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Mucho tiempo después, el Señor me dijo: Vuelve al río y saca el cinturón. Y así lo hice, saqué el cinturón del hueco donde lo había escondido. Pero estaba podrido y deshaciéndose, y ya no servía para nada.

8-9 Entonces el Señor dijo: Esto muestra la forma en que pudriré el orgullo de Judá y de Jerusalén.

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