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22 Y en todas tus abominaciones y prostituciones no te acordaste de los días de tu juventud(A), cuando estabas desnuda y descubierta y revolcándote en tu sangre.

23 ’Y después de toda tu maldad (“¡Ay, ay de ti!”, declara el Señor Dios), 24 te edificaste un santuario y te hiciste un lugar alto(B) en todas las plazas.

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