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Al director musical. Salmo de David.

64 Escucha, oh Dios, la voz de mi queja;
    protégeme del temor al enemigo.
Escóndeme de esa panda de impíos,
    de esa caterva de malhechores.
Afilan su lengua como espada
    y lanzan como flechas palabras ponzoñosas.
Emboscados, tiran contra el inocente;
    le disparan sin temor y sin aviso.

Unos a otros se animan en sus planes impíos,
    calculan cómo tender sus trampas;
    y hasta dicen: «¿Quién las verá?»
Maquinan injusticias, y dicen:
    «¡Hemos tramado un plan perfecto!»
¡Cuán incomprensibles son
    la mente y los pensamientos humanos!

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