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Potente y majestuosa es la voz del Señor. La voz del Señor desgaja los cedros, despedaza los potentes cedros del Líbano. Sacude las montañas del Líbano y hace que parezcan becerros saltando; y al monte Hermón que parezca toro salvaje saltando. Estos saltan y corretean ante él como ternerillos.

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