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prepara en el verano su alimento,
en tiempo de siega almacena su comida.
¿Cuánto tiempo dormirás, perezoso?
¿Cuándo te levantarás del sueño?
10 Un rato de sueño, otro de siesta,
cruzas los brazos y a descansar;
11 y te asalta como un bandido la pobreza
y la penuria como un hombre armado.

El malhechor

12 El perverso y malhechor
camina con gesto torcido,
13 mirando con mala intención,
arrastrando los pies,
señalando con los dedos,
14 urdiendo maldades en su mente perversa
y provocando riñas continuamente.
15 Por eso llegará su ruina repentina,
será destruido de inmediato y sin remedio.

Siete cosas detestables

16 Hay seis cosas que detesta el Señor
y una séptima que aborrece del todo:
17 ojos altaneros, lengua mentirosa,
manos manchadas de sangre inocente,
18 mente que trama planes perversos,
pies ligeros para correr hacia el mal,
19 testigo falso que difunde mentiras
y el que atiza discordias entre hermanos.

Sobre el adulterio

20 Cumple, hijo mío, los mandatos de tu padre
y no desprecies las enseñanzas de tu madre.
21 Llévalos siempre grabados en tu mente
y átalos alrededor de tu cuello.
22 Cuando camines, te guiarán;
cuando te acuestes, te protegerán;
cuando despiertes, conversarán contigo.
23 Porque el mandato es lámpara, la enseñanza es luz
y la reprensión que corrige es camino de vida.
24 Te protegerán de la mujer mala,
de la lengua melosa de la extraña.
25 No te dejes seducir por su belleza,
ni te dejes cautivar por sus miradas.
26 Pues a la prostituta basta una hogaza de pan,
mas la casada persigue a personas valiosas.
27 Nadie puede llevar fuego en su pecho
sin que se le queme la ropa;
28 nadie puede caminar sobre ascuas
sin abrasarse los pies;
29 así sucede a quien va tras la mujer del prójimo:
quien la toque no quedará impune.
30 Al ladrón se le desprecia aunque robe
para saciar el estómago hambriento;
31 si lo sorprenden, pagará siete veces
y entregará todos los bienes de su casa.
32 El adúltero es un insensato,
actuando así arruina su vida;
33 tendrá que soportar palos e insultos
y no podrá borrar su infamia.
34 Porque los celos enfurecen al marido
y su venganza será implacable;
35 no admitirá compensaciones,
no se calmará aunque multipliques los regalos.

La seducción

Hijo mío, conserva mis palabras
y guarda en tu interior mis mandatos.
Conserva mis mandatos y vivirás,
cuida mi enseñanza como a la niña de tus ojos.
Átatelos en tus dedos,
escríbelos en tu mente.
Hermánate con la sabiduría
y emparenta con la inteligencia,
para que te protejan de la mujer ajena,
de la extraña de palabras seductoras.
Un día estaba yo en la ventana de mi casa,
observando entre las rejas;
miraba a una pandilla de incautos
y distinguí entre ellos a un joven insensato:
cruzó la calle, junto a la esquina,
y se encaminó a la casa de la mujer.
Era la hora del ocaso, al caer la tarde,
cuando llega la noche y oscurece.
10 Entonces una mujer le salió al paso
con ropas y ademanes de prostituta.
11 Bullanguera y descarada,
sus pies nunca paran en casa.
12 Un rato en la calle, otro en la plaza,
en cualquier esquina hace la espera.
13 Ella le echó mano, lo besó
y descaradamente le dijo:
14 “Tenía prometidos unos sacrificios
y hoy he cumplido mis promesas;
15 por eso he salido a buscarte;
tenía ganas de verte y te he encontrado.
16 He cubierto mi lecho de colchas
y sábanas de lino egipcio;
17 he perfumado mi alcoba con mirra,
con áloe y con canela.
18 Saciémonos de caricias hasta el amanecer
y disfrutemos de los placeres del amor;
19 mi marido no está en casa:
ha emprendido un largo viaje,
20 se ha llevado la bolsa del dinero
y no volverá a casa hasta la luna llena”.
21 Con todas estas artes lo sedujo,
lo rindió con sus labios lisonjeros
22 e inmediatamente él la siguió,
como buey llevado al matadero,
como ciervo atrapado en la red;
23 una flecha le atraviesa las entrañas
y como pájaro cae en la trampa,
sin saber que le va a costar la vida.
24 Y ahora, hijo mío, escúchame
y presta atención a mis palabras:
25 no te dejes arrastrar por ella,
no te extravíes tras sus huellas,
26 porque ha dejado a muchos malheridos
y sus víctimas son muy numerosas.
27 Su casa es el camino del abismo
que baja a la morada de la muerte.

