La profecía de las setenta semanas

²⁰ Aún estaba yo hablando, orando y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Israel^(A), y presentando^[a] mi súplica delante del Señor^(B) mi Dios por el santo monte de mi Dios, ²¹ todavía estaba yo hablando en oración, cuando Gabriel, el hombre a quien había visto en la visión^(C) al principio, se me acercó, estando yo muy cansado^[b], como a la hora de la ofrenda de la tarde^(D).

²² Me instruyó y me dijo^(E): «Daniel, he salido ahora para darte sabiduría y entendimiento. ²³ Al principio de tus súplicas se dio la orden^[c], y he venido para explicártela^(F), porque eres muy estimado^[d]. Pon atención a la orden y entiende la visión^(G).

² En aquellos días, yo, Daniel, había estado en duelo^(A) durante tres semanas completas.

³ No comí manjar delicado^[a] ni entró en mi boca carne ni vino^(A), ni usé ungüento alguno, hasta que se cumplieron las tres semanas.

³⁰ Y Cornelio respondió: «Hace cuatro días^(A), a esta misma hora, estaba yo orando en mi casa a la hora novena^[a](B); y un hombre^(C) con vestiduras resplandecientes, se puso delante de mí,

³¹ y dijo*: “Cornelio, tu oración ha sido oída, y tus obras de caridad^[a] han sido recordadas delante de Dios.