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37 Pero se levantó una gran tempestad de viento que echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba. 38 Él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal. Lo despertaron y le dijeron:

—¡Maestro!, ¿no tienes cuidado que perecemos?

39 Él, levantándose, reprendió al viento y dijo al mar:

—¡Calla, enmudece!

Entonces cesó el viento y sobrevino una gran calma.

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