Pregón de la Sabiduría

La Sabiduría está pregonando,
la inteligencia levanta su voz.
Sobre los promontorios
al borde del camino,
de pie en las encrucijadas,
junto a las puertas de la ciudad,
a la entrada de los patios está gritando:
“A ustedes, seres humanos, los llamo,
a ustedes dirijo mi pregón.
Inexpertos, adquieran prudencia;
y ustedes, necios, sean sensatos.
Escuchen, que mis labios
proclaman cosas rectas,
cosas excelentes comunican.
Mi boca paladea la verdad,
pues la maldad repugna a mis labios.
Todos mis discursos son sinceros,
ninguno es hipócrita ni retorcido;
todos son claros para el inteligente,
irreprochables para los que adquieren saber.
10 Prefieran mi instrucción a la plata
y el conocimiento al oro puro;
11 pues la sabiduría es más valiosa que las perlas,
ninguna joya se le puede comparar.
12 Yo, la Sabiduría, convivo con la prudencia
y he encontrado el arte de la discreción.
13 (Respetar al Señor es odiar el mal).
Aborrezco la soberbia y la arrogancia,
el mal proceder y la mentira.
14 Tengo buen juicio y competencia,
me pertenecen la inteligencia y el poder.
15 Gracias a mí reinan los reyes
y los soberanos administran la justicia.
16 Gracias a mí gobiernan los príncipes
y los magistrados juzgan con justicia.
17 Yo amo a los que me aman
y los que me buscan me encuentran.
18 Me acompañan riquezas y honores,
fortuna duradera y justicia.
19 Mi fruto es mejor que oro de ley,
mi cosecha es mejor que plata fina.
20 Camino por sendas justas
y voy por senderos rectos;
21 así legaré mis bienes a los que me aman
y los colmaré de riqueza.
22 El Señor me creó al principio de mi actividad,
antes de sus obras primeras;
23 desde el comienzo del tiempo fui fundada,
antes de los orígenes de la tierra.
24 Aún no había océanos cuando fui engendrada,
aún no existían manantiales ricos en agua;
25 antes de que estuvieran formados los montes,
antes que existieran las colinas fui engendrada.
26 Aún no había creado la tierra y los campos,
ni las primeras partículas del mundo.
27 Yo estaba allí cuando colocaba los cielos,
cuando extendía el firmamento sobre el océano;
28 cuando sujetaba las nubes en lo alto,
cuando fijaba las fuentes subterráneas;
29 cuando imponía al mar sus límites
para que las aguas no se desbordasen.
Cuando echaba los cimientos de la tierra,
30 yo estaba junto a él, como aprendiz;
yo era su alegría cotidiana
y jugaba en su presencia a todas horas;
31 jugaba en su mundo habitado,
compartiendo con los humanos mi alegría.
32 Y ahora, hijos, escúchenme:
felices quienes siguen mis caminos.
33 Acepten la corrección,
no la rechacen y serán sabios.
34 Felices aquellos que me escuchan
velando a mis puertas cada día,
vigilando los dinteles de mi entrada.
35 Quien me encuentra, encuentra la vida
y obtiene el favor del Señor.
36 Mas quien me ofende, se daña a sí mismo;
los que me odian, aman la muerte”.

La fiesta de la Sabiduría

La Sabiduría edificó su casa,
talló sus siete columnas,
sacrificó las víctimas, mezcló su vino
y hasta preparó su mesa.
Después mandó a sus criadas a pregonar
por los lugares dominantes de la ciudad:
“Que los inexpertos vengan aquí”.
A los insensatos, por su parte, les decía:
“Vengan a compartir mi comida
y a beber el vino que he preparado.
Dejen de ser insensatos y vivirán,
sigan rectos el camino de la inteligencia”.

Contra los cínicos

Quien corrige al cínico recibe insultos,
quien reprende al malvado, desprecio.
No reprendas al cínico, que te odiará;
corrige al sabio y te amará.
Dale al sabio y será más sabio;
enseña al justo y aprenderá más.
10 El comienzo de la sabiduría
es el respeto del Señor,
conocer al Santo es inteligencia.
11 Gracias a mí vivirás muchos días,
prolongarás los años de tu vida.
12 Si eres sabio, te aprovechará el serlo;
si eres cínico, sufrirás las consecuencias.

