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37 De pronto, se levantó una gran tormenta de viento. Las olas azotaban la barca que comenzó a inundarse. 38 Jesús, entretanto, estaba en la popa durmiendo sobre un cabezal. Los discípulos lo despertaron, diciendo:

— Maestro, ¿no te importa que estemos a punto de perecer?

39 Jesús se incorporó, increpó al viento y dijo al lago:

— ¡Silencio! ¡Cállate!

El viento cesó y todo quedó en calma.

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