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y has puesto profetas que te proclamen en Jerusalén diciendo: “¡Hay rey en Judá!”. Ahora bien, tales palabras han de ser oídas por el rey. Ven, por tanto, y tomemos consejo juntos.

Entonces envié a decirle: “No han sucedido esas cosas que tú dices, sino que tú las inventas en tu corazón”. Porque todos ellos nos intimidaban pensando: “Se debilitarán sus manos en la obra y no será llevada a cabo”. ¡Pero, oh Dios, fortalece mis manos!

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