban bajo su sombra y las aves hacían sus nidos en las ramas. Todos los animales encontraban alimento allí.

13 »Estando en la cama, tuve esta visión también: un ángel santo bajó del cielo, 14 y gritó muy fuerte: “¡Corten ese árbol y arránquenle todas las ramas! ¡Quítenle todas las hojas y esparzan todos sus frutos! Que se vayan los animales que están bajo su sombra y las aves que están en sus ramas. 15 Pero dejen en el suelo el tronco y las raíces. Luego, amarrado con cadenas de hierro y bronce, entre la hierba del campo será humedecido por el rocío, y compartirá con los animales salvajes la hierba del campo. 16 Dejará de pensar como un humano y tendrá la mente de un animal. Todo eso durará siete años[k]. 17 Así lo decretaron los santos ángeles que vigilan todo, para que todas las criaturas sepan que el Dios altísimo gobierna sobre los reinos humanos. Él da el poder a quien él quiere y coloca en el trono aun al más humilde de los hombres”. 18 Ese fue el sueño que tuve yo, el Rey Nabucodonosor. Ahora, Baltasar, dime tú lo que significa. Ningún otro sabio pudo explicármelo, ¡pero tú sí podrás porque el espíritu de los santos dioses está contigo!»

19 Daniel, al que le decían Baltasar, guardó silencio durante una hora. Estaba muy inquieto por todos los pensamientos que le pasaban por la mente. Pero el rey le dijo:

—Baltasar, no te asustes ni del sueño ni de la interpretación.

Y Baltasar le respondió:

—Majestad, me gustaría que este sueño tuviera que ver con sus enemigos. 20 Usted vio un árbol grande y poderoso. Era tan enorme que llegaba hasta el cielo y se podía ver por toda la tierra. 21 Tenía hojas hermosas y frutos tan abundantes que alcanzaban para alimentar a todos. Su sombra era refugio de animales y en sus ramas las aves formaban sus nidos. 22 Majestad, usted es ese árbol; usted que se hizo grande y poderoso. Su grandeza llega hasta el cielo y su dominio se extiende por todo el país. 23 También vio bajar del cielo a uno de los santos ángeles que vigila todo, que decía: “¡Corten el árbol y destrúyanlo! Pero dejen el tronco y las raíces en el suelo. Amárrenlo con cadenas de hierro y bronce para que se quede entre la hierba del campo. El rocío le caerá encima y estará entre los animales salvajes durante siete años”.

24 »Majestad, esto es lo que significa su sueño. El Dios altísimo ha ordenado todo esto contra el rey, mi señor: 25 Usted será apartado de la gente y vivirá como los animales. Comerá pasto como el ganado y se mojará con el rocío. Durante siete años vivirá así, hasta que comprenda que el Dios altísimo es el único que gobierna los reinos de los hombres. Sólo Dios decide quién dirige los reinos. 26 Cuando el ángel dijo: “dejen el tronco y las raíces”, quería decir que el reino seguirá siendo suyo. Se le devolverá cuando comprenda que el Cielo es la mayor autoridad. 27 Por eso, mi rey, le pido que acepte el consejo que le doy: actúe con justicia y no peque más. En lugar de hacer maldades, ayude a los pobres. Así podrá seguir viviendo en paz.

28 Todo eso le sucedió al rey Nabucodonosor. 29 Un año después, el rey caminaba por la terraza de su palacio de Babilonia y dijo: 30 «¡Miren qué grande es Babilonia! Yo construí esta ciudad con mi poder. ¡La he hecho capital de mi reino para mostrar lo grande que soy!»

31 El rey no había terminado de hablar, cuando se oyó una voz desde el cielo diciendo: «¡Escucha lo que te va a suceder rey Nabucodonosor! Ya no tienes ningún poder sobre tu reino. 32 Te apartarán de los hombres. Vivirás con los animales, comerás pasto como el ganado y te mojarás con el rocío. Vivirás así durante siete años, hasta que te des cuenta de que el Dios altísimo es el único que gobierna los reinos de los hombres. Sólo Dios decide quién los gobierna».

33 Apenas terminó este mensaje, se cumplió todo lo que decía. Nabucodonosor fue alejado de la gente y empezó a comer pasto como el ganado. Su cuerpo se empapó con el rocío. Le creció el pelo hasta que parecía que tuviera plumas de águila, y las uñas le crecieron tanto que parecían las garras de un ave.

