Isaías 1-39
Nueva Traducción Viviente
1 Estas son las visiones que tuvo Isaías, hijo de Amoz, acerca de Judá y Jerusalén durante los años en que Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías eran reyes de Judá.[a]
Mensaje para el rebelde pueblo de Judá
2 ¡Escuchen, oh cielos! ¡Presta atención, oh tierra!
Esto dice el Señor:
«Los hijos que crie y cuidé
se han rebelado contra mí.
3 Hasta un buey conoce a su dueño,
y un burro reconoce los cuidados de su amo,
pero Israel no conoce a su amo.
Mi pueblo no reconoce mis cuidados a su favor».
4 ¡Qué nación tan pecadora,
pueblo cargado con el peso de su culpa!
Está lleno de gente malvada,
hijos corruptos que han rechazado al Señor.
Han despreciado al Santo de Israel
y le han dado la espalda.
5 ¿Por qué buscar más castigo?
¿Se rebelarán para siempre?
Tienen la cabeza herida
y el corazón angustiado.
6 Desde los pies hasta la cabeza, están llenos de golpes,
cubiertos de moretones, contusiones y heridas infectadas,
sin vendajes ni ungüentos que los alivien.
7 Su país yace en ruinas,
y sus ciudades han sido incendiadas.
Los extranjeros saquean sus campos frente a sus propios ojos
y destruyen todo lo que ven a su paso.
8 La hermosa Jerusalén[b] está abandonada
como el refugio del cuidador en un viñedo,
como la choza en un campo de pepinos después de la cosecha,
como una ciudad indefensa y sitiada.
9 Si el Señor de los Ejércitos Celestiales
no hubiera perdonado la vida a unos cuantos entre nosotros,[c]
habríamos sido exterminados como Sodoma
y destruidos como Gomorra.
10 Escuchen al Señor, líderes de «Sodoma».
Escuchen la ley de nuestro Dios, pueblo de «Gomorra».
11 «¿Qué les hace pensar que yo deseo sus sacrificios?
—dice el Señor—.
Estoy harto de sus ofrendas quemadas de carneros
y de la grasa del ganado engordado.
No me agrada la sangre
de los toros ni de los corderos ni de las cabras.
12 Cuando vienen a adorarme,
¿quién les pidió que desfilaran por mis atrios con toda esa ceremonia?
13 Dejen de traerme sus regalos sin sentido.
¡El incienso de sus ofrendas me da asco!
En cuanto a sus celebraciones de luna nueva, del día de descanso
y de sus días especiales de ayuno,
todos son pecaminosos y falsos.
¡No quiero más de sus piadosas reuniones!
14 Odio sus celebraciones de luna nueva y sus festivales anuales;
son una carga para mí. ¡No los soporto!
15 Cuando levanten las manos para orar, no miraré;
aunque hagan muchas oraciones, no escucharé,
porque tienen las manos cubiertas con la sangre de víctimas inocentes.
16 ¡Lávense y queden limpios!
Quiten sus pecados de mi vista.
Abandonen sus caminos malvados.
17 Aprendan a hacer el bien.
Busquen la justicia
y ayuden a los oprimidos.
Defiendan la causa de los huérfanos
y luchen por los derechos de las viudas.
18 »Vengan ahora. Vamos a resolver este asunto
—dice el Señor—.
Aunque sus pecados sean como la escarlata,
yo los haré tan blancos como la nieve.
Aunque sean rojos como el carmesí,
yo los haré tan blancos como la lana.
19 Si tan solo me obedecen,
tendrán comida en abundancia.
20 Pero si se apartan y se niegan a escuchar,
la espada de sus enemigos los devorará.
¡Yo, el Señor, he hablado!».
Jerusalén, la infiel
21 Miren cómo Jerusalén, que antes era tan fiel,
se ha convertido en una prostituta.
Antes era el centro de la justicia y la rectitud,
pero ahora está repleta de asesinos.
22 Antes eras como la plata pura,
ahora te has vuelto como escoria sin valor.
Antes eras pura,
ahora eres como el vino diluido en agua.
23 Tus líderes son rebeldes,
compañeros de ladrones.
A todos ellos les encantan los sobornos
y exigen que se los den,
pero se niegan a defender la causa de los huérfanos
y a luchar por los derechos de las viudas.
24 Por lo tanto, el Señor, el Señor de los Ejércitos Celestiales,
el Poderoso de Israel, dice:
«¡Me vengaré de mis enemigos
y a mis adversarios les daré su merecido!
25 Levantaré el puño en tu contra;
te derretiré para sacarte la escoria
y te quitaré todas tus impurezas.
26 Otra vez te daré buenos jueces,
y consejeros sabios como los que antes tenías.
Entonces Jerusalén volverá a ser llamada Centro de Justicia
y Ciudad Fiel».
27 Sion será restaurada por medio de la justicia;
los que se arrepientan serán revividos por la rectitud.
28 Pero los rebeldes y los pecadores serán destruidos por completo,
y los que abandonen al Señor serán consumidos.
29 Sentirás vergüenza de haber rendido culto a los ídolos
en los bosques de los robles sagrados.
Te sonrojarás por haber adorado
en los jardines consagrados a los ídolos.
30 Serás como un gran árbol con las hojas marchitas,
como un jardín sin agua.
31 Los más fuertes de ustedes desaparecerán como la paja;
sus malas acciones serán la chispa que la encienda.
Ellos y sus malas acciones se quemarán juntos,
y nadie podrá apagar el fuego.
El reinado futuro del Señor
2 Esta es una visión que tuvo Isaías, hijo de Amoz, acerca de Judá y de Jerusalén:
2 En los últimos días, el monte de la casa del Señor
será el más alto de todos,
el lugar más importante de la tierra.
Se levantará por encima de las demás colinas,
y gente del mundo entero vendrá allí para adorar.
3 Vendrá gente de muchas naciones y dirán:
«Vengan, subamos al monte del Señor,
a la casa del Dios de Jacob.
Allí él nos enseñará sus caminos,
y andaremos en sus sendas».
Pues de Sion saldrá la enseñanza del Señor;
de Jerusalén saldrá su palabra.
4 El Señor mediará entre las naciones
y resolverá los conflictos internacionales.
Ellos forjarán sus espadas en rejas de arado
y sus lanzas en herramientas para podar.
No peleará más nación contra nación,
ni seguirán entrenándose para la guerra.
Advertencia de juicio
5 Vengan, descendientes de Jacob,
caminemos a la luz del Señor.
6 Pues el Señor ha rechazado a su pueblo,
a los descendientes de Jacob,
porque han llenado la tierra con prácticas del oriente
y con hechiceros, igual que los filisteos.
Han formado alianzas con paganos.
7 Israel está lleno de plata y de oro;
sus tesoros no tienen fin.
Su tierra está llena de caballos de guerra
y tampoco tienen fin sus carros de guerra.
8 La tierra está llena de ídolos.
El pueblo rinde culto a cosas que hizo
con sus propias manos.
9 Por eso ahora serán humillados,
y todos serán rebajados;
no los perdones.
10 Escabúllanse en cuevas en medio de las rocas.
En el polvo, escóndanse
del terror del Señor
y de la gloria de su majestad.
11 El orgullo humano será rebajado,
y la arrogancia humana será humillada.
Solo el Señor será exaltado
en aquel día de juicio.
12 Pues el Señor de los Ejércitos Celestiales
tiene asignado un día de juicio.
Él castigará al orgulloso y al poderoso
y derribará todo lo que esté enaltecido.
13 Cortará los altos cedros del Líbano
y todos los poderosos robles de Basán.
14 Aplanará las altas montañas
y todas las colinas elevadas.
15 Derribará cada torre alta
y cada muro fortificado.
16 Destruirá todos los grandes barcos mercantes[d]
y todas las naves magníficas.
17 El orgullo humano será humillado,
y la arrogancia humana será rebajada.
Solo el Señor será enaltecido
en aquel día de juicio.
18 Los ídolos desaparecerán por completo.
19 Cuando el Señor se levante para sacudir la tierra,
sus enemigos se escabullirán en hoyos en el suelo.
En cuevas en las rocas se esconderán
del terror del Señor
y de la gloria de su majestad.
20 En aquel día de juicio abandonarán los ídolos de oro y de plata
que se hicieron para rendirles culto.
Abandonarán sus dioses y los dejarán a los roedores y a los murciélagos,
21 mientras ellos se escabullen en cuevas
y se esconden en los acantilados entre los peñascos.
Tratarán de escapar del terror del Señor
y de la gloria de su majestad,
cuando él se levante para sacudir la tierra.
22 No pongan su confianza en los simples humanos;
son tan frágiles como el aliento.
¿Qué valor tienen?
Juicio contra Judá
3 El Señor, el Señor de los Ejércitos Celestiales,
les quitará a Jerusalén y a Judá
todo aquello en lo que confían:
hasta el último pedazo de pan
y la última gota de agua;
2 todos sus héroes y soldados;
jueces y profetas;
adivinos y ancianos;
3 oficiales militares y altos funcionarios;
consejeros, hábiles hechiceros y astrólogos.
4 Haré que sus líderes sean muchachos,
y que niños pequeños sean sus gobernantes.
5 Se oprimirán unos a otros:
hombre contra hombre
y vecino contra vecino.
Los jóvenes insultarán a sus mayores,
y la gente vulgar mirará con desdén a la gente honorable.
6 En esos días, un hombre le dirá a su hermano:
«Como tú tienes abrigo, ¡sé nuestro líder!
¡Hazte cargo de este montón de ruinas!».
7 Pero él responderá:
«¡No! No puedo ayudarlos.
No tengo comida ni ropa que me sobre;
¡no me pongan al mando!».
8 Pues Jerusalén tropezará,
y Judá caerá,
porque hablan contra el Señor y se niegan a obedecerlo.
Lo provocan descaradamente.
9 El aspecto mismo de su rostro los delata.
Exhiben su pecado como la gente de Sodoma
y ni siquiera tratan de esconderlo.
¡Están condenados!
Han traído destrucción sobre ellos mismos.
10 Díganles a los justos que a ellos les irá bien en todo.
¡Disfrutarán de la rica recompensa que se han ganado!
11 En cambio, los malvados están condenados,
porque recibirán exactamente lo que se merecen.
12 Líderes inmaduros oprimen a mi pueblo,
y las mujeres lo gobiernan.
Oh pueblo mío, tus líderes te engañan;
te llevan por el camino equivocado.
13 El Señor ocupa su lugar en el tribunal,
y presenta su caso contra su pueblo.[e]
14 El Señor se presenta para pronunciar juicio
sobre los ancianos y los gobernantes de su pueblo:
«Ustedes han destruido a Israel, mi viñedo.
Sus casas están llenas de cosas robadas a los pobres.
15 ¿Cómo se atreven a aplastar a mi pueblo,
al restregar la cara de los pobres contra el polvo?»,
reclama el Señor, el Señor de los Ejércitos Celestiales.
Advertencia a Jerusalén
16 El Señor dice: «La hermosa Sion[f] es altanera:
estira su elegante cuello,
coquetea con los ojos
y camina con pasos delicados
haciendo sonar los brazaletes de sus tobillos.
17 Por eso el Señor le mandará costras a su cabeza.
El Señor dejará calva a la hermosa Sion».
18 En aquel día de juicio
el Señor la despojará de todo lo que la embellece:
adornos, diademas, collares con forma de luna creciente,
19 aretes, pulseras, velos,
20 pañuelos, brazaletes para el tobillo, fajas,
perfumes, dijes,
21 anillos, joyas,
22 vestidos de fiesta, túnicas, mantos, bolsos,
23 espejos, ropas de lino de alta calidad,
adornos para la cabeza y mantillas.
24 En lugar de oler a dulce perfume, apestará.
Usará una soga como faja
y su elegante cabello se le caerá.
Usará tela áspera en lugar de vestidos costosos,
y la vergüenza reemplazará su belleza.[g]
25 Los hombres de la ciudad morirán a espada,
y sus guerreros morirán en batalla.
26 Las puertas de Sion llorarán y se lamentarán.
La ciudad será como una mujer violada,
acurrucada en el suelo.
4 En aquel día quedarán tan pocos hombres que siete mujeres pelearán por uno solo y le dirán: «¡Deja que todas nos casemos contigo! Nos ocuparemos de nuestra propia comida y ropa. Solo déjanos tomar tu apellido, para que no se burlen de nosotras diciendo que somos solteronas».
Una promesa de restauración
2 Pero en aquel día, el retoño[h] del Señor
será hermoso y glorioso.
El fruto de la tierra será el orgullo y la gloria
de todos los sobrevivientes de Israel.
3 Los que queden en Sion
serán un pueblo santo,
los que sobrevivan la destrucción de Jerusalén
y estén registrados entre los vivientes.
4 El Señor lavará la inmundicia de la hermosa Sion[i]
y limpiará a Jerusalén de sus manchas de sangre
con el aliento abrasador de su ardiente juicio.
5 Entonces el Señor proveerá sombra para el monte Sion
y para todos los que se reúnan allí;
les dará una cubierta de nubes durante el día
y por la noche, humo y ardiente fuego,
que cubrirá la tierra gloriosa.
6 Será un refugio del calor del día
y un albergue contra las tormentas y la lluvia.
Un canto acerca de la viña del Señor
5 Ahora cantaré para aquel a quien amo
un canto acerca de su viña.
Mi amado tenía una viña
en una colina rica y fértil.
2 Aró la tierra, le quitó las piedras
y sembró en ella las mejores vides.
En medio de su viña construyó una torre de vigilancia
y talló un lagar en las rocas cercanas.
Luego esperó una cosecha de uvas dulces,
pero las uvas que crecieron eran amargas.
3 Ahora ustedes, pueblo de Jerusalén y de Judá,
juzguen entre mi viña y yo.
4 ¿Qué más podría hacer por mi viña,
que no haya hecho ya?
¿Por qué, cuando esperaba uvas dulces,
mi viña me dio uvas amargas?
5 Déjenme decirles ahora
lo que haré con mi viña:
echaré abajo sus cercos
y dejaré que se destruya.
Derrumbaré sus muros
y dejaré que los animales la pisoteen.
6 La convertiré en un lugar silvestre
donde no se podan las vides ni se remueve la tierra,
un lugar cubierto de cardos y espinos.
Ordenaré a las nubes
que no dejen caer la lluvia sobre ella.
7 La nación de Israel es la viña del Señor de los Ejércitos Celestiales.
El pueblo de Judá es su agradable huerto.
Él esperaba una cosecha de justicia,
pero, en cambio, encontró opresión.
Esperaba encontrar rectitud,
pero, en cambio, oyó gritos de violencia.
Culpa de Judá y su juicio
8 ¡Qué aflicción para ustedes que se apropian de una casa tras otra y de un campo tras otro
hasta que todos queden desalojados y ustedes vivan solos en la tierra!
9 Pero yo he oído al Señor de los Ejércitos Celestiales
hacer un juramento solemne:
«Muchas casas quedarán abandonadas;
hasta mansiones hermosas estarán vacías.
10 Cuatro hectáreas[j] de viñedo no producirán ni veintiún litros[k] de vino
y diez canastas de semilla solo darán una canasta[l] de grano».
11 Qué aflicción para los que se levantan temprano por la mañana
en busca de un trago de alcohol,
y pasan largas noches bebiendo vino
hasta tener una fuerte borrachera.
12 Proveen vino y música hermosa para sus grandes fiestas
—lira y arpa, pandereta y flauta—
pero nunca piensan en el Señor
ni se dan cuenta de lo que él hace.
13 Por lo tanto, mi pueblo irá al destierro muy lejos
porque no me conoce.
La gente importante y los que reciben honra se morirán de hambre,
y la gente común morirá de sed.
14 La tumba[m] se relame de expectativa
y abre bien grande la boca.
Los importantes y los humildes,
y la turba de borrachos, todos serán devorados.
15 La humanidad será destruida y la gente derribada;
hasta los arrogantes bajarán la mirada con humildad.
16 Pero el Señor de los Ejércitos Celestiales será exaltado por su justicia;
la santidad de Dios se demostrará por su rectitud.
17 En aquel día, los corderos encontrarán buenos pastos,
y entre las ruinas apacentarán las ovejas engordadas y los cabritos.[n]
18 ¡Qué aflicción para los que arrastran sus pecados
con sogas hechas de mentiras,
que arrastran detrás de sí la maldad como si fuera una carreta!
19 Hasta se burlan de Dios diciendo:
«¡Apresúrate, haz algo!
Queremos ver lo que puedes hacer.
Que el Santo de Israel lleve a cabo su plan,
porque queremos saber qué es».
20 ¡Qué aflicción para los que dicen
que lo malo es bueno y lo bueno es malo,
que la oscuridad es luz y la luz es oscuridad,
que lo amargo es dulce y lo dulce es amargo!
21 ¡Qué aflicción para los que se creen sabios en su propia opinión
y se consideran muy inteligentes!
22 ¡Qué aflicción para los que son campeones a la hora de beber vino
y se jactan de la cantidad de alcohol que pueden tomar!
23 Aceptan sobornos para dejar en libertad a los perversos,
y castigan a los inocentes.
24 Por lo tanto, así como las lenguas de fuego consumen los rastrojos,
y la hierba seca se marchita y cae en medio de la llama,
así las raíces de ellos se pudrirán
y sus flores se marchitarán.
Pues han rechazado la ley del Señor de los Ejércitos Celestiales;
han despreciado la palabra del Santo de Israel.
25 Por eso el enojo del Señor arde contra su pueblo
y ha levantado el puño para aplastarlo.
Los montes tiemblan
y los cadáveres de su pueblo están tirados por las calles como basura.
Pero aun así, el enojo del Señor no está satisfecho.
¡Su puño todavía está listo para asestar el golpe!
26 Él enviará una señal a las naciones lejanas
y llamará con un silbido a los que están en los confines de la tierra;
ellos irán corriendo a Jerusalén.
27 No se cansarán, ni tropezarán.
No se detendrán para descansar ni para dormir.
