Números 22-24
Nueva Biblia Viva
22 El pueblo de Israel siguió su viaje hacia las llanuras de Moab y acampó al oriente del río Jordán, frente a Jericó. 2-3 Cuando el rey Balac de Moab (hijo de Zipor) se enteró del número de los israelitas, y se enteró de lo que le habían hecho a los amorreos, él y su pueblo tuvieron gran temor. 4 Rápidamente consultaron a los jefes de Madián.
―Está muchedumbre va a comernos con la misma facilidad con que un buey come pasto —exclamaron los moabitas.
Entonces el rey Balac 5-6 envió mensajeros a Balán (hijo de Beor) quien vivía en su tierra natal de Petor, cerca del río Éufrates. En su mensaje el rey rogaba a Balán que fuera y les ayudara.
―Una multitud ha llegado de Egipto, cubren toda la superficie de nuestro país; y han acampado justo delante de mí —le decía—. Ven y maldícelos en mi nombre para que pueda echarlos de mi tierra. Sé que cuando tú bendices grandes bendiciones caen sobre ellos, y también sé que a quienes tú maldices les va mal en todo.
7 La comitiva, compuesta de algunos de los príncipes de Moab y de Madían, se presentó ante Balán, dinero en mano, y le refirieron las palabras de Balac.
8 ―Quédense esta noche —dijo Balán—. Les contaré en la mañana lo que el Señor me ordene hacer.
Y así lo hicieron. 9 Aquella noche el Señor vino y le preguntó a Balán:
―¿Quiénes son estos hombres?
10 ―Ellos han venido de parte del rey Balac de Moab —le explicó—. 11 El rey dice que un pueblo enorme ha venido de Egipto y ha llegado hasta sus fronteras. Quiere que yo vaya inmediatamente y los maldiga. Tiene la esperanza de que pueda vencerlos en la batalla si yo voy con ellos y maldigo a los invasores.
12 ―No lo hagas —le dijo el Señor—. No debes maldecirlos, porque ellos tienen mi bendición.
13 Al día siguiente Balán les dijo a los hombres:
―Váyanse, el Señor no me deja ir con ustedes.
14 Los embajadores del rey Balac regresaron e informaron al rey de la negativa de Balán. 15 Pero Balac insistió. Envió un número mayor y más distinguido de embajadores. 16-17 Estos se presentaron ante Balán y le dieron el siguiente mensaje:
―El rey Balac te ruega que vayas. Promete darte grandes honores y cualquier cantidad de dinero que pidas. Ven de inmediato, y maldice a ese pueblo.
18 Pero Balán replicó:
―Aunque Balac me ofreciera un palacio repleto de oro y plata, yo no podría hacer nada contrario a los mandamientos del Señor mi Dios. 19 Sin embargo, pasen aquí la noche para ver si el Señor añade algo a lo que me dijo antes.
20 Aquella noche el Señor le dijo a Balán:
―Levántate y ve con aquellos hombres, pero harás solamente lo que yo te ordene.
21 Al día siguiente Balán aparejó su burra y salió con los mensajeros del rey. 22 Pero Dios estaba enojado, y envió un ángel para que en el camino le diera muerte. Mientras Balán y los dos siervos cabalgaban juntos, 23 la burra de Balán vio repentinamente al ángel del Señor que estaba en el camino con una espada desenvainada. La burra se apartó del camino y entró en un campo, pero Balán la golpeó hasta que volvió al camino. 24 Nuevamente el ángel del Señor se paró en el lugar donde el camino se estrechaba entre dos muros de viñas. 25 Cuando la burra lo vio allí se espantó y apretó el pie de Balán contra la pared. Él azotó nuevamente a la burra.
26 Entonces el ángel del Señor siguió por el camino y se paró en un lugar tan estrecho que la burra no podía pasar por ningún lado. 27 Así que el animal no tuvo más remedio que echarse en el camino. En un arranque de ira, Balán la azotó nuevamente con su vara.
28 Entonces el Señor hizo que la burra hablara:
―¿Qué te he hecho; que me has castigado tres veces? —preguntó.
29 ―Es que tú me has hecho quedar como un necio —gritó Balán—. Si tuviera una espada conmigo te habría dado muerte.
30 ―¿Te he hecho alguna vez algo semejante en toda mi vida? —le preguntó la burra.
―No —reconoció Balán.
31 Entonces el Señor abrió los ojos de Balán y pudo ver al ángel parado en el camino con la espada desenvainada. El profeta cayó en tierra delante del ángel.
