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Dios le dijo a Isaías:

«Envía un hombre a vigilar el horizonte;
que te haga saber todo lo que vea.
Si ve hombres montados a caballo,
en burros o en camellos,
y marchando en dos columnas,
que dé la voz de alarma».

El vigilante le gritó a Isaías:

«Señor, he permanecido en mi puesto;
día y noche he vigilado el horizonte.

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