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25 Cuando se yergue, los poderosos tiemblan;
    cuando se sacude, emprenden la huida.
26 La espada, aunque lo alcance, no lo hiere,
    ni lo hieren tampoco los dardos,
    ni las lanzas y las jabalinas.
27 Al hierro lo trata como a paja,
    y al bronce como a madera podrida.

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