32 ―¿Por qué golpeaste a tu burra tres veces? —le preguntó el ángel—. He venido para detenerte porque vas caminando hacia la destrucción. 33 Tres veces la burra me vio y se apartó de mí. Si no hubiera sido por ella ciertamente ya te habría dado muerte, y ella habría salido con vida.
34 ―He pecado —confesó Balán—. No me di cuenta que estabas allí. Regresaré a casa si no quieres que siga adelante.
35 El ángel le dijo:
―Ve con esos hombres, pero hablarás solamente lo que yo te diga.
Balán, siguió con ellos.
36 Cuando el rey Balac oyó que Balán se acercaba, salió de la capital y se dirigió a encontrarlo en el río Arnón, en la frontera de su tierra.
37 ―¿Por qué te has demorado tanto? —le preguntó—. ¿No creíste cuando yo te dije que te daría grandes honores?
38 Balán replicó:
―He venido, pero no tengo poder para decir nada, salvo lo que el Señor me diga. Y eso es lo que haré.
39 Balán acompaño al rey hasta Quiriat Jusot, 40 donde el rey Balac dio animales a Balán y a los embajadores para que ofrecieran sacrificios. 41 A la mañana siguiente Balac llevó a Balán hasta la cumbre del monte de Ramot Baal, desde el cual podía ver a todo el pueblo de Israel esparcido delante de sí.
Primer oráculo de Balán
23 Balán le dijo al rey: «Edifica siete altares y prepara siete becerros y siete carneros para el sacrificio».
2 Balac hizo lo que Balán le pedía, y sacrificó un becerro y un carnero en cada altar.
3 Entonces Balán le dijo al rey: «Quédate junto al altar de los sacrificios y yo iré a ver si el Señor se encuentra conmigo. Entonces te diré lo que él me diga».
Subió luego hacia una cumbre solitaria, 4 y Dios lo encontró allí.
―He preparado siete altares y he sacrificado un becerro y un carnero en cada uno —dijo Balán al Señor.
5 Entonces el Señor le dio a Balán un mensaje para el rey Balac. 6 Cuando Balán regresó, el rey estaba de pie junto a las ofrendas que deben quemarse en forma completa con todos los príncipes de Moab. 7 Este fue el mensaje de Balán:
«Balac, rey de Moab, me trajo de la tierra de Aram, desde las montañas orientales.
“Ven”, me dijo, “maldice a Jacob en favor mío.
Deja que tu ira se alce contra Israel”.
8 »Pero, ¿cómo puedo yo maldecir lo que Dios no ha maldecido?
¿Cómo puedo yo amenazar a un pueblo que Dios no ha amenazado?
9 Los he visto desde las altas cumbres, los he observado desde las colinas.
Viven solos, y prefieren ser distintos a cualquiera otra nación.
10 Son numerosos como el polvo, no se pueden contar.
¡Quién pudiera morir tan feliz como un israelita!
¡Oh, si yo pudiera terminar mi vida como termina la de ellos!».
11 ―¿Qué me has hecho? —preguntó el rey Balac—. ¡Yo te dije que maldijeras a mis enemigos, pero tú los has bendecido!
12 ―¿Puedo decir algo distinto de lo que el Señor me ha dicho?
Segundo oráculo de Balán
13 Entonces Balac le dijo:
―Ven conmigo a otro lugar. Allí sólo verás una parte del pueblo de Israel. Maldice por lo menos a esa parte.
14 El rey Balac tomó a Balán y lo llevó a los campos de Zofín en la cumbre del monte de Pisgá, y edificó allí siete altares y ofreció un becerro y un carnero en cada altar. 15 Entonces Balán le dijo al rey:
―Quédate allí junto a los altares mientras yo voy a encontrarme con el Señor.
16 Y el Señor se encontró con Balán y le dijo lo que tenía que decir. 17 Luego Balán regresó con el rey y sus príncipes que estaban de pie junto a los altares.
―¿Qué te ha dicho el Señor? —le preguntó ansiosamente el rey.
18 Y la respuesta de Balán fue:
«Levántate, Balac, y escucha:
Escúchame, tú; hijo de Zipor.
19 Dios no es hombre para que mienta; él no se arrepiente como los hombres.
¿Ha prometido alguna vez sin cumplir lo que ha dicho?
20 He recibido orden de bendecirlos, porque Dios los ha bendecido, y esto no puede ser cambiado.
21 Él no ha visto pecado en Jacob, ni perversidad en Israel.
El Señor su Dios está con ellos.
Él es su rey.
22 Dios los sacó de Egipto.
Israel tiene la fortaleza del búfalo.