Nadie tendrá flojo el cinturón
ni rotas las correas de ninguna sandalia.
28 Sus flechas estarán afiladas
y sus arcos listos para la batalla.
De los cascos de sus caballos saltarán chispas,
y las ruedas de sus carros de guerra girarán como un torbellino.
29 Rugirán como leones,
como los más fuertes entre los leones.
Se lanzarán gruñendo sobre sus víctimas y se las llevarán,
y no habrá nadie para rescatarlas.
30 Rugirán sobre sus víctimas en aquel día de destrucción,
como el rugido del mar.
Si alguien extiende su mirada por toda la tierra,
solo verá oscuridad y angustia;
hasta la luz quedará oscurecida por las nubes.
Purificación y llamado de Isaías
6 El año en que murió el rey Uzías,[o] vi al Señor sentado en un majestuoso trono, y el borde de su manto llenaba el templo. 2 Lo asistían poderosos serafines, cada uno tenía seis alas. Con dos alas se cubrían el rostro, con dos se cubrían los pies y con dos volaban. 3 Se decían unos a otros:
«¡Santo, santo, santo es el Señor de los Ejércitos Celestiales!
¡Toda la tierra está llena de su gloria!».
4 Sus voces sacudían el templo hasta los cimientos, y todo el edificio estaba lleno de humo.
5 Entonces dije: «¡Todo se ha acabado para mí! Estoy condenado, porque soy un pecador. Tengo labios impuros, y vivo en medio de un pueblo de labios impuros; sin embargo, he visto al Rey, el Señor de los Ejércitos Celestiales».
6 Entonces uno de los serafines voló hacia mí con un carbón encendido que había tomado del altar con unas tenazas. 7 Con él tocó mis labios y dijo: «¿Ves? Este carbón te ha tocado los labios. Ahora tu culpa ha sido quitada, y tus pecados perdonados».
8 Después oí que el Señor preguntaba: «¿A quién enviaré como mensajero a este pueblo? ¿Quién irá por nosotros?».
—Aquí estoy yo—le dije—. Envíame a mí.
9 Y él me dijo:
—Bien, ve y dile a este pueblo:
“Escuchen con atención, pero no entiendan;
miren bien, pero no aprendan nada”.
10 Endurece el corazón de este pueblo;
tápales los oídos y ciérrales los ojos.
De esa forma, no verán con sus ojos,
ni oirán con sus oídos,
ni comprenderán con su corazón
para que no se vuelvan a mí en busca de sanidad.[p]
11 Entonces yo dije:
—Señor, ¿cuánto tiempo durará esto?
Y él contestó:
—Hasta que sus ciudades queden vacías,
sus casas queden desiertas
y la tierra entera quede seca y baldía;
12 hasta que el Señor haya mandado a todos lejos
y toda la tierra de Israel quede desierta.
13 Si aún sobrevive una décima parte, un remanente,
volverá a ser invadida y quemada.
Pero así como el terebinto o el roble dejan un tocón cuando se cortan,
también el tocón de Israel será una semilla santa.
Mensaje para Acaz
7 Cuando Acaz, hijo de Jotam y nieto de Uzías, era rey de Judá, Rezín, rey de Aram, y Peka, hijo de Remalías, rey de Israel, salieron para atacar a Jerusalén. Sin embargo, no pudieron llevar a cabo su plan.
2 A la corte real de Judá había llegado la siguiente noticia: «¡Aram se ha aliado con Israel[q] en contra de nosotros!». Por eso, el corazón del rey y el de su pueblo temblaron de miedo, como tiemblan los árboles en medio de una tormenta.
3 Entonces el Señor dijo a Isaías: «Toma a tu hijo Sear-jasub[r] y ve al encuentro del rey Acaz. Lo encontrarás al final del acueducto que conduce el agua al estanque superior, cerca del camino que lleva al campo donde se lavan[s] las telas. 4 Dile que deje de preocuparse; que no hay por qué temer a la ira feroz de esos dos tizones apagados que son Rezín, rey de Aram y Peka, hijo de Remalías. 5 Es verdad que los reyes de Aram y de Israel han conspirado contra él diciendo: 6 “Atacaremos a Judá y lo conquistaremos y pertenecerá a nosotros. Después pondremos en el trono de Judá al hijo de Tabeel”. 7 Pero esto dice el Señor Soberano:
»“Esta invasión nunca sucederá,
nunca se llevará a cabo;
8 pues Aram no es más fuerte que Damasco, su capital,
y Damasco no es más fuerte que Rezín, su rey.
En cuanto a Israel, dentro de sesenta y cinco años
será aplastado y destruido por completo.
9 Israel no es más fuerte que Samaria, su capital,
y Samaria no es más fuerte que Peka, hijo de Remalías, su rey.
A menos que ustedes tengan una fe firme,
no puedo hacer que permanezcan firmes”».
Señal de Emanuel
10 Más tarde, el Señor le envió al rey Acaz el siguiente mensaje: 11 «Acaz, pídele al Señor tu Dios una señal de confirmación. Hazla tan difícil como quieras: tan alta como los cielos o tan profunda como el lugar de los muertos[t]».
12 Pero el rey se negó.
—No—dijo el rey—. No pondré a prueba al Señor así.
13 Entonces Isaías le dijo:
—¡Escuchen bien, ustedes de la familia real de David! ¿Acaso no les basta con agotar la paciencia humana? ¿También tienen que agotar la paciencia de mi Dios? 14 Muy bien, el Señor mismo les dará la señal. ¡Miren! ¡La virgen[u] concebirá un niño! Dará a luz un hijo y lo llamarán Emanuel (que significa “Dios está con nosotros”). 15 Cuando ese hijo tenga edad suficiente para escoger lo correcto y rechazar lo malo, estará comiendo yogur[v] y miel. 16 Pues antes de que el niño tenga esa edad, las tierras de los dos reyes que tanto temes quedarán desiertas.
17 »Luego el Señor hará venir sobre ti, sobre tu nación y sobre tu familia, hechos como nunca hubo desde que Israel se separó de Judá. ¡Pondrá al rey de Asiria en tu contra!
18 En ese día, el Señor llamará con un silbido al ejército del sur de Egipto y al ejército de Asiria. Ellos te rodearán como un enjambre de moscas o abejas. 19 Vendrán en inmensas multitudes y se establecerán en las regiones fértiles y también en los valles desolados, en las cuevas y en los lugares llenos de espinos. 20 En ese día, el Señor contratará a una «navaja» procedente del otro lado del río Éufrates[w]—el rey de Asiria—y la usará para afeitarte por completo: tu tierra, tus cosechas y tu pueblo.[x]
21 En ese día, un campesino se considerará afortunado si le quedan una vaca y dos ovejas o cabras. 22 Sin embargo, habrá suficiente leche para todos, porque quedarán muy pocos habitantes en la tierra. Comerán yogur y miel hasta saciarse. 23 En aquel día, los viñedos lozanos que hoy valen mil piezas de plata[y] se convertirán en parcelas llenas de zarzas y espinos. 24 Toda la tierra se convertirá en una gran extensión repleta de zarzas y espinos, en un territorio de cacería lleno de animales salvajes. 25 Nadie irá a las laderas fértiles donde antes crecían los huertos, porque estarán cubiertas de zarzas y de espinos; allí apacentarán el ganado, las ovejas y las cabras.
Futura invasión de los asirios
8 Luego el Señor me dijo: «Haz un letrero grande y escribe con claridad el siguiente nombre: Maher-salal-has-baz[z]». 2 Les pedí al sacerdote Urías y a Zacarías, hijo de Jeberequías, ambos conocidos como hombres honrados, que fueran testigos de lo que yo hacía.
3 Después me acosté con mi esposa y ella quedó embarazada, y dio a luz un hijo. Y el Señor me dijo: «Ponle por nombre Maher-salal-has-baz. 4 Pues antes de que este hijo tenga edad suficiente para decir “papá” o “mamá”, el rey de Asiria se llevará la abundancia de Damasco y las riquezas de Samaria».
5 Entonces el Señor volvió a hablar conmigo y me dijo: 6 «Mi cuidado del pueblo de Judá es como el delicado fluir de las aguas de Siloé, pero ellos lo han rechazado. Se alegran por lo que les sucederá al[aa] rey Rezín y al rey Peka.[ab] 7 Por lo tanto, el Señor los arrollará con una poderosa inundación del río Éufrates,[ac] el rey de Asiria con toda su gloria. La inundación desbordará todos los canales 8 y cubrirá a Judá hasta la barbilla. Extenderá sus alas y sumergirá a tu tierra de un extremo al otro, oh Emanuel.
9 »Reúnanse, naciones, y llénense de terror.
Escuchen, todas ustedes, tierras lejanas:
prepárense para la batalla, ¡pero serán aplastadas!
Sí, prepárense para la batalla, ¡pero serán aplastadas!
10 Convoquen a sus asambleas de guerra, pero no les servirán de nada;
desarrollen sus estrategias, pero no tendrán éxito,
¡porque Dios está con nosotros![ad]».
Un llamado a confiar en el Señor
11 El Señor me dio una firme advertencia de no pensar como todos los demás. Me dijo:
12 «No llames conspiración a todo, como hacen ellos,
ni vivas aterrorizado de lo que a ellos les da miedo.
13 Ten por santo en tu vida al Señor de los Ejércitos Celestiales;
él es a quien debes temer.
Él es quien te debería hacer temblar.
14 Él te mantendrá seguro.
En cambio, para Israel y Judá
será una piedra que hace tropezar a muchos,
una roca que los hace caer.
Y para el pueblo de Jerusalén
será una red y una trampa.
15 Muchos tropezarán y caerán
y no volverán a levantarse;
caerán en la trampa y serán capturados».
16 Preserva las enseñanzas de Dios;
confía sus instrucciones a quienes me siguen.
17 Yo esperaré al Señor,
que se ha apartado de los descendientes de Jacob;
pondré mi esperanza en él.
18 Yo y los hijos que el Señor me ha dado servimos como señales y advertencias a Israel de parte del Señor de los Ejércitos Celestiales, quien habita en su templo en el monte Sion.
19 Tal vez alguien les diga: «Preguntemos a los médiums y a los que consultan los espíritus de los muertos; con sus susurros y balbuceos nos dirán qué debemos hacer». Pero ¿acaso no deberá el pueblo pedirle a Dios que lo guíe? ¿Deberían los vivos buscar orientación de los muertos?
20 ¡Busquen las instrucciones y las enseñanzas de Dios! Quienes contradicen su palabra están en completa oscuridad. 21 Irán de un lugar a otro, fatigados y hambrientos. Y porque tienen hambre, se pondrán furiosos y maldecirán a su rey y a su Dios. Levantarán la mirada al cielo 22 y luego la bajarán a la tierra, pero dondequiera que miren habrá problemas, angustia y una oscura desesperación. Serán lanzados a las tinieblas de afuera.
Esperanza en el Mesías
9 [ae]Sin embargo, ese tiempo de oscuridad y de desesperación no durará para siempre. La tierra de Zabulón y de Neftalí será humillada, pero habrá un tiempo en el futuro cuando Galilea de los gentiles,[af] que se encuentra junto al camino que va del Jordán al mar, será llena de gloria.
2 [ag]El pueblo que camina en oscuridad
verá una gran luz.
Para aquellos que viven en una tierra de densa oscuridad,[ah]
brillará una luz.
3 Harás que crezca la nación de Israel,
y sus habitantes se alegrarán.
Se alegrarán ante ti
como la gente se goza en la cosecha,
y como los guerreros cuando se dividen el botín.
4 Pues tú quebrantarás el yugo de su esclavitud
y levantarás la pesada carga de sus hombros.
Romperás la vara del opresor,
tal como lo hiciste cuando destruiste al ejército de Madián.
5 Las botas de los guerreros
y los uniformes manchados de sangre por la guerra
serán quemados;
serán combustible para el fuego.
6 Pues nos ha nacido un niño,
un hijo se nos ha dado;
el gobierno descansará sobre sus hombros,
y será llamado:
Consejero Maravilloso,[ai] Dios Poderoso,
Padre Eterno, Príncipe de Paz.
7 Su gobierno y la paz
nunca tendrán fin.
Reinará con imparcialidad y justicia desde el trono de su antepasado David
por toda la eternidad.
¡El ferviente compromiso del Señor de los Ejércitos Celestiales
hará que esto suceda!
Enojo del Señor contra Israel
8 El Señor se ha pronunciado contra Jacob;
su juicio ha caído sobre Israel.
9 Y los habitantes de Israel[aj] y de Samaria,
quienes hablaron con tanta soberbia y arrogancia,
pronto se enterarán.
10 Decían: «Reemplazaremos los ladrillos rotos de nuestras ruinas con piedra labrada
y volveremos a plantar cedros donde cayeron las higueras sicómoros».
11 Pero el Señor traerá a los enemigos de Rezín contra Israel
e incitará a todos sus adversarios.
12 Los arameos desde el oriente y los filisteos desde el occidente
sacarán sus colmillos y devorarán a Israel.
Pero aun así no quedará satisfecho el enojo del Señor;
su puño sigue preparado para dar el golpe.
13 Pues después de tanto castigo, el pueblo seguirá sin arrepentirse;
no buscará al Señor de los Ejércitos Celestiales.
14 Por lo tanto, en un solo día el Señor destruirá tanto la cabeza como la cola,
la noble rama de palma y el humilde junco.
15 Los líderes de Israel son la cabeza,
y los profetas mentirosos son la cola.
16 Pues los líderes del pueblo lo han engañado;
lo han llevado por la senda de la destrucción.
17 Por eso el Señor no se complace en los jóvenes,
ni tiene misericordia siquiera de las viudas y los huérfanos.
Pues todos son unos hipócritas perversos,
y todos ellos hablan necedades.
Pero aun así no quedará satisfecho el enojo del Señor.
Su puño sigue preparado para dar el golpe.
18 Esa perversidad es como un incendio de maleza
que no solo quema las zarzas y los espinos,
sino que también hace arder los bosques.
Su fuego hace subir nubes de humo.
19 La tierra quedará ennegrecida
por la furia del Señor de los Ejércitos Celestiales.
El pueblo será combustible para el fuego,
y nadie perdonará la vida ni siquiera de su propio hermano.
20 Atacarán a su vecino de la derecha
pero seguirán con hambre.
Devorarán a su vecino de la izquierda,
pero no quedarán satisfechos.
Al final, se comerán hasta a sus propios hijos.[ak]
21 Manasés se alimentará de Efraín,
Efraín se alimentará de Manasés,
y los dos devorarán a Judá.
Pero aun así no quedará satisfecho el enojo del Señor;
su puño sigue preparado para dar el golpe.
10 ¡Qué aflicción les espera a los jueces injustos
y a los que emiten leyes injustas!
2 Privan a los pobres de la justicia
y les niegan sus derechos a los necesitados de mi pueblo.
Explotan a las viudas
y se aprovechan de los huérfanos.
3 ¿Qué harán cuando yo los castigue,
cuando envíe el desastre sobre ustedes desde una tierra lejana?
¿A quién acudirán en busca de ayuda?
¿Dónde estarán seguros sus tesoros?
4 Irán tropezando como prisioneros
o quedarán tendidos entre los muertos.
Pero aun así no quedará satisfecho el enojo del Señor;
su puño sigue preparado para dar el golpe.
Juicio contra Asiria
5 «Qué aflicción le espera a Asiria, la vara de mi ira.
Yo la empleo como garrote para expresar mi enojo.
6 Envío a Asiria contra una nación pagana,
contra un pueblo con el cual estoy enojado.
Asiria los saqueará,
y los pisoteará como a polvo debajo de sus pies.
7 Pero el rey de Asiria no comprenderá que es mi instrumento;
su mente no funciona de esa forma.
Su plan solo consiste en destruir,
en aplastar a las naciones, una tras otra.
8 Dirá:
“Pronto cada uno de mis príncipes será un rey.
9 Hemos destruido a Calno como hicimos antes con Carquemis.
Hamat cayó ante nosotros como antes había caído Arfad,
y destruimos a Samaria como lo hicimos con Damasco.
10 Sí, hemos acabado con muchos reinos
cuyos dioses eran más grandes que los de Jerusalén y de Samaria.
11 Por eso derrotaremos a Jerusalén y a sus dioses,
tal como destruimos a Samaria con sus dioses”».
12 Después de que el Señor haya utilizado al rey de Asiria para llevar a cabo sus propósitos en el monte Sion y en Jerusalén, se volverá contra el rey de Asiria y lo castigará, porque es soberbio y arrogante. 13 Se jacta diciendo:
«Esto lo hice con el poder de mi brazo;
lo planifiqué con mi astuta sabiduría.
Derribé las defensas de las naciones
y me llevé sus tesoros.
Como un toro, he derribado a sus reyes.
14 Les robé las riquezas a sus nidos
y me he adueñado de reinos como un campesino recoge huevos.
Nadie puede siquiera batir un ala en mi contra.
Nadie puede decir ni pío en protesta».
15 Ahora bien, ¿puede jactarse el hacha de tener un poder mayor que la persona que la usa?
¿Es la sierra mayor que la persona que corta?
¿Puede golpear una vara a menos que la mueva una mano?
¿Puede caminar solo un bastón de madera?
16 Por lo tanto, el Señor, el Señor de los Ejércitos Celestiales,
enviará una plaga entre las orgullosas tropas de Asiria,
y un fuego ardiente consumirá su gloria.
17 El Señor, la Luz de Israel, será un fuego;
el Santo será una llama.
Devorará con fuego los espinos y las zarzas,
y en una sola noche quemará al enemigo por completo.
18 El Señor consumirá la gloria de Asiria
igual que un incendio consume un bosque en tierra fértil,
o una plaga a los enfermos.
19 De ese glorioso bosque, solo sobrevivirán unos cuantos árboles:
tan pocos que un niño podrá contarlos.
