Ahora bien, si ponemos el freno en la boca de los caballos(A) para que nos obedezcan, dirigimos también todo su cuerpo. Mirad también las naves; aunque son tan grandes e impulsadas por fuertes vientos, son, sin embargo, dirigidas mediante un timón muy pequeño por donde la voluntad[a] del piloto quiere. Así también la lengua es un miembro pequeño, y sin embargo, se jacta de grandes cosas(B). Mirad, ¡qué gran bosque se incendia con tan pequeño fuego(C)!

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Footnotes

  1. Santiago 3:4 Lit., el impulso

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