La fiesta de Doña Necedad

13 Doña Necedad es chismosa,
simplona e ignorante.
14 Se sienta a la puerta de su casa
en una silla desde donde domina la ciudad;
15 desde allí grita a los transeúntes,
a los que van derechos por su camino:
16 “Que los inexpertos vengan aquí”;
y a los insensatos les dice:
17 “El agua robada es dulce,
el alimento prohibido es exquisito”.
18 Pero ignora que allí habitan los fantasmas
y que sus huéspedes están en el fondo del abismo.

II.— PROVERBIOS DE SALOMÓN (10,1—22,16)

10 Proverbios de Salomón.

Hijo sabio, alegría del padre;
hijo necio, disgusto de su madre.
La riqueza deshonesta no aprovecha,
pero la justicia libra de la muerte.
El Señor no deja pasar hambre al justo,
reprueba la avaricia del malvado.
Mano indolente empobrece,
manos decididas enriquecen.
El prudente cosecha en verano,
quien se duerme al cosechar merece el desprecio.
Hay bendiciones para la cabeza del justo,
la boca del malvado esconde violencia.
El recuerdo del justo es bendición,
la fama del malvado se apolilla.
La persona sensata acepta órdenes,
labios alocados llevan a la ruina.
Quien actúa con rectitud camina seguro,
quien anda con rodeos queda al descubierto.
10 Quien guiña los ojos causa disgustos,
quien reprende a la cara favorece la paz.
11 Es fuente de vida la boca del justo,
la del malvado esconde violencia.
12 El odio provoca pendencias,
el amor oculta las faltas.
13 En labios inteligentes hay sabiduría,
una vara para la espalda del insensato.
14 Los sabios atesoran saberes,
la boca del necio es ruina inminente.
15 El alcázar del rico es su hacienda;
la amenaza del pobre, su pobreza.
16 La recompensa del justo es la vida;
la cosecha del malvado, el delito.
17 Quien acepta la corrección camina a la vida,
quien desprecia la reprensión se extravía.
18 Labios embusteros esconden odio,
quien difunde calumnias es necio.
19 El que mucho habla, mucho yerra;
el prudente refrena sus labios.
20 Es plata de ley la lengua del justo,
la mente malvada simple ganga.
21 Los labios del justo instruyen a muchos,
los necios perecen por falta de seso.
22 La bendición del Señor enriquece
sin que nada le añada el esfuerzo.
23 Al necio le divierte urdir intrigas;
al inteligente, la sabiduría.
24 Al malvado le sucede lo que teme,
al justo se le cumplen sus deseos.
25 Tras la tormenta desaparece el malvado,
el justo permanece para siempre.
26 Vinagre a los dientes y humo a los ojos
es el perezoso para quien lo envía.
27 El respeto al Señor prolonga la vida,
los años del malvado se acortan.
28 El porvenir del justo es alegre,
la esperanza del malvado perece.
29 El camino del Señor es refugio para el recto,
ruina para los malhechores.
30 El justo siempre se mantendrá firme,
los malvados no habitarán la tierra.
31 La boca del justo destila sabiduría,
la lengua embustera será extirpada.
32 Los labios del justo procuran placer;
la boca del malvado, perversión.