Esperanza para el pueblo del Señor
20 En ese día, el remanente que quedará en Israel,
los sobrevivientes de la casa de Jacob,
ya no seguirán confiando en aliados
que buscan destruirlos.
En cambio, confiarán fielmente en el Señor,
el Santo de Israel.
21 Un remanente regresará;[al]
sí, el remanente de Jacob regresará al Dios Poderoso.
22 Pero aunque los hijos de Israel son tan numerosos
como la arena a la orilla del mar,
solo un remanente regresará.
El Señor, con razón, ha decidido destruir a su pueblo.
23 Sí, el Señor, el Señor de los Ejércitos Celestiales,
ya ha decidido destruir toda la tierra.[am]
24 Así que esto dice el Señor, el Señor de los Ejércitos Celestiales: «Oh, mi pueblo de Sion, no temas a los asirios cuando te opriman con vara y con garrote como lo hicieron los egipcios hace mucho tiempo. 25 Dentro de poco se acabará mi enojo contra ustedes, y después mi ira se levantará para destruirlos a ellos». 26 El Señor de los Ejércitos Celestiales los azotará con su látigo, como hizo cuando Gedeón venció a los madianitas en la roca de Oreb, o cuando se levantó la vara del Señor para ahogar al ejército egipcio en el mar.
27 En ese día, el Señor acabará con la servidumbre de su pueblo.
Romperá el yugo de la esclavitud
y se lo quitará de los hombros.[an]
28 Miren, los asirios están ahora en Ajat.
Están atravesando Migrón
y almacenando su equipo en Micmas.
29 Están cruzando el paso de montaña
y acampando en Geba.
El poblado de Ramá queda paralizado de temor
y toda la gente de Guibeá, el pueblo de Saúl,
corre para salvar su vida.
30 Griten de terror,
gente de Galim.
Grítenle una advertencia a Lais.
¡Oh, pobre Anatot!
31 Allá va la gente de Madmena; todos huyen.
Los ciudadanos de Gebim tratan de esconderse.
32 El enemigo se detiene en Nob por el resto del día;
amenaza con el puño al hermoso monte de Sion, el monte de Jerusalén.
33 ¡Pero miren! El Señor, el Señor de los Ejércitos Celestiales,
con gran fuerza cortará al poderoso árbol de Asiria.
Echará abajo a los soberbios;
ese árbol altanero será talado.
34 Cortará con un hacha los árboles de los bosques;
el Líbano caerá ante el Poderoso.[ao]
Retoño del linaje de David
11 Del tocón de la familia de David[ap] saldrá un brote,
sí, un Retoño nuevo que dará fruto de la raíz vieja.
2 Y el Espíritu del Señor reposará sobre él:
el Espíritu de sabiduría y de entendimiento,
el Espíritu de consejo y de poder,
el Espíritu de conocimiento y de temor del Señor.
3 Él se deleitará en obedecer al Señor;
no juzgará por las apariencias
ni tomará decisiones basadas en rumores.
4 Hará justicia a los pobres
y tomará decisiones imparciales con los que son explotados.
La tierra temblará con la fuerza de su palabra,
y bastará un soplo de su boca para destruir a los malvados.
5 Llevará la justicia como cinturón
y la verdad como ropa interior.
6 En ese día el lobo y el cordero vivirán juntos,
y el leopardo se echará junto al cabrito.
El ternero y el potro estarán seguros junto al león,
y un niño pequeño los guiará a todos.
7 La vaca pastará cerca del oso,
el cachorro y el ternero se echarán juntos,
y el león comerá heno como las vacas.
8 El bebé jugará seguro cerca de la guarida de la cobra;
así es, un niño pequeño meterá la mano en un nido de víboras mortales y no le pasará nada.
9 En todo mi monte santo no habrá nada que destruya o haga daño,
porque así como las aguas llenan el mar,
así también la tierra estará llena de gente que conocerá al Señor.
10 En ese día, el heredero del trono de David[aq]
será estandarte de salvación para el mundo entero.
Las naciones se reunirán junto a él,
y la tierra donde vive será un lugar glorioso.[ar]
11 En ese día, el Señor extenderá su mano por segunda vez
para traer de regreso al remanente de su pueblo:
los que queden en Asiria y el norte de Egipto;
en el sur de Egipto, Etiopía[as] y Elam;
en Babilonia,[at] Hamat y todas las tierras costeras distantes.
12 Levantará bandera en medio de las naciones
y reunirá a los desterrados de Israel.
Juntará al pueblo disperso de Judá
desde los confines de la tierra.
13 Entonces por fin terminarán los celos entre Israel[au] y Judá
y dejarán de ser rivales.
14 Unirán sus fuerzas para caer encima de Filistea al occidente.
Juntos, atacarán y saquearán a las naciones situadas al oriente.
Ocuparán las tierras de Edom y de Moab,
y Amón los obedecerá.
15 El Señor abrirá un camino seco a través del golfo del mar Rojo.[av]
Moverá su mano sobre el río Éufrates[aw]
y enviará un poderoso viento para dividirlo en siete corrientes,
de manera que se podrá cruzar a pie con facilidad.
16 Abrirá una carretera para el remanente de su pueblo,
el remanente que viene de Asiria,
tal como lo hizo por Israel hace mucho tiempo
cuando regresó de Egipto.
Cantos de alabanza por la salvación
12 En aquel día, tú cantarás:
«¡Te alabaré, oh Señor!
Estabas enojado conmigo, pero ya no.
Ahora me consuelas.
2 Miren, Dios ha venido a salvarme.
Confiaré en él y no tendré temor.
El Señor Dios es mi fuerza y mi canción;
él me ha dado la victoria».
3 ¡Con alegría ustedes beberán abundantemente
de la fuente de la salvación!
4 En ese día maravilloso cantarán:
«¡Den gracias al Señor! ¡Alaben su nombre!
Cuenten a las naciones lo que él ha hecho;
háganles saber lo poderoso que él es.
5 Canten al Señor, porque ha hecho cosas maravillosas.
Den a conocer su alabanza en el mundo entero.
6 ¡Que todos los habitantes de Jerusalén[ax] griten sus alabanzas con alegría!
Pues grande es el Santo de Israel, que vive en medio de ustedes».
Mensaje acerca de Babilonia
13 Isaías, hijo de Amoz, recibió el siguiente mensaje acerca de la destrucción de Babilonia:
2 «Levanta una bandera de señales en la cumbre descubierta de una colina;
llama al ejército contra Babilonia.
Hazles señas con la mano para darles ánimo
mientras marchan hacia los palacios de los grandes y poderosos.
3 Yo, el Señor, he consagrado a estos soldados para realizar esta tarea.
Es cierto, he llamado a guerreros poderosos para que manifiesten mi enojo,
y ellos se alegrarán cuando yo sea exaltado».
4 ¡Oigan el ruido que hay en los montes!
¡Escuchen, mientras marchan los enormes ejércitos!
Es el ruido y el griterío de muchas naciones.
El Señor de los Ejércitos Celestiales ha convocado a este ejército.
5 Vienen desde países distantes,
desde más allá de los horizontes lejanos.
Son las armas del Señor para descargar su enojo;
con ellas destruirá toda la tierra.
6 Griten de terror, porque ha llegado el día del Señor,
el momento para que el Todopoderoso destruya.
7 Todos los brazos están paralizados de temor;
cada corazón se derrite
8 y todos se aterran.
Les sobrevendrán punzadas de angustia,
como las de una mujer que está de parto.
Se miran unos a otros sin poder hacer nada,
con el rostro encendido de miedo.
9 Pues miren, el día del Señor ya viene,
el día terrible de su furia y de su ira feroz.
La tierra quedará desolada,
y con ella los pecadores serán destruidos.
10 Los cielos se pondrán negros sobre ellos;
las estrellas no darán luz.
El sol estará oscuro cuando salga
y la luna no iluminará.
11 «Yo, el Señor, castigaré al mundo por su maldad
y a los perversos por su pecado.
Aplastaré la arrogancia de los soberbios
y humillaré el orgullo de los poderosos.
12 Haré que la gente sea más escasa que el oro,
más escasa que el oro fino de Ofir.
13 Pues sacudiré los cielos
y la tierra se saldrá de su lugar
cuando el Señor de los Ejércitos Celestiales manifieste su furor
en el día de su ira feroz».
14 En Babilonia todos correrán como gacelas perseguidas,
como ovejas sin pastor.
Intentarán encontrar a los suyos
y huir a su propia tierra.
15 El que sea capturado será destruido,
atravesado con una espada.
16 Ante sus propios ojos, estrellarán a sus niños pequeños hasta matarlos.
Sus hogares serán saqueados, y sus mujeres, violadas.
17 «Miren, yo incitaré a los medos contra Babilonia.
No se les puede tentar con plata
ni sobornar con oro.
18 Los ejércitos agresores traspasarán a los jóvenes con sus flechas.
No tendrán misericordia de los indefensos bebés
ni compasión de los niños».
19 Babilonia, el más glorioso de los reinos,
la flor del orgullo caldeo,
será devastada como Sodoma y Gomorra
cuando Dios las destruyó.
20 Babilonia nunca más volverá a ser habitada;
permanecerá vacía de generación en generación.
Los nómadas se negarán a acampar allí,
y los pastores no llevarán a sus ovejas para que pasen la noche.
21 Las bestias del desierto se instalarán en la ciudad en ruinas,
y en las casas rondarán criaturas aullantes.
Los búhos vivirán en medio de las ruinas
y las cabras salvajes irán allí para danzar.
22 Las hienas aullarán en las fortalezas
y los chacales harán su guarida en los lujosos palacios.
Los días de Babilonia están contados;
pronto llegará el momento de su destrucción.
Burla contra el rey de Babilonia
14 Pero el Señor tendrá misericordia de los descendientes de Jacob y una vez más elegirá a Israel como su pueblo especial. Lo hará regresar para que se establezca otra vez en su propia tierra. Y gente de varias naciones vendrá para encontrarse con ellos y unirse al pueblo de Israel.[ay] 2 Las naciones del mundo ayudarán a que el pueblo de Israel regrese, y los que vengan a vivir en la tierra del Señor los servirán. Los que conquistaron a Israel, ellos mismos serán capturados, e Israel gobernará a sus enemigos.
3 En aquel día maravilloso cuando el Señor le dé descanso a su pueblo de sus angustias y temores, de la esclavitud y de las cadenas, 4 te mofarás del rey de Babilonia y dirás:
«El hombre poderoso ha sido destruido.
Sí, se acabó tu insolencia.[az]
5 Pues el Señor aplastó tu poder malvado
y puso fin a tu reino perverso.
6 Atacabas al pueblo con incesantes golpes de furia
y dominabas a las naciones dentro de tu poder sofocante
con una tiranía implacable.
7 Sin embargo, finalmente la tierra está en reposo y tranquila.
¡Ahora puede volver a cantar!
8 Hasta los árboles del bosque
—los cipreses y los cedros del Líbano—
cantan esta alegre canción:
“¡Dado que te talaron,
nadie vendrá ahora para talarnos a nosotros!”.
9 »En el lugar de los muertos[ba] hay mucha emoción
por tu llegada.
Los espíritus de los líderes mundiales y de los reyes poderosos que murieron hace tiempo
se ponen de pie para verte llegar.
10 Todos exclaman a una voz:
“¡Ahora eres tan débil como nosotros!
11 Tu poder y tu fuerza fueron enterrados contigo.[bb]
En tu palacio ha cesado el sonido del arpa.
Ahora los gusanos son tu sábana,
y las lombrices, tu manta”.
12 »¡Cómo has caído del cielo,
oh estrella luciente, hijo de la mañana!
Has sido arrojado a la tierra,
tú que destruías a las naciones del mundo.
13 Pues te decías a ti mismo:
“Subiré al cielo para poner mi trono por encima de las estrellas de Dios.
Voy a presidir en el monte de los dioses,
muy lejos en el norte.[bc]
14 Escalaré hasta los cielos más altos
y seré como el Altísimo”.
15 En cambio, serás bajado al lugar de los muertos,
a las profundidades más hondas.
16 Allí todos te mirarán y se preguntarán:
“¿Puede ser este el que sacudía la tierra
y hacía temblar a los reinos del mundo?
17 ¿Es este el que destruyó el mundo
y lo convirtió en una tierra baldía?
¿Es este el rey que demolía las grandes ciudades del mundo
y no tenía compasión de sus prisioneros?”.
18 »Los reyes de las naciones yacen en gloria majestuosa,
cada cual en su propia tumba,
19 pero tú serás sacado de tu sepultura
como una rama inútil.
Como un cadáver pisoteado bajo los pies,
serás arrojado a una fosa común
con los que murieron en batalla.
Descenderás al abismo.
20 No te darán un entierro apropiado,
porque destruiste a tu nación
y masacraste a tu pueblo.
Los descendientes de una persona tan malvada
nunca más recibirán honra.
21 ¡Maten a los hijos de este hombre!
¡Que mueran por los pecados de su padre!
Que no se levanten para conquistar la tierra,
y llenar el mundo con sus ciudades».
22 Esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales:
«¡Yo, yo mismo me he levantado contra Babilonia!
Destruiré a sus hijos, y a los hijos de sus hijos
—dice el Señor—.
23 Convertiré a Babilonia en un lugar desolado, tierra de búhos,
lleno de pantanos y de ciénagas;
barreré la tierra con la escoba de la destrucción.
¡Yo, el Señor de los Ejércitos Celestiales, he hablado!».
Mensaje acerca de Asiria
24 El Señor de los Ejércitos Celestiales hizo este juramento:
«Sucederá tal como yo lo tengo planeado.
Será tal como lo he decidido.
25 Quebrantaré a los asirios cuando estén en Israel;
los pisotearé en mis montañas.
Mi pueblo ya no será más esclavo de ellos
ni se doblará ante sus cargas pesadas.
26 Tengo un plan para toda la tierra,
una mano de juicio sobre todas las naciones.
27 El Señor de los Ejércitos Celestiales ha hablado;
¿quién podrá cambiar sus planes?
Cuando levante su mano,
¿quién lo podrá detener?».
Mensaje acerca de Filistea
28 Recibí este mensaje en el año que murió el rey Acaz:[bd]
29 Ustedes, filisteos, no se alegren
de que la vara que los golpeaba se haya roto,
de que el rey que los atacaba esté muerto.
Pues de esa serpiente nacerá otra serpiente aún más venenosa,
¡una serpiente terrible que los destruirá!
30 Alimentaré a los pobres en mis pastos;
los necesitados se acostarán en paz.
En cuanto a ustedes, los aniquilaré con el hambre
y destruiré a los pocos que queden.
31 ¡Giman en las puertas! ¡Lloren en las ciudades!
¡Paralícense de miedo, filisteos!
Un poderoso ejército viene como humo desde el norte;
cada soldado avanza con prisa, ansioso por pelear.
32 ¿Qué les diremos a los mensajeros de los filisteos? Diles:
«El Señor edificó a Jerusalén;[be]
sus murallas brindarán refugio a su pueblo oprimido».
Mensaje acerca de Moab
15 Recibí este mensaje acerca de Moab:
En una sola noche será reducido a escombros el pueblo de Ar,
y la ciudad de Kir, destruida.
2 Tu pueblo irá al templo de Dibón para lamentarse.
Ellos irán a sus santuarios sagrados para llorar.
Gemirán por la suerte de Nebo y de Medeba,
y en su angustia se raparán la cabeza y se cortarán la barba.
3 Vagarán por las calles vestidos de tela áspera;
de cada hogar y plaza pública saldrá el sonido de gemidos.
4 Los habitantes de Hesbón y de Eleale gritarán;
sus voces se oirán hasta en Jahaza.
Los guerreros más valientes de Moab gritarán de terror.
Se paralizarán de temor.
5 Mi corazón llora por Moab.
Su pueblo huye a Zoar y a Eglat-selisiya.
Sube llorando por el camino a Luhit.
Se pueden oír sus gritos de angustia a lo largo del camino a Horonaim.
6 ¡Hasta las aguas de Nimrim se secaron!
Las riberas cubiertas de hierba se quemaron.
Desaparecieron las plantas tiernas;
no queda nada verde.
7 La gente toma sus posesiones
y las carga a través del barranco de los Sauces.
8 Se oye un grito de angustia por toda la tierra de Moab,
desde un extremo hasta el otro,
desde Eglaim hasta Beer-elim.
9 El arroyo cercano a Dibón[bf] corre rojo por la sangre,
¡pero todavía no he terminado con Dibón!
Los leones cazarán a los sobrevivientes,
tanto a los que traten de escapar
como a los que se queden atrás.
16 Envíen corderos de Sela como tributo
al gobernante de la tierra.
Envíenlos a través del desierto
hasta el monte de la hermosa Sion.
2 Las mujeres de Moab fueron abandonadas como aves sin nido
en los vados del río Arnón.
3 «Ayúdennos—claman—,
defiéndannos de nuestros enemigos.
Protéjannos de sus ataques implacables;
no nos traicionen ahora que hemos escapado.
4 Permitan que nuestros refugiados se queden entre ustedes;
escóndanlos de nuestros enemigos hasta que haya pasado el terror».
Cuando hayan terminado la opresión y la destrucción,
y hayan desaparecido los saqueadores enemigos,
5 Dios establecerá como rey a uno de los descendientes de David.
Él reinará con misericordia y verdad;
hará siempre lo que es justo
y estará deseoso de hacer lo correcto.
6 Hemos oído hablar del soberbio Moab,
de su orgullo, de su arrogancia y de su furia;
pero todo su alarde ha desaparecido.
7 Toda la tierra de Moab llora;
sí, todos se lamentan en Moab
por los pasteles de pasas de Kir-hareset.
Ya no queda ninguno.
8 Las granjas de Hesbón están abandonadas;
los viñedos de Sibma están desiertos.
Los gobernantes de las naciones han quebrantado a Moab,
esa vid tan hermosa.
Sus zarcillos se extendían hacia el norte hasta la ciudad de Jazer
y trepaban hacia el oriente hasta entrar en el desierto.