34 Cuando pasaron los siete años, yo, Nabucodonosor, miré hacia el cielo y recobré la razón. Alabé al Dios altísimo y bendije al que vive por siempre:

Él es quien gobierna eternamente
    y su reino seguirá de generación en generación.
35 Los habitantes de la tierra son insignificantes
    si se les compara con él.
Hace siempre su voluntad,
    tanto entre los habitantes del cielo,
    como entre la gente de la tierra.
Nadie puede estar en contra de su poder,
    ni preguntar por qué hace lo que hace.

36 En ese momento, Dios me sanó de mi locura. Me devolvió mi reino y mi honor; mi cuerpo volvió a ser normal; mis consejeros y los miembros de la corte volvieron a confiar en mí. Volví a ser el rey y me volví más rico y poderoso que antes. 37 Por eso, yo, Nabucodonosor, alabo, bendigo y doy gloria al Rey del cielo. Sus obras son justas y sus caminos rectos. Él es capaz de humillar a los arrogantes.

Los escritos en la pared

El rey Belsasar ofreció un gran banquete e invitó a 1000 funcionarios de la corte. El rey bebió mucho vino mientras estaba con sus invitados. El rey Belsasar, muy excitado por tanto vino, ordenó que le trajeran las copas de oro y plata que Nabucodonosor, padre[l] de Belsasar, se había llevado del templo de Jerusalén. Belsasar quería que sus invitados, sus esposas y sus concubinas las usaran en la fiesta. Cuando le trajeron las copas de oro que se habían llevado del templo de Dios en Jerusalén, el rey, sus invitados, sus esposas y sus concubinas bebieron en ellas. Mientras bebían, adoraban a sus dioses de oro y plata, bronce y hierro, madera y piedra.

En ese momento aparecieron los dedos de una mano humana y escribieron sobre el yeso de la pared que estaba justo frente a la lámpara, de modo que el rey pudo ver cómo escribía la mano. El rey se puso pálido del susto y estaba confundido; le temblaban las piernas y sus rodillas chocaban la una contra la otra. Enseguida, el rey ordenó a gritos que le trajeran a todos los adivinos, magos y caldeos. Y les dijo a todos esos sabios de Babilonia:

—Le daré un cargo muy importante en mi reino a quien pueda leer y explicarme esa escritura. Esa persona recibirá vestidos púrpura, un collar de oro y será el tercer hombre más importante en el reino.

Todos los sabios se presentaron ante el rey, pero ninguno pudo leer ni entender lo que estaba escrito. Entonces los oficiales se preocuparon mucho y el rey Belsasar se asustó tanto que palideció aun más.

10 La reina escuchó que Belsasar y sus invitados hacían mucho ruido, así que fue al salón de la fiesta y le dijo al rey:

—¡Viva el rey por siempre! No te asustes ni palidezcas. 11 En tu reino hay un hombre que tiene el espíritu de los santos dioses. Cuando tu padre era rey, ese hombre demostró que tenía gran inteligencia y sabiduría. Era la sabiduría de los dioses. Tu padre, el rey Nabucodonosor, lo nombró jefe de todos los adivinos, hechiceros, magos y caldeos. 12 Ese hombre se llama Daniel y tu padre le dio el nombre de Baltasar. Daniel tiene un poder espiritual, tiene conocimiento y entendimiento para explicar sueños y resolver misterios y problemas. Llámale y que te dé la interpretación de esos escritos.

13 Entonces llevaron a Daniel ante el rey y este le preguntó:

—¿Eres tú Daniel y perteneces a los deportados judíos que mi padre trajo de Judá? 14 He oído que tú tienes el espíritu de los dioses; que eres brillante, inteligente y tienes mucha sabiduría. 15 Todos los sabios y magos vinieron para leer y explicarme lo que está escrito en la pared, pero ninguno de ellos pudo entender ni una sola palabra. 16 He escuchado que tú puedes interpretar cosas como estas y descifrar misterios. Si puedes leer lo que dice en la pared y explicarme su significado te daré una gran recompensa. Recibirás vestidos de púrpura y un collar de oro. Te convertirás en el tercer hombre más importante del reino.

17 Daniel respondió:

—Majestad, guarde sus regalos o dele sus obsequios a otro. Voy a leer lo escrito en la pared y a explicarle qué significa.

18 »El Dios altísimo le dio el reino, grandeza, poder y honor a su padre, el rey Nabucodonosor. 19 Por ese poder que recibió, todas las naciones, pueblos y lenguas lo temían y respetaban. Nabucodonosor decidía a quién mataba o a quién dejaba vivir. Si él quería que alguien fuera importante, lo hacía importante y si quería que alguien fuera despreciable, lo hacía despreciable. 20 Pero Nabucodonosor se llenó de orgullo y terquedad. Entonces, se le quitó el poder que tenía como rey y se acabó toda su gloria. 21 Lo llevaron lejos de la gente y se volvió como un animal. Vivía entre las bestias salvajes, comía pasto como el ganado y el rocío mojaba su cuerpo. Hasta que por fin reconoció que sólo el Dios altísimo tiene poder sobre todos los reinos de los hombres. Sólo Dios decide quién gobierna los países.