11 El Señor detesta las balanzas trucadas
y aprueba el peso exacto.
La arrogancia acarrea deshonra,
la humildad trae sabiduría.
La rectitud guía a los honrados,
la perversión arruina a los desleales.
La riqueza no sirve en el día del juicio;
en cambio, la justicia libra de la muerte.
El justo encuentra llano el camino,
el malvado cae por su propia maldad.
La justicia salva a los honrados,
los desleales quedan presos de su ambición.
Cuando muere el malvado perece su esperanza,
se acaba la confianza que ha puesto en las riquezas.
El justo se libra del apuro
y el malvado ocupa su lugar.
Las palabras del impío arruinan a su prójimo,
los justos se libran por su saber.
10 Si los justos prosperan, se alegra la ciudad;
si los malvados fracasan, se llena de júbilo.
11 La bendición de los rectos engrandece a una ciudad,
la palabras de los malvados la arruinan.
12 El insensato desprecia a su prójimo,
el inteligente guarda silencio.
13 El chismoso desvela secretos,
quien es de fiar se guarda las cosas.
14 Cuando hay desgobierno, el pueblo se hunde;
muchos consejeros traen la salvación.
15 Quien avala a un extraño se perjudica,
quien evita hacer tratos vive tranquilo.
16 La mujer agraciada alcanza honores,
los audaces consiguen riquezas;
17 El bondadoso se hace bien a sí mismo,
el despiadado perjudica su salud.
18 El malvado obtiene ganancia engañosa;
a quien siembra justicia, recompensa segura.
19 Quien practica la justicia vivirá,
quien va detrás del mal morirá.
20 El Señor detesta las mentes perversas
y le complace la conducta intachable.
21 No quedará impune el malvado,
la estirpe de los justos se salvará.
22 Anillo de oro en morro de cerdo
es la mujer hermosa, pero sin seso.
23 Los justos desean sólo el bien,
al malvado le aguarda la ira.
24 Hay desprendidos que se enriquecen
y tacaños que se empobrecen.
25 Quien es generoso prosperará,
a quien ofrece de beber no le faltará agua.
26 La gente maldice al que acapara trigo,
bendice al que lo ofrece en venta.
27 Quien madruga hacia el bien, obtiene ayuda;
quien busca el mal, se topa con él.
28 Quien confía en sus riquezas se hundirá,
los justos florecerán como rosales.
29 Quien descuida su casa heredará viento;
el necio será esclavo del sabio.
30 El fruto del justo es árbol de vida,
quien gana adeptos es sabio.
31 Si el justo recibe su paga en la tierra,
¡cuánto más el malvado y el pecador!

12 Quien ama la educación ama el saber,
quien odia la corrección es un estúpido.
El Señor favorece al que es bueno
y condena al malintencionado.
Nadie está seguro en la maldad,
la raíz de los justos es inconmovible.
Mujer de valía es corona del marido;
la desvergonzada, cáncer de sus huesos.
Los justos tienen intenciones rectas;
los malvados, planes traicioneros.
Las palabras de los malvados son trampas mortales;
las de los honrados, fuente de salvación.
El malvado se derrumba y desaparece
mientras la casa del justo sigue en pie.
Por su buen juicio es alabada una persona,
la mente retorcida es despreciada.
Más vale un don nadie bien servido
que un presuntuoso hambriento.
10 El justo se preocupa de su ganado,
las entrañas del malvado son crueles.
11 Quien cultiva su tierra se harta de pan,
quien persigue quimeras es un insensato.
12 La codicia es la red del malvado,
la raíz de los justos da fruto.
13 El malvado se enreda en sus propias mentiras,
el justo sale airoso del apuro.
14 Cada uno se alimenta de sus palabras
y recoge el producto de sus manos.
15 El necio cree que lleva buen camino,
el sabio se deja aconsejar.
16 El enfado del necio se percibe al instante,
el prudente disimula la afrenta.
17 Quien dice verdad hace brillar la justicia,
el testigo falso difunde mentira.
18 Habla el charlatán y da puñaladas,
habla el sabio y todo lo sana.
19 Labios veraces se mantienen siempre;
lengua mentirosa, sólo un instante.
20 Hay mentira en la mente de los que traman el mal,
alegría en la de quienes promueven la paz.
21 Al justo no le alcanza ningún daño,
los malvados están llenos de males.
22 El Señor detesta los labios mentirosos
y concede su favor a los sinceros.
23 La persona prudente oculta su saber,
la insensata pregona su necedad.
24 La persona laboriosa alcanzará el mando,
a la perezosa le tocará servir.
25 La angustia deprime al ser humano,
una palabra buena lo hace feliz.
26 El justo se aparta del mal,
al malvado lo extravía su camino.
27 El perezoso nunca logra asar su caza,
no hay mayor riqueza que una persona diligente.
28 La senda de la justicia conduce a la vida;
el camino del rencor lleva a la muerte.

13 El hijo sabio acepta la corrección paterna,
el insolente no hace caso a reprimendas.
Cada cual se alimenta con sus palabras,
los traidores tienen hambre de violencia.
Quien controla su boca protege su vida,
quien habla en demasía va a la ruina.
El perezoso desea y no se sacia,
los diligentes satisfacen sus deseos.
El justo aborrece la mentira,
el malvado apesta y deshonra.
La justicia protege al intachable,
la maldad pervierte al pecador.
Hay quien presume de rico y nada tiene,
quien pasa por pobre y tiene gran fortuna.
La riqueza defiende la vida del rico,
pero al pobre ni siquiera lo amenazan.