Sus sarmientos se extendían tan lejos hacia el occidente
que cruzaban por encima del mar Muerto.[bg]
9 Así que ahora lloro por Jazer y por los viñedos de Sibma;
mis lágrimas correrán por Hesbón y Eleale.
Ya no hay gritos de júbilo
por sus frutos de verano y sus cosechas.
10 Se acabó la alegría;
desapareció el gozo de la cosecha.
No habrá cantos en los viñedos
ni más gritos felices,
ni se pisarán las uvas en los lagares.
Yo puse fin a la alegría por sus cosechas.
11 El clamor de mi corazón por Moab es como el lamento de un arpa;
estoy lleno de angustia por Kir-hareset.[bh]
12 El pueblo de Moab rendirá culto en sus santuarios paganos,
pero no le servirá de nada.
Clamará a los dioses en sus templos,
pero nadie lo podrá salvar.
13 El Señor ya ha dicho estas cosas acerca de Moab en el pasado. 14 Pero ahora, el Señor dice: «Dentro de tres años, contando cada día,[bi] se acabará la gloria de Moab. De su gran población, solo unos cuantos débiles quedarán vivos».
Mensaje acerca de Damasco e Israel
17 Recibí este mensaje acerca de Damasco:
«¡Miren! ¡La ciudad de Damasco desaparecerá!
Se convertirá en un montón de escombros.
2 Las ciudades de Aroer quedarán desiertas.
Las manadas pastarán en las calles y se echarán sin que nada las perturbe,
sin que nadie las espante.
3 Las ciudades fortificadas de Israel[bj] también serán destruidas,
y se acabará el poder de la realeza de Damasco.
Todo lo que quede de Aram
tendrá el mismo destino de la desaparecida gloria de Israel»,
proclama el Señor de los Ejércitos Celestiales.
4 «En aquel día, la gloria de Israel[bk] se desvanecerá;
su robusto cuerpo se irá consumiendo.
5 Toda la tierra parecerá un campo de grano
después de que los segadores han recogido el cereal.
Estará desolada,
como los campos del valle de Refaim después de la cosecha.
6 Solo quedarán unos cuantos de su pueblo,
como aceitunas sueltas en un olivo después de la cosecha.
Solo dos o tres quedan en las ramas más altas,
cuatro o cinco esparcidas aquí y allá entre las restantes»,
proclama el Señor, Dios de Israel.
7 Entonces, por fin el pueblo buscará a su Creador
y volverá los ojos al Santo de Israel.
8 Ya no buscarán ayuda de sus ídolos
ni rendirán culto a lo que hicieron con sus propias manos.
Nunca más se inclinarán ante los postes dedicados a la diosa Asera
ni rendirán culto en los santuarios paganos que construyeron.
9 Sus ciudades más grandes quedarán como bosques desiertos,
como la tierra que abandonaron los heveos y los amorreos[bl]
cuando llegaron los israelitas, hace ya mucho tiempo.
Estarán totalmente desoladas.
10 ¿Por qué? Porque te has apartado del Dios que puede salvarte.
Te has olvidado de la Roca que puede esconderte.
Así que tal vez plantes las mejores vides
e importes los tallos más costosos.
11 Tal vez echen retoños en el día que las trasplantes.
Sí, hasta es posible que florezcan la misma mañana que las plantes,
pero nunca recogerás ni una uva de ellas.
Su única cosecha será una carga de aflicción y de dolor continuo.
12 ¡Escuchen! Los ejércitos de muchas naciones
rugen como los bramidos del mar.
Escuchen el trueno de sus fuerzas poderosas
que avanzan como olas estruendosas.
13 Pero aunque rujan como las olas grandes de la playa,
Dios los hará callar y huirán
como la paja que esparce el viento,
como los arbustos que ruedan antes de una tormenta.
14 En la noche, Israel espera aterrado;
pero al amanecer, sus enemigos están muertos.
Esta es la justa recompensa para quienes nos saquean,
un final apropiado para quienes nos destruyen.
Mensaje acerca de Etiopía
18 Escucha, Etiopía,[bm] tierra de ondulantes velas[bn]
que está ubicada a la cabecera del Nilo,
2 que envía embajadores
río abajo en rápidos barcos.
¡Vayan, veloces mensajeros!
Llévenle un mensaje a un pueblo de gente alta con piel suave,
temido en todas partes
por sus conquistas y destrucción,
y cuya tierra está dividida por ríos.
3 Todos ustedes, habitantes del mundo,
todos los que viven en la tierra:
cuando levante mi bandera de guerra, ¡miren!
Cuando toque el cuerno de carnero, ¡escuchen!
4 Pues el Señor me ha dicho:
«Observaré en silencio desde el lugar donde habito,
tan silencioso como sube el calor en un día de verano,
o como se forma el rocío de la mañana durante la cosecha».
5 Aun antes que ustedes comiencen a atacar,
mientras sus planes maduran como uvas,
el Señor cortará sus brotes nuevos con podaderas;
cortará y descartará las ramas extendidas.
6 Su poderoso ejército quedará muerto por los campos,
abandonado para los buitres de las montañas y los animales salvajes.
Los buitres despedazarán los cadáveres durante el verano
y los animales salvajes roerán los huesos durante el invierno.
7 En aquel tiempo, el Señor de los Ejércitos Celestiales recibirá obsequios
de esa tierra dividida por ríos,
de ese pueblo de gente alta y de piel suave,
temido en todas partes por sus conquistas y destrucción.
Llevarán obsequios a Jerusalén,[bo]
donde habita el Señor de los Ejércitos Celestiales.
Mensaje acerca de Egipto
19 Este es el mensaje que recibí acerca de Egipto:
¡Miren! El Señor avanza contra Egipto,
montado sobre una nube veloz.
Los ídolos de Egipto tiemblan;
el corazón de los egipcios se paraliza de miedo.
2 «Yo haré que egipcio pelee contra egipcio:
hermano contra hermano,
vecino contra vecino,
ciudad contra ciudad,
provincia contra provincia.
3 Los egipcios se desanimarán,
y yo confundiré sus planes.
Rogarán a sus ídolos que les den sabiduría
e invocarán a los espíritus, a médiums y a los que consultan los espíritus de los muertos.
4 Entregaré a Egipto
a un amo duro y cruel;
un rey feroz los gobernará»,
dice el Señor, el Señor de los Ejércitos Celestiales.
5 Las aguas del Nilo no subirán para inundar los campos;
el lecho del río estará totalmente seco.
6 Los canales del Nilo se secarán
y los arroyos de Egipto apestarán
por la podredumbre de las cañas y los juncos.
7 Toda la vegetación en las orillas del río
y todos los sembrados en sus riberas
se secarán y se los llevará el viento.
8 Los pescadores se lamentarán porque no tienen trabajo;
se quejarán los que lanzan sus anzuelos al Nilo
y los que usan redes se desanimarán.
9 No habrá lino para los cosechadores
ni hilo para los tejedores.
10 Estarán desesperados,
y todos los obreros tendrán el corazón angustiado.
11 ¡Qué necios son los funcionarios de Zoán!
El mejor consejo que pueden dar al rey de Egipto es absurdo y equivocado.
¿Seguirán jactándose de su sabiduría delante del faraón?
¿Se atreverán a presumir acerca de sus sabios antepasados?
12 ¿Dónde están tus sabios consejeros, faraón?
Que ellos te digan lo que Dios tiene planeado,
lo que el Señor de los Ejércitos Celestiales le hará a Egipto.
13 Los funcionarios de Zoán son unos necios,
y los funcionarios de Menfis[bp] son engañados.
Los líderes del pueblo
hicieron descarriar a Egipto.
14 El Señor envió sobre ellos un espíritu de necedad,
para que todas sus sugerencias sean equivocadas.
Ellos hacen que Egipto se tambalee
como un borracho en su vómito.
15 No hay nada que Egipto pueda hacer;
todos son débiles:
la cabeza y la cola,
la noble rama de palma y el humilde junco.
16 En aquel día, los egipcios serán tan débiles como las mujeres. Se encogerán de miedo bajo el puño levantado del Señor de los Ejércitos Celestiales. 17 Tan solo pronunciar el nombre de Israel los aterrorizará, porque el Señor de los Ejércitos Celestiales ha trazado planes en contra de ellos.
18 En aquel día, cinco de las ciudades de Egipto seguirán al Señor de los Ejércitos Celestiales, y hasta comenzarán a hablar hebreo, la lengua de Canaán. Una de esas ciudades será Heliópolis, la Ciudad del Sol.[bq]
19 En aquel día habrá un altar al Señor en el corazón de Egipto, y habrá un monumento al Señor en su frontera. 20 Este servirá de señal y de testimonio de que se adora al Señor de los Ejércitos Celestiales en la tierra de Egipto. Cuando el pueblo clame al Señor por ayuda contra quienes lo oprimen, él enviará un salvador que lo rescatará. 21 El Señor se dará a conocer a los egipcios; así es, conocerán al Señor y le darán a él sus sacrificios y ofrendas. Harán un voto al Señor y lo cumplirán. 22 El Señor herirá a Egipto, y después lo sanará porque los egipcios se volverán al Señor, y él escuchará sus súplicas y los sanará.
23 En aquel día, habrá una carretera que conecte Egipto con Asiria. Los egipcios y los asirios se moverán libremente entre los dos países, y ambos pueblos adorarán a Dios. 24 En aquel día, Israel será el tercero, junto con Egipto y Asiria, una bendición en medio de la tierra. 25 Pues el Señor de los Ejércitos Celestiales dirá: «Bendito sea Egipto, mi pueblo; bendita sea Asiria, la tierra que yo hice; bendito sea Israel, mi posesión más preciada».
Mensaje acerca de Egipto y Etiopía
20 El año en que el rey Sargón de Asiria envió a su comandante en jefe para que conquistara la ciudad filistea de Asdod,[br] 2 el Señor le dijo a Isaías, hijo de Amoz: «Quítate la ropa de tela áspera que has estado usando y también las sandalias». Isaías hizo lo que se le indicó, y anduvo desnudo y descalzo.
3 Entonces el Señor dijo: «Mi siervo Isaías ha andado desnudo y descalzo durante los últimos tres años como señal: un símbolo de las terribles dificultades que haré caer sobre Egipto y Etiopía.[bs] 4 Pues el rey de Asiria llevará prisioneros a los egipcios y a los etíopes.[bt] Los hará andar desnudos y descalzos, tanto jóvenes como ancianos, con las nalgas descubiertas para vergüenza de Egipto. 5 Entonces los filisteos se llenarán de pánico, porque contaban con el poder de Etiopía y hacían alarde de los aliados que tenían en Egipto. 6 Dirán: “Si esto le puede suceder a Egipto, ¿qué de nosotros? Contábamos con que Egipto nos protegiera del rey de Asiria”».
Mensaje acerca de Babilonia
21 Este es el mensaje que recibí acerca de Babilonia, el desierto junto al mar:[bu]
Desde el desierto se acerca el desastre y te caerá encima,
como un remolino que entra arrasando desde el Neguev.
2 Veo una visión aterradora:
veo al traidor traicionando,
al destructor destruyendo.
Adelante, ustedes, elamitas y medos:
ataquen y asedien.
Yo pondré fin a todos los gemidos
que provocó Babilonia.
3 El estómago me duele y me arde de dolor;
me dominan agudas punzadas de angustia,
como las de una mujer en parto.
Me desmayo cuando oigo lo que Dios se propone hacer:
tengo demasiado miedo para mirar.
4 La cabeza me da vueltas y se me acelera el corazón;
anhelaba que llegara la noche,
pero ahora la oscuridad me da terror.
5 ¡Miren! Están preparando un gran banquete;
están extendiendo alfombras para que la gente se siente.
Todos comen y beben.
Pero ¡rápido!, tomen los escudos y prepárense para la batalla.
¡Los están atacando!
6 Mientras tanto, el Señor me dijo:
«Pon un centinela sobre la muralla de la ciudad;
que advierta a gritos lo que ve.
7 Deberá estar atento por carros de guerra
tirados por un par de caballos,
y jinetes sobre burros y camellos.
Que el centinela esté bien alerta».
8 Luego el centinela[bv] gritó:
«Día tras día me he mantenido de pie sobre la torre de vigilancia, mi señor;
noche tras noche he permanecido en mi puesto.
9 Y ahora, por fin, ¡mire!
¡Ahí viene un hombre en un carro de guerra
con un par de caballos!».
Entonces el centinela dijo:
«¡Ha caído Babilonia, ha caído!
¡Todos los ídolos de Babilonia
yacen en el suelo, hechos pedazos!».
10 Pueblo mío, trillado y aventado,
te he transmitido todo lo que el Señor de los Ejércitos Celestiales dijo,
todo lo que me ha dicho el Dios de Israel.
Mensaje acerca de Edom
11 Este es el mensaje que recibí acerca de Edom:[bw]
Alguien de Edom[bx] sigue llamándome:
«Centinela, ¿cuánto falta para la mañana?
¿Cuándo se acabará la noche?».
12 El centinela contesta:
«Ya llega la mañana, pero pronto volverá la noche.
Si quieres preguntar otra vez, entonces regresa y pregunta».
Mensaje acerca de Arabia
13 Este es el mensaje que recibí acerca de Arabia:
Oh caravanas de Dedán,
escóndanse en los desiertos de Arabia.
14 Oh gente de Tema,
lleven agua a esta gente sedienta,
alimento a estos refugiados agotados.
15 Han huido de la espada,
de la espada desenvainada,
del arco tensado
y de los terrores de la batalla.
16 El Señor me dijo: «Dentro de un año, contando cada día,[by] toda la gloria de Cedar se acabará. 17 Solo sobrevivirán unos cuantos de sus valientes arqueros. ¡Yo, el Señor, Dios de Israel, he hablado!».
Mensaje acerca de Jerusalén
22 Este es el mensaje que recibí acerca de Jerusalén, el valle de la Visión:[bz]
¿Qué sucede?
¿Por qué todo el mundo corre a las azoteas?
2 Toda la ciudad está en un terrible alboroto.
¿Qué veo en esta ciudad tan parrandera?
Hay cadáveres por todas partes;
no murieron en batalla, sino a causa del hambre y de la enfermedad.
3 Todos tus líderes huyeron;
se rindieron sin ofrecer ninguna resistencia.
Los habitantes trataron de escabullirse,
pero también fueron capturados.
4 Por eso dije: «Déjenme a solas para llorar;
no intenten consolarme.
Déjenme llorar por mi pueblo
mientras presencio su destrucción».
5 ¡Oh, qué día de derrota tan aplastante!
¡Qué día de confusión y de terror
enviado por el Señor, el Señor de los Ejércitos Celestiales,
sobre el valle de la Visión!
Las murallas de Jerusalén han sido derribadas
y gritos de muerte resuenan desde las laderas de los montes.
6 Los elamitas son los arqueros.
Están en sus carros de guerra con los conductores.
Los hombres de Kir sostienen los escudos.
7 Los carros de guerra llenan tus hermosos valles
y los conductores de los carros irrumpen por tus puertas.
8 Judá ha sido despojado de sus defensas.
Ustedes corren al arsenal[ca] a buscar sus armas.
9 Inspeccionan las brechas en las murallas de Jerusalén.[cb]
Almacenan agua en la cisterna de abajo.
10 Recorren las casas y derriban algunas
para tomar las piedras y reforzar las murallas.
11 Entre las murallas de la ciudad construyen un estanque
para el agua de la cisterna vieja.
Sin embargo, nunca piden ayuda a Aquel que hizo todo esto.
Nunca tuvieron en cuenta a Aquel que lo planificó hace mucho tiempo.
12 En ese día, el Señor, el Señor de los Ejércitos Celestiales,
los llamó a llorar y a lamentarse.
Les dijo que se raparan la cabeza en señal de dolor por sus pecados
y que usaran ropa de tela áspera para expresar su remordimiento.
13 En cambio, ustedes bailan y juegan;
matan reses y ovejas;
comen carne y beben vino.
Y dicen: «¡Comamos y bebamos,
que mañana moriremos!».
14 El Señor de los Ejércitos Celestiales me ha revelado lo siguiente: «Hasta el día en que mueran, nunca se les perdonará este pecado». Ese es el juicio del Señor, el Señor de los Ejércitos Celestiales.
Mensaje para Sebna
15 Esto me dijo el Señor, el Señor de los Ejércitos Celestiales: «Enfréntate a Sebna, el administrador del palacio, y dale este mensaje:
16 »¿Quién te crees que eres,
y qué haces aquí,
construyéndote una hermosa sepultura,
un monumento en lo alto de la roca?
17 Pues el Señor está a punto de arrojarte lejos, hombre poderoso.
Te agarrará,
18 te arrugará y hará de ti una bola,
y te lanzará a una tierra árida y distante.
Allí morirás,
y tus gloriosos carros de guerra quedarán rotos e inútiles.
¡Eres una vergüenza para tu amo!
19 »Sí, te sacaré de tu puesto—dice el Señor—, te derribaré de tu elevada posición. 20 Y entonces llamaré a mi siervo Eliaquim, hijo de Hilcías, para que te reemplace. 21 Lo vestiré con tus vestiduras reales y le daré tu título y tu autoridad. Y será un padre para el pueblo de Jerusalén y de Judá. 22 Le daré la llave de la casa de David, la posición más elevada dentro de la corte real. Cuando él abra puertas, nadie podrá cerrarlas; cuando él cierre puertas, nadie podrá abrirlas. 23 Le traerá honor al nombre de su familia, porque yo lo pondré firmemente en su lugar como un clavo en la pared. 24 Le darán grandes responsabilidades, y él les traerá honor incluso a los miembros más humildes de su familia[cc]».
25 Pero el Señor de los Ejércitos Celestiales también dice: «Llegará el día en que yo sacaré el clavo que parecía tan firme; saldrá y caerá al suelo y todo lo que sostiene se caerá junto con él. ¡Yo, el Señor, he hablado!».
Mensaje acerca de Tiro
23 Este es el mensaje que recibí acerca de Tiro:
¡Giman ustedes, barcos mercantes de Tarsis,
porque quedaron destruidos el puerto y las casas de Tiro!
Los rumores que oyeron en Chipre[cd]
son ciertos.
2 Laméntense en silencio, gente de la costa,
y ustedes, mercaderes de Sidón.
Sus comerciantes cruzaban el mar,[ce]
3 navegando sobre aguas profundas;
les traían granos desde Egipto[cf]
y cosechas de todo el Nilo.
Ustedes eran el mercado del mundo.
4 Pero ahora tú pasas vergüenza, ciudad de Sidón,
porque Tiro, la fortaleza del mar, dice:[cg]
«Ahora estoy sin hijos;
no tengo hijos ni hijas».
5 Cuando en Egipto oigan la noticia acerca de Tiro,
habrá gran dolor.
6 ¡Avisen ahora a Tarsis!
¡Giman, ustedes que viven en tierras lejanas!
7 Con la larga historia que tenían ustedes,
¿son estas silenciosas ruinas lo único que queda de su ciudad, antes tan llena de alegría?
Piensen en toda la gente que enviaron para establecerse en lugares distantes.
8 ¿Quién hizo caer este desastre sobre Tiro,
la gran fundadora de reinos?
Sus comerciantes eran todos príncipes;
sus mercaderes, nobles.
9 El Señor de los Ejércitos Celestiales lo hizo
para destruir tu orgullo
y dejar por el suelo a toda la nobleza de la tierra.
10 Vengan, habitantes de Tarsis,
arrasen la tierra como el Nilo en sus inundaciones,
porque Tiro está indefensa.[ch]
11 El Señor extendió su mano sobre el mar
y sacudió los reinos de la tierra.
Él se ha pronunciado contra Fenicia;[ci]
ordenó que fueran destruidas sus fortalezas.
12 Él dice: «Nunca más volverás a alegrarte,
oh hija de Sidón, porque has sido aplastada.
Aunque huyas a Chipre,
no encontrarás descanso».
13 Miren a la tierra de Babilonia:[cj]
¡la gente de esa tierra ha desaparecido!
Los asirios han entregado a Babilonia
a los animales salvajes del desierto.
Levantaron rampas de asalto contra sus muros,
derribaron los palacios
y convirtieron la ciudad en un montón de escombros.
14 ¡Giman ustedes, barcos de Tarsis,
porque su puerto está destruido!
15 Durante setenta años, el tiempo que dura la vida de un rey, Tiro será olvidada; pero luego la ciudad volverá a la vida, como en la canción acerca de la prostituta:
16 Toma un arpa y camina por las calles,
ramera olvidada;
entona una dulce melodía y canta tus canciones
para que te vuelvan a recordar.
17 Así es, después de setenta años, el Señor devolverá la vida a Tiro; pero no será distinta de lo que era antes. Volverá a ser una prostituta para todos los reinos del mundo. 18 Sin embargo, al final, sus ganancias le serán entregadas al Señor. Sus riquezas no serán acumuladas, sino que darán buenos alimentos y vestidos de buena calidad a los sacerdotes del Señor.
Destrucción de la tierra
24 ¡Miren! El Señor está a punto de destruir la tierra
y convertirla en una inmensa tierra baldía.
Él devasta la superficie de la tierra
y dispersa a los habitantes.
2 Sacerdotes y laicos,
sirvientes y amos,
criadas y señoras,
compradores y vendedores,
prestamistas y prestatarios,
banqueros y deudores: no se perdonará a nadie.
3 La tierra será totalmente vaciada y saqueada.
¡El Señor ha hablado!
4 La tierra está de duelo y se seca,
y el suelo se consume y se marchita;
hasta los mejores habitantes de la tierra se consumen.
5 La tierra sufre por los pecados de sus habitantes,
porque han torcido las instrucciones de Dios,
han violado sus leyes
y quebrantado su pacto eterno.
6 Por lo tanto, una maldición consume la tierra;
sus habitantes tienen que pagar el precio por su pecado.
El fuego los destruye,
y solo unos cuantos quedan con vida.
7 Las vides se marchitan,
y no hay vino nuevo;
todos los parranderos suspiran y se lamentan.
8 Se ha callado el alegre sonido de las panderetas;
ya no se escuchan los felices gritos de celebración
y las melodiosas cuerdas del arpa están silenciosas.
9 Se han acabado los placeres del vino y del canto;
las bebidas alcohólicas se vuelven amargas en la boca.
10 La ciudad se retuerce en el caos;
todas las casas están cerradas con llave para que no entren intrusos.
11 Se reúnen las turbas en las calles, clamando por vino;
el gozo se ha convertido en tristeza
y la alegría ha sido expulsada de la tierra.
12 La ciudad ha quedado en ruinas,
sus puertas echadas abajo.
13 Es lo mismo en toda la tierra:
solo queda un remanente,
como las aceitunas sueltas que quedan en el olivo
o las pocas uvas que quedan en la vid después de la cosecha.
14 Pero los que quedaron, gritan y cantan de alegría;
los del occidente alaban la majestad del Señor.
15 En las tierras del oriente, denle gloria al Señor;
en las tierras más allá del mar, alaben el nombre del Señor, Dios de Israel.
16 ¡Oímos cantos de alabanza desde los confines de la tierra,
canciones que le dan gloria al Justo!
Sin embargo, tengo el corazón cargado de angustia.
Lloren por mí, porque me estoy marchitando.
Sigue prevaleciendo el engaño,
y hay traición por todas partes.
17 Terror, trampas y redes serán su suerte,
gente de la tierra.
18 Los que huyan aterrorizados caerán en una trampa,
y los que escapen de la trampa quedarán atrapados en una red.
La destrucción cae de los cielos como la lluvia;
tiemblan los cimientos de la tierra.
19 La tierra se ha hecho pedazos;
se ha derrumbado por completo;
se sacude con violencia.
20 La tierra se tambalea como un borracho;
tiembla como una carpa en medio de una tormenta.
Cae para no volver a levantarse,
porque es muy pesada la culpa de su rebelión.
21 En aquel día, el Señor castigará a los dioses de los cielos
y a los soberbios gobernantes en las naciones de la tierra.
22 Serán acorralados y echados a la cárcel.
Serán encerrados en prisión
y por fin serán castigados.
23 Entonces, la gloria de la luna menguará,
y el resplandor del sol se desvanecerá,
porque el Señor de los Ejércitos Celestiales reinará en el monte Sion.
Reinará con gran gloria en Jerusalén,
a los ojos de todos los líderes de su pueblo.
Alabanza por el juicio y la salvación
25 Oh Señor, honraré y alabaré tu nombre,
porque tú eres mi Dios.
¡Tú haces cosas maravillosas!
Las planeaste hace mucho tiempo,
y ahora las has realizado.
2 Tú conviertes ciudades poderosas en montones de ruinas;
ciudades con murallas fuertes se convierten en escombros.
Hermosos palacios en tierras lejanas desaparecen
y jamás serán reconstruidos.
3 Por lo tanto, naciones fuertes proclamarán tu gloria;
naciones despiadadas te temerán.
4 Oh Señor, tú eres una torre de refugio para los pobres,
una torre de refugio para los necesitados en su angustia.
Eres refugio de la tempestad
y amparo del calor.
Pues los actos opresivos de la gente despiadada
son como una tormenta que azota los muros,
5 o como el calor implacable del desierto.
Sin embargo, tú haces callar el rugido de las naciones extranjeras.
Como la sombra de una nube aplaca el incesante calor,
tú silencias las canciones vanidosas de la gente despiadada.
6 En Jerusalén,[ck] el Señor de los Ejércitos Celestiales
preparará un maravilloso banquete
para toda la gente del mundo.
Será un banquete delicioso
con vino añejo y carne de primera calidad.
7 Allí él quitará la nube de tristeza,
la sombra de muerte que cubre la tierra.
8 ¡Él devorará a la muerte para siempre!
El Señor Soberano secará todas las lágrimas
y quitará para siempre los insultos y las burlas
contra su tierra y su pueblo.
¡El Señor ha hablado!
9 En aquel día, la gente proclamará:
«¡Este es nuestro Dios!
¡Confiamos en él, y él nos salvó!
Este es el Señor en quien confiamos.
¡Alegrémonos en la salvación que nos trae!».
10 Pues la mano de bendición del Señor descansará sobre Jerusalén.
Moab, en cambio, será aplastado;
será como la paja pisoteada y abandonada para que se pudra.
11 Dios echará hacia abajo al pueblo de Moab
como el nadador empuja hacia abajo el agua con las manos.
Pondrá fin a su orgullo
y a todas sus malas acciones.
12 Las altas murallas de Moab serán demolidas,
derribadas al suelo,
echadas al polvo.
Canto de alabanza al Señor
26 En aquel día, todos en la tierra de Judá cantarán esta canción:
¡Nuestra ciudad es fuerte!
Estamos rodeados por las murallas de la salvación de Dios.
2 Abran las puertas a todos los que son justos;
dejen entrar a los fieles.
3 ¡Tú guardarás en perfecta paz
a todos los que confían en ti,
a todos los que concentran en ti sus pensamientos!
4 Confíen siempre en el Señor,
porque el Señor Dios es la Roca eterna.
5 Él humilla a los orgullosos
y derriba a la ciudad arrogante;
él la echa al polvo.
6 Los pobres y los oprimidos la pisotean,
y los necesitados caminan sobre ella.
7 Sin embargo, para los que son justos,
el camino no es empinado ni accidentado.
Tú eres Dios. Haces lo que es justo
y allanas el camino delante de ellos.
8 Señor, mostramos nuestra confianza en ti al obedecer tus leyes;
el deseo de nuestro corazón es glorificar tu nombre.
9 Te busco por la noche;
en la mañana[cl] te busco de todo corazón.
Pues solo cuando tú vengas a juzgar la tierra,
la gente aprenderá lo correcto.
10 Tu bondad con los malvados
no los lleva a hacer el bien.
Aunque otros hagan el bien, los malvados siguen haciendo el mal
y no les importa la majestad del Señor.
11 Oh Señor, ellos no prestan ninguna atención a tu puño levantado.
Demuéstrales tu fervor por defender a tu pueblo;
entonces quedarán avergonzados.
Que tu fuego consuma a tus enemigos.
12 Señor, tú nos concederás la paz;
en realidad, todo lo que hemos logrado viene de ti.
13 Oh Señor, Dios nuestro, otros nos han gobernado,
pero tú eres el único a quien adoramos.
14 Aquellos a quienes servimos antes, están muertos y bajo tierra;
¡sus espíritus difuntos nunca volverán!
Tú los atacaste y los destruiste,
y hace tiempo que pasaron al olvido.
15 Oh Señor, tú hiciste grande nuestra nación;
así es, tú nos hiciste grandes.
Tú extendiste nuestras fronteras,
¡y te damos toda la gloria!
16 Señor, en nuestra angustia te hemos buscado;
bajo la carga de tu disciplina hemos orado.
17 Como la mujer embarazada
se retuerce y grita de dolor mientras da a luz,
así estábamos en tu presencia, Señor.
18 También nosotros nos retorcemos de agonía,
pero nuestros sufrimientos no resultan en nada.
No le hemos dado salvación a la tierra,
ni le trajimos vida al mundo.
19 Pero los que mueren en el Señor vivirán;
¡sus cuerpos se levantarán otra vez!
Los que duermen en la tierra
se levantarán y cantarán de alegría.
Pues tu luz que da vida descenderá como el rocío
sobre tu pueblo, en el lugar de los muertos.
Restauración para Israel
20 Ve a tu casa, pueblo mío,
¡y pon cerrojo a tus puertas!
Escóndete por un breve tiempo,
hasta que haya pasado el enojo del Señor.
21 ¡Miren! El Señor viene del cielo
para castigar a la gente de la tierra por sus pecados.
La tierra no seguirá escondiendo a los asesinados;
los sacará a la vista de todos.
27 En aquel día, el Señor tomará su espada veloz y terrible para castigar al Leviatán:[cm] la serpiente que se mueve con gran rapidez, la serpiente que se retuerce y se enrolla. Él matará al dragón del mar.
2 «En aquel día,
canten acerca del viñedo fértil.
3 Yo, el Señor, lo vigilaré,
y lo regaré con cuidado.
Día y noche lo vigilaré para que nadie pueda hacerle daño.
4 Mi enojo habrá desaparecido.
Si encuentro zarzas y espinos en crecimiento,
los atacaré;
los quemaré,
5 a menos que vuelvan a mí en busca de ayuda.
Que se reconcilien conmigo;
sí, que se reconcilien conmigo».
6 Se acerca el tiempo cuando los descendientes de Jacob echarán raíces;
¡Israel brotará y florecerá,
y llenará de fruto el mundo entero!
7 ¿Ha golpeado el Señor a Israel
como golpeaba a sus enemigos?
¿Lo ha castigado
como los castigaba a ellos?
8 No, pero desterró a Israel para que rindiera cuentas;
quedó desterrado de su tierra,
como si hubiera sido arrasado por una tormenta del oriente.
9 El Señor lo hizo para purificar a Israel[cn] de su perversidad,
para quitarle todo su pecado.
Como resultado, todos los altares paganos serán reducidos a polvo.
No quedará en pie ningún poste dedicado a la diosa Asera ni ningún santuario pagano.
10 Las ciudades fortificadas quedarán en silencio y vacías;
las casas estarán abandonadas, y las calles, cubiertas de mala hierba.
Allí pastarán los terneros,
masticando ramas y tallos.
11 La gente está como las ramas secas de un árbol,
que se arrancan y se usan para encender el fuego debajo de las ollas para cocinar.
Israel es una nación tonta y necia,
porque sus habitantes se han apartado de Dios.
Por lo tanto, aquel que los hizo
no les tendrá lástima ni misericordia.
12 Sin embargo, llegará el día cuando el Señor los reunirá como grano seleccionado a mano. Uno por uno los irá reuniendo, desde el río Éufrates[co] al oriente, hasta el arroyo de Egipto al occidente. 13 En aquel día se tocará la gran trompeta y muchos de los que se morían en el destierro en Asiria y en Egipto regresarán a Jerusalén para adorar al Señor en su monte santo.
Mensaje acerca de Samaria
28 ¡Qué aflicción le espera a la orgullosa ciudad de Samaria,
la corona gloriosa de los borrachos de Israel![cp]
Está asentada a la cabeza de un valle fértil,
pero su belleza gloriosa se marchitará como una flor.
Es el orgullo de un pueblo
que el vino derribó.
2 Pues el Señor enviará un poderoso ejército en su contra;
como un potente granizo y una lluvia torrencial,
se lanzarán sobre ella como las aguas embravecidas de una inundación
y la aplastarán contra el suelo.
3 La orgullosa ciudad de Samaria,
la corona gloriosa de los borrachos de Israel,[cq]
será pisoteada bajo los pies de sus enemigos.
4 Está asentada a la cabeza de un valle fértil,
pero su belleza gloriosa se marchitará como una flor.
Cualquiera que la vea la arrancará,
como a un higo que brota temprano y pronto se arranca y se come.
5 Entonces por fin el Señor de los Ejércitos Celestiales
será la corona gloriosa de Israel;
será el orgullo y la alegría
del remanente de su pueblo.
6 Él dará a sus jueces
anhelo de justicia,
y gran valentía
a sus guerreros que vigilan las puertas.
7 Sin embargo, ahora Israel es dirigido por borrachos
que dan tumbos por el vino y se tambalean a causa del alcohol.
Los sacerdotes y los profetas se tambalean a causa del alcohol,
y se pierden por el vino.
Dan tumbos cuando tienen visiones
y se tambalean cuando emiten sus decisiones.
8 Sus mesas están cubiertas de vómito;
hay inmundicia por todas partes.
9 «¿Quién se cree el Señor que somos?—preguntan—.
¿Por qué nos habla así?
¿Acaso somos niños pequeños,
recién destetados?
10 ¡Una y otra vez nos repite todo,
línea por línea,
renglón por renglón,
un poco aquí
y un poco allá!».
11 Así que, ahora, ¡Dios tendrá que hablar a su pueblo
por medio de opresores extranjeros que hablan una lengua extraña!
12 Dios le ha dicho a su pueblo:
«Aquí hay un lugar de descanso;
que reposen aquí los fatigados.
Este es un lugar tranquilo para descansar»;
pero ellos no quisieron escuchar.
13 Por eso el Señor nuevamente les explicará su mensaje en detalle:
línea por línea,
renglón por renglón,
un poco aquí
y un poco allá,
para que tropiecen y caigan.
Ellos serán heridos, caerán en la trampa y serán capturados.
14 Por lo tanto, escuchen este mensaje del Señor,
ustedes, gobernantes burlones de Jerusalén.
15 Se jactan diciendo: «Hemos hecho un trato para burlar a la muerte
y hemos llegado a un acuerdo para evitar la tumba.[cr]
La destrucción que se aproxima nunca podrá tocarnos,
porque nos hemos edificado un fuerte refugio hecho de mentiras y engaños».
16 Por lo tanto, esto dice el Señor Soberano:
«¡Miren! Pongo una piedra de cimiento en Jerusalén,[cs]
una piedra sólida y probada.
Es una preciosa piedra principal sobre la cual se puede construir con seguridad.
El que crea jamás será sacudido.[ct]
17 Los probaré con la cuerda de medir de la justicia
y con la plomada de la rectitud.
Puesto que su refugio está construido de mentiras,
un granizo lo echará abajo.
Puesto que está hecho de engaños,
una inundación lo arrasará.
18 Anularé el trato que ustedes hicieron para burlar a la muerte,
y revocaré su acuerdo para evitar la tumba.
Cuando el terrible enemigo arrase la tierra,
ustedes serán pisoteados.
19 Una y otra vez vendrá esa inundación,
mañana tras mañana,
día y noche,
hasta que arrase con todos ustedes».
Este mensaje llenará de terror al pueblo.