22 »Belsasar, usted es hijo de Nabucodonosor y es igual que él. Sabe todo lo que le sucedió a él, pero no se ha portado con humildad. 23 Todo lo contrario, se ha rebelado contra el Señor del cielo. Usted mandó traer las copas de oro y plata que son del templo y luego con sus invitados, sus esposas y sus concubinas las usó para beber vino celebrando a sus dioses. Esos son sólo ídolos falsos de plata y oro, bronce y hierro, madera y piedra, que no pueden ver ni oír ni pensar. Pero usted no dio honra al Dios verdadero que tiene poder y controla su vida y todo lo que usted hace. 24 Por eso, él sacó su mano y escribió en la pared 25 y estas son las palabras que están escritas: mene, mene, téquel, parsin.

26 »Esto es lo que significan esas palabras:

Mene[m]: Dios ha contado los días y le ha puesto fin a tu reino.[n]

27 Téquel[o]: Dios ha puesto tu reino en la balanza y no ha pesado lo suficiente.

28 Parsin[p]: Tu reino ha sido dividido y ahora le pertenece a los medos y a los persas.

29 De inmediato Belsasar ordenó que le dieran a Daniel lo que le había prometido. Lo vistieron de púrpura, le pusieron el collar de oro en el cuello y lo nombraron el tercer hombre más importante del reino. 30 Esa misma noche mataron a Belsasar, rey de los caldeos. 31 Darío de Media tenía 62 años cuando se apoderó del reino.

Daniel en el foso de los leones

Darío decidió nombrar ciento 20 hombres[q] para que gobernaran las diferentes provincias de su reino. Además eligió a tres ministros ante los cuales debían rendir cuentas los 120 gobernadores de las provincias. Daniel era uno de los tres ministros. El rey nombró a los ministros para que todo estuviera vigilado y no corriera ningún riesgo. Daniel demostró que era mucho mejor que los demás ministros y gobernadores. El rey estaba muy impresionado por sus habilidades y sabiduría y quería nombrarlo como dirigente de todo el reino. Entonces los demás gobernadores y ministros buscaron alguna falta en la administración que hacía Daniel de los asuntos del reino. Pero no encontraron nada malo porque Daniel era un hombre de fiar y no aceptaba sobornos ni era corrupto.

Entonces ellos dijeron: «No vamos a encontrar nada malo en su trabajo, mejor busquemos en su religión la forma de acusarlo».

Así que fueron en grupo a hablar con el rey y le dijeron:

—¡Viva el rey Darío por siempre! Majestad, los ministros, prefectos[r], gobernadores de provincias y demás colaboradores tenemos una propuesta. Hemos pensado prohibir durante 30 días que las personas hagan oraciones o peticiones a cualquier dios o persona que no sea el rey. Quien no cumpla esta norma será mandado al foso de los leones. Su majestad debe aprobar el decreto y firmarlo para que sea una ley. Esa ley no podrá cambiarse porque las leyes de los medos y los persas no pueden cambiarse ni anularse.

Entonces el rey Darío aprobó la ley y la firmó.

10 Daniel, sabiendo que el rey había firmado esa ley, de inmediato se fue a su casa y abrió las ventanas del segundo piso que daban hacia Jerusalén, y se arrodilló para orar y dar gracias a Dios, tal como siempre lo hacía tres veces al día.

11 Luego esos hombres fueron a la casa de Daniel y lo encontraron orando y alabando a su Dios. 12 En seguida se presentaron ante el rey y dijeron:

—Majestad, usted ha firmado una ley prohibiendo durante 30 días que se hagan oraciones o peticiones a cualquier dios o persona que no sea usted. Y quien no obedezca será mandado al foso de los leones. ¿No es verdad?

El rey respondió:

—Así es. Es una ley para los medos y los persas, y no puede anularse ni cambiarse.

13 Entonces le dijeron al rey:

—Daniel, uno de los deportados de Judá, no lo respeta a usted ni a la ley que usted firmó. Todo lo contrario, dice oraciones a su Dios tres veces al día.

14 El rey quedó muy triste después de escuchar esas palabras. Se puso a pensar en alguna solución para salvar a Daniel. Estuvo hasta el anochecer buscando alguna manera de rescatarlo. 15 Pero aquellos hombres urgían al rey diciendo:

—Majestad, usted sabe que según la ley de los medos y de los persas, las leyes y normas firmadas por el rey no se pueden cambiar.