23 No se puede maldecir a Jacob, y no hay magia que pueda hacer algo en su contra.
Porque ahora se dirá de Israel:
¡Qué maravillas ha hecho Dios por ellos!
24 Esta gente se levanta como un león;
no caerá hasta que haya comido lo capturado y haya bebido la sangre de los degollados».
25 ―Si no vas a maldecirlos, por lo menos no los bendigas —exclamó el rey Balac.
26 Pero Balán contestó:
―¿No te dije que yo tengo que decir lo que el Señor me diga?
Tercer oráculo de Balán
27 ―Yo te llevaré a otro lugar —le dijo el rey—. Quizá desde allí el Señor quiera que los maldigas.
28 Lo llevó a la cumbre del monte Peor, que domina el desierto. 29 Balán nuevamente le dijo al rey que construyera siete altares y preparara siete becerros y siete carneros para el sacrificio. 30 El rey lo hizo así, y ofreció un becerro y un carnero en cada altar.
24 Por fin Balán comprendió que el Señor tenía intenciones de bendecir a Israel, de modo que no fue a encontrarse con el Señor como lo había hecho anteriormente. En cambio, fue y dio una mirada hacia el campamento de Israel 2 que estaba ocupando la llanura y ordenado según sus tribus. Entonces el Espíritu del Señor vino sobre Balán, 3 quien proclamo la siguiente profecía:
«Balán, el hijo de Beor, 4 el hombre cuyos ojos están abiertos, dice: He oído la palabra del Señor, y he visto lo que el Dios Altísimo me ha mostrado; mis ojos fueron abiertos:
5 »¡Ah, qué delicias aguardan a Israel, deleites en las tiendas de Jacob!
6 Los veo extenderse delante de mí como valles verdes y huertas fructíferas junto al río; como árboles plantados por el Señor mismo; como cedros junto a las aguas.
7 Serán bendecidos con abundancia de aguas, y vivirán en muchos lugares.
El rey será más grande que Agag; su reino será exaltado.
8 »Dios los sacó de Egipto.
Israel tiene la fortaleza de un búfalo, y devorará a todas las naciones que se le opongan; les partirá los huesos en pedazos, y los herirá con muchas flechas.
9 Israel duerme como león, como leona, ¿quién se atreve a hacer que se levante?
Bendito será el que te bendiga, oh Israel, y maldito será el que te maldiga».
10 El rey Balac estaba pálido de ira. Golpeando las manos con furia gritó:
―Yo te llamé para que maldijeras a mis enemigos y en lugar de ello los has bendecido tres veces. 11 ¡Lárgate de aquí! ¡Vete a tu casa! Yo quería darte un gran honor, pero el Señor te ha despojado de todo bien.
12 Balán contestó:
―Yo te dije por medio de los mensajeros 13 que aunque me dieras un palacio lleno de oro y plata, yo no podría contradecir al Señor; te advertí que no podía hablar por mí mismo. Dije que hablaría solamente lo que el Señor me ordenara. 14 En efecto, voy a regresar ahora mismo a mi pueblo, pero déjame primero decirte lo que los israelitas van a hacerle a tu pueblo.
Cuarto oráculo de Balán
15 Entonces Balán añadió:
«Balán el hijo de Beor, 16 ¡es el hombre cuyos ojos están abiertos!
El oye las palabras de Dios y tiene conocimiento del Altísimo; él ve lo que el Dios Todopoderoso le ha mostrado.
17 »Calló, y sus ojos fueron abiertos y vio.
Vio el futuro de Israel.
¡Vio salir en la distancia, una estrella de Jacob!
Este Gobernador de Israel herirá al pueblo de Moab, y destruirá a los hijos de Set.
18 »Israel poseerá todo Edom y Seír, y vencerá a todos sus enemigos.
19 Jacob se levantará con poder y destruirá muchas ciudades».
20 Entonces Balán miró hacia las tiendas del pueblo de Amalec y profetizó:
«Amalec fue la primera de las naciones, pero al fin perecerá para siempre».
21 A continuación miró hacia los ceneos:
«Sí, están en una situación de fuerza, tienen su nido entre las rocas.
22 Pero los ceneos serán destruidos y el poderoso ejército de Asiria los deportará de esta tierra».
23 Concluyó sus profecías diciendo:
«Ay, ¿quién podrá vivir cuando Dios haga esto?
24 Barcos vendrán de las costas de Chipre, y someterán a Éber y a Asiria. También deben ser destruidos».
25 Entonces Balán y Balac regresaron cada uno a su lugar.
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