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Simbolismo del cinto podrido

13 Así me ha dicho el SEÑOR: “Ve, compra un cinto de lino, cíñete con él y no lo metas en agua”. Entonces compré el cinto, conforme a la palabra del SEÑOR, y me ceñí con él. Luego vino a mí la palabra del SEÑOR por segunda vez, diciendo: “Toma el cinto que has comprado y que tienes ceñido. Levántate y ve al Éufrates; escóndelo allí, en la hendidura de una peña”. Fui, pues, y lo escondí junto al Éufrates, como me había mandado el SEÑOR. Y sucedió que después de muchos días el SEÑOR me dijo: “Levántate, ve al Éufrates y toma de allí el cinto que te mandé que escondieras allá”. Entonces fui al Éufrates y cavé. Tomé el cinto del lugar donde lo había escondido, y he aquí que el cinto se había podrido y no servía para nada.

Entonces vino a mí la palabra del SEÑOR, diciendo: “Así ha dicho el SEÑOR: ‘Así haré que se pudra la soberbia de Judá y la mucha soberbia de Jerusalén. 10 Este pueblo malo, que rehúsa escuchar mis palabras, que anda en la porfía de su corazón y va tras otros dioses para rendirles culto y para postrarse ante ellos, vendrá a ser como este cinto que no sirve para nada. 11 Porque como el cinto se adhiere a los lomos del hombre, dice el SEÑOR, así hice que se adhirieran a mí toda la casa de Israel y toda la casa de Judá, para que me fueran pueblo y para renombre, alabanza y honra. Pero no escucharon’.

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