16 Así que el rey les ordenó que trajeran a Daniel y lo metieran en el foso de los leones. El rey le dijo a Daniel:

—Espero que tu Dios, a quien sirves con tanta devoción, te salve.

17 Luego pusieron una enorme roca tapando el foso. El rey puso su sello y el de sus altos funcionarios para que nadie pudiera cambiar la sentencia contra Daniel. 18 El rey se fue para su palacio. Se acostó sin cenar y no aceptó ninguna distracción, pero no pudo dormir en toda la noche.

19 A la mañana siguiente, el rey se levantó apenas salió el sol y se fue para el foso de los leones. 20 Cuando llegó al lugar gritó:

—¡Daniel! Tú eres servidor del Dios viviente y siempre estás a su servicio. ¿Tu Dios pudo salvarte de los leones?

21 Daniel respondió:

—¡Viva el rey por siempre! 22 Mi Dios envió a su ángel a cerrar la boca de los leones y no me han hecho nada, porque sabe que soy inocente, y tampoco le he hecho a usted, majestad, ningún mal.

23 El rey se alegró y ordenó que sacaran a Daniel del foso de los leones. Cuando lo sacaron de allí, vieron que no tenía ni un rasguño porque había confiado en su Dios. 24 Entonces el rey ordenó que llevaran ante él a los hombres que habían acusado a Daniel. Los llevaron y luego los echaron en el foso de los leones junto con sus esposas y sus hijos. Apenas entraron al foso, los leones les devoraron hasta los huesos.

25 El rey Darío escribió este mensaje para la gente de todas las naciones y lenguas del mundo:

«Los saludo a todos y deseo que tengan paz y prosperidad.

26 »Ordeno que en todo mi reino, hasta en la más pequeña provincia, todos adoren y respeten al Dios de Daniel.

ȃl es el Dios vivo
    y existe para siempre.
Su reino jamás será destruido;
    su poder no tiene fin.
27 Él salva y libera;
    hace prodigios y milagros
    en la tierra y en el cielo.
Él salvó a Daniel
    de las garras de los leones».

28 Daniel siguió siendo muy importante durante el reinado de Darío y también durante el reinado de Ciro, rey de Persia.

Footnotes

  1. 1:3 jefe […] su corte Textualmente jefe de sus Eunucos. Ver Eunuco en el vocabulario.
  2. 1:8 contaminarse La ley israelita prohibía comer ciertos alimentos. Comer esos alimentos significaba «contaminarse» en el sentido religioso. Ver Lv 11-15 donde se establecen las normas sobre los alimentos que contaminan y los que no.
  3. 1:21 el primer año del reinado de Ciro 539-538 a. C.
  4. 2:1 segundo año Daniel aquí usa probablemente el sistema cronológico babilónico que acostumbraba a contar un reinado a partir del comienzo del primer año completo o calendario. No tomaba en cuenta el primer año parcial en que el rey asumiera el trono.
  5. 2:4 arameo Idioma oficial del Imperio babilónico. Este idioma era usado por gente de muchos países como lengua de comunicación internacional. El texto de Daniel desde aquí hasta 7:28 está escrito en arameo.
  6. 2:24 No mates […] Babilonia o No mates a ningún otro adivino de Babilonia.
  7. 2:35 montaña o fortaleza.
  8. 3:17 El Dios […] su castigo o ¡Nuestro Dios, a quien servimos, en realidad existe!
  9. 3:25 dios Textualmente hijo de dioses.
  10. 4:8 espíritu […] dioses o Espíritu del Dios Santo. Aunque Nabucodonosor vio el poder de Dios, parece que todavía creía en varios dioses.
  11. 4:16 años Textualmente estaciones.
  12. 5:2 padre o antepasado. Hubo varios reyes entre Nabucodonosor y Belsasar en Babilonia. Padre aquí puede significar antepasado o tal vez Nabonidus, el papá de Belsasar, usó el nombre de Nabucodonosor como título. Igual en los versículos 4, 12-13, 19.
  13. 5:26 Mene Significa contar o contado y es una unidad de medida.
  14. 5:26 Dios […] tu reino Es un juego de palabras que también puede decir: Dios ha medido lo que vale tu reino y lo ha comprado.
  15. 5:27 Téquel Significa pesar o pesado e indica valor monetario. Es como la palabra hebrea siclo.
  16. 5:28 Parsin Textualmente peres. Significa dividir o partir en dos e indica valor monetario. Se parece al nombre Persia.
  17. 6:1 hombres Textualmente sátrapas, gobernadores de las provincias persas.
  18. 6:7 prefectos Funcionarios de alto rango.