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Que se la entreguen al sacerdote Eleazar, y que él la saque del campamento y ordene que sea degollada en su presencia. El sacerdote Eleazar tomará con su dedo un poco de la sangre, y la rociará siete veces hacia la parte delantera del tabernáculo de reunión, y luego ordenará que la vaca sea quemada ante sus ojos, junto con su cuero, su carne, su sangre y su estiércol.

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