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30 La mente tranquila es salud para el cuerpo,
    pero la envidia causa enfermedades.

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—14—

17 No sientas envidia de los perversos
    y haz todo lo posible por respetar al SEÑOR.

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18 Siempre hay esperanza;
    la esperanza nunca se acaba.

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—19—

24 No sientas envidia de los perversos,
    ni quieras andar con ellos.

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En su mente traman violencia
    y no hablan más que de hacer el mal.

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—29—

19 No permitas que los perversos te inquieten
    ni sientas envidia de los que hacen maldades,

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20 pues el perverso no tiene ninguna esperanza;
    su lámpara se apagará.

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La ira es cruel, el enojo es destructor,
    pero la envidia es mucho peor.

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