20 La cama que ustedes hicieron es demasiado pequeña para acostarse en ella
y las mantas son demasiado estrechas para cubrirlos.
21 El Señor vendrá, como lo hizo contra los filisteos en el monte Perazim,
y contra los amorreos en Gabaón.
Vendrá para hacer algo extraño;
vendrá para hacer algo poco común:
22 el Señor, el Señor de los Ejércitos Celestiales,
ha dicho con claridad que está decidido a aplastar toda la tierra.
Así que no se burlen más,
de lo contrario, su castigo será aún mayor.
23 Escúchenme;
escuchen y presten mucha atención.
24 ¿Acaso el agricultor siempre ara pero nunca siembra?
¿Está continuamente labrando la tierra y nunca plantando?
25 ¿No siembra finalmente sus semillas
—comino negro, comino, trigo, cebada y trigo espelta—
cada uno en la forma correcta,
y cada uno en el lugar que le corresponde?
26 El agricultor sabe exactamente qué hacer
porque Dios le ha dado entendimiento.
27 Nunca se usa un mazo pesado para trillar el comino negro,
sino que se golpea con varas livianas.
Nunca se pasa una rueda de trillar sobre el comino,
al contrario, se golpea suavemente con un mayal.
28 El grano para el pan se muele con facilidad,
por eso no lo tritura demasiado.
Lo trilla bajo las ruedas de una carreta,
pero no lo pulveriza.
29 El Señor de los Ejércitos Celestiales es un maestro maravilloso,
y le da gran sabiduría al agricultor.
Mensaje acerca de Jerusalén
29 «¡Qué aflicción le espera a Ariel,[cu] la Ciudad de David!
Año tras año ustedes celebran sus fiestas.
2 Sin embargo, traeré desastre sobre ustedes,
y habrá mucho llanto y dolor.
Pues Jerusalén se convertirá en lo que significa su nombre, Ariel:
un altar cubierto de sangre.
3 Yo seré su enemigo;
rodearé a Jerusalén y atacaré sus murallas.
Edificaré torres de asalto
y la destruiré.
4 Entonces, tú hablarás desde lo profundo de la tierra;
tus palabras saldrán desde bien abajo, desde el polvo.
Tu voz susurrará desde el suelo
como un fantasma invocado de la tumba.
5 »Pero de pronto, tus despiadados enemigos serán aplastados
como el polvo más fino.
Tus numerosos atacantes serán expulsados
como la paja ante el viento.
De repente, en un instante,
6 yo, el Señor de los Ejércitos Celestiales, intervendré a tu favor
con trueno, terremoto y gran ruido,
con torbellino, tormenta y fuego consumidor.
7 Todas las naciones que pelean contra Jerusalén[cv]
¡desaparecerán como un sueño!
Los que atacan sus murallas
se esfumarán como una visión en la noche.
8 La persona con hambre sueña con comida,
pero se despierta todavía con hambre.
La persona con sed sueña con beber,
pero cuando llega la mañana, sigue desfallecida de sed.
Así será con tus enemigos,
con los que ataquen al monte Sion».
9 ¿Estás asombrado y escéptico?
¿No lo crees?
Entonces adelante, sé ciego.
Eres necio, pero no por culpa del vino;
te tambaleas, ¡pero no por causa del licor!
10 Pues el Señor derramó sobre ti un espíritu de sueño profundo;
ha cerrado los ojos de tus profetas y visionarios.
11 Para ellos, todos los sucesos futuros de esta visión son como un libro sellado. Cuando se lo des a los que sepan leer, dirán: «No podemos leerlo porque está sellado». 12 Cuando se lo des a los que no sepan leer, dirán: «No sabemos leer».
13 Así que el Señor dice:
«Este pueblo dice que me pertenece;
me honra con sus labios,
pero su corazón está lejos de mí.
Y la adoración que me dirige
no es más que reglas humanas, aprendidas de memoria.[cw]
14 Por esa causa, una vez más asombraré a estos hipócritas
con maravillas extraordinarias.
La sabiduría de los sabios pasará,
y la inteligencia de los inteligentes desaparecerá».
15 ¡Qué aflicción les espera a los que intentan esconder sus planes del Señor,
a los que hacen sus malas acciones en la oscuridad!
«El Señor no puede vernos—dicen—;
no sabe lo que está pasando».
16 ¿Será posible que sean tan necios?
¡Él es el Alfarero y, por cierto, es mayor que ustedes, el barro!
¿Acaso la cosa creada puede decir acerca del que la creó:
«Él no me hizo»?
¿Alguna vez ha dicho una vasija:
«El alfarero que me hizo es un tonto»?
17 Pronto—y no pasará mucho tiempo—
los bosques del Líbano se convertirán en un campo fértil,
y el campo fértil se convertirá en bosque.
18 En aquel día, los sordos oirán cuando se lean las palabras de un libro
y los ciegos verán a través de la neblina y la oscuridad.
19 Los humildes se llenarán de una alegría nueva de parte del Señor;
los pobres se alegrarán en el Santo de Israel.
20 Los burlones ya no existirán,
los arrogantes desaparecerán,
y los que traman el mal serán muertos.
21 Los que condenan a los inocentes
con sus falsos testimonios desaparecerán.
Un destino parecido les espera a los que usan el engaño para pervertir la justicia
y mienten para destruir a los inocentes.
22 Por eso el Señor, quien redimió a Abraham, dice al pueblo de Israel:[cx]
«Mi pueblo ya no será avergonzado,
ni palidecerá de temor.
23 Pues cuando vean a sus numerosos hijos
y todas las bendiciones que yo les he dado,
reconocerán la santidad del Santo de Jacob;
quedarán asombrados ante el Dios de Israel.
24 Entonces los descarriados adquirirán entendimiento,
y los que se quejan de todo aceptarán la instrucción.
La alianza inútil entre Judá y Egipto
30 »Qué aflicción les espera a mis hijos rebeldes
—dice el Señor—.
Ustedes hacen planes contrarios a los míos;
hacen alianzas que no son dirigidas por mi Espíritu,
y de esa forma aumentan sus pecados.
2 Pues sin consultarme,
bajaron a Egipto en busca de ayuda;
pusieron su confianza en la protección del faraón
y trataron de esconderse bajo su sombra.
3 Pero por confiar en el faraón serán humillados,
y por depender de él, serán avergonzados.
4 Pues, aunque el poder del faraón se extiende hasta Zoán,
y sus funcionarios han llegado a Hanes,
5 todos los que confíen en él serán avergonzados.
Él no los ayudará;
todo lo contrario, los avergonzará».
6 Este es el mensaje que recibí con respecto a los animales del Neguev:
La caravana se mueve lentamente
a través del terrible desierto hacia Egipto
—burros cargados de riquezas
y camellos cargados de tesoros—
para pagar por la protección de Egipto.
Viajan a través del desierto,
lugar de leonas y leones,
lugar donde viven las víboras y las serpientes venenosas.
A pesar de todo esto, Egipto no les dará nada a cambio.
7 ¡Las promesas de Egipto no sirven para nada!
Por lo tanto, lo llamaré Rahab,
el dragón inofensivo.[cy]
Advertencia para la rebelde Judá
8 Ahora ve y escribe estas palabras;
escríbelas en un libro.
Así quedarán hasta el fin de los tiempos
como testigo
9 de que este es un pueblo rebelde y terco
que se niega a hacer caso a las instrucciones del Señor.
10 Les dicen a los videntes:
«¡Dejen de ver visiones!».
Les dicen a los profetas:
«No nos digan lo que es correcto.
Dígannos cosas agradables;
cuéntennos mentiras.
11 Olvídense de toda esta tristeza;
apártense de su senda estrecha.
Dejen de hablarnos acerca del
“Santo de Israel”».
12 Esta es la respuesta del Santo de Israel:
«Dado que ustedes desprecian lo que les digo
pero más bien confían en la opresión y en las mentiras,
13 la calamidad caerá sobre ustedes de repente,
como una pared pandeada que explota y se cae.
En un instante, se desplomará
y se derrumbará.
14 Ustedes serán aplastados como una vasija de barro,
hechos añicos de una manera tan completa
que no habrá un pedazo lo suficientemente grande
para llevar los carbones de una hoguera
ni un poco de agua del pozo».
15 Esto dice el Señor Soberano,
el Santo de Israel:
«Ustedes se salvarán solo si regresan a mí
y descansan en mí.
En la tranquilidad y en la confianza está su fortaleza;
pero no quisieron saber nada de esto.
16 “No—dijeron ustedes—, nuestra ayuda vendrá de Egipto;
ellos nos darán caballos veloces para entrar en batalla”.
Sin embargo, la única velocidad que verán
¡será la de sus enemigos dándoles caza!
17 Uno de ellos perseguirá a mil de ustedes
y cinco de ellos los harán huir a todos.
Quedarán como un asta de bandera solitaria sobre una colina
o como un estandarte hecho jirones en la cima de un monte lejano».
Bendiciones para el pueblo de Dios
18 Así que el Señor esperará a que ustedes acudan a él
para mostrarles su amor y su compasión.
Pues el Señor es un Dios fiel.
Benditos son los que esperan su ayuda.
19 Oh pueblo de Sion, que vives en Jerusalén,
ya no llorarás más.
Él será compasivo si le pides ayuda;
sin ninguna duda, él responderá a los clamores.
20 Aunque el Señor te dio a comer adversidad
y a beber sufrimiento,
él seguirá contigo a fin de enseñarte;
verás a tu maestro con tus propios ojos.
21 Tus oídos lo escucharán.
Detrás de ti, una voz dirá:
«Este es el camino por el que debes ir»,
ya sea a la derecha o a la izquierda.
22 Entonces destruirás todos tus ídolos de plata
y tus valiosas imágenes de oro.
Los desecharás como trapos sucios,
y les dirás: «¡Adiós y hasta nunca!».
23 Entonces el Señor te bendecirá con lluvia durante el tiempo de la siembra. Habrá cosechas maravillosas y muchos pastizales para tus animales. 24 Los bueyes y los burros que cultivan los campos comerán buen grano, y el viento llevará la paja. 25 En aquel día, cuando tus enemigos sean masacrados y caigan las torres, descenderán corrientes de agua de cada monte y colina. 26 La luna será tan resplandeciente como el sol, y el sol brillará siete veces más, como la luz de siete días en uno solo. Así será cuando el Señor comience a sanar a su pueblo y a curar las heridas que le hizo.
27 ¡Miren! El Señor viene desde muy lejos,
ardiendo de enojo,
rodeado de un humo espeso que sube.
Sus labios están llenos de furia;
sus palabras consumen como el fuego.
28 Su ardiente aliento fluye como una inundación
hasta el cuello de sus enemigos.
Él zarandeará a las naciones soberbias para destrucción;
les pondrá el freno en la boca y las llevará a la ruina.
29 Sin embargo, el pueblo de Dios entonará una canción de alegría,
como los cantos de los festivales sagrados.
Estarás lleno de alegría,
como cuando un flautista dirige a un grupo de peregrinos
a Jerusalén, el monte del Señor,
a la Roca de Israel.
30 Y el Señor hará oír su majestuosa voz
y demostrará la fuerza de su brazo poderoso.
Descenderá con llamas consumidoras,
con aguaceros, con tormentas eléctricas y enormes granizos.
31 Por orden del Señor, los asirios serán destrozados;
los herirá de muerte con su cetro real.
32 Y cuando el Señor los golpee con su vara de castigo,[cz]
su pueblo celebrará con arpas y panderetas.
Él levantará su brazo poderoso y peleará contra los asirios.
33 Tofet, el lugar de incineración,
hace tiempo que está preparado para el rey asirio;
la pira tiene un gran montón de leña.
El aliento del Señor, como fuego de volcán,
la encenderá.
Es inútil confiar en Egipto
31 ¡Qué aflicción les espera a los que buscan ayuda en Egipto,
al confiar en sus caballos, en sus carros de guerra y en sus conductores;
y al depender de la fuerza de ejércitos humanos
en lugar de buscar ayuda en el Señor,
el Santo de Israel!
2 En su sabiduría, el Señor enviará una gran calamidad;
no cambiará de parecer.
Se levantará contra los malvados
y contra quienes los ayudan.
3 ¡Pues estos egipcios son simples seres humanos; no son Dios!
Sus caballos son solo carne, no espíritus poderosos.
Cuando el Señor levante el puño contra ellos,
quienes los ayudan tropezarán,
y aquellos que reciben ayuda caerán;
todos caerán y morirán juntos.
4 Pero el Señor me ha dicho:
«Cuando un león joven y fuerte
ruge sobre la oveja que ha matado,
no lo asustan los gritos ni los ruidos
de toda una multitud de pastores.
De la misma manera, el Señor de los Ejércitos Celestiales
descenderá para pelear en el monte Sion.
5 El Señor de los Ejércitos Celestiales se moverá en el aire sobre Jerusalén
y la protegerá como un ave protege su nido.
Defenderá y salvará la ciudad;
pasará sobre ella y la rescatará».
6 Pueblo mío, aunque eres rebelde y perverso, ven y regresa al Señor. 7 Yo sé que llegará el día glorioso cuando cada uno de ustedes desechará los ídolos de oro y las imágenes de plata que han hecho sus manos pecadoras.
8 «Los asirios serán destruidos,
pero no por las espadas de los hombres.
La espada de Dios los golpeará;
se dejarán llevar por el pánico y huirán.
Los fuertes jóvenes asirios
serán llevados cautivos.
9 Hasta los más fuertes temblarán de terror,
y los príncipes huirán al ver sus banderas de guerra»,
dice el Señor, cuyo fuego está en Sion
y sus llamas arden desde Jerusalén.
Liberación definitiva de Israel
32 ¡Miren! ¡Se acerca un rey justo!,
y príncipes honrados gobernarán bajo su mando.
2 Cada uno será como refugio del viento
y resguardo de la tormenta,
como corrientes de agua en el desierto
y sombra de una gran roca en tierra reseca.
3 Entonces todo el que tenga ojos podrá ver la verdad,
y todo el que tenga oídos podrá oírla.
4 Hasta los impulsivos estarán llenos de sentido común y de entendimiento,
y los que tartamudean hablarán con claridad.
5 En aquel día, los necios que viven sin Dios no serán héroes;
los canallas no serán respetados.
6 Pues los necios hablan necedades
y hacen planes malvados;
practican la impiedad
y difunden enseñanzas falsas acerca del Señor.
Privan de alimento a los hambrientos
y no dan agua a los sedientos.
7 Las sutiles artimañas de los canallas son maliciosas;
traman planes torcidos.
Mienten para condenar a los pobres,
aun cuando la causa de los pobres es justa.
8 Pero los generosos proponen hacer lo que es generoso
y se mantienen firmes en su generosidad.
9 Escuchen, mujeres, ustedes que están acostumbradas a la buena vida.
Escúchenme, ustedes que son tan engreídas.
10 Dentro de poco tiempo, algo más de un año,
ustedes que son tan despreocupadas, de repente comenzarán a preocuparse.
Pues se perderán sus cultivos de frutas,
y no habrá cosecha.
11 Tiemblen, mujeres de la buena vida;
abandonen su autosuficiencia.
Quítense sus ropas bonitas
y pónganse tela áspera en señal de su dolor.
12 Golpéense el pecho con profunda pena por sus abundantes granjas
y por sus vides llenas de fruto.
13 Pues su tierra se cubrirá de espinos y zarzas;
sus hogares alegres y ciudades felices desaparecerán.
14 El palacio y la ciudad quedarán abandonados,
y pueblos de mucha actividad estarán vacíos.
Los burros retozarán y las manadas pastarán
en los fuertes abandonados[da] y en las torres de vigilancia,
15 hasta que al fin se derrame el Espíritu
sobre nosotros desde el cielo.
Entonces el desierto se convertirá en campo fértil,
y el campo fértil dará cosechas abundantes.
16 La justicia gobernará en el desierto
y la rectitud en el campo fértil.
17 Y esta rectitud traerá la paz;
es cierto, traerá tranquilidad y confianza para siempre.
18 Mi pueblo vivirá seguro, tranquilo en su hogar,
y encontrará reposo.
19 Aunque se destruya el bosque
y se derrumbe la ciudad,
20 el Señor bendecirá grandemente a su pueblo.
Dondequiera que siembre la semilla, brotarán cosechas abundantes
y su ganado y sus burros pastarán con libertad.
Mensaje acerca de Asiria
33 ¡Qué aflicción les espera a ustedes, asirios, que han destruido a otros,[db]
pero nunca han sido destruidos!
Traicionan a los demás,
pero nunca han sido traicionados.
Cuando terminen de destruir,
serán destruidos.
Cuando terminen de traicionar,
serán traicionados.
2 Pero tú, Señor, ten misericordia de nosotros,
porque hemos esperado en ti.
Sé nuestro brazo fuerte cada día
y nuestra salvación en los tiempos difíciles.
3 El enemigo corre al sonido de tu voz;
cuando te pones en pie, ¡las naciones huyen!
4 Así como la oruga y la langosta despojan los campos y las vides,
de la misma forma será despojado el ejército caído de Asiria.
5 Aunque el Señor es muy grande y vive en el cielo,
hará de Jerusalén[dc] el hogar de su justicia y rectitud.
6 En aquel día, él será tu cimiento seguro,
y te proveerá de una abundante reserva de salvación, sabiduría y conocimiento;
el temor del Señor será tu tesoro.
7 Pero ahora tus valientes guerreros lloran en público;
tus embajadores de paz lloran con amarga desilusión.
8 Tus caminos están abandonados;
ya nadie viaja por ellos.
Los asirios rompieron su tratado de paz
y no les importan las promesas que hicieron delante de testigos;[dd]
no le tienen respeto a nadie.
9 La tierra de Israel se marchita con el duelo;
el Líbano se seca a causa de la vergüenza.
La llanura de Sarón es ahora un desierto;
Basán y el Carmelo han sido saqueados.
10 Pero el Señor dice: «Ahora me levantaré;
ahora mostraré mi poder y mi fuerza.
