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10 Porque el Predicador no sólo era un sabio, sino un buen maestro; no sólo enseñaba al pueblo, sino que lo hacía de modo interesante. 11 Las palabras del sabio son como aguijones que mueven a la acción. Destacan importantes enseñanzas. Los alumnos que captan lo que sus maestros dicen son listos.

12 Pero tú, hijo mío, date por advertido: son infinitas las opiniones que pueden expresarse. Su estudio puede prolongarse eternamente, y volverse gran fatiga.

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