11 Ustedes, los asirios, no producen más que hierba seca y rastrojos;
su propio aliento se convertirá en fuego y los consumirá.
12 Su pueblo será totalmente quemado,
como los espinos que se cortan y se echan al fuego.
13 ¡Escuchen lo que yo hice, naciones lejanas!
¡Y ustedes que están cerca, reconozcan mi poder!».
14 Los pecadores de Jerusalén tiemblan de temor;
el terror se apodera de los que no tienen a Dios.
«¿Quién puede vivir con este fuego devorador?—claman—.
¿Quién puede sobrevivir a este fuego consumidor?».
15 Los que son honestos y justos,
los que se niegan a obtener ganancias por medio de fraudes,
los que se mantienen alejados de los sobornos,
los que se niegan a escuchar a los que traman asesinatos,
los que cierran los ojos para no ceder ante la tentación de hacer el mal:
16 estos son los que habitarán en las alturas.
Las rocas de los montes serán su fortaleza;
se les proveerá alimentos,
y tendrán agua en abundancia.
17 Sus ojos verán al rey en todo su esplendor,
y verán una tierra que se pierde en la distancia.
18 Recordarán este tiempo de terror y preguntarán:
«¿Dónde están los oficiales asirios
que contaban nuestras torres?
¿Dónde están los contadores
que anotaban el botín sacado de nuestra ciudad caída?».
19 Ustedes ya no verán a esa gente feroz y violenta,
con su idioma extraño y desconocido.
20 En cambio, verán a Sion como lugar de festivales sagrados;
verán a Jerusalén, una ciudad tranquila y segura.
Será como una carpa con las sogas tensas
y con las estacas firmemente clavadas.
21 Para nosotros el Señor será el Poderoso.
Será como un ancho río de protección
que ningún enemigo puede cruzar;
por el cual no puede navegar ningún barco enemigo.
22 Pues el Señor es nuestro juez,
nuestro legislador y nuestro rey;
él cuidará de nosotros y nos salvará.
23 Las velas de los enemigos cuelgan flácidas
de los mástiles rotos, junto con aparejos inútiles.
El pueblo de Dios repartirá el tesoro;
¡hasta los cojos recibirán su porción!
24 El pueblo de Israel ya no dirá:
«Estamos enfermos e indefensos»,
porque el Señor perdonará sus pecados.
Mensaje para las naciones
34 Vengan aquí y escuchen, oh naciones de la tierra;
que el mundo y todo lo que hay en él oigan mis palabras.
2 Pues el Señor está furioso contra las naciones;
su furia es contra todos sus ejércitos.
Los destruirá por completo;[de]
los condenará a ser masacrados.
3 Sus muertos quedarán sin sepultura,
y el hedor de los cuerpos podridos llenará la tierra;
de los montes fluirá su sangre.
4 Arriba, los cielos se esfumarán
y desaparecerán como quien enrolla un pergamino.
Las estrellas caerán del cielo
como caen las hojas marchitas de una vid,
o los higos secos de una higuera.
5 Y cuando mi espada haya terminado su trabajo en los cielos,
caerá sobre Edom,
la nación que he señalado para ser destruida.
6 La espada del Señor está empapada en sangre
y cubierta de grasa,
con la sangre de corderos y cabras,
con la grasa de carneros preparados para el sacrificio.
Sí, el Señor ofrecerá un sacrificio en la ciudad de Bosra
y hará una gran matanza en Edom.
7 Hasta morirán hombres tan fuertes como los bueyes salvajes,
los jóvenes junto a los veteranos.
La tierra quedará empapada en sangre
y el suelo enriquecido con la grasa.
8 Pues es el día de la venganza del Señor,
el año cuando Edom recibirá el pago por todo lo que le hizo a Israel.[df]
9 Los arroyos de Edom se llenarán de brea ardiente
y el suelo se cubrirá de fuego.
10 Este juicio sobre Edom nunca tendrá fin;
el humo de la nación en llamas se levantará para siempre.
La tierra quedará abandonada de generación en generación;
nadie volverá a vivir allí.
11 Será frecuentada por el búho del desierto y la lechuza blanca,
el búho grande y el cuervo.[dg]
Pues Dios medirá esa tierra con cuidado;
la medirá para el caos y la destrucción.
12 Se llamará la Tierra de Nada,
y pronto todos sus nobles desaparecerán.[dh]
13 Los espinos invadirán sus palacios;
en sus fuertes crecerán la ortiga y el cardo.
Las ruinas serán guarida de los chacales
y se convertirán en hogar de los búhos.
14 Los animales del desierto se mezclarán allí con las hienas,
y sus aullidos llenarán la noche.
Las cabras salvajes se balarán unas a otras en medio de las ruinas,
y las criaturas de la noche[di] irán a ese lugar para descansar.
15 Allí el búho hará su nido y pondrá sus huevos;
empollará a sus polluelos y los cubrirá con sus alas.
También irán los buitres,
cada uno con su compañera.
16 Escudriñen el libro del Señor
y vean lo que él hará.
Ninguno de estos animales ni de estas aves estará ausente,
y a ninguno le faltará su pareja,
porque el Señor lo ha prometido.
Su Espíritu hará que todo esto se haga realidad.
17 Él ha medido y dividido la tierra,
y se la ha dado en propiedad a esas criaturas.
Ellas la poseerán para siempre,
de generación en generación.
Esperanza de restauración
35 Hasta el lugar desolado y el desierto estarán contentos en esos días;
la tierra baldía se alegrará y florecerá el azafrán de primavera.
2 Así es, habrá abundancia de flores,
de cantos y de alegría.
Los desiertos se pondrán tan verdes como los montes del Líbano,
tan bellos como el monte Carmelo o la llanura de Sarón.
Allí el Señor manifestará su gloria,
el esplendor de nuestro Dios.
3 Con esta noticia, fortalezcan a los que tienen cansadas las manos,
y animen a los que tienen débiles las rodillas.
4 Digan a los de corazón temeroso:
«Sean fuertes y no teman,
porque su Dios viene para destruir a sus enemigos;
viene para salvarlos».
5 Y cuando él venga, abrirá los ojos de los ciegos
y destapará los oídos de los sordos.
6 El cojo saltará como un ciervo,
y los que no pueden hablar ¡cantarán de alegría!
Brotarán manantiales en el desierto
y corrientes regarán la tierra baldía.
7 El suelo reseco se convertirá en laguna
y los manantiales de agua saciarán la tierra sedienta.
Crecerán las hierbas de pantano, las cañas y los juncos
donde antes vivían los chacales del desierto.
8 Un gran camino atravesará esa tierra, antes vacía;
se le dará el nombre de Carretera de la Santidad.
Los de mente malvada nunca viajarán por ella.
Será solamente para quienes anden por los caminos de Dios;
los necios nunca andarán por ella.
9 Los leones no acecharán por esa ruta,
ni ninguna otra bestia feroz.
No habrá ningún otro peligro;
solo los redimidos andarán por ella.
10 Regresarán los que han sido rescatados por el Señor;
entrarán cantando a Jerusalén,[dj]
coronados de gozo eterno,
estarán llenos de regocijo y de alegría;
desaparecerán el luto y la tristeza.
Asiria invade Judá
36 En el año catorce del reinado de Ezequías,[dk] Senaquerib, rey de Asiria, atacó las ciudades fortificadas de Judá y las conquistó. 2 Entonces el rey de Asiria mandó a su jefe del Estado Mayor[dl] desde Laquis con un enorme ejército para enfrentar al rey Ezequías en Jerusalén. Los asirios tomaron posición de batalla junto al acueducto que vierte el agua en el estanque superior, cerca del camino que lleva al campo donde se lavan[dm] telas.
3 Estos son los funcionarios que salieron a reunirse con ellos: Eliaquim, hijo de Hilcías, administrador del palacio; Sebna, secretario de la corte; y Joa, hijo de Asaf, historiador del reino.
Senaquerib amenaza a Jerusalén
4 Entonces el jefe del Estado Mayor del rey asirio les dijo que le transmitieran a Ezequías el siguiente mensaje:
«El gran rey de Asiria dice: ¿En qué confías que te da tanta seguridad? 5 ¿Acaso crees[dn] que simples palabras pueden sustituir la fuerza y la capacidad militar? ¿Con quién cuentas para haberte rebelado contra mí? 6 ¿Con Egipto? Si te apoyas en Egipto, será como una caña que se quiebra bajo tu peso y te atraviesa la mano. ¡El faraón, rey de Egipto, no es nada confiable!
7 »Tal vez me digas: “¡Confiamos en el Señor nuestro Dios!”; pero ¿no es él a quien Ezequías insultó? ¿Acaso no fue Ezequías quien derribó sus santuarios y altares, e hizo que todos en Judá y en Jerusalén adoraran solo en el altar que hay aquí, en Jerusalén?
8 »¡Se me ocurre una idea! Llega a un acuerdo con mi amo, el rey de Asiria. Yo te daré dos mil caballos, ¡si es que puedes encontrar esa cantidad de hombres para que los monten! 9 Con tu pequeño ejército, ¿cómo se te ocurre desafiar siquiera al contingente más débil de las tropas de mi amo, aunque contaras con la ayuda de los carros de guerra y sus conductores de Egipto? 10 Es más, ¿crees que hemos invadido tu tierra sin la dirección del Señor? El Señor mismo nos dijo: “¡Ataquen esta tierra y destrúyanla!”».
11 Entonces tanto Eliaquim como Sebna y Joa le dijeron al jefe del Estado Mayor asirio:
—Por favor, háblanos en arameo porque lo entendemos bien. No hables en hebreo,[do] porque oirá la gente que está sobre la muralla.
12 Pero el jefe del Estado Mayor de Senaquerib respondió:
—¿Ustedes creen que mi amo les envió este mensaje solo a ustedes y a su amo? Él quiere que todos los habitantes lo oigan porque, cuando sitiemos a esta ciudad, ellos sufrirán junto con ustedes. Tendrán tanta hambre y tanta sed que comerán su propio excremento y beberán su propia orina.
13 Después el jefe del Estado Mayor se puso de pie y le gritó en hebreo a la gente que estaba sobre la muralla: «¡Escuchen este mensaje del gran rey de Asiria! 14 El rey dice lo siguiente: “No dejen que Ezequías los engañe. Él jamás podrá librarlos. 15 No permitan que los haga confiar en el Señor diciéndoles: ‘Con toda seguridad el Señor nos librará. ¡Esta ciudad nunca caerá en manos del rey asirio!’.
16 »”¡No escuchen a Ezequías! El rey de Asiria les ofrece estas condiciones: hagan las paces conmigo; abran las puertas y salgan. Entonces cada uno de ustedes podrá seguir comiendo de su propia vid y de su propia higuera, y bebiendo de su propio pozo. 17 Me encargaré de llevarlos a otra tierra como esta: una tierra de grano y vino nuevo, de pan y viñedos.
18 »”No dejen que Ezequías los engañe al decir: ‘¡El Señor nos librará!’. ¿Acaso los dioses de cualquier otra nación alguna vez han salvado a su pueblo del rey de Asiria? 19 ¿Qué les sucedió a los dioses de Hamat y de Arfad? ¿Y qué me dicen de los dioses de Sefarvaim? ¿Algún dios libró a Samaria de mi poder? 20 ¿Cuál de los dioses de alguna nación ha podido salvar alguna vez a su pueblo de mi poder? ¿Qué les hace pensar entonces que el Señor puede librar a Jerusalén de mis manos?”».
21 El pueblo se quedó en silencio y no dijo ni una palabra, porque Ezequías le había ordenado: «No le respondan».
22 Entonces Eliaquim, hijo de Hilcías, administrador del palacio; Sebna, secretario de la corte; y Joa, hijo de Asaf, historiador del reino, regresaron a donde estaba Ezequías. Desesperados rasgaron su ropa, entraron para ver al rey y le contaron lo que había dicho el jefe del Estado Mayor asirio.
Ezequías busca la ayuda del Señor
37 Cuando el rey Ezequías oyó el informe, rasgó su ropa, se vistió de tela áspera y entró al templo del Señor. 2 Enseguida envió a Eliaquim, administrador del palacio; a Sebna, secretario de la corte; y a los principales sacerdotes, todos vestidos de tela áspera, a hablar con el profeta Isaías, hijo de Amoz. 3 Ellos le dijeron: «El rey Ezequías dice: “Hoy es un día de dificultad, insulto y deshonra. Es como cuando un niño está a punto de nacer, pero la madre no tiene fuerzas para dar a luz. 4 Tal vez el Señor tu Dios haya oído al jefe del Estado Mayor[dp] asirio, que fue enviado por el rey para desafiar al Dios viviente, y lo castigue por sus palabras. ¡Te rogamos que ores por los que hemos quedado!”».
5 Una vez que los funcionarios del rey Ezequías le dieron a Isaías el mensaje del rey, 6 el profeta respondió: «Díganle a su amo: “Esto dice el Señor: ‘No te alteres por ese discurso blasfemo que han pronunciado contra mí los mensajeros del rey de Asiria. 7 ¡Escucha! Yo mismo actuaré en su contra,[dq] y el rey recibirá un mensaje de que lo necesitan en su país. Así que volverá a su tierra, donde haré que lo maten a filo de espada’”».
8 Mientras tanto, el jefe del Estado Mayor asirio partió de Jerusalén para consultar al rey de Asiria, quien había salido de Laquis y estaba atacando a Libna.
9 Poco después, el rey Senaquerib recibió la noticia de que el rey Tirhaca de Etiopía[dr] iba al frente de un ejército para luchar contra él. Antes de salir al encuentro de sus agresores, envió mensajeros de regreso a Ezequías, en Jerusalén, con el siguiente mensaje:
10 «Este mensaje está dirigido al rey Ezequías de Judá. No dejes que tu Dios, en quien confías, te engañe con promesas de que Jerusalén no caerá en manos del rey de Asiria. 11 Tú sabes perfectamente bien lo que han hecho los reyes de Asiria en todos los lugares donde han ido. ¡Han destruido por completo a todo aquel que se ha interpuesto en su camino! ¿Por qué serías tú la excepción? 12 ¿Acaso los dioses de otras naciones las han rescatado, naciones como Gozán, Harán, Resef y el pueblo de Edén que vivía en Telasar? ¡Mis antecesores los destruyeron a todos! 13 ¿Qué sucedió con el rey de Hamat y el rey de Arfad? ¿Qué les pasó a los reyes de Sefarvaim, de Hena y de Iva?».
14 Después de recibir la carta de mano de los mensajeros y de leerla, Ezequías subió al templo del Señor y desplegó la carta ante el Señor. 15 En presencia del Señor, el rey hizo la siguiente oración: 16 «¡Oh Señor de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel, tú estás entronizado entre los poderosos querubines! Solo tú eres el Dios de todos los reinos de la tierra. Solo tú creaste los cielos y la tierra. 17 ¡Inclínate, oh Señor, y escucha! ¡Abre tus ojos, oh Señor, y mira! Escucha las palabras desafiantes de Senaquerib contra el Dios viviente.
18 »Es cierto, Señor, que los reyes de Asiria han destruido a todas esas naciones. 19 Han arrojado al fuego los dioses de esas naciones y los han quemado. ¡Por supuesto que los asirios pudieron destruirlos, pues no eran dioses en absoluto! Eran solo ídolos de madera y de piedra, formados por manos humanas. 20 Ahora, oh Señor nuestro Dios, rescátanos de su poder; así todos los reinos de la tierra sabrán que solo tú, oh Señor, eres Dios[ds]».
Isaías predice la liberación de Judá
21 Después, Isaías, hijo de Amoz, le envió a Ezequías el siguiente mensaje: «Esto dice el Señor, Dios de Israel: “Ya que oraste respecto al rey Senaquerib de Asiria, 22 el Señor ha pronunciado estas palabras en su contra:
»”La hija virgen de Sion
te desprecia y se ríe de ti.
La hija de Jerusalén
menea la cabeza con desdén mientras tú huyes.
23 »”¿A quién has estado desafiando y ridiculizando?
¿Contra quién levantaste la voz?
¿A quién miraste con ojos tan arrogantes?
¡Fue al Santo de Israel!
24 Por medio de tus mensajeros, has desafiado al Señor.
Dijiste: ‘Con mis numerosos carros de guerra
conquisté las montañas más altas,
sí, las cimas más remotas del Líbano.
Corté sus cedros más altos
y sus mejores cipreses.
Alcancé sus rincones más lejanos
y exploré sus bosques más espesos.
25 Cavé pozos en muchas tierras extranjeras[dt]
y me refresqué con sus aguas.
¡Con la planta de mi pie
detuve todos los ríos de Egipto!’.
26 »”Pero ¿acaso no has oído?
Yo lo decidí hace mucho tiempo.
Hace mucho que lo planifiqué,
y ahora lo llevo a cabo.
Yo determiné que tú aplastaras ciudades fortificadas
y las redujeras a un montón de escombros.
27 Por eso sus habitantes tienen tan poco poder
y están tan asustados y confundidos.
Son tan débiles como la hierba,
tan fáciles de pisotear como tiernos brotes verdes.
Son como hierba que sale en el techo de una casa,
que se quema[du] antes de poder crecer alta y lozana.
28 »”Pero a ti te conozco bien:
sé dónde te encuentras,
y cuándo entras y sales.
Conozco la forma en que desataste tu furia contra mí.
29 Por esa furia en mi contra
y por tu arrogancia, que yo mismo oí,
te pondré mi gancho en la nariz
y mi freno en la boca.
Te haré regresar
por el mismo camino por donde viniste”».
30 Luego Isaías le dijo a Ezequías: «Esta es la prueba de que es cierto lo que digo:
»Este año ustedes solo comerán lo que crezca por sí mismo,
y el año próximo comerán lo que de eso brote.
Sin embargo, el tercer año, plantarán cultivos y los cosecharán;
cuidarán de sus viñedos y comerán de su fruto.
31 Y ustedes, los que quedan en Judá,
los que han escapado de los estragos del ataque,
echarán raíces en su propio suelo,
crecerán y prosperarán.
32 Pues desde Jerusalén se extenderá un remanente de mi pueblo,
un grupo de sobrevivientes, desde el monte Sion.
¡El ferviente compromiso del Señor de los Ejércitos Celestiales
hará que esto suceda!
33 »Y esto dice el Señor acerca del rey de Asiria:
»“Sus ejércitos no entrarán en Jerusalén;
ni siquiera lanzarán una sola flecha contra ella.
No marcharán fuera de sus puertas con sus escudos
ni levantarán terraplenes contra sus murallas.
34 El rey regresará a su propia tierra
por el mismo camino por donde vino.
No entrará en esta ciudad
—dice el Señor—.
35 Por mi propia honra y por amor a mi siervo David,
defenderé esta ciudad y la protegeré”».
36 Esa noche el ángel del Señor fue al campamento asirio y mató a 185.000 soldados. Cuando los asirios que sobrevivieron[dv] se despertaron a la mañana siguiente, encontraron cadáveres por todas partes. 37 Entonces Senaquerib, rey de Asiria, levantó campamento y regresó a su propia tierra. Volvió a Nínive, la capital del reino, y allí se quedó.
38 Cierto día, mientras rendía culto en el templo de su dios Nisroc, sus hijos Adramelec y Sarezer lo mataron a espada. Luego escaparon a la tierra de Ararat, y otro de sus hijos, Esar-hadón, lo sucedió en el trono de Asiria.
Enfermedad y recuperación de Ezequías
38 Por ese tiempo, Ezequías se enfermó gravemente, y el profeta Isaías, hijo de Amoz, fue a visitarlo. Le dio al rey el siguiente mensaje: «Esto dice el Señor: “Pon tus asuntos en orden porque vas a morir. No te recuperarás de esta enfermedad”».
2 Cuando Ezequías oyó el mensaje, volvió su rostro hacia la pared y oró al Señor: 3 «Acuérdate, oh Señor, que siempre te he sido fiel y te he servido con singular determinación, haciendo siempre lo que te agrada»; y el rey se echó a llorar amargamente.
4 Luego Isaías recibió este mensaje de parte del Señor: 5 «Regresa y dile a Ezequías: “Esto dice el Señor, Dios de tu antepasado David: ‘He oído tu oración y he visto tus lágrimas. Te añadiré quince años más de vida 6 y te rescataré del rey de Asiria junto con esta ciudad. Así es, defenderé esta ciudad’”.
7 »Esta es la señal del Señor para demostrar que cumplirá lo que ha prometido: 8 “¡Haré retroceder diez gradas la sombra del sol en el reloj solar[dw] de Acaz!”». Así que la sombra se movió diez gradas hacia atrás en el reloj solar.
Poema de alabanza de Ezequías
9 Cuando el rey Ezequías se recuperó, escribió el siguiente poema:
10 Yo dije: «¿En la flor de mi vida
tengo que entrar en el lugar de los muertos[dx]?
¿Acaso seré privado del resto de mis años?».
11 Dije: «Nunca más veré al Señor Dios
en la tierra de los vivos.
Nunca más veré a mis amigos
ni estaré con los que viven en este mundo.
12 Se me voló la vida
como la carpa de un pastor en medio de una tormenta.
Fue cortada,
como cuando el tejedor corta la tela del telar.
De repente, mi vida se había acabado.
13 Esperé con paciencia toda la noche,
pero me sentía como si unos leones me estuvieran despedazando.
De repente, mi vida se había acabado.
14 En mi delirio, gorjeaba como una golondrina o una grulla,
y después gemía como una paloma torcaza.
Se me cansaban los ojos de mirar al cielo en busca de ayuda.
Estoy en apuros, Señor. ¡Ayúdame!».
15 Pero ¿qué podía decir?
Pues él mismo envió esta enfermedad.
Ahora caminaré con humildad durante el resto de mis años
a causa de esta angustia que he sentido.
16 Señor, tu disciplina es buena,
porque lleva a la vida y a la salud.
¡Tú restauras mi salud
y me permites vivir!
17 Sí, esta angustia ha sido buena para mí,
porque me has rescatado de la muerte
y has perdonado todos mis pecados.
18 Pues los muertos[dy] no pueden alabarte;
no pueden levantar la voz en alabanza.
Los que bajan a la tumba
ya no pueden esperar en tu fidelidad.
19 Solo los vivos pueden alabarte como yo lo hago hoy.
Cada generación le habla de tu fidelidad a la siguiente.
20 Imagínense: el Señor está dispuesto a sanarme.
Cantaré sus alabanzas con instrumentos
todos los días de mi vida
en el templo del Señor.
21 Isaías les había dicho a los siervos de Ezequías: «Preparen un ungüento de higos y úntenlo sobre la llaga, y Ezequías se recuperará».
22 Y Ezequías había preguntado: «¿Qué señal probará que iré al templo del Señor?».
Mensajeros de Babilonia
39 Poco tiempo después, Merodac-baladán, hijo de Baladán, rey de Babilonia, le envió saludos a Ezequías junto con un regalo. Se enteró de que Ezequías había estado muy enfermo y que se había recuperado. 2 Ezequías quedó encantado con los enviados de Babilonia y les mostró todo lo que había en sus casas del tesoro: la plata, el oro, las especias y los aceites aromáticos. También los llevó a conocer su arsenal, ¡y les mostró todo lo que había en sus tesoros reales! No hubo nada, ni en el palacio ni en el reino, que Ezequías no les mostrara.
3 Entonces el profeta Isaías fue a ver al rey Ezequías y le preguntó:
—¿Qué querían esos hombres? ¿De dónde vinieron?
Ezequías contestó:
—Vinieron de la lejana tierra de Babilonia.
4 —¿Qué vieron en tu palacio?—preguntó Isaías.
—Lo vieron todo—contestó Ezequías—. Les mostré todo lo que poseo, todos mis tesoros reales.
5 Entonces Isaías dijo a Ezequías:
—Escucha este mensaje del Señor de los Ejércitos Celestiales: 6 “Se acerca el tiempo cuando todo lo que hay en tu palacio—todos los tesoros que tus antepasados han acumulado hasta ahora—será llevado a Babilonia. No quedará nada—dice el Señor—. 7 Algunos de tus hijos serán llevados al destierro. Los harán eunucos que servirán en el palacio del rey de Babilonia”.
8 Entonces Ezequías dijo a Isaías:
—Este mensaje que me has dado de parte del Señor es bueno.
Pues el rey pensaba: «Por lo menos habrá paz y seguridad mientras yo viva».
Footnotes
- 1:1 Estos reyes gobernaron entre los años 792 y 686 a. C.
- 1:8 En hebreo La hija de Sion.
- 1:9 La versión griega dice a unos cuantos de nuestros hijos. Comparar Rm 9:29.
- 2:16 En hebreo todos los barcos de Tarsis.
- 3:13 Así aparece en la versión griega y en la siríaca; en hebreo dice contra los pueblos.
- 3:16 O Las mujeres de Sion (con los cambios correspondientes al plural hasta el versículo 24); en hebreo dice Las hijas de Sion; también en 3:17.
- 3:24 Así aparece en los Rollos del mar Muerto; el texto masorético dice vestidos costosos, / porque en lugar de belleza.
- 4:2 O el Retoño.
- 4:4 O de las mujeres de Sion; en hebreo dice de las hijas de Sion.
- 5:10a En hebreo Unas diez yugadas, es decir, la cantidad de terreno que diez yuntas de bueyes podían arar en un día.
- 5:10b En hebreo un bato [6 galones].
- 5:10c En hebreo y un homer [220 litros o 200 cuartos] de semilla solo producirá un efa [22 litros o 20 cuartos].
- 5:14 En hebreo El Seol.
- 5:17 Así aparece en la versión griega; en hebreo dice y los forasteros.
- 6:1 El rey Uzías murió en el año 740 a. C.
- 6:9-10 La versión griega dice Y él me dijo:—Ve y dile a este pueblo: / “Cuando ustedes oigan lo que digo, no entenderán. / Cuando vean lo que hago, no comprenderán”. / Pues el corazón de este pueblo está endurecido, / y sus oídos no pueden oír, y han cerrado los ojos, / así que sus ojos no pueden ver, / y sus oídos no pueden oír, / y su corazón no puede entender, / y no pueden volver a mí para que yo los sane. Comparar Mt 13:14-15; Mc 4:12; Lc 8:10; Hch 28:26-27.
- 7:2 En hebreo Efraín, se refiere al reino del norte de Israel; también en 7:5, 8, 9, 17.
- 7:3a Sear-jasub significa «un remanente regresará».
- 7:3b O se blanquean.
- 7:11 En hebreo tan profunda como el Seol.
- 7:14 O La joven.
- 7:15 O cuajada; también en 7:22.
- 7:20a En hebreo del río.
- 7:20b En hebreo afeitarte la cabeza, el vello de las piernas y la barba.
- 7:23 En hebreo 1000 [siclos] de plata, aproximadamente 11,4 kilos o 25 libras.
- 8:1 Maher-salal-has-baz significa «rápido para saquear y rápido para llevar».
- 8:6a O Se alegran debido al.
- 8:6b En hebreo y al hijo de Remalías.
- 8:7 En hebreo del río.
- 8:10 En hebreo ¡Emanuel!
- 9:1a El versículo 9:1 corresponde al 8:23 en el texto hebreo.
- 9:1b Gentil[es], que no es judío.
- 9:2a Los versículos del 9:2-21 corresponden al 9:1-20 en el texto hebreo.
- 9:2b La versión griega dice una tierra donde la muerte arroja su sombra. Comparar con Mt 4:16.
- 9:6 O Consejero, Maravilloso.
- 9:9 En hebreo de Efraín, se refiere al reino del norte de Israel.
- 9:20 O se comerán hasta sus propios brazos.
- 10:21 En hebreo Sear-jasub; ver 7:3; 8:18.
- 10:22-23 La versión griega dice solo un remanente se salvará. / Pues él ejecutará su sentencia sin demora, de manera terminante y con justicia; / porque Dios ejecutará su sentencia de manera terminante sobre el mundo entero. Comparar Rm 9:27-28.
- 10:27 Así aparece en la versión griega; en hebreo dice El yugo será quebrantado, / por lo mucho que tú has engordado.
- 10:34 O de los bosques / así como caen hasta los poderosos árboles del Líbano.
- 11:1 En hebreo Del tocón del linaje de Isaí. Isaí era el padre del rey David.
- 11:10a En hebreo la raíz de Isaí.
- 11:10b La versión griega dice En ese día, el heredero del trono de David [literalmente la raíz de Isaí] vendrá / y reinará sobre los gentiles. / Ellos pondrán sus esperanzas en él. Comparar Rm 15:12.
- 11:11a En hebreo en Patros, Cus.
- 11:11b En hebreo en Sinar.
- 11:13 En hebreo Efraín, se refiere al reino del norte de Israel.
- 11:15a En hebreo El Señor destruirá la lengua del mar de Egipto.
- 11:15b En hebreo el río.
- 12:6 En hebreo Sion.
- 14:1 En hebreo a la casa de Jacob. Los nombres «Jacob» e «Israel» a menudo son intercambiables en el Antiguo Testamento. Algunas veces hacen referencia al patriarca como individuo y otras veces a la nación.
- 14:4 Así aparece en los Rollos del mar Muerto; el significado del texto masorético es incierto.
- 14:9 En hebreo el Seol; similar en 14:15.
- 14:11 En hebreo fueron bajados al Seol.
- 14:13 O en las alturas de Zafón.
- 14:28 El rey Acaz murió en el año 715 a. C.
- 14:32 En hebreo a Sion.
- 15:9 Así aparece en los Rollos del mar Muerto, en algunos manuscritos griegos y en la Vulgata Latina; el texto masorético dice Dimón; también en 15:9b.
- 16:8 En hebreo del mar.
- 16:11 En hebreo Kir-heres, una variante de Kir-hareset.
- 16:14 En hebreo Dentro de tres años, como los contaría un siervo obligado por un contrato.
- 17:3 En hebreo de Efraín, se refiere al reino del norte de Israel.
- 17:4 En hebreo de Jacob. Ver nota en 14:1.
- 17:9 Así aparece en la versión griega; en hebreo dice como lugares del bosque y de las ramas más altas.
- 18:1a En hebreo Cus.
- 18:1b O tierra de muchas langostas; en hebreo dice tierra del zumbido de alas.
- 18:7 En hebreo al monte Sion.
- 19:13 En hebreo Nof.
- 19:18 O será la Ciudad de la Destrucción.
- 20:1 Asiria tomó la ciudad de Asdod en el 711 a. C.
- 20:3 En hebreo Cus; también en el 20:5.
- 20:4 En hebreo los cusitas.
- 21:1 En hebreo acerca del desierto junto al mar.
- 21:8 Así aparece en los Rollos del mar Muerto y en la versión siríaca; el texto masorético dice un león.
- 21:11a En hebreo Duma, que significa «silencio» o «quietud». Es un juego de palabras con la palabra Edom.
- 21:11b En hebreo Seir, otro nombre para Edom.
- 21:16 En hebreo Dentro de un año, como lo contaría un siervo obligado por un contrato. Algunos manuscritos antiguos dicen Dentro de tres años, así aparece en el 16:14.
- 22:1 En hebreo acerca del valle de la Visión.
- 22:8 En hebreo a la Casa del Bosque; ver 1 Re 7:2-5.
- 22:9 En hebreo en la ciudad de David.
- 22:24 En hebreo Colgarán de él toda la gloria de la casa de su padre: su descendencia y vástagos, todas sus vasijas de menor importancia, desde los tazones hasta todas las jarras.
- 23:1 En hebreo Quitim; también en 23:12.
- 23:2 Así aparece en los Rollos del mar Muerto y en la versión griega; el texto masorético dice Los que han cruzado el mar los han llenado.
- 23:3 En hebreo desde Sihor, una rama del río Nilo.
- 23:4 O porque el dios del mar dice; en hebreo dice porque el mar, la fortaleza del mar, dice.
- 23:10 El significado del hebreo en este versículo es incierto.
- 23:11 En hebreo Canaán.
- 23:13 O Caldea.
- 25:6 En hebreo En esta montaña; similar en 25:10.
- 26:9 En hebreo dentro de mí.
- 27:1 La identidad del Leviatán es discutida; las ideas van desde una criatura terrestre hasta un mítico monstruo marino de la literatura antigua.
- 27:9 En hebreo a Jacob. Ver nota en 14:1.
- 27:12 En hebreo el río.
- 28:1 En hebreo ¡Qué aflicción le espera a la corona de gloria de los borrachos de Efraín!, refiriéndose a Samaria, la capital del reino del norte de Israel.
- 28:3 En hebreo La corona de gloria de los borrachos de Efraín; ver nota en 28:1.
- 28:15 En hebreo el Seol; también en 28:18.
- 28:16a En hebreo en Sion.
- 28:16b La versión griega dice ¡Miren! Pongo una piedra en los cimientos de Jerusalén [literalmente Sion], / una preciosa piedra principal como cimiento, escogida para gran honor. / Todo el que confíe en él jamás será avergonzado. Comparar Rm 9:33; 1 P 2:6.
- 29:1 Ariel suena como un término hebreo que significa «brasero» o «altar».
- 29:7 En hebreo Ariel.
- 29:13 La versión griega dice Su adoración es una farsa / porque enseñan ideas humanas como si fueran mandatos de Dios. Comparar Mc 7:7.
- 29:22 En hebreo de Jacob. Ver nota en 14:1.
- 30:7 En hebreo Rahab, el que queda quieto. Rahab es el nombre de un mítico monstruo marino que en la literatura antigua representa el caos. Aquí se utiliza como un nombre poético para Egipto.
- 30:32 Así aparece en algunos manuscritos hebreos y en la versión siríaca; el texto masorético dice con la vara fundada.
- 32:14 En hebreo en el Ofel.
- 33:1 En hebreo ¡Qué aflicción te espera, oh destructor. El texto hebreo no menciona específicamente a Asiria como el objeto de la profecía que aparece en este capítulo.
- 33:5 En hebreo Sion; también en el 33:14.
- 33:8 Así aparece en los Rollos del mar Muerto; el texto masorético dice no les importan las ciudades.
- 34:2 El término hebreo empleado aquí se refiere a la consagración total de cosas o personas al Señor, ya sea destruyéndolas o entregándolas como ofrenda; similar en 34:5.
- 34:8 En hebreo a Sion.
- 34:11 La identificación de algunas de estas aves es incierta.
- 34:12 El significado del hebreo es incierto.
- 34:14 En hebreo Liliz, posiblemente una referencia a un mítico demonio nocturno.
- 35:10 En hebreo Sion.
- 36:1 El año catorce del reinado de Ezequías fue el 701 a. C.
- 36:2a O al Rabsaces; similar en 36:4, 11, 12, 22.
- 36:2b O se blanquean.
- 36:5 Así aparece en los Rollos del mar Muerto (ver también 2 Re 18:20); el texto masorético dice ¿Acaso creo.
- 36:11 En hebreo en el dialecto de Judá; también en 36:13.
- 37:4 O al Rabsaces; similar en 37:8.
- 37:7 En hebreo Yo pondré un espíritu en él.
- 37:9 En hebreo de Cus.
- 37:20 Así aparece en los Rollos del mar Muerto (ver también 2 Re 19:19); el texto masorético dice solo tú eres el Señor.
- 37:25 Así aparece en los Rollos del mar Muerto (ver también 2 Re 19:24); en el texto masorético falta en muchas tierras extranjeras.
- 37:27 Así aparece en los Rollos del mar Muerto y en algunos manuscritos griegos (ver también 2 Re 19:26); la mayoría de los manuscritos hebreos dicen como un campo con terrazas.
- 37:36 En hebreo Cuando ellos.
- 38:8 En hebreo en las gradas.
- 38:10 En hebreo entrar por las puertas del Seol?
- 38:18 En hebreo